domingo, 13 de marzo de 2011

Las Tentaciones

El Evangelio de las Tentaciones en el Desierto es como el toque mayor en el campanario de la Cuaresma. En el prefacio de la Misa (novus ordo) se proclama que el Señor orante y ayunante -"... inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado. Un enunciado extracto de espiritualidad cuaresmal que dice, implícitamente, mucho más.

Por ejemplo, el giro, el cambio absoluto que se opera en la Historia de la Salvación. Desde el Edén de nuestros Primeros Padres, la del hombre fue una historia de tentaciones y caídas; incluso después de la Alianza y la Ley. El "todos pecaron" paulino (Rm 3, 23) es un clamor acusador que sólo comienza a mudarse patentemente en el Desierto. *** En cierto sentido, podría decirse que la Redención comienza en el momento de las tentaciones del desierto.

El desierto fue el yermo que recibió a Adán y Eva después que se les expulsó del Edén. Y el desierto también fue la región por la que deambuló el Pueblo de Dios al salir de Egipto, en el desierto recibieron la Ley y en él vivieron hasta el día de la entrada en la Tierra Prometida. El desierto fue, así mismo, el lugar del pecado: El becerro de oro idolatrado y las defecciones y murmuraciones del pueblo contra Dios. Hasta Moisés mismo fue tentado y cayó en el desierto, siendo como era el elegido de Dios para liberar a Israel. Había como una correspondencia habitual entre desierto, tentación y pecado. Hasta que aparece Cristo.

Después de orar y ayunar cuarenta días con sus noches, Cristo se encuentra frente al Diablo, que le tienta. La primera tentación es corporal; el demonio le insta a que convierta piedras en panes para saciar el hambre del ayuno. La respuesta del Señor, sin embargo, subordina el pan a otro sustento necesario para el hombre: La Palabra de Dios vivificante. Una Palabra que es Él mismo, engendrado ab aeterno y encarnado para nuestra salvación, que un día dejará para alimento sobrenatural de los hombres su Cuerpo y su Sangre bajo la especie del pan eucarístico. ¿Qué entendería el diablo del Pan de Vida? ¿Qué comprendería el demonio de la Palabra que alimenta?

Entendió, sin embargo, que Cristo le resistía con la Escritura, y en la segunda tentación Satanás arguye con una cita, un versículo del Salmo 90 -"...te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra". Le incita a hacer un milagro estupendo, otra vez bajo el condicional "si eres Hijo de Dios", un interrogante que el diablo aun no ha resuelto y quiere saber. Más tarde, en algunas escenas de la Vida Pública, el Señor se mostrará terminante con quienes le piden signos, como el diablo tentador del desierto. En el Calvario volverán a tentarle los injuriantes, gritándole con desafio que hiciera un milagro y se salvara de la Cruz. Para todas estas escenas (y también para nosotros si supeditáramos la fe a la prueba de un signo, de un milagro) la respuesta de Cristo es la misma que le da a Satanás: -"¡No tentarás al Señor tu Dios!".

Sigue la escena. Si el diablo se ha dirigido a Cristo y Él le ha respondido "No tentarás al Señor tu Dios", ¿no está ya resuelta la pregunta del demonio?, ¿no ha respondido Cristo implícitamente?

Parece que, en todo caso, Satanás no comprende la intención ni el alcance de la misión del Señor, porque, paradójicamente (o demencialmente, como si hubiera perdido el tino, el concierto, el juicio) en la tercera tentación le ofrece a Cristo el mundo con sus fastos si se presta a adorarle, a él, el diablo. La contestación del Señor parece confirmar el sentido de la anterior: -" Vete, Satanás, porque está escrito: 'Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto' ". La traducción se me ocurre que podría decir, explicitando parte de su sentido, "vete y no estorbes", no obstaculices la Redención que se va a consumar y que ni todos los poderes y vanaglorias del mundo podrán tampoco frenar con sus engaños.


Cuando leo y medito este Evangelio, me detengo en su final, en la frase que reza que los Ángeles se le acercaron y le servían. Y me imagino a los Ángeles espectadores de las tentaciones del diablo a Cristo, entendiendo, como sólo los Ángeles pueden, los pormenores y las profundidades de la escena, tan nueva: Un hombre resistiendo y venciendo al Tentador, algo nunca visto. Y un hombre que es Dios, el Hijo de Dios.

Para cerrar la meditación evoco en ese mismo desierto los versos del Cantar de los Cantares:

¿Qué es eso que sube del desierto,
como una columna de humo,
perfumada de mirra y de incienso
y de todos los perfumes?

