lunes, 3 de diciembre de 2012

Celebrando a Javier


 
 
 
Del epistolario de San Francisco Javier:

"...aunque toda fe, esperanza, confianza sea don de Dios, dala el Señor a quien le place; pero comúnmente a los que se esfuerzan, venciéndose a sí mismos, tomando medios para ello"

...   ...   ...

"...si estudiasen en la cuenta que Dios nuestro Señor les demandará de ellas, y el talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro en sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: “Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que yo haga? Envíame donde quieras"

...   ...   ...

"...todos estos peligros y trabajos, voluntariamente tomados por solo amor y servicio de Dios nuestro Señor, son tesoros abundantes de grandes consolaciones espirituales…"


Fue un hombre de ánimo enardecido, todo movido por Cristo y su causa, entregado al Señor con todas sus potencias. En las cartas que escribió desde el lejano oriente, su impaciente corazón estalla en fervores, chispazos de un alma arrebatada que contagia el ansia por el Evangelio en que se consumió, enteramente, trabajando por la gloria de Dios.

En nuestra parroquia no había una imagen de San Francisco Javier, el titular, salvo una extraña escultura colocada en el atrio/entrada, un monigote de cemento pintado simulando bronce oxidado, una estatua no-devota, de ese estilo minimalista post-conciliar-montiniano que se impuso en los años '70 como una traducción estética de las innovaciones marcadas por la espiritualidad del momento.

Este curso pasado, el párroco encargó una imagen piadosa del Santo a la escultora imaginera Encarnación Hurtado, que ha logrado una expresiva obra, muy adecuada para el culto. Representa a Javier en figura de misionero, durante los años de su predicación en Oriente, enjuto y ascético, arrobado y extático mirando a la Cruz, como sorprendido y raptado por la fuerza del Signo de la Salvación, durante uno de sus sermones.

También ha compuesto un breve himno, con letra y música pegadizas, para que la gente lo aprenda y lo cante; por lo menos, esa es la intención del cura.


Himno:

Misionero de Cristo y su Iglesia,
buscando incansable la gloria de Dios,
desde España llevó hasta el Oriente
-¡Divino Impaciente!- la Cruz del Señor.

Predicaba con celo ferviente
el nombre sagrado de Cristo Jesús,
en su pecho un corazón ardiente
-¡Divino Impaciente!- que a Oriente dio luz.

San Francisco Javier te rogamos
nos alcances de Cristo el Señor
la salud para los enfermos
y para las almas la gracia de Dios. (bis)



Orémus
Deus, qui Indiarum Gentes beati Francisci praedicatione et miraculis Ecclesiae tuae aggregare voluisti: concede propitius; ut cuius gloriosa merita veneramur, virtutum quoque imitemur exempla.
Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum.
Amen.

+T.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Divagación de Adviento


El cura de mi parroquia, muy reverendo mío, tendrá virtudes, que se le suponen, pero consta que no tiene el don de la puntualidad. Clérigo tradicional, firme en sus convicciones, todas muy venerables, parece que ajusta su reloj con aquellos 10 minutos de retraso que perduraron en los horarios eclesiásticos de Sevilla hasta tiempos del Cardenal Segura (otro venerable irreductible), cuando los relojes de la Catedral, la Giralda y el Seminario de San Telmo daban la hora diez minutos retrasados con respecto al horario civil oficial.

Es así que en mi parroquia, muy frecuentemente, la Misa ferial comienza diez minutos más tarde de lo supuesto. Digo supuesto porque el cura dice que los horarios de Misa son orientativos, más o menos, porque la Misa no es el AVE ni la parroquia la Estación de Santa Justa.

Pero en el colmo de su irreductibilidad, el otro día, a una beata indiscreta que le dijo que debería ser más puntual, mi cura le espetó:

-"Mire usted, advierta y sepa que la puntualidad no es virtud, porque el Señor dijo que vendría pronto y ya ve usted lo que está tardando..."


