miércoles, 8 de abril de 2009

Santificar las cosas

Estos días se canta en todas las Catedrales católicas un himno gregoriano, antiguo, del siglo VI. Es un canto cristológico, pero que canta las excelencias del olivo, la aceituna y el aceite. El óleo que se bendice y consagra en la Misa Crismal se hace con aceite de olivas, el Óleo de Enfermos y el de Catecúmenos se bendicen pronunciando el Obispo sobre ellos la oración correpondiente, muy bella cada una. El Crisma, antes de su consagración, se confecciona de forma especial: Primero se añaden ungüentos aromáticos al aceite, luego se mezclan usando una espátula, después el Obispo sopla sobre el recipiente que lo contiene, finalmente pronuncia una oración consecratoria, a mitad de la cual los sacerdotes presentes tienden todos la mano derecha sobre el Crisma para participar de la consagración.

El rito se celebra propiamente la mañana del Jueves Santo, una ocasión especial en la que el Obispo reúne a todo el Presbiterio Diocesano. Pero se concede trasladar la Misa Crismal por razones oportunas a alguno de los días primeros de la Semana Santa. En Sevilla hace muchos años ya que se celebra la mañana del Martes Santo.

Cuando los diáconos y los acólitos llevan al Altar los óleos para su bendición, se canta el O Redemptor:

O Redémptor
súme cármen
Témet concinéntium.

Árbor foéta álma lúce
Hoc sacrándum prótulit,
Fert hoc prona praésens túrba
Salvatóri saéculi.
.
Consecráre tu dignáre,
Rex perénnis pátriae,
Hoc olívum, sígnum vívum,
Iúra cóntra daémonum.

Ut novétur séxus ómnis
Unctióne Chrísmatis:
Ut sanétur sauciáta
dignitátis glória.

Lóta ménte sácro fónte
Aufugántur crímina,
Úncta frónte sacrosáncta
Ínfluunt charísmata.

Corde nátus ex Paréntis
Alvum ímplens Vírginis,
Praésta lúcem, cláude mórtem
Chrísmatis consórtibus.

Sit haec díes fésta nóbis,
Saeculórum saéculis
Sit sacráta dígna láude,
Nec senescat témpore.

En Semana Santa los ritos son especialmente significantes de la Santidad que sobre el Mundo ha derramado su Redentor. Se bendicen olivos y palmas, se consagran óleos, también se bendice y consagra el cirio elaborado con cera de los panales. Y el agua. Las oraciones nombran a los seres: El olivo, la abeja, el agua, el mar, el fuego, la luz. Se canta con la boca, y se besa, y se exhala el aliento o se sopla. Y se come y se bebe.

Son seres sencillos y hasta elementales. Todo en dependencia expresiva del Misterio que se hizo presente en la Historia y sigue operante a través de la Iglesia. El Verbo Encarnado ha santificado las cosas para que las cosas sirvan por su Gracia de medios de comunión con Dios y para Dios.

Entiendo, sin embargo, que el mundo se nos ha vuelto "difícil" para la simplicidad de los ritos, su uso y su siginificado. Antes, antigüamente, ungir con aceite era una forma de medicina común, ahora hay que explicar y extenderse en profundizar el significado de la acción ritual. Lo mismo respecto a otros ritos, como el beso. O la misma Comunión.

La comunión en la mano es una de las novedades más discutibles y susceptibles de malentendido surgidas de la liturgia post-conciliar. Aparte de la ruptura de una práxis sacramental y devocional secular, con la innovación se ha perdido reverencia y conciencia de adoración. Y - lo más lamentable - también se ha debilitado (extinguido?) la consciencia de la Presencia Real.

No descalifico a todos los comulgantes en la mano, pero sí me muestro resistente a esa forma de administrar el Sacramento por cuanto incurre de hecho en un minimalismo eucarístico que desvaloriza a los ojos de los fieles (sobre todo - y de manera escandalosa - para los menos formados, pero también - de manera imperceptible pero igualmente negativa - para los más preparados).