Es el aroma fragante de Cristo Vencedor, que sube como incienso de sacrificio aromático, como la primicia de otros aromas que por su gracia subirán al Altísmo con suavísimo olor victorioso, cada vez que un cristiano resiste y vence, por la gracia de Cristo, al demonio, al mundo, a la carne.

*** Previamente, con Cristo como centro y motivo, el privilegio de la Inmaculada Concepción supone un adelanto de la gracia definitiva del Nuevo Testamento, pero es un Misterio de internis, que ocurre en el alma santificada de la Virgen y no se manifiesta ad extra.


+T.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sobre un articulete del p. Iraburu


Al padre Iraburu le tengo un gran aprecio por su doctrina, por su empeño en publicar y mantener una ortodoxia católica en un medio bastante hostil. Iraburu se ha desgastado bregando por esa necesaria e insustituíble buena teología displicentemente obviada o culpablemente ignorada por casi toda nuestra Jerarquía. Ha sido y es uno de los pocos denunciantes de la pseudo-teología y mala doctrina que nos han invadido durante estos lamentables años post-conciliares y juanpablistas. Iraburu es un ejemplar sacerdote y un recto maestro, digno de mejores aprecios y más altas encomiendas, que el sabe que no le llegarán porque estamos inmersos en una época tristemente desolada, que no pagará el salario merecido a los buenos laboratores de la viña, al contrario. Pero el padre Iraburu no esperará ganancia terrena sino mérito eterno, en la Gloria, donde se paga de verdad a los de verdad. Su fundación Gratis Date me parece ejemplar, una iniciativa admirable como pocas.

Por mi parte, lo cortés no quita lo valiente y he mandado a hacer gárgaras al padre Iraburu tres o cuatro veces, cuando tenía el blog en Infocatólica (¡tonto yo que me fié de la oferta de su turbio director!). Recuerdo unas pocas veces que apareció comentando en tono discrepante alguno de mis articuletes, y lo despedí con cajas destempladas. Comprendo que mis opiniones gusten más o menos, pero si no gustan que no me lean y, por supuesto, que no me comenten. Y si se atreven, que se atengan a las consecuencias: El blog es mi espacio y tengo reservado derecho de admisión y a los incordiantes los mando al cuerno. Como al p. Iraburu cuando se terció. Como me parece que (de hecho) es quien parte el bacalao en Infocatólica, al poco del cañazo a Iraburu me cerraron el blog. Se non é vero (me faltan datos) é ben trovato.

Cuento todo esto, mis filias y mis fobias circa Iraburu, porque voy a hablar de él, de ese artículo sobre los que él llama, bastante peyorativamente, 'filo-lefebvristas'. Léanlo aquí.

Primeramente diré que la simpatía por Mons. Marcel Lefebvre y la FSSPX y sus anejos es, en estos tiempos confusos, prueba patente de buen gusto católico, ese buen gusto desgraciadamente perdido durante el post-concilio inmediato y el juanpablismo que le sucedió. Con los de la FSSPX y Mons. Lefebvre se puede discrepar sobre algunos puntos que son (que han sido) más que nada algunas decisiones in extremis y formas extremas de proceder. Lo que no se les podrá negar nunca es que han sido y son los mantenedores y representantes más sólidos de la catolicidad que se diluyó y desmontó en el post-concilio. Posiblemente habrá cosas que discutir o aclarar. Roma lo está haciendo justamente ahora, durante estos últimos meses, en unas conversaciones que demuestran - entre otras cosas - que cierto buen gusto perdido ha retornado a la Colina Vaticana. Convocar, invitar, reunirse y sentarse a hablar es una declaración bastante implícita y suficientemente explícita de aprecio y constatable consideración. Entiendo yo.

Por eso no entiendo las reticencias envueltas en acusaciones del p. Iraburu. Diré incluso que no las esperaba, que suponía en el padre Iraburu un cierto 'talante' que parece que no tiene, o que ha perdido (quizá nunca lo tuvo). A estas alturas del confusionismo teológico-doctrinal-litúrgico que desfigura a la Iglesia Católica, la re-valorización de la FSSPX y de Monseñor Marcel Lefèbvre no es una casualidad. Como prueba a la inversa, el propio articulete del preocupado (?) Iraburu parece dejarlo demostrado.

El padre Iraburu que quizá pudo haber representado en y para España una resistencia católica que aquí, desgraciadamente, no tuvimos. Y se nota. Y se sufre.