Los que lo oímos, allí presentes, quedamos muy edificados (y divertidos).


Volverá, ciertamente y sin duda, pero no se sabe la hora.

Ap 22, 20:  "...Venio cito. Amen..."


Amén!!!

+T.

martes, 27 de noviembre de 2012

Ravasi irritado e irritante

 
Ravasi es uno de los purpurados más inexplicables e injustificables del actual Colegio Cardenalicio. Sólo lo entiendo si es por italianidad, por cuota debida a la mamma Italia. Aunque, si es por esta razón, me abruman entonces las preguntas sobre su promoción y sus padrinos (el ser milanés ya es un peso en la balanza, no pequeño).

Que le tengo poca, muy poca, simpatía ya se habrá notado, salva reverentia (a la púrpura cardenalicia). Conste, empero, que no le busco obsesivamente defectos, sino que el eminentísimo me excita la atrabilis sin que yo rastree sus intervenciones, porque, sin ser sabueso, me topo sin querer con las barrabasadas de Ravasi. Esta misma tarde, hela aquí:

Que los llamados “tradicionalistas” retornen a estudiar el latín, porque muchas veces ellos quieren que las misas sean en latín pero conocen poco la lengua

Primeramente yo diría que habrá conocido a 'tradicionalistas' de poca monta, quizá de perfil light, si no no lanzaría esa puya acibarada. Segundo, implícitamente, se erige él mismo como latinista mayor de la Santa Madre Iglesia, juez y censor de latinidades insuficientes. En tercer lugar apunta sólo a un sector muy determinado, justamente el más sensibilizado por el latín, y, en vez de alegrarse por ellos y agradecer su interés, les pone en la picota dejando en entredicho sus aptitudes latinas. Qué cruel.

¿No se nota que frunce el ceño y encoge la nariz cuando dice 'tradicionalistas',  como si fuera un soviet pronunciando 'zarista'? Qué mal disimulan el desprecio estos prelados que luego llenan sus sermones, exortaciones y pastoraladas repitiendo redundantes 'caridad pastoral' 'caridad pastoral' 'caridad pastoral'.

Una vez dejado claro que él no es tradicionalista y que desprecia, desde su egregio sitial de Cardenal de la pan-cultura, el latín de los tradicionalistas; haciéndonos cargo, nosotros, los tradicionales, del guantazo de Ravasi, pregunto en nombre de muchos: ¿Dónde, cuándo, cómo?

¿Dónde estudiaremos latín, cuándo, cómo? ¿Tendremos que irnos a Roma  y matricularnos en la Pontificia Academia Latinitatis? Porque en nuestros seminarios o no hay latín, o lo despachan pronto y mal en un curso, un cursillo, donde todos aprueban porque el latín no importa.

Otra cuestión: ¿Hay que ser tradicional, tradicionalista, para pedir más latín? Y otra más: ¿A los que se definan tradicionalistas se les exigirá implacablemente ser latinistas de nivel? ¿Y si no saben más latín que Beatriz Galindo se les niega el latín? ¿Y si no saben más latín que Nebrija se les prohibe la liturgia en latín? ¿Y si no dan el nivel supuesto, reclamado, exigido por Ravasi, se les condena a la vulgaridad de las lenguas vulgares?

A Ravasi el latín le provoca sarpullido, me temo. Y sacude sus malas pulgas, para que todos nos rasquemos.

Bueno, todos no: Sólo los tradicionales. Los demás, pueden ir en paz.

Ite Missa est!

+T.

sábado, 24 de noviembre de 2012

El Belén minimalista de Ratzinger

Como decía en la entrada anterior, la confusión está en la calle. Una confusión que uno llega a pensar si no será deliberada, porque en la portada del librito aparece en tipos pequeños 'Joseph Ratzinger' y en letras mayores 'Benedicto XVI'. Por eso mismo no desatinarán los que digan que, con la letra chica, Ratzinger está escribiendo lo que Benedicto no se atreve a decir. Será o no será, pero el hecho se presta a esta conclusión/confusión. Incluso a peores (conclusiones/confusiones).