En la Catedral de Sevilla, los días solemnes, se desvela esa magnificencia de las cosas que concurren con su presencia y uso a su "vocación", aquella utilidad sacra para la que fueron concebidas. Y no otra. Si el organista toca en el órgano una pieza sacra, la música sirve a su Creador y a la creatura, alaba a Dios y facilita el acceso del fiel al Misterio; si en cambio interpreta una bagatela fútil o una piececilla moderna de su gusto, trivializa el momento y deja en suspenso el nivel sacro para descender a una frívola insustancialidad cualquiera.

Una de las claves de verdad del Credo cristiano es que lo Sacro se ha hecho posible y accesible porque ha ocurrido verdaderamente entre los hombres y para los hombres. Cuando la Iglesia celebra no inventa rituales, sino que practica la potestad recibida para acceder a lo Sagrado desde el mundo y sus cosas. Lo que en las religiones paganas era un "intento", en el Cristianismo es una verdad, y en la Iglesia encuentra su plenitud.

Por eso el grandísimo valor de cada cosa, de cada acción. Creer bien comporta hacer bien lo que hay que hacer con lo que hay que hacer y como se debe hacer. Si no, es que se cree poco o se cree mal.

+T.

domingo, 5 de abril de 2009

Benedictus Benedictus

El Papado imprime carácter. No está definido, pero si el Sacramento del Orden imprime carácter, y si el carácter sacerdotal se "amplía" al recibir la plenitud de orden del episcopado, pienso (sostengo) que también la asunción del Pontificado Universal implica una culminación de ese carácter sacerdotal-episcopal-pontifical. Ya digo que no está definido. La reflexión circa Papam se paró antes del Vaticano II, y el post-concilio se dedicó, más bien, a episcopologios y colegialidades (o novedades sin sustancia canónica apenas como las conferencias episcopales). Particularmente me escandaliza que en la preces del Breviario, en Vísperas, por cada vez que sale una rogativa por el Papa salen cinco por "nuestro obispo".

Confieso que tengo más concepto papal que episcopal. En el sentido de que entiendo (y entiendo bien) que el obispo es un vínculo de mi diócesis con la Iglesia, y que ese vínculo es y lo establece el Papa. En mi concepto - y es recto - de Iglesia, antes es el Papa cabeza de la Iglesia, y el obispo y la diócesis en subordinación y dependencia absoluta del Papa y de la Iglesia.

Todo esto pesa sobre los hombros del Papa, consumando ese "...impendam et superimpendar" 2 Cor 12, 15 paulino, tan grave en el ministerium Petri, el oficio supremo del Pescador de hombres en el más alto sitio que en el mundo ha existido y existe.

El mundo que se resiste a Cristo reconoce esta identidad suprema del Papa. No creen, pero distinguen su trascendente significado y valor, y por eso cuando atacan a la Iglesia saben dirigir sus golpes contra la cabeza, tan expuesta. La infame recusación promovida por Bélgica es sólo una muestra. La historia tiene muchas, registradas en páginas oprobiosas y gloriosas, vergüenza de los agresores y gloria para los testigos de la Fe. Es la diferencia que distingue a un soberbio Enrique IV contra un luchador Gregorio VII, o el baldón que sume en ignominiosa memoria a Sciarra Colonna y Philippe le Bel y que dignifica al anciano resistente Bonifacio VIII. Por no nombrar a los Mártires, un rico capítulo que casa estrechamente Papado y Martirologio.

Desde los tiempos que marcaron el paso a la "modernidad", no ha habido Papa sin su particular "martirio", entendido como martirial "confesión" ligada al ministerio del Sumo Pontificado y sus vicisitudes, desde el cautivo Pio VI a los Papas atormentados por la guerras y sus secuelas. Digo incluso martirio aludiendo al derrame de sangre, clamoroso y en directo espectáculo para el mundo, de Juan Pablo II.