En la España de la movida taranconista, los católicos conscientes se atrincheraron en torno a Don Marcelo y su alcázar toledano. Coincidieron las innovaciones post-conciliares con el declive del régimen y se confudieron política y catolicismo. Los tardo-franquismos y las derechas indefinidas y desarticuladas comulgaban con el catolicismo de Don Marcelo sin darse cuenta de que Don Marcelo era un formidable figurón, tanto que toda la reforma litúrgica de la España post-conciliar se hizo con rúbrica de Don Marcelo, a la sazón presidente de la Comisión de Liturgia de la CEE. Una paradoja, casi como uno de esos trampantojos de nuestros pintores del barroco, que pintaban tan realisticamente que engañaban al espectador figurando una realidad estudiadamente presentada, siendo, de hecho, una realísima irrealidad. Estupendo efecto, pero sólo efecto: Lienzo, pintura, marco y el ojo engañado del espectador merced al buen arte y oficio del maestro pintor.

En España (como en todos sitios) quasi todo lo católico se disolvió como la sustancia en el puchero, quedando luego del cocimiento la poca materia con la que subsistimos. En tal grado de carencia que - pongo por ejemplo - el juanpablismo nos parece ultra-católico y algunos grupos, movimientos, espiritualidades y neo-fundaciones el no va más de la catolicidad, cuando son sólo el muestrario del catolicismo descarnado y famélico resultado de la crisis post-conciliar.

Alguna vez algunos pensaron (¡soñaron!) con una élite católica resistente, militante, actuante. Por ejemplo - y el ejemplo me lo invento yo - una cuadrilla con el padre Aldama, el padre Mendizábal, el padre Ribera y el padre Iraburu para lidiar en la plaza y armar la tremolina y cortar dos orejas y rabo, y salir a hombros por la puerta grande. Pero no; no pudo ser. O no se quiso que fuera.

Ya se sabe: Que si la obediencia, que si la unidad, que si la caridad...Y todas esas consideraciones prudentes, desarmantes y anuladoras. Todo eso que los grandes renovadores del Catolicismo tuvieron muy claro en su tiempo qué era y qué no era (obediencia, unidad, caridad) ¿O se imaginan ustedes, por ejemplo, a Stª Teresa de Jesús renunciando a la reforma descalza y a sus fundaciones por no romper la obediencia, la unidad o la caridad con los que la malquerían (o no la seguían)? Y como ella, los demás de su tiempo, incluyendo al 'rompedor' Ignacio de Loyola y los otros valientes.

Para ciertos menesteres no basta ser santo de alcoba, hay que lanzarse, empeñarse, organizarse. Los eremitas son santos, pero inciden poco en la Iglesia del momento. La batalla contra los arrianos la pelea y la gana el aguerrido e incansable Atanasio; que no digo yo que no le valieran a distancia las oraciones, intercesiones y penitencias de los eremitas de la Tebaida in communione sanctorum, pero la batalla post-Nicea es una guerra de Athanasius contra mundum. Algunos no lo olvidamos; otros parece que sí.

Minar a los resistentes es una forma de aliarse, se reconozca o no, con el enemigo. O de hacer el juego a los 'semi'. Ya se sabe: los semi-arrianos, los semi-pelagianos...o los semi-católicos; esos que piensan que la media heterodoxia consensuada y/o pactada es la salvación para hoy y el futuro asegurado para mañana.

Yo prefiero admirar a los del castillo, lo confieso. No estaré dentro de las murallas - lo confieso también - pero no les tiro cañonazos, ni les corto suministros, ni les niego el agua y la sal, ni les desgasto, ni les pongo en el disparadero. Tengo claro, muy claro, que no son el enemigo. Todo lo contrario.


Volviendo a Iraburu, yo diría que se mira en un espejo y no encuentra su figura. Pudiendo haber sido algo más, mucho más. Él y los de su generación.

Por eso me parece un tanto patético, caballero de triste figura, lanza en ristre, con tropilla de Sanchopanzas que le ven ir contra los gigantes y caer junto a los molinos - ¡aunque ciertos sean los toros! -.

Pero la batalla contra el turco necesita escuadras que el ya nunca podrá armar.

Cordiáliter, of course.

p.s. Por cierto: Para Quijote-Quijote, el que esto escribe. Aun más que el susodicho, que, por lo menos, tiene acrisolada fama y reconocidos medios.


