jueves, 25 de noviembre de 2010

"...que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hierárchica assí lo determina..."


El imprevisible comentario del Papa sobre el preservativo ha sido un bombazo. Y resulta patética la tropa de doctores queriendo explicar que todo sigue igual. Por ese agujerito en la trama terminará pasando el elefante, sólo es cuestión de tiempo. A no ser que se remache con toda contundencia y claridad la doctrina que se había mantenido hasta ahora.

He dicho doctrina y reconozco que me siento incómodo al utilizar ese término referido a algo tan chocante como los profilácticos y su uso. Es verdad que la moral desciende hasta rincones, vericuetos y sótanos la mar de sórdidos. Tiene que pisar esos bajos por razón de su cometido, se comprende. Pero, como decía aquella respuesta comodín del Catecismo, "doctores tiene la Iglesia que le sabrán responder". Y así debe ser.

En el hospital, al enfermo, uno le examina en consulta, otro le hace radiografías, está el anestesista que anestesia, el cirujano que opera y así hasta el ats que pone las inyecciones y el auxiliar de clínica que retira y limpia la bacinilla del paciente. ¿Tiene que ser el cirujano el que haga esto? No. No sólo no está obligado sino que sería una actividad poco adecuada para la asepsia y la extrema higiene que debe guardar un médico de quirófano. ¿Me siguen?

¿Por qué el Papa tiene que bajar a tratar esas cuestiones? ¿Por qué lo hizo en aquel viaje a África y repite ahora en esa entrevista-libro? Sin entrar a discutir la distancia entre una y otra ocasión y lo que dijo entonces y lo que dice ahora, sólo recalco su desconcertante efecto. Ha transcurrido muy poco tiempo para alterar lo que se dijo de forma tan llamativa con esta nueva declaración.

Antes y ahora, pienso que no debería haber hablado. Por ese principio de subsidiareidad que tantas veces se trae a colación: ¿No hay nadie para que hable de eso, si hay que hablar? Y que hable con toda la competencia que se pueda. Y si hubiera que dejar cuestiones opinables, temas abiertos, dígase también claramente. Pero, por favor, que no sea el Papa.

Después están las formas, como comenté en el articulete anterior. Las formas importan mucho porque son las que definen el valor de una doctrina, cuando se trata de temas de fe y/o moral. Unas palabras ante unos periodistas en un avión, no son la forma adecuada para exponer doctrina; una respuesta a un periodista que hace una entrevista, tampoco. Se trata del Papa, y el Papa, cuando habla de ciertas cosas que le competen especialmente, debe hacerlo con toda formalidad. O abastenerse de hablar.

Una consideración más: ¿A quién dirige esa respuesta? Hay niveles de interlocución/expresión/exposición. ¿Se ha tratado, ha sido, de una respuesta ad casum, al peridiosta Seeweld en concreto, sin más alcance? Porque de hecho ese es el marco circunstancial interpersonal de esa entrevista. De entrada no se le debería dar o entender más proyección, más alcance.

Es muy característicamente papal la expresión Urbi et Orbi, que se aplica a ciertos actos del Stº Padre en cuanto cabeza de la Iglesia de Roma y de la Iglesia Católica. El Papa, algunas veces, cuando bendice, cuando enseña, cuando predica, lo hace dirigiéndose Urbi et Orbi, a toda Roma y al mundo entero. Circunstancia que, en absoluto, parece ser la de la entrevista y lo que se recoge en ella. ¿O sí? Porque si fuera así debería advertirse. Que el libro-entrevista de Seewald se vaya a publicar en los principales idiomas en uso es otro detalle a tener en cuenta. Un detalle no ignorado, probablemente previsto.

Confieso que, personalmente, no me definiría como un rigorista moral. He conocido - de vez en cuando lo recuerdo - los años en que no ponerse el velo en la Iglesia era un grave pecado para las mujeres, lo mismo que llevar o no llevar determinadas prendas de vestir. Y, en otro sentido, sobre otros usos y costumbres, también he conocido el tiempo en que se llevaban a rajatabla, de forma muy estricta, prácticas tan serias como las de la abstinencia y el ayuno, hoy casi desaparecidas en muchos sitios; me refiero incluso al ayuno eucarístico, tan olvidado. Si a mis abuelos les hubieran contado que los obispos iban a dispensar el ayuno y la abstinencia del Viernes Santo, no se hubieran creído tamaño escándalo, que sin embargo ocurre. Y otros por el estilo que Uds. mismos podrán poner como ejemplo.