A Benedicto XVI le está tocando un sufrimiento casi en concordancia con su peculiar vocación docente. Se le rebelan insolentes como los malos alumnos de una imposible clase frente a un excelente maestro que les supera en calidad humana y en sabiduría. Un mundo de mentes de charca y lodazal enfrentado turbiamente al manantial de agua limpia y serena.


Es Cabeza de la Iglesia y Vicario de Cristo. Y está expuesto al mundo y sufriendo los embates del mundo. Pero consciente de que también ese riesgo penoso es inherente a su ministerio sacerdotal, el más alto, que le "caracteriza" con los estigmas de una pasión personal que se suma a la de Cristo:

"... A una vida recta pertenece también el sacrificio, la renuncia. Quien promete una vida sin éste don siempre nuevo de sí, engaña a la gente.

No existe una vida exitosa sin sacrificio. Si echo una mirada retrospectiva sobre mi vida personal, debo decir que precisamente los momentos en los que he dicho “sí” a una renuncia, han sido los momentos grandes e importantes de mi vida".

De la homilía pronunciada hoy por el Santo Padre Benedicto XVI, en la Santa Misa de Domingo de Ramos en la Pasión


A sólo cuatro años de su elevación al Pontificado, en el rostro y el cuerpo de Benedicto se van marcando esos grafismos de su pasión. El mundo que le agrede piensa que le vence: No saben - no entienden - que le están exaltando como testigo del Señor al que representa y sirve.

Benedicat Dominus Benedicto!

+T.

Como niños hebreos


En los pueblos, en nuestras parroquias de barrio, se ven estampas de pura sinceridad, simple religiosidad de los sencillos, los que están más cerca del Reino porque son más niños, aunque sean viejos. Y en los dias mayores, son mejores, más llamativamente creyentes, como si quisieran con su inocente fe reparar la poca fe de tantos.

Son niños-niños, o son viejos, o deficientes, o enfermos. En los pueblos tienen mote, y son la tonta fulana o el loco mengano, o fulanita la de no sé quién, todos reconocidos y tenidos en menos con esa displicencia popular, que no es implacable pero sí descarnada.

Son los que dan el beso más sonoro al Niño en Nochebuena, los que reciben con más alborozo el regalo de Reyes (y los que más lo esperan), los que dicen el ¡Viva! más alto, y el Amén más seguro; son los que no se olvidan de echarse agua bendita, cuando entran y cuando salen, los que meten el rodillazo más grande (si pueden) delante del Sagrario, los que tampoco olvidan besarse el pulgar cuando se santiguan, los que dan la paz con beso de verdad, sonoro y con reduplicación, los que abren más la boca para la Comunión, los que tocan más fuerte la campanilla, los que echan con más alegría los centimillos que traen para la colecta, los que encienden más velitas al Santo y recogen más estampitas cuando se reparten.

El Domingo de Ramos son inconfundibles: Llevan el ramo de olivo más grande, y si no hay uno mayor cogen cinco o seis de los medianos y los van meciendo en la procesión con la gloria de Getsemaní. Ellos solos valen por media procesión. Y cantan alto, sin cortarse, la copla que se saben de carrerilla, sin templar la voz, pero con toda su voz.

Ya dije quienes son: Los monaguillos más imposibles, la tonta más conocida del pueblo o del barrio, el más feo de su calle, el cojo con su muleta, o la viejecilla que nadie sabe que edad tiene porque todos la conocieron vieja desde que tuvieron uso de razón. Está también la gorda de la Misa de 12, y el jubilado de la de 9'30, y ese que nunca viene a Misa pero no se pierde un Domingo de Ramos, compuesto con traje de chaqueta que ya no se puede abrochar porque lo estrenó cuando pesaba una arroba menos. Salen contentos, y esperan el Domingo de Ramos como el primero, el primero que recuerdan y que reviven.

