jueves, 31 de diciembre de 2009

Te Deum, que es justo y necesario

Hace un ratito que lo he rezado con otro devoto varón (confido), en latín, como es y se debe, con su responsorio y su Oratio, con toda la devoción (mi socio un poco a trompicones, pero devoto (confido)). También las preces por el Papa, y huelga decir que con la intención (o la acción ya cumplida) de la Confesión y la Comunión, para poder lucrar la indulgencia plenaria, que falta nos hace (a mí más).

Mi padre nos contaba cuando lo rezaban en la Vigilia de nochevieja de la Adoración Nocturna, que se echaban por tierra bocabajo al dar las doce campanadas (entonces no se estilaban ni uvas ni demás frivolidades, ¡faltaría más!). Mi padre la llamaba "la noche de los barrigazos", porque mi padre (no era ni será el único) disimulaba su gran devoción (que la tenía) con bromas impías, como cierta afirmación del tópico de que macho y beato no cuadran. Pero él no se perdía ni un año la Noche de los Barrigazos, con su Tedeum.

Son esas cosillas, detalles desconocidos, que un día te sorprenden. Por ejemplo cuando en una de esas noticias con imagen y voz que dan por la tele están cantando el TeDeum y te das cuenta - con estupor y boca abierta - que tu padre, ese tiarrón con metralla de la guerra, está tarareando y cantando por lo bajini el Te Deum. Recordando las noches de barrigazos, sin duda. Y es que mi padre parecía sacado, ahora que lo pienso, de una novela de Pemán (que cada vez me gusta más).

Mi madre, otra que tal, se arrancó un día de repente con el Gloria de una Misa de Perossi, que se la sabía de cabo a rabo. Y la primera vez que estuvimos en Lourdes descubrí que rezaba el Paternoster y el Ave y el Gloria en latín con toda soltura y sin falta, sin rubor ni empacho.

Ahora, cuando hay que dar gracias, las doy por todas esas cosas, posos de oro en el cáliz de mi vida. También me acuerdo de otras cosas por las que dar gracias: Si son buenas por haberlas sido; si malas, por no haber sido peores.

Y también doy gracias por lo que no sé, por lo que ignoro y nunca supe ni me enteré, esas cosas que pudieron pasar y no pasaron pudiendo haber pasado. Y por los milagritos cotidianos que ocurren y no se ven. Por tantas cosas de las que nos hemos librado sin darnos cuenta. Por la Providencia, en suma (la devoción a la Providencia y a San Cayetano también son herencia de mamá).

Pues ahí va el Te Deum, por si alguien quiere unirse, que es muy bueno rezarlo, muy bueno y muy agradecido para con Dios creador, conservador y dador de todo bien:


Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.

Te æternum Patrem omnis terra veneratur.

Tibi omnes Angeli, tibi Cæli, et universæ Potestates: Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth.

Pleni sunt cæli et terra majestatis gloriæ tuæ.

Te gloriosus Apostolorum chorus, Te Prophetarum laudabilis numerus, Te Martyrum candidatus laudat exercitus.

Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, Patrem immensæ majestatis: Venerandum tuum verum et unicum Filium: Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu Rex gloriæ, Christe.

Tu Patris sempiternus es Filius, Tu, ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum.

Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna cælorum. Tu ad dexteram, Dei sedes, in gloria Patris. Iudex crederis esse venturus.

(los versículos siguientes se rezan de rodillas)

Te ergo quæsumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti.

Æterna fac cum Sanctis tuis in gloria munerari.

Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuæ.

Et rege eos, et extolle illos usque in æternum.

Per singulos dies benedicimus te; Et laudamus Nomen tuum in sæculum, et in sæculum sæculi.

Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.

Miserere nostri domine, miserere nostri.

Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quemadmodum speravimus in te.

In te, Domine, speravi: non confundar in æternum.

V. Benedicamus Patrem, et Filium, cum Sancto Spiritu.

R. Laudemus, et superexaltemus eum in sæcula.

V. Benedictus es, Domine, in firmamento cæli.

R. Et laudabilis, et gloriosus, et superexaltatus in sæcula.

V. Domine, exaudis orationem meam.

R. Et clamor meus ad te veniat.

V. Dominus vobiscum.

R. Et cum spiritu tuo.

Oremus.
Deus, cujus misericordiæ non est numerus, et bonitatis infinitus est thesaurus: piissimæ maiestati tuæ pro collatis donis gratias agimus, tuam semper clementiam exorantes; ut, qui petentibus postulata concedis, eosdem non deserens, ad præmia futura disponas. Per Christum Dominum nostrum. Amen



+T.

n.b. He puesto el youtube del Te Deum de Haydn por la efemérides del muy piadoso y católico Herr Magister Franz Josef, pero a mí el que me anima es el de Lully, ya saben Uds, con su fanfarria y su tambourrée grand siécle, ouí!!!

Los brujos mitopoiéticos

No se van porque se han instalado. Se han acomodado en la vanguardia disidente y comen de eso. No quiero decir que ganen pelas (aunque de vez en cuando sí meten el hocico en el comedero) sino que alimentan su ego con la consideración de los afines y la clap de la piara aplaudidora, que les adora, que les idolatra. Han perdido la fe, no creen en Dios, pero se han revestido de idolillos y tienen quienes les idolatran. Repugnantes ellos y ellos.

Son mitopoiéticos. Han dado el salto de tirabuzón con vuelta y revuelta pasando sin solución de continuidad de la fe a la no-creencia simbólico-poética filosofada con peregiles del oriente y trans-metafísica apofática con conexiones new-age y tutti-frutti de mil sabores. Y arcoiris, banderita de arcobaleno, también; son poli-fásicos y omni-prácticos.

Son la peste de la Iglesia, un forúnculo infectado que no se sajó en su momento y hoy delira con calenturas recurrentes. Una tiña, una lepra, una tisis galopante con cavernas como un puño en los pulmones de la Iglesia.

Los pulmones de la Iglesia fueron las Órdenes y Congregaciones que hoy son su ruina, su salud arruinada. Salvando lo que se está regenerando gracias a la tradición, lo demás es una desolación, un barracón de miserias que hiede desde lejos. Como los establos de Augias antes de Hércules.

Y no paran. Degeneran por momento y cada día tienen el aguijón más punzante y con más veneno. Sus hermanos les guardan consideración, les profesan el amor fraternal que chorrea como pringue por la barba de Aarón hasta la franja del ornamento (bueno, es un decir lo de ornamento, porque el ornamento lo perdieron en el strip-tease post-concilio y desde entonces van despreocupadamente desornamentados, con look "hortera-paisano" o "funcionario-solterón" o "calamitoso-post68").


Lo malo es que no hay quien los tire al esportón de la basura. Se les teme. No a ellos en particular sino a la tribu de cada uno, al clan, a la "famiglia". Y ahí están, como chulos de barrio chino en la esquina de la pseudo-teología des-católica, la in-moral des-cristiana, o la no-espiritualidad hiper-sincretizada.

No les importa la fe que perdieron, pero quieren que los demás la pierdan también. Ese es su empeño.

No sé si son agentes por cuenta propia o títeres de una mano mayor y una mente peor.

Que son malos, no hay duda. Que son del Maligno, cada vez parece más que sí.

Quousque tandem???


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