¿Pasará, más tarde o temprano, lo mismo con los preservativos? A saber. El reconocimiento del uso de los medios naturales de control de la fertilidad dentro del matrimonio, en tiempos de Pio XII, significó para algunos un paso en determinada dirección, algo que después quedó bien aclarado en la gran Humanae Vitae. Con el comentario de la entrevista deberíamos ir entendiendo que quizá, que posiblemente, que probablemente haya habido cierta reconsideración de algunos particulares, que supondrán novedad. Esa es la conclusión que se saca de todo esto que comento. Pero en materia tan delicada que implica temas tan fundamentales, cualquier paso que implique novedad sobre la anterior doctrina es muy grave.

Yo insisto en la poca claridad, y la poca formalidad.



Al final de los Ejercicios Espirituales, como un corolario práctico destinado a los ejercitantes, San Ignacio de Loyola incluye unas famosas y muy claras reglas para sentire cum Ecclesia. La regla decimotercera siempre me ha llamado poderosamente la atención; dice esto:

13ª regla. Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hierárchica assí lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo spíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Spíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra sancta madre Iglesia.
Supone una fe íntegra en la Iglesia como Misterio. Y, como dice el mismo texto, en la Jerarquía, es decir, fundamental y pricipalmente en el Papa, que cuando enseña requiere una obsequiosa obediencia a la doctrina que expone. Unos conceptos para encajarlos bien en una fe bien formada, perfeccionada, fuerte, como la del Ignacio de Loyola que escribió esas reglas.

Por supuesto, profeso y mantengo ese ideal. Así debe ser.

Pero esa contundente y recia regla ignaciana implica y exige claridad por parte de la Jerarquía.

Si hay que exponer de nuevo lo que antes se había enseñado de otra manera, que se haga, que se diga. Sin ambages.

Y, por favor, que no sea un comentario a unos periodistas, ni una respuesta a un entrevistador: Que lo diga quien tenga que decirlo, donde deba de decirlo, y de la forma que se deba de decir.

Por el bien de algo tan importante como la Fe.


+T.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un magisterio off the record !!! ???


Pocas veces unas pocas palabras habrán provocado tantas. Pero hay palabras y palabras, y con las del Papa suelen ocurrir estos efectos de multiplicación reactiva. Y los comentarios. Y las dudas. Y las consecuencias.

Eso que dice el papa en la entrevista vale muy poco. Pero vale más que lo que diga nadie, aunque valga poco. Quiero decir - y ustedes me entenderán - que cuando el Papa habla sobre algo de particular importancia y/o valor lo enseña y expresa en medios determinados y propios que son suyos y de nadie más: Una bula dogmática, una bula canónica, una encíclica, un motu proprio, una carta apostólica, un decreto pontificio etc. Todos esos documentos que son y hacen magistero. Algo muy serio.

También están las homilías, las alocuciones, los discursos, las catequesis de las audiencias, las salutaciones, y todo aquello que luego quedará consignado y publicado en la A.A.S. (Acta Apostolicae Sedis, especie de "boletín oficial" de la Santa Sede).

Los nuevos tiempos han traido nuevas formas de comunicación. Pero ni están tipificadas, ni contrastadas, ni garantizadas magisterialmente. No obstante, en cuanto existen, expresan conceptos, juicios, que son del Papa. ¿Qué decir de lo que el Papa dice circunstancialmente, en momentos y/o en medios que no son los habituales? ¿Cómo se recibe? ¿Con qué grado de atención?

Sobre el grado de intención no digo nada porque eso es algo de internis, y es del Papa y él sabrá. Pero se supone que ha habido, aunque sea remota, una intención. Y una voluntad.

Sin dudar de la excelente teología y la calidad de doctrina que en la obra se expusiera, cuando me enteré de que se iba a publicar un libro del antes Cardenal Ratzinger siendo ya Benedicto XVI, me pareció extraño, anómalo. Por la confusión que podría suscitar, ya que obligaría a hacer la abstracción de distinguir entre el teólogo Dr. Joseph Ratzinger y Su Santidad Benedicto XVI, algo suficientemente abstruso siendo uno y el mismo y no siendo lo mismo, aun siendo el mismo. Abstruso, como decía. Y peligroso. Y confuso. Y propenso al equívoco. Pero el libro se publicó y aparecerá pronto la 2ª parte del Jesús de Nazareth, una obra en la que se expresa como un teólogo de su tiempo, con reconocibles influencias y referencias. Sobre el valor definitivo la obra, el tiempo dirá.