Son los que creen y hacen fiesta por Cristo y sus Misterios, que no dudan, que son su vida, tan verdadera y tan simple que asombra a los que creen con más teologías y doctrinas.
Son la abuela que suspira, y el niño que rie, y el que va dormido en el hombro de su padre, y el que va de la mano de su hermanillo mayor, la niña del carrito y la que siempre la lleva. Y el sacristán viejo que ya no sale porque está baldado pero en Semana Santa se repone, y de Ramos al Corpus parece que le han recambiado el cuerpo y el alma.

Son los que hubieran podido ser pastores en Belén, los mismos que comieron pan y peces multiplicados, los que escuchan Bienaventurazas.

Hoy son todos niños hebreos, con ramos y con palmas, los que salen por nuestras calles cantando !Hosanna! ¡Bendito el que viene!
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+T.

viernes, 3 de abril de 2009

Viernes de Dolores

Hoy en Sevilla es Viernes de Dolores, pese al calendario que impone un sobrio Viernes de 5ª Semana de Cuaresma. En la liturgia antigua, la feria VIª infra Hebdomada Passionis se celebran los Siete Dolores de Ntrª Srª, a una semana justa del Viernes Santo. Y en el calendario popular y devocional del pueblo católico sigue siendo Viernes de Dolores.

La liturgia del post-Vaticano II que se presta a tantas acomodaciones y flexibilizaciones, muy pocas veces se ha avenido a condescender con el fervor popular cuando se trata de reconocer devociones tradicionales. Se ha intentado (forzado, muchas veces y en muchos casos) adaptar a los nuevos patrones pastorales y litúrgicos las antiguas devociones, pero rarísima vez se ha procurado adaptar las innovaciones a lo que ya existía antes.

En Sevilla es casi un "abuso" imponer la liturgia del Viernes de la 5ª semana de Cuaresma por encima de la devoción a los Dolores de Ntrª Srª, tan arraigada y universal. Como es una desatención pastoral no retocar los horarios de los Oficios de Jueves y Viernes Santo para que puedan celebrarse por la mañana, como se celebraban antes, para mejor y mayor participación de la gente. No digo en todos sitios, pero sí donde se pueda y se pida, que son muchos.

A estas horas están ya todas las Imágenes de la Virgen que saldrán en las procesiones de las Cofradías en sus pasos, bellísimas, revestidas con la suntuosa piedad del pueblo, que figura de Reina a la Dolorosa, como una profecía de Gloria, realidad en Ella y en nosotros esperanza.

En Sevilla, ahora mismo, están bajando a la Virgen del Valle desde el altar del Septenario para llevarla a su paso de palio, el más antiguo de los que salen actualmente en Sevila. Esta mañana ha sido la función principal de instituto de la Hermandad, con jura general de hermanos. Para la Misa se han tocado y cantado las partituras de Gómez Zarzuela, el inolvidable maestro de capilla, una de esas joyas de la música regionalista del XIX-XX sevillano, que no todo es Turina y Falla.


En el pueblo de mi familia de mi alma también ha sido la función de la Soledad, nuestra patrona, la que sabe nuestras penas todas. Hace siglos que le pusimos detrás de su ermita, pegando a la trasera del altar y el camarín, nuestro cementerio, juntando a los que enterramos bajo su manto, negro como nuestras desolaciones, salpicado de estrellas como nuestras esperanzas. Después de la Misa solemne, ya de madrugada, los priostes la bajarán del altar y la colocarán también en el paso, preparándola para el Viernes Santo.

En mi pueblo "sentimental", entre Sevilla y Jerez, está toda la tarde-noche en besapiés Jesús. Se le llama así, simple y directamente, como si el pueblo fuera Nazaret, Cafarnaúm , Betania o Jerusalén: Jesús. -"¡Que está en besapiés Jesús!" Y las familias enteras pasan a besar el talón del Señor. Mujeres con chiquillos y hombretones de campo que entienden de Dios lo que saben de vivir y sentir y sufrir. La fe no les lleva a más, porque son muchos los Misterios de la fe y no todos llegan, pero como saben de dolor y de penas, de trabajos y apuros, se entienden bien con el Nazareno, el de la Cruz a cuestas, la corona de espinas y los pies sangrantes. Y le besan el talón con una fe que no saben explicar, ni articular, pero sí saben sentir con Jesús, "el Jesús". Son los mismos que en la madrugada del Jueves al Viernes se pasarán la noche entera acompañando al Señor, entre los cantos del gallo y la estrella del alba, cantando saetas a Jesús el Nazareno y su Madre, la Virgen.