Hasta Tornielli, el vaticanista, hace uso de la comunicación de idiomas y dice Benedicto XVI por Ratzinger: El nuevo libro de Benedicto XVI sobre el nacimiento de Jesús

Y si el muy ducho vaticanista Tornielli se atreve, la prensa corriente, lo mismo:


La afirmación esencial del ultimo libro de Benedicto XVI, “La infancia de Jesús”, presentado el martes en Roma es que las narraciones de Mateo y Lucas son “historia real y sucedida, interpretada y comprendida sobre la base de la Palabra de Dios”.

aquí, también el ABC, sobre la mula y el buey, víctimas inocentes de la clarividencia histórico-crítica de Ratzinger o B16, tanto monta, monta tanto (no en mula, obviamente):

En su último libro, "La Infancia de Jesús", el Papa Benedicto XVI recuerda que no había animales en el pesebre en el momento del nacimiento de Jesús, según consta en los evangelios de Lucas y Mateo.

El Belén que imagina Ratzinger (seu Benedictus) es una composición de lugar minimalista, gélida, asépticamente histórico-crítica, tan lejos de la imaginería popular. Una imaginería que no es siquiera franciscana del siglo XIII, porque el tema de la mula y el buey en el pesebre ya aparecen en la iconografía navideña más antigua, por ejemplo en el bello Frontal de Stª María de Aviá que he puesto de imagen de cabecera.

El frontal, una pieza del románico hispano de fines del s. XII o comienzos del XIII, recoge todas esas escenas que Ratzinger dice 'creíbles' para luego dejarlas en un esqueleto conceptual, sin carne, ni sangre, ni piel, si me explico. En el precioso antipendio catalán están representados los Misterios de la Anunciación, la Visitación, los Magos, el Nacimiento y la Presentación, tal y como se entienden en una lectura concordada de los Santos Evangelios de San Mateo y San Lucas. Incluye también el icono detalles de la tradición cristiana más remota, como los nombres de los Santos Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, así como la mula y el buey junto al pesebre del Niño.

El frontal de altar románico figura en sus imágenes lo que se creía entonces. Así lo creo yo también, con todos esos detalles tan ricamente avalados por la tradición cristiana, católica. También la iconografía es tradición, también la imaginería tradicional del arte cristiano forma parte del depósito de la Tradición. Una iconografía  navideña tan contrastada y universal que puede competir con toda su autoridad, revalidada a través de los siglos, con esa representación minimalista de Ratzinger, un teólogo al fin, sólo eso, un profesor. Porque el Papa no ha hablado, el Papa no ha dicho nada, el Papa no ha escrito ni una letra de ese libro, un libro que (bien considerado) un Papa no puede ni debe escribir.

El Papa (dicho salva reverentia) lo que debería haber hecho es poner traba y freno al Ratzinger extemporáneo.

He recordado mucho estos últimos días a una de mis tías, una fenomenal combatiente católica que se pasó los últimos años de su vida postrada en una cama y gobernando con un bastón su pequeño mundo. Sufrió enormemente la revolución litúrgica y demás trastornos y mudanzas del post-concilio. Muy consciente, muy firme, cuando le contaban las novelerías y las cosas que se iban haciendo, decía:

-Si el Papa se quiere condenar, que se condene, que yo me mantengo en lo de siempre.

Murió santamente, creyendo en los Tres Reyes Magos, la mula y el buey, la Estrella de Belén y todos los demás artículos de fe del Credo de los Humildes, limpios de corazón que ven a Dios en los Santos Evangelios sin crítica histórica.

¡Ay del que escandalice a esos pequeños!

+T.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Jesús de Ratzinger, 3ª entrega

 
En su momento (aquí), ya dije lo inoportuna que me parecía esa aventura extra-magisterial que ponía entre paréntesis a Benedicto XVI para reaparecer como el profesor-teólogo Ratzinger, publicando libros, siendo Papa, que no son del Papa. Una abstracción de difícil justificación.