Yo digo que no conviene la publicación de una obra teológica de un teólogo que es el Papa prescindiendo del juicio y la consideración de que se trata del Papa, porque es forzar una salvedad que juzgo arriesgada. Entiendo que ser Cabeza de la Iglesia comporta asumir unas restricciones y reservas que van anejas a las prerrogativas del ministerio pontificio, por razón del mismo. El magisterio papal es una función tan alta como delicada, que por ende no debe exponerse a confusión alguna. Un libro teológico del Papa que no es enseñanza oficial del Papa se presta a esa confusión, por más que se explique.

Y así otras palabras, intervenciones, comentarios etc. Por ejemplo, todavía están frescas las declaraciones hechas ante la prensa durante el reciente viaje a España, hace unas semanas. Cuando el Papa, en el avión, ante los periodistas, dijo aquello del rebrote en España del laicismo radical de los años 30, sus palabras aireadas al punto por la prensa y los medios tuvieron un eco, suscitaron encendidos comentarios y obtuvieron variadas y contrastadas respuestas.

¿Y qué sentido, alcance, responsabilidad, acierto, oportunidad, tiene el comentario sobre el preservativo recogido en la entrevista de ese libro del periodista Peter Seewald, de inminente publicación, contrastadas con aquellas otras declaraciones hechas por el Papa Benedicto sobre el mismo problema del preservativo y el contagio del sida cuando viajó a África en Marzo del 2009, también - si no me equivoco - dichas ante la prensa en el avión, durante el vuelo Roma-Camerún?

En aquella ocasión, 17 de Marzo de 2009, las agencias se hicieron eco inmediatamente de las declaraciones del Papa a los periodistas acreditados que viajaban en el avión papal. Palabras que casi monopolizaron todo el viaje papal en los noticiarios de aquellos días:

- "...no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas".

- "...única vía eficaz para luchar contra la epidemia es una renovación espiritual y humana de la sexualidad".


¿Cómo se coordinan estas declaraciones con las nuevas? ¿O se subordinan?

¿Y la entrevista en sí misma? ¿Es como el libro, nada más (y nada menos) que una opinión particular, dicha off the record, en un determinado momento de una detrminada conversación, y sólo eso?




Dificil contestar. Porque el entrevistado - vuelvo a repetir - no es el Dr. Ratzinger, sino que el periodista que pregunta lo hace con la consciencia de que se dirige al Papa Benedicto XVI, y que es este quien contesta sus preguntas.

Por eso el interés de la entrevista.

Por eso el relativo valor de las palabras.

Por eso la confusión.

Por todo eso.

p.s. El muy sólido y concienzudo Romano Amerio hubiera tenido otro evidente ejemplo de todo eso que él criticaba con tan justas razones y tantos y contundentes argumentos.
Cada vez le profeso más admiración y adhesión.

p.p.s. Si leen usteds italiano, léanse el artículo del vaticanista Andrea Tornielli, que se pregunta por qué la publicación en L'Osservatore del extracto del libro-entrevista el mismo día del Consistorio Cardenalicio, si ha sido imprudencia, coincidencia, o algo estudiado, preparado sul tavolino.


+T.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Derrumbar la Cruz del Valle


Mi padre estuvo en la inauguración del Valle de los Caídos. Conservó mientras vivió un trozo de bandera española, un pedazo de la cinta que se cortó durante la ceremonia. Tenía pensado llevar al Valle los restos de su único hermano, caído luchando por Dios y la patria, contra los rojos, cuando tenía poco más de 18 años, en Enero de 1939, a dos meses de la Victoria. Al final nunca llevó a cabo el traslado, que yo dudo si estuvo verdaderamente en su intención. Ahora, desde hace unos años, los restos del tío Antonio descansan junto a los de sus padres, mis abuelos.

Mi padre, cuando iba a Madrid, siempre buscaba un hueco para hacer una visita al Valle de los Caídos. Admiraba el monumento y se emocionaba con lo que significaba. Él lo sabía muy bien porque sufrió la Guerra intensamente, quedando marcado, en el cuerpo y en el alma, mientras vivió. La última vez que estuvo en el Valle fue para el entierro de Franco, con mi madre, los dos con sus camisas azules, conscientes de que asistían a un ritual que ellos también protagonizaban. Sabían que se cerraba una época, la suya, que habían vivido leales a lo que amaron, profesaron y defendieron. Hasta el final.