Son cosas de aquí, las más profundas de aquí, que no se explican porque nos vienen explicadas por sangre. Y si están adormecidas, aletargadas por la vida y las cosas, nos brotan en primavera, cuando se llena la Luna de la Pascua.

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jueves, 2 de abril de 2009

Orando cuerpo a cuerpo


Recuerdo haber estado varias veces en la Misa que Juan Pablo II celebraba todos los días en su capilla privada, en el Palazzo Vaticano. Se pedía por medio de la secretaría personal, a Don Stanislao; nunca se aseguraba ninguna, con la salvedad de que se prefería invitar a sacerdotes residentes, estudiantes o de paso por Roma. La tarde antes, sobre las 7 o las 8, ya de noche en Roma, avisaban por teléfono.

Había que estar en Portone di Bronzo antes de las 6'30 de la mañana. Nos abrían desde dentro los suizos de guardia, y se pasaba al patio de San Dámaso, desde allí súbiamos a la planta de las estancias papales en ascensor. Se pasaba por unos cuantos salones, y se llegaba a la capellina.

Cuando llegábamos, el Papa ya estaba allí, arrodillado en un reclinatorio blanco, en el centro de la pequeña capilla, vuelto al Altar, ya preparado y con los candeleros encendidos. En silencio, discretamente, los sacerdotes se revestían en uno de los salones próximos. Solían ser unos 10, nunca más de 12 ó 15 porque entre las monjas del servicio, Don Stanislao y algunos invitados más, se completaba el número, más de 20 personas no creo que cupieran en la capilla, sentadas una junto a otra.

El Altar lo ocupaba el Papa, con Don Stanislao asistiéndole, también revestido para concelebrar. Los sacerdotes estaban frente, detrás del reclinatorio del Papa, revestidos con alba y estola (se advertía a los sacerdotes que debían vestir sotana o clergyman, y los seglares traje sencillo, si eran religiosas, con su hábito). El Papa se revestía allí mismo, auxiliado por Don Stanislao

Todo el ambiente era de un recogimiento intenso, natural, no forzado ni estudiado, que te envolvía desde el momento en que entrabas en aquel pequeño espacio. Las veces que estuve tuve más tiempo los ojos cerrados que abiertos, rezando, y siguiendo la voz del Papa. Celebraba en italiano, una vez creo recordar que fue en latín.

La primera vez me quedé con la imagen de Juan Pablo II arrodillado, antes de la Misa, con el rostro entre las manos. Se movía, cambiaba las manos de postura, las ponía sobre la cabeza, las apoyaba en el reclinatorio, las volvía al rostro. Y decía palabras que no se le entendían, medio musitadas, otras veces parecían como gruñidos o sonidos orales inarticulados, o la respiración honda, o resoplando. Estaba rezando, haciendo su oración personal, desconectado de espacio y de gente, sólo en presencia consciente y activa ante el Señor, preparando la Misa y pidiendo por lo que fuera y los que fueran. Se notaba su oración.

A otros amigos o conocidos que también estuvieron en algunas de esas Misas privadas, les pregunté y todos me contaron lo mismo, impresionados por la oración personal, tan personal y profunda de Juan Pablo II.


Yo me traje el recuerdo y lo emparejé al momento con una escena del Génesis, la que cuenta la lucha de Jacob con el Ángel del Señor, cuerpo a cuerpo, toda la noche. El Ángel le dice a Jacob:

“Déjame partir, porque ya está amaneciendo”. Pero Jacob replicó: “No te soltaré si antes no me bendices”. Gn 32, 25 ss.

Así me imagino todavía a Juan Pablo II.