+T.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El Papa contesta


Camarillas las ha habido siempre, unas mejores, otras peores, unas han funcionado, otras han renqueado, unas para bien, otras para mal. Pero la camarilla (si existe) de nuestro Papa Benedicto va a quedar como una de las más penosas, deficientes, torpes y metepatas de la historia reciente. Lo malo es que la camarilla (si la hubiera) no sólo es incapaz de parar los golpes, sino que parece que los prepara. Al final todos los porrazos van a la Cabeza Visible, que es el Papa. El próximo (luego de la serie formidable de patinazos desde lo de Ratisbona a lo de los preservativos etc.) va a ser el espectáculo de el Papa contesta. El Viernes Santo, para más inri.

¿Tiene el Papa que descender a esos espacios de comunicación televisiva? ¿No debe mantenerse la Sede de Pedro en un nivel por encima de los comunes? Porque, sea como sea y lo que sea, será el Papa el que hable y exponga y conteste. ¿Le compete ese nivel?

La vulgarización de personas e instituciones ha sido una de las características de nuestra post-modernidad. Han bajado a la calle (y hasta a las cloacas) los tronos más altos, las coronas reales, las diginidades, las honorabilidades, los jefes de estado y de gobierno. Lo aristocrático se ha corrompido volviéndose pasto de la plebe, sin que la plebe se haya elevado al podio de la sangre azul después de rumiar paja de nobleza. Hay cosas que no se digieren nunca y muros de separación que nunca caen.

Volviendo al Papa, el juanpablismo inauguró cosas e introdujo formas impensables; actos, recibimientos, presencias, comparecencias, celebraciones y apariciones que nunca debieron ser protagonizadas por el Papa. Pero fueron aquellos largos años en que la norma era el Papa quiere y se hace lo que el Papa quiera. Y todavía parece que el aperturismo condescendiente sigue. Y seguirá causando estragos, como siga.

Hay, por ejemplo, una diferencia ofensivamente degradante entre la sedia gestatoria que se despreció y el papamovil que se aplaudió, entre la tiara displicentemente olvidada y los mil sombreros ridículos, indignos, impropios y ofensivos que el Beato Súbito se puso o se probó por todo el mundo; y Benedicto también, alguno, por esa confusa y equívoca idea de empatía, tan mal gestionada por su camarailla (si la tuviera).


No me gusta que el Papa, un Viernes Santo, salga en la televisión contestando preguntas; preguntas, por otra parte, escogidas, preparadas y presentadas ad casum, una quasi-ficción estudiada y ensayada para demostrar no sé qué cercanía con no sé cuales fieles. No me gusta ni lo entiendo.

Tampoco sé qué piensan que ganan o que se va a ganar con escenas como esa, tan 'light', tan insuficientes e insatisfactorias a la postre.

Al final es la figura del Papa la que se resiente, quedando expuesto a reacciones y comentarios desfavorables o indiferentes, siempre erosionantes.

Los católicos de verdad no necesitamos 'cercanías' papales; y los que no son católicos no se volverán papistas por ver al Papa como se ve a cualquiera, medido con el mismo rasero vulgar con que nuestro decadente mundo iguala a todos (con la paradoja perversa de ser luego tan disparatada su desigualdad).

Aprovecho para volver a proclamar lo necesarios que somos los más papistas que el Papa. Una especie católica cada vez más escasa, pero quizá nunca como ahora tan necesaria.

¡Apúntense!


+T.

martes, 8 de marzo de 2011

Nuevas formas de vida consagrada (¿Lerma va camino de esto?)


Con la metamorfosis de las ex-clarisas de Lerma y sus nuevos hábitos y sus nuevas formas, se ha hecho patente en España un fenómeno que en Europa se conoce hace ya varias décadas: Los nuevos institutos religiosos con una 'nueva impronta monacal'.

La impresión que dan es esa misma que dan las de Lerma, un juvenil entusiasmo animado por una espiritualidad neo-católica (postconciliar-juanpablista, es decir) con elementos más o menos reconocibles, unos tomados de la tradición religiosa monacal/conventual católica, y otros más novedosos y modernos. Personalmente - y supongo que más de uno compartirá conmigo esta impresión - distingo ciertos tonos, algunos detalles que parecen inspirados incluso en el cine.
¿Recuerdan ustedes la peli de Franco Zeffirelli Fratello Sole Sorella Luna/Hermano Sol Hermana Luna? Pues miren estas fotos y comparen:

Una neo-conventualidad mixta e idílica

Si quieren saber más sobre el grupo, lean aquí:

La Fraternidad de Tiberíades

Y aquí un enlace a la página web de la susodicha comunidad:

Fraternité de Tibériade

Si echan un vistazo a las galerías de fotos verán una exposición a la par encantadora, ingénua, sorprendente y a veces chocante.