Ni mis hermanos ni yo estuvimos nunca en el Valle de los Caídos. No era cosa de niños, decían en casa cuando alguna vez pedimos que nos llevaran. Sólo guardamos algunas tarjetas postales que nos escribían mis padres desde Madrid; unas pocas son del Valle de los Caídos, la Cruz monumental y el altar mayor de la Basílica. Ninguno de mi familia, supongo, tiene nada más en sus recuerdos, si tienen alguno sobre eso. Tampoco yo he sentido ninguna atracción especial por el monumento; si algo me ha interesado un poco ha sido la comunidad benedictina, por un amigo que frecuentó la hospedería, otro que iba con cierta regularidad porque hizo amistad con los monjes, y uno que estuvo de novicio y lo dejó al cumplir la probación.

Pero desde hace unos años el Valle ha salido en más de una conversación, casi siempre por noticias que alguien traía contando la situación cada vez más incómoda que vivían los monjes de la abadía. Un premeditado y constante acoso. Como conocíamos la catadura de los implicados, nos hicimos idea de que la cosa iría a peor. Como ha sido.




Están padeciendo una situación trazada ex profeso para acabar con el recinto monumental, la Basílica, la Abadía y toda huella de lo que es y se quiso que fuera el Valle de los Caídos. La cuestión es si se logrará. Por lo pronto, como efecto inmediato, el Valle y su crisis están en primera página. Y ha removido sentimientos, admiraciones y entusiasmos que parecían pasados, o por lo menos templados, muy templados, casi tan fríos ya como las piedras del recinto memorial. Pero el efecto de la actualidad va subiendo el ardor, tan próximo el 20-N, una fecha especialmente sensible, este año con más motivo.

¿Se ha buscado intencionadamente el desafío provocativo coincidiendo con la efemérides del 20 de Noviembre? Porque el tema del Valle, la restauración de la Piedad, la tensión con la comunidad monástica, cada uno de esos episodios han ido ocurriendo durante todo este curso pasado. Si la basílica suponía un peligro para los visitantes y turistas, si se tenía que cerrar, ¿por qué no se cerró a mediados de Agosto, cuando menos gente va, y no ahora, en Noviembre, precisamente el Domingo que estaba el Papa en España, a dos semanas del 20-N? No parece que haya sido casualidad reunir tantas casualidades, concentradas en una fecha tan señalada, justo en Noviembre, el mes del Valle de los Caídos.

¿Se desearía (se busca?) una reacción que terminara en incidente grave, con las consecuencias que son de temer en un caso así? Me imagino muchas escenas, todas posibles dadas las circunstancias. Espero y deseo que no pase nada, que la agitación que pudiera surgir no termine en nada que hubiera que lamentar. Pero reconozco que las cosas no se han enconado espontáneamente, sino que se han ido excitando de forma muy efectiva.

¿Estará feliz Zp con su obra? ¿Estará satisfecho?

Con España bajo una amenaza-tensión de debacle social y económica como nadie se podría imaginar, con 4 millones de parados reconocidos (más los que no se cuentan porque no se quiere), con todos los rotos y descosidos, las mil corruptelas y corrompidos...¿Estará Zp contento?

El personaje es tan patéticamente ridículo que puede que sí. Que se imagine que ha cumplido, que ha hecho obras grandes, que deja un mundo mejor que el que le dejaron. Sin guerras, con las civilizaciones aliadas, con España más buena, más verdadera y más libre, con la fórmula de aquel retruécano medio blasfemo de que la libertad nos haría verdaderos.

Al borde del precipicio, a punto de desbarrancarse y arrastrar a la nación en su propia (y merecida) ruina, la obsesión del gran fantasma nacional es derribar la Cruz, abatir ese signo que le traumatiza, precisamente en ese punto monumental donde confluyen y conectan los sentimientos atávicos que parecen haber movido su inolvidable des-gobierno.

Él sabrá por qué cadena mental de conexión de hechos, personas, signos e interpretaciones.

Yo si sé por qué he sentido un escalofrío al leer esta mañana la noticia:

Piden la voladura de la Cruz del Valle de los Caídos

¡Por mis muertos! Si al Zp le remuerden y espolean sus muertos, a mí me claman los míos, que son, que han sido, que serán mejores que los suyos, siempre mejores, en la vida y en la muerte, en el tiempo y en la eternidad.