La palabra del Señor sobre la irrevocabilidad de una vocación asumida (la vista de aquel que empuña el arado no puede permitirse mirar atrás cfr. Lc 9, 62) tiene en este caso - esa es mi opinión - una particularísima casuística, que no debiera haberse dado. El Papa no puede aparecer detrás o bajo la sombra nostálgica del profesor.

Confirmar la fe es enseñar la Revelación, el Misterio de Cristo, tal y como ha sido recibido por los Apóstoles, y mantener firmemente la regla de fe del Magisterio, una doctrina, una solamente; confirmar la fe no es exponer una galería de opiniones, de autores, de obras, de exégesis, de hipótesis abiertas a otras opiniones que puedan ir llegando de mano de otros autores, de otras obras, con otras hipótesis, dejando en suspenso, en el aire, una vaga indefinición, tanto más cuanto ello, como en este caso, puede suponer la desacreditación/credibilidad de un texto sagrado que es fuente de Revelación

El autor, Joseph Ratzinger (o Benedicto XVI???) se comporta como un docto erudito pero no enseña y confirma como un Papa. La gente leerá su libro como el libro 'del Papa' porque así se vende, esa es la propaganda que va aneja a su lanzamiento editorial para ser el best seller de Diciembre, el libro más vendido y regalado en Navidad, el más atractivo para un gran público católico que comprará, sin más distingos, 'el libro del Papa'.

Si el docto teólogo se impone al Papa, malo, muy malo. Y esa es la impresión que dan este libro y los otros dos. Una tríada absolutamente prescindible, que no dice nada que no hayan dicho ya otro autores; tres libros sin especial relevancia, moderadamente católicos, típicos de una moderna exegética católica sugestionada por el método histórico-crítico. Un tríptico ratzingeriano que sumirá a muchos en la confusión de no saber si enseña el profesor que fue o el Papa que es.

 La cátedra de Ratzinger no puede aparecer, coexistir y/o ser presentada confusamente junto a la Cátedra de Pedro.


+T.

martes, 20 de noviembre de 2012

Corolario a Welby

Un cometarista de la entrada anterior reclamaba un corolario y dejaba dos tópicos supuestos:

- 1: tras el cuidado de las formas está la hipocresía

- 2: más allá del cuidado de las formas está la autenticidad

Supongo que el susodicho advertirá (le estimo un comentarista inteligente) el absurdo presente en los dos enunciados, pero, de todas formas, respondo:

ad primum:  la forma íntegra/perfecta (cuidada, pues) es parte del ser, so pena de que pueda perder su integridad o perfección como tal ser por incurrir en imperfección formal, por lo cual el cuidado de la forma es una necesidad; lo hipócrita sería el disimulo de la imperfección a costa de una deliberada falsedad/engaño o merma/falta en la forma

 ad alterum:  más allá de lo formal o está el vacío o el engaño (si la forma no se identifica con su sustancia) o la verdad de una esencia congruente con su forma (si la realidad esencial ha sido bien e integramente expuesta/representada en su forma correspondiente)

No me gustan las dialécticas, pero si hay que razonar, soy bastante razonable. Y ya puesto, como relativamente pertinente ilustración, vean estas fotos:

 
 
Cuando la forma pierde dignidad en relación con aquello que debe representar dignamente, se desliza, más o menos perceptiblemente, hacia lo ridículo y/o lo burlesco. Esta es una de las claves de lo cómico-mimético tal y como se utiliza en la pantomima, el carnaval o la sátira humorística. Ocurre siempre como consecuencia de una más o menos consciente degradación/depreciación de un concepto y su representación. Quiero decir que una devaluación conceptual de lo que es un obispo conduce a la depreciación del significado de los ornamentos episcopales y se traduce en una escena final como la de la foto: El intercambio de la mitra del obispo y el casco del policia en un contexto trivial, popularmente divertido, que, sin embargo, significa más de lo que aparenta.