No es la única. En Francia y Bélgica hay otras más por el estilo. Las ex-clarisas de Lerma van por el mismo camino. No sé si se habrán planteado lo de crear la rama para los chicos, pero no sería extraño, ya lo he comentado alguna vez.

El estilo compagina lo naturalista con una espiritualidad inspirada en el espíritu de las Bienaventuranzas y otros elementos contemporáneos, unas formas con cierto sabor a grupos de scouts, grupos de animación juvenil, grupos de oración y reflexión etc. Yo diría también que es manifiestamente reconocible la impronta de Taizé, así como la influencia de las Comunidades Neocatecumenales y bastants elementos de la Renovación Carismática. En Bélgica surgió la Communauté des Beatitudes - Comunidad de las Bienaventuranzas que ha sido un poco el modelo matriz de estos nuevos grupos.

De hecho suponen una contra-oferta a la vocación monacal tradicional. Estas nuevas formas parecen prender más facilmente en el ánimo quizá poco formado, diluído, de algunos jóvenes con cierta intención vocacional, que se alejan de la vida monacal tradicional, quizá por falta de una oportuna dirección espiritualidad y un adecuado discernimiento.

Pero las vocaciones de nuestro siglo XXI no son las de hace cuarenta o cincuenta años. Sin ser experto en el tema, me parece obvio el tirón/impacto que la presentación de una vida consagrada 'idílica', con esa ambientación juvenil-naturista, puede causar en el ánimo impresionable de un joven 'urbano' de perfil post-moderno.

El 'encanto' y la simpática impresión de estos grupos es parte de su éxito, una amable tarjeta de presentación. Que a veces se acompaña también de un reconocimiento más formal, con más sustancia. Por ejemplo, uno de los autores de espiritualidad católica más leidos y mejor recibidos de estos últimos años, el p. Jacques Philippe, es miembro de las Beatitudes. Destaco a este autor porque sus libros han sido editados y difundidos en distintos medios y ambientes católicos con notorio éxito. Y lo recalco para que se entienda que hay más, algo más sólido que esa primera impresión  poco sustancial, o al menos ingénua.


¿Subsistirán? Sí, si perseveran. El entusiasmo juvenil se irá moderando con el temple de la madurez y la sabiduría de la ancianidad. Si perseveran, como digo.

Si son fieles, un día dejaran atrás el franciscanismo amable y descubrirán y experimentarán el temor y el temblor de la Cruz, con su dolorosa sabiduría. Dejarán las estampas luminosas y bucólicas y se verán inmersos en el contraluz zurbaranesco o el tenebrismo de la celda con flagelo y bodegón con calavera y vánitas, que todo eso es también vida consagrada. Si perseveran irán pasando por todas las estancias del Castillo Interior, algunos se adentrarán más, otros se pararán en alguna alcoba, en algún nivel. Pero no podrán perpetuarse ni madurar en virtudes y vida religiosa practicando un perpetuo juniorado.

Me preocupa especialmente la alteración de la liturgia, la mixtificación de estilos e influencias espirituales con otras más ambientales, superficiales. Echo en falta la búsqueda realista de las raíces que ha sido una de las características más reconocibles y apreciables de los movimientos de renovación intra-católicos, cuando los ha habido. Una sólida inspiración en los orígenes y los hitos de la vida consagrada de ayer para revivirla ahora.

Oremus!

+T.

lunes, 7 de marzo de 2011

Verdades de Carnaval




Aunque parezca mentira, con Felipe estábamos mejón:

Es la Chirigota de las Viudas (¡Óle!), de Cádiz (¡Óle, Óle y Óle!), y era el año 1994, en Febrero, por Carnavales, y habían 3 millones de parados. Pero ahora, diecisiete años después, ya vamos camino de los 5 millones. Con el esperpento de Zp, el mú ¡¡¡******!!!! (<--- aquí póngase/dígase el insulto que más convenga u se prefiera), con la sonrisita de ¡¡¡*****!!! (idem/lo mismo) apestando y corrompiendo a España y el extranjero.

De tres millones de parados a cinco millones: ¡Dos millones de progreso! 

Esos son los adelantos y los progresos del psoe y la piara de los socialistas.

¡¡¡ A ver si revientan tós y los barre un tsunami y los arrastra al País de Irás y no Volverás!!!.

p.s. Y al que no diga tres veces ¡Óle! que se le seque la yerbabuena (¡¡Óle, Óle y Óle!!), of course.