Descansar bajo el signo de la Cruz, desear estar y aguardar la gloria bajo sus brazos, bajo sus alas, es un anhelo y una militancia: Queremos estar y luchamos para poder permanecer.

Los que piden dinamitar la Cruz del Valle serán cuatro gatos (o cuatro ratas); cinco si Zp está con ellos. No más.

Los de la Cruz somos yo no se cuàntos, una multiud ingente de esas que se cuentan con números apocalípticos, todos marcados con el signo de la Cruz.



Muchas veces recuerdo y predico que la Cruz es cruz, que es dolorosa por naturaleza y gloriosa por gracia sobrenatural. Padecerla mortifica y lastima; pero si se une a la Cruz del Redentor, santifica y glorifica. Sufrir la cruz y llevarla como Cruz es un signo de redención.

Por eso hoy me he sentido caído y exaltado, por la Cruz que quieren derribar y la Cruz que nunca podrán quitar, la que redime al mundo, la que aparecerá finalmente en el cielo y todos verán; también quienes la atacaron, también los que la abominaron.

Con la imagen presente de Asia Bibi, la joven paquistaní condenada a la horca por cristiana, reconozco la huella del maligno, del anticristo enemigo de la Cruz, por tantos sitios, por todo el mundo. Y tengo en mente el rostro de los enemigos, con rasgos tan reconocibles. Si los de aquí no ahorcan, no degüellan, no fusilan, sólo es cuestión de distancia histórico-social, no por falta de violencia intencional. Se persigue de otro modo, se ataca con otras armas, pero la agresión es la misma y los agresores son los mismos.

Conviene recordar y no olvidar las palabras del Apóstol, para encuadrar las cosas y entenderlas:

"...nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso..."

Ef 6, 12ss.


Y sigue diciendo: ¡Tomad las armas de Dios para poder resistir!, como si nos hablara a nosotros y nuestro tiempo. A nosotros que vemos como se persigue a la Cruz que es nuestra señal, nuestra esperanza, nuestra gloria.


Y nuestra arma.


¡La del Valle - especialmente ahora - también!


+T.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La inquietante cuestión de la fe


Se rezó como Evangelio del Domingo XXIX y en la Misa de esta mañana, Sábado XXXII, otra vez. Es simpática la parábola. Incluso imagino que el Señor tenía en mente al personaje que decribe, quizá alguna viuda tremenda de Nazareth o alrededores, que él conocería personalmente, o de oídas. Una dómina famosa, en todo caso.

Pero lo más llamativo es que el Señor escoja esa escena, con esos personajes, la viuda terca e impertinente y el juez inicuo, para referirse a la oración y una de sus condiciones para que sea eficaz: La constancia. El texto dice que pronunció la parábola para enseñar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse (Lc 18, 1-8). Concluye planteando, dejando en el aire, una cuestión inquietante: "Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿encontrará esta fe sobre la Tierra?". Algunas versiones, la Vulgata incluída, traducen simplemente fe ...verumtamen Filius hominis veniens putas inveniet fidem in terra/ cuando vuelva encontrará fe en la Tierra?; aunque el original griego de San Lucas ('eurései tèn pístìn epì tès gès') parece aludir a la fe sobre la eficacia de la oración, sobre la que predica el Señor.

De todas formas, en un sentido amplio, podemos decir que se refiere también a la fe, en general, porque la oración es una genuina manifestación de la fe: Sólo reza el que cree, el que tiene fe. Cuando reza, el creyente explicita y pone en acto las tres virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, porque al orar está creyendo en Dios, amándole y esperando en Él. Por eso, si no hay oración, si no se reza, es que no hay fe, o se tiene poca. La fe mueve a la oración. La falta de oración es falta de fe. En este sentido debe entenderse la inquietante pregunta del Señor, una pregunta que, podríamos también decir, es global, porque cuestiona al mundo entero, a todos los hombres, cuando dice "sobre la tierra" .

Yo he alcanzado a conocer, de niño, las rogativas ad petendam pluviam como algo normal. En mi pueblo sacaban al Cristo de la Agonía, una impresionante imagen, último recurso para cuando el cielo se cerraba y los campos se agostaban. Después también he presenciado las rogativas por la lluvia como algo casi "folklorizado", valorado ya como un rito ancestral que debía conservarse y por eso celebrarse de vez en cuando. El año 1980, o el 81, no recuerdo bien, sacaron en Sevilla a la Virgen de los Reyes en procesión de rogativa, y lo más memorable de la ocasión fue el efecto capillita, el comentario entre los cofrades sevillanos sobre lo impresionante que iba la Virgen vestida de morado y sin tumbilla. La rogativa, la oración con su intención, fue lo de menos; importó, más que nada, la procesión con su anécdota.