La degradación de las formas afecta a la integridad de las esencias.

p.s. Un apéndice de lo mismo: La hija del arzobispo con una mitra cómica, empatizando con su muy ilustre y digno (?) papá:

 

Como 'ellas' son pseudo-ordenadas 'obispas' en algunas 'iglesias' de la Comunión Anglicana y el nuevo Archbishop de Cantebury parece ser partidario del engendro, su hija podría ser un día su sucesora como 'archiobispesa' y portar (¡por qué no??) esa misma extravagante mitra que luce en la foto. Así están las cosas en la (no)Iglesia Anglicana, con estos (no)obispos tan light (formal y sustancialmente).

Recordando las muchas escenas de sombrero y empatismo popular protagonizadas por el Beato Magno  y también (en menor grado y con menos frecuencia) por nuestro Benedicto, debemos rezar para que no caer en la tentación (para que no caigan, es decir).

+T.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Degenerando: De Cosmo Lang a Justin Welby

Cuando ví la foto del nuevo (preconizado) Arzobispo de Canterbury, se me vino a la mente, incontinenti, la imagen de su predecesor Cosmo Lang, más concretamente el retrato que le pintó el aristocrático Laszlo. Comparen Uds. las dos estampas, y concluyan. Concluirán, por lo menos, que el estilo ha decaído, que el nuevo look es manifiestamente desmejorado y desmejorante, que tanto va de Cosmo a Justin como de un Pugin a un Moneo.

Aunque el caso podría exponerse desde la perspectiva del post hoc ergo propter hoc, como una secuencia de degeneración sucesiva, escalón a escalón, bajón a bajón, desde Lang hasta Welby, con el último en la serie, Rowan, como precedente inmediato.

El Cosmo Gordon Lang que marcó época y estilo post-victoriano fue uno de los personajes más controvertidos del stablishment de entreguerras. Yo destacaría en él cierta tendencia errática, por lo menos dubitante y contradictoria por momentos, momentos que fueron circunstancias de altísimo nivel, como corresponde al Arzobispo Primado de Canterbury, el Primado Anglicano, si no efectivo sí representativo. Me lo imagino (dsipénsenme la fantasía) como un Denethor perplejo, que viendo y sabiendo tantas cosas, desde la perspectiva encumbrada de su alta torre y la videncia del palantir, terminara desconcertado y abrumado, resolviendo (o no), dejando cuestiones marcadas (o no) que dejaban prever una deriva que sólo en la actualidad se aprecia en cuanto a sus graves consecuencias.

Por ejemplo, el Cosmo Lang tan severo durante la crisis que concluyó con la abdicación de Eduardo VIII (20 Enero 1936 / 11 Diciembre 1936), fue el mismo que un año después, en 1937, evitó oponerse efectivamente a la liberalización de la legislación divorcista argumentando que "...ya no era posible imponer por ley el estándar cristiano a una sociedad en gran parte no cristiana".

Una dialéctica claudicación en los principos que, a la larga, marcaría esa transición paulatina de la High Church victoriana a la Iglesia Anglicana que regirá el recién electo Welby, partidario de la ordenación de las 'clergy-women' y las 'obispas', del 'matrigaymonio', de los clérigos y cleriguesas gay-lesbis y de todo lo demás que se supone en un Archbishop que viste y se luce como aparece Welby en la foto.

Por cierto que el look estridente-esperpento de Welby se parece mucho al estrafalario fondo de sacristía usado por el Beato Magno en sus últimos años, cuando se impuso el estridente mal gusto del ceremoniero post-moderno Piero Marini, monseñor-dictador de moda eclesiástica.

No quiero decir con esto que el mal gusto estético-litúrgico concluya necesariamente en una degeneración doctrinal/moral/pastoral. Pero sí mantego la tesis que de vez en cuando recuerdo aquí, en ExOrbe: Que las formas significan el fondo, que lo interior asoma por debajo de lo exterior y que el continente transparenta el contenido.

+T.