&.

viernes, 4 de marzo de 2011

Apostillas al adelanto del libro de Ratzinger 'Jesús de Nazareth' (2ª parte)



El próximo dia 15 de Marzo, Deo volente, saldrá a la venta en todo el mundo la segunda parte de la obra 'Jesús de Nazareth', bajo el nombre de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI como autor, una autoría, cuanto menos, bastante equívoca. Ayer se anticiparon en algunos medios oficiosos algunas partes del libro, imagino que como publicidad, para ir estimulando el interés del público. Lo que no entiendo es que se excite desde estos prolegómenos de la edición la polémica, dado el contenido de los extractos que se han adelantado.

A propósito del libro 'Jesús de Nazareth' ya he opinado, en este blog y en otros sitios, que ha sido una monumental indiscreción (o incluso imprudencia), en tanto en cuanto propicia la confusión entre el magisterio pontificio (que no es) y las opiniones y/o exposiciones exegético-cristológicas de un afamado teólogo (que es lo que solamente es). Al final hay que reconocer que el profesor Ratzinger ha caído en la comprensible (y perdonable) actitud típica del autor que piensa que el mundo no estaría completo si le faltase su obra. Entiendo el empeño y estima del profesor Ratzinger por su docto trabajo, pero no comprendo el empeño de Su Santidad Benedicto XVI en ver publicados esos trabajos suyos ahora, cuando sus circunstancias personales han cambiado y son otras, de otro nivel.

Unos trabajos nada extraordinarios, por otra parte. Poco (o nada) acostumbrado a la lectura de este tipo de libros, el público católico que gracias a las editoriales que han lanzado el libro como un best-seller han leído la primera parte del 'Jesús de Nazareth', se sienten admirados por la calidad, altura, profundidad e interés de sus capítulos. Pero no advierten que la obra del profesor Ratzinger es una más de entre las muchas que se han publicado sobre esa misma temática en estas últimas décadas. Item más: El profesor Ratzinger, con toda su innegable maestría, se revela como un teólogo de su tiempo, de su momento, perfectamente rastreable en sus fuentes, inspiraciones, influencias, preferencias, dependencias etc. Nada excepcional. Bastante previsible. Absolutamente reconocible dentro de las tendencias y estilos de la teología, la cristologia y la exegética del período pre y post conciliar.

Por eso mismo me atrevo a discutirlo y hasta contradecirlo, si cabe, quizá pecando de cierta temeridad; yo no soy exegeta titulado, yo no soy catedrático de teología, sólo soy un católico que sé lo que creo y que me he formado y mantenido dentro de la fe de mis mayores, fiel a la verdad de una tradición doctrinal que me han transmitido. Solamente.

Dicho esto, voy a mi breve y pobre disertación sobre lo adelantado del libro, con todo respeto para con su autor, of course:

Parece que en la segunda parte de su libro 'Jesús de Nazareth' el profesor Ratzinger interpreta algunos pasajes de la Pasión; la prensa ha resaltado uno, especialmente: La participación y/o responsabilidad del pueblo judío en la condena de Jesucristo, en particular la tremenda cita de Mt 27, 25
"... Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»..."

En su libro el prof. Ratzinger tiende a aligerar el sentido tradicional con el que la Iglesia, desde tiempo inmemorial, ha entendido ese versiculo del Evangelio de San Mateo. Un versículo que - muy a pesar de los esfuerzos en sentido contrario del prof. Ratzinger - sintoniza con la narración de la misma escena en los otros Evangelios, no sólo San Marcos y San Lucas, sino también el de San Juan.


Dejando de lado otras afirmaciones discutibles y asimismo desconcertantes, viniendo de quien vienen, a propósito de ese versículo concreto, yo diría que:

- que es indiscutible la participación protagonista del Sanedrín y la Jerarquía Sacerdotal judía en la condena del Señor, con Caifás y Anás, Sumos Sacerdotes, al frente

- que según la tradición judía ellos representan al pueblo, de manera muy especial en cuanto tal nación santa, con una identidad social, política, estamental y religiosa especialmente definida y reconocida