Lo mismo he podido constatar después en otros sitios, en casos similares. La gente del campo y los labradores - los que van quedando - están más atentos y se fian más del parte meteorológico que de la rogativa al Santo Patrón. Item más: En la Sevilla famosa de las Hermandades y Cofradías, los hermanos y cofrades ya no ruegan ni piden a sus Santos Titulares que no llueva cuando el día de la procesión amenaza chaparrón, sino que llaman al servicio meteorológico del aeropuerto, o a la base militar de Tablada, o a la de Morón de la Frontera, o a alguno de las estaciones de observación meteorológica, y se atienen para salir o no salir al cálculo de probabilidad de riesgo de lluvia que dan los meteorólogos. La confianza en la oración está mínimamente en el ambiente, pero insuficientemente presente.

Y como este, tantos casos, ya sean de salud y enfermedad, de accidentes, de tantas cosas que antes eran motivo y materia de oración - de fe, es decir - y ahora se resuelven acudiendo a otras instancias. Pero no a la oración.

No estoy diciendo que todo el mundo; pero sí digo que todos entendemos el mundo de otra manera, más independiente de Dios, menos pendiente de la la fe. Y esto no es de creyentes.

Voviendo al ayer, recuerdo escenas domésticas que llevaban cada una de ellas el signo de la fe: Se hacía una labor, y se trazaba la señal de la cruz, ya fuera para plantar un olivo o al pan que se iba a meter en el horno, o a las aceitunas que se iban a aliñar, o cuando se cortaba una tela, o se levantaba una pared, o se trabajaba el hierro en la fragua. La cruz, la oración, la fe estaban siempre presentes. Y no se debe decir que fuera superstición, que eso es pagano, sino que era la pequeña y simple conciencia de Dios y su Providencia, algo que es muy cristiano.

¿Si se pierde esta conciencia se pierde la fe? La sabiduría creyente que mete la levadura para que fermente toda la masa es, entre otras cosas, esa misma sencilla acción de saber referir todo a Dios, pidiendo, insistiendo, perseverando.

Esta mañana leía una noticia típicamente post-moderna, de neto siglo XXI:

Una ecuación del universo sin Dios

Otra vez - me dije - la arrogancia de los inteligentes, que se vuelven necios, ofuscados, negando una luz que les ciega y les deja envueltos en el sinsentido de un laberinto. Un mundo sin Dios, a Quien no se ve porque un día dejaron de rezarle, de creerle, de amarle, de esperarle.

La trayectoria de la modernidad, desde hace dos, tres siglos, es una cada vez más insistente y generalizada negación del Creador. Parece un grado extremo de radical absurdo que la ciencia atea postule algo que ella misma negaba como un imposible y hable ahora de un universo que surgió de la nada.

El racionalismo que empezó negando al Dios hecho hombre y definiendo sólo un vago concepto de Dios, ni siquiera sostiene ya un mínimo deísta, ni siquiera un confuso panteísmo, sino que en un paso más allá niega toda trascendencia y proclama el vacio de un origen en la nada y una evolución hacia la nada.



Lo más patético es que el sostenedor de la hipótesis sea un hombre como S. Hawking. O quizá por eso.

Alguna vez me he preguntado si el clamor negacionista de los ateos no será un insistente quejido, un inconsciente llanto rebelde que como no sabe (no quiere?) rezar rompe en un agresivo grito anti-divino, que en fondo del alma desesperada es un como un de profundis mitad blasfemo, mitad mísero, para que Dios mire, como provocando, tentando a Quien niegan para ver si se afirma, si se les muestra científicamente evidente, como una forma de probar al Omnipotente, de someterle a un especulativo análisis de laboratorio in extremis.