- que en la Sagrada Escritura, desde el Antiguo al Nuevo Testamento, aparece con un significado de primerísimo valor la figura de la personalidad corporativa o capitalidad representativa, según la cual algunos indivíduos, grupos familiares o instituciones religiosas y/o políticas tienen un valor representativo-corporativo, redundando sus acciones en beneficio o perjuicio de todo el pueblo, a quien representan de forma real y efectiva, no solamente simbólica; así, en el principio, el pecado de Adán y Eva afectará a toda su descendencia; y el pacto del Patriarca Abrahám bendecirá y comprometerá a toda su descendencia; y, más adelante, el pecado de los reyes gravitará sobre su pueblo; y, muy especialmente, el oficio sacerdotal de Aarón y sus hijos y descendientes en el sagrado ministerio cúltico representa al pueblo entero, por quien ofrecen holocaustos y sacrificios; y de manera aún más particularmente circunscrita a la persona concreta del Sumo Sacerdote, su oficio es definido como una función sacra y representativa de y para todo el pueblo, de manera muy especial en el momento de su ministerio litúrgico-sacerdotal el dia de la Fiesta de la Expiación, cuando penetra solemnemente y de forma exepcional (sólo ese día del año) en el Sancta Sanctorum del Templo, para ofrecer el sacrificio de expiación por los pecados y culpas de todo el pueblo (cfr. Lev 4, 3ss y Lev 16, 2ss.***

- que las facultades y dones recibidos en razón de tal dignidad-oficio sacerdotal permancen aun en medio de las circunstancias de aquellos momentos cúlmenes del Misterio de la Redención, como recalca explícitamente San Juan en su Evangelio (cfr. Jn 11, 47-52, un texto que fija una de las claves más importantes para la compresión del sentido y el valor de la Pasión del Señor)

- que resultaría escandalosa una exposición que diera preferencia a unos textos sobre otros, como si unos pasajes de los Santos Evangelios merecieran más crédito que otros, o como si hubiera que descartar el valor de algunos pasajes por el interés de otros, siendo como son textos revelados íntegramente con un valor propio e inmutable en su sentido

- que resultaría desconcertante una actitud exegética que se definiera en contra de la tradición de la Iglesia, que ha comentado esos textos con un sentido bien determinado y constante, ya en los mismos Libros del Nuevo Testamento y después en las obras de los Santos Padres y los comentarios de los Doctores de la Iglesia, antiguos y modernos

- que ha sido constante en la tradición exegética de la Iglesia Católica el esfuerzo por concordar los textos evangélicos si aparentemente parecen discordar en algunos detalles y/o expresiones, siendo extraña a esta tradición de la Iglesia el exponer dichos textos como si estuvieran en flagrante contradicción entre ellos, algo imposible dado el carácter revelado y sagrado de los mismos

Si todo esto estuviera motivado por una apología en favor de la inculpabilidad del pueblo judío en la muerte del Señor, la excusa sobra en tanto parece redundante tratar sobre algo que en los mismos Evangelios queda expuesto; e igualmente en otros Textos Sagrados. Podría valer como excursus del autor, como nota sobre el texto en cuestión, pero siempre cuando no descargue a esas citas de su valor, aunque estremezca lo que el texto dice, su signficado, y su alcance.

Tocante al pueblo judío y su valoración pre y post cristiana, los textos del Nuevo Testamento son suficientes y válidos, y no se deben ni minimizar ni magnificar en ningún sentido, ni con un plus de inculpación ni obviando o exculpando las imputaciones. En este sentido, los textos paulinos sobre este tema particular deben entenderse como definitivos.

Un odio alimentado por un "deicidio" siempre recordado iría en contra de las mismas palabras sacrosantas de Cristo en la Cruz -"...Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Lc 23,34; pero un descargo de las culpas en el sentido que proclaman tan terriblemente las palabras de Mt 27, 25 resumiendo en ellas uno de los particulares constatables de la Pasión, supondría una ocultación del texto del Evangelio por un prejuicio positivo tan errado como los que cargan las tintas vindicantes movidos por un prejucio negativo. Lo escrito escrito está, podría decirse, usando palabras de los Santos Evangelios.

En otro articulete que comentaba alguna cuestión sobre la actitud y las enseñanzas sobre el pueblo judío que han caracterizado a estos dos últimos pontificados, el de Juan Pablo IIº y el actual de Benedicto XVI, recuerdo haberme preguntado hasta qué punto la propia historia personal y los acontecimentos vividos y conocidos por Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger en Polonia y Alemania durante su juventud, en los ominosos años del régimen criminal de Adolf Hitler, han influído después en las consideraciones que sobre Isarel y los judíos aparecen passim en los documentos de ambos pontificados. Entiendo que no es una cuestión casual, y que un día quizá merezca la atención de algun estudio monográfico sobre ello.


En contraposición hemos experimentado la profunda contradicción que se levanta como un muro real, más allá de las buenas intenciones, entre Iglesia y Sinagoga; por ejemplo en la polémica suscitada a propósito de la oración pro iudaeis de los Santos Oficios del Viernes Santo, un venerable texto litúrgico que nunca debería haberse alterado ni sustituído, ni antes ni ahora, opino.

En estas cuestiones tan cargadas de historia, la historia de los hechos y su desenvolvimiento da razón a la misma historia con esos propios hechos; es cuestión de tiempo, de más tiempo, de más historia. Justo lo que parece olvidarse en este tiempo nuestro, tan amigo de las aceleraciones, los movimientos y las mudanzas apresuradas, tan nocivas para poder llegar a una serena y sabia comprensión de las cosas. O diríase mejor: Una santa comprensión y asunción del Misterio, más allá de las imperfecciones de nustros juicios e impresiones. Para estos casos, la tradición no es un recurso posible sino una necesidad fundamental e insustituíble.

*** Incluso esta figura de la personalidad corporativa está latente en el mismísimo dogma de la Redención, en cuanto Cristo se entrega Él mismo y merece por nosotros; una verdad que luego se explaya como consecuencia en la doctrina paulina del Cuerpo Místico en la Iª Cor: Cristo es la cabeza y los cristianos somos miembros suyos formando parte de la Iglesia, que es su Cuerpo.


+T.

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martes, 1 de marzo de 2011

El Discurso del Rey


Me alegro cuando las buenas películas obtienen galardones merecidos. Si el aprecio es general, mejor. Y si ganan un oscar, mejor para los óscares, esa degenerada y archi-prostituída institución. En este caso, la peli dignifica al premio.

La he visto en un cd pirata, y la he visto ya tres veces. Es un recurso casero, hasta que salga el dvd. Las pelis que me gustan, como los libros, las veo y las re-veo sin cansarme, al contrario. Terminan siendo una parte de mi pequeño mundo, imágenes, personajes, escenas, sonido y palabras. Esta, por ejemplo, ya la tengo archivada e intuyo hasta cuando me apetecerá re-verla.

El actor, Colin Firth, sólo tiene un remoto parecido con el personaje, el discreto Jorge VI; caracteriza muy bien, pero el valor de su interpretación es el mismo personaje de la película, con la propia historia base del guión. Sin embargo me ha llamado la atención la admirable caracterización que hace Elena Boham-Carter de la reina Elizabeth: Mediante una serie estudiadísima de movimientos y detalles de expresión (tics, miradas, giros de cabeza, postura de pies y manos) consigue recrear mucho más allá del guión, vestuario y maquillaje al personaje interpretado. Si a C. Firth le han dado el oscar, a la Boham-Carter se lo deben.

El doctor, bien. Los demás, también. Destacaría a Michael Gambon haciendo de Jorge V.

Pero me gustaria subrayar esto, particularmente: A la hora de valorar la peli, su contenido, se reseñan los valores que se ponen de manifiesto, superación personal, lucha contra las circunstancias y los complejos, la sinceridad de las relaciones, la cordialidad, la confianza, la amistad.

Pero junto a todo eso la peli es un intenso drama histórico-doméstico, con dos planos, o dos esferas: Un hombre y una familia que recomponen su vida personal; y la vida de una nación, de un estado/un reino puesto al borde de la quiebra de su identidad institucional por la vanidad de otro hombre que no quiere asumir su responsabilidad personal, moral, familiar, institucional y nacional, a no ser que las condiciones sean las que él propone, las suyas propias por encima de todos y de todo. Son dos conceptos, una crucial coyuntura con dos desenlaces en paralelo paradójico: La frustración de una brillante personalidad, atractiva, fascinante, pero renuente en el momento decisivo; y la afirmación de un carácter latente, doliente, consciente y responsable más allá de sus auto-reconocidas limitaciones.

Y junto al héroe, la heroina, que es la eposa, la queen Elizabeth de la Boham-Carter, tan imprescindible, tan realista, tan circunspecta, tan pragmática, tan flexible en su firmeza. No juzgo a los personajes de la historia real, sino que leo en la excelente representación que hace el film de unos tipos figurados sobre unos originales evocados: Una historia sobre un momento de la Historia en que una nación gravitaba sobre una familia y su pequeña historia: Unos abandonando con frívola vanidad, dejando un rastro de decepciones y desalientos; otros asumiendo lo que les toca con voluntad sufrida, sembrando esperanzas y alentado ánimos.

Me gusta mucho el cine inglés. Y los actores. El estilo inconfundible de sus películas, de las series de televisión, que se podrán imitar, pero no superar. Sin falsear la historia, exponen - dentro de los límites del medio cinematográfico - con veracidad, respeto y dignidad.





+T.