También he imaginado la parte del Libro de Job en la que Dios, por fín, interviene y habla como la escena de la Sagrada Escritura que mejor describe/profetiza el final de la diatriba de la ciencia no creyente y sus científicos contra Aquel y aquello que se empeñan en obviar:

Dios repondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo:
¿Quién es éste que empaña el Consejo con razones sin sentido?
Ciñe tus lomos como un bravo: voy a interrogarte, y tú me instruirás.
Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad.
¿Quién fijó sus medidas? ¿lo sabrías? ¿quién tiró el cordel sobre ella?
¿Sobre qué se afirmaron sus bases? ¿quién asentó su piedra angular,
entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios?
¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando;
cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales;
cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos?
«¡Llegarás hasta aquí, no más allá —le dije—, aquí se romperá el orgullo de tus olas!»
¿Has mandado, una vez en tu vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar,
para que agarre a la tierra por los bordes y de ella sacuda a los malvados? Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido.
Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba.
¿Has penetrado hasta las fuentes del mar? ¿has circulado por el fondo del Abismo?
¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿has visto las puertas del país de la Sombra?
Job 38, 1-17ss. (pongo la cita con el enlace para que continuen leyendo, porque los versículos que siguen son tan tremendamente bellos como conmovedores).

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La viuda impertinente que insistía incansable al juez inicuo es una ínfima imagen del clamor de los que piden a Dios porque sólo en Él han puesto su esperanza, la pequeña de todos los días, la minúscula del minuto de apuro, y la gran esperanza final que se asoma al vértigo de la Eternidad.
Esta es la fe que el Señor se pregunta - ¡nos pregunta! - si quedará al fin sobre la tierra.

La cuestión se responde, por lo que nos toca a cada uno, rezando creyendo, amando y esperando en Él, que es Quien nos examina a nosotros y al mundo que creó y que se resiste a su Señor.

+T.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Dañino Dagnino


Profeso una cordial antipatía a algunas instituciones de esas que se insertan por arte de birlibirloque en el sarmiento, y por el sarmiento en la vid (se supone). No me extiendo más porque el asunto merecería una de esas exégesis que los más peritos eruditos dedican a echar luz en los rincones y los vericuetos más recónditos. Ni valgo para eso ni tengo la más remota intención (ni posibilidad). Pero vaya por delante que reconozco la poca gracia que me hacen el San Pablo-CEU y sus anejos.

Con la lectura del articulete de su presidente, me reafirmo. Este articulillo:

Es el momento de una sana laicidad

Hay tópicos manidos, que huelen a alcanfor de enaguas del tiempo de Maricastaña, y hay topicazos fresquistos, recien pescados en el rio revuelto de la actualidad. Lo de la sana laicidad, por ejemplo.

Paso de reconecerle "sanidad" y/o "salubridad" a ninguna laicidad, concepto que - por mucho que se empeñen - precede, deriva o se coordina con laicismo. Entiendo que "sanolaicismo" es una de esas obras pasteleras de los que fluctuan entre dos aguas y juegan a dos bandas. Y se inventan estas cosas, tan neblinosas, propias de tiempos turbios, como los que padecemos.

Volviendo al articulete, diré que es de esos que sólo se pueden encajar católicamente con tragaderas capaces de deglutir ruedas de molino, habilidad esta bastante ejercitada por todos los oportunistas que en la historia han sido. Pero muy especialmente, desde el post-concilio, yo diría que ha sido muy ensayada y puesta en práctica por los que se han mantenido en el candelero, equilibristas y trapecistas con red quitagolpes-aseguravidas. Algunos - los más osados - hasta con pretensiones magisteriales.

El articulillo tiene párrafos de tentieso, remarcables:

Ha llegado el momento de un llamamiento a una sana laicidad, una laicidad positiva que sea garante del sagrado derecho fundamental a la libertad religiosa; una laicidad que velando por la libertad de creencias, la libertad de creer o de no creer, no considere la religión ni la Iglesia como un peligro para la democracia, sino como una ventaja; una laicidad que sea garante de la libertad de profesar una fe o de no profesarla, pero que, sea garante último para quienes la profesen del derecho de actuar en la vida pública de acuerdo con esas convicciones religiosas y morales, sea garante de la libertad para los padres de procurar a los hijos una educación conforme a sus convicciones.


Parece como si Dagnino se hubiera endosado la máscara del manifiesto y esté dando desde su podio de presi-dente del San Pablo-CEU un novedoso y revolucionario manifiesto sanolaicista al mundo, al orbe, al universo: ¡Sanolicistas del mundo uníos! ¡Hasta la meta final! ¡Muramos por nuestro credo! ¡Sanolaicismo o muerte!!!

Que Dagnino tiene cara de lo que tiene, no lo diré. Total, nadie se escoge la cara y se nace con ella y con ella se levanta uno cada día (maquillajes y estéticas ayudan, pero la materia prima, la natura susbsistens originalis, no se muda ni mejora hasta la resurrectio carnis). Y no diré que la cara es el espejo del alma porque eso sí que es un tópico maricastañero alcanforizado. Pero conste que me reprimo.

Él, el Dagnino, no se reprime un pelo. Y después del párrafo de marras, repite, insiste, eructa este otro, tan memorable como el otro de antes:

Ha llegado el momento de que, en un mismo espíritu, la religión, y muy particularmente la religión católica, que es mayoritaria, miren juntas a los desafíos del futuro y no sólo a las heridas del pasado. Sólo desde el firme arraigo a esa fe y a ese patrimonio moral y espiritual que nos han legado dos mil años de cristianismo, podremos servir lealmente al hombre y al bien común de nuestra sociedad; sólo así podremos afrontar la regeneración moral de nuestra sociedad desde sus raíces más profundas y servir a la promoción del bien común.


Este buen hombre, presi-dente de una cosa tan, tan, tan...tan eso la San Pablo-CEU, ¿no se da cuenta, no advierte la contradicción, las contradicciones, el absurdo pasteleo en que se enreda?

Quizá se trate de eso, de enredar. Y por eso.

O de hacer una emulsión, una liga de aceite y agua, que naturalmente no se juntan (ni sobrenaturalmente tampoco). Pero si se baten bien, con un buen meneado, resulta una emulsión. Como una salsa tártara, o una mahonesa, o una vinagreta.

Sería interesante saber qué guiso piensa aderezar con la salsa, la emulsión de todo eso que no se mezcla si no se bate y se menea bien. A mano, con mucha muñeca, o con batidora electrica, que las hay muy buenas.

Ya se sabe que una buena salsa sirve para disimular una mala carne. O un pescado pasado, o un marisco caducado.

Que se sufran después unas cagaleras perniciosas (hoy se dice, más fino, gastroenteritis), es lo que pasa. Pero pasa también que la vomitona y la cagalera consecuentes no las tiene el que hace la salsa que disimula el plato, sino el que se lo come.



Moraleja: Pongan ustedes la que les parezca mejor. Yo les aconsejo que separen, que no tomen juntos lo sano-laico ni lo confundan con lo bueno-católico ni lo recto-cristiano.

Así se librarán de dos bacterias más letales que la de la legionella, a saber:

a) el liberalismo

y

b) el indiferentismo

Desde que se echó el cerrojo al magisterio pre-vaticano2º, nos tragamos cada bola que no se la salta un galgo.

Y así están los tiempos. Se empieza por admitir otras verdades junto a la Verdad, y se termina por reconocer derechos y hasta pretender ligar lo contradictorio proclamando principios novedosos que son anzuelos/redes para incautos (o sagaces oportunistas, descreídos medradores, post-modernos confundidos, etc. etc. etc.).

Pero los Dañinos, ya lo ven ustedes: De presi-dente. Muy acomodados acomodadores. Catedráticos titulares de la docta disciplina de la cuadratura del círculo.


p.s. Huelga decir que si eso es lo que se estila en un CEU paulino, la moda que se vista en otros mentideros debe ser...Pues eso (y hasta tres veces peor, y me quedo corto).


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domingo, 7 de noviembre de 2010

La Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana


"La Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar"

Benedicto XVI, en Barcelona, España, en la homilía de la Misa de dedicación de la iglesia de la Sagrada Familia.

Unas palabras del Papa sobre España


Estas palabras de Benedicto XVI:

"En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente"

estas palabras dichas ante la prensa, en el avión, cuando volaba de Roma a Santiago de Compostela, con el presidente Zp huído a Afganistán, tienen un valor, un significado mucho más que contundente.

Item más siendo el 6 de Noviembre la fiesta-memoria litúrgica de los SS. Mártires Españoles del siglo XX , las víctimas de aquel secularismo ateo, republicano, masón, marxista, criminal y anti-español.

Tampoco ha sido casualidad que haya sido el mismo día, el de la peregrinación del Papa a España, el escogido para cerrar el acceso a la basílica de Stª Cruz del Valle de los Caídos.

¡Cuán miserables! Aferrados a la peor historia de España, violentando y falseando su des-memoria histórica.

Lástima que el Papa tenga que volver a Roma, tan pronto...y qué desgracia que Zp regrese de Afganistán, tan pronto.

Estos años, cuando pasen, deberían rasparse de la crónica hispana, como han hecho, como están haciendo ellos con el pasado que les acusa desde la Historia.

+T.