Hoy, cuarto aniversario de su muerte, han publicado otro milagro. Dicen que la postulación de la causa tiene tantos, que han tenido que escoger cuáles son los que aparecerán en la positio.

También se ha comentado estos días que para el año próximo podría ser su beatificación, Deo volente.

+T.

Una perla en el fango

No debiera sorprender - ¿por qué iba a sorprender? - pero lo triste es que sorprenda, porque es una inaudita rareza, una peregrina opinión dentro del cenagal de las siniestras. Me refiero a este respetable prócer y a su opinión pro-vida:



Eso dice el valiente (tiene que serlo) concejal segundo alcalde del sevillano municipio de Paradas.

Paradas es un bonito pueblo de Sevilla, que tiene la Parroquia dedicada al Santo más raro de toda la Diócesis: San Eutropio (aunque también tenemos a San Eustaquio, patrón de Sanlúcar la Mayor y otras cuántas rarezas, San Eutropio es el más extraño, me parece, entre nuestros Titulares). En la Parroquia de San Eutropio de Paradas se conserva y expone una preciosa Stª Mª Magdalena del Greco (...o de un cercano), que a los eruditos del lugar les encanta explicar y conjeturar cómo, cuándo y porqué arribó a su paradero paradeño, honra vecinal.

Paradas es Andalucía profunda, tierra de pan sembrar y olivar, llano paisaje con algún cortijo centrando fincas, fincas grandes y prósperas. En uno de los caseríos de una de las fincas de Paradas fue donde mataron hasta al apuntador, allá por el año setenta y tantos. Todavía no se conocen todos los intríngulis de aquella tragedia, que se mantuvo en las páginas de El Caso unos pocos años. Hasta hicieron una película, con Lola Flores en un papel "dramático", de esos que ella misma decía que era lo suyo (y era verdad, porque en la peli esa está que se sale).

Lo que no sé yo bien es porqué sale este prócer paradeño, con tanto desparpajo. Ni sé quién habrá sido el que le ha puesto la entrevista en el ABC. Desde luego que no me hace chispa de gracia cuando dice que lo católico le "sobra". No me lo creo, además. Conociendo al pueblo y a su gente, el catolicismo se mama en Paradas porque está el aire, y si no te entra por la sangre en tu casa te entra por la calle, con el aire. Después uno podrá decir, como este de la entrevista, que le "sobra", pero lo católico lo llevan dentro, guste más o guste menos (que yo diría que sí gusta).

Habrá que ver la gracia que le habrá hecho la entrevista del paradeño a las socialistonas abortadoras del capullo en el puño, las de carné amortizado en el Parlamento (risum teneatis!) o la Diputación (con perdón) o el organigrama del partidete. Y al grupo mixto (que también tienen).

Pero el hombre me parece sincero, y habla sencillo y cabal, más puro que el aceite de primera prensa, que en Paradas es de primerísima. Y se le entiende. Y mete puyazos de socialistón, con toda la gracia cuando dice que anima a los peperos -"...a que salgan y tengan valor para denunciar que el aborto debe ser una ilegalidad"; y con todo el "efecto" cuando les saca los colores (bueno, es un decir) al recordar que en las 2 legislaturas que pudieron no quitaron ni una coma de la ley del aborto, y que la píldora abortiva del día después se autorizó con Aznar en la Moncloa. Un par de banderillas, de las de fuego, bien puestas, en todo lo alto.

En fin, lo dicho: Una perla de valor entre el fango socialista.

Yo no me hago ilusiones, pero por esperar que no quede. ¿Y si salen más?

Aunque dice mi cura (mi cura es tremendista) que a lo peor también van saliendo abortadistas en el PP...para compensar.

¿A que tampoco tendría gracia?

Pero lo malo, lo peor, es que es posible (y hasta probable).

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miércoles, 1 de abril de 2009

70 y 50 años de victoria, paz y memoria

Tal día como hoy fué oficial, hace setenta años:

«En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1.º de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde».

Nací con Franco mandando, y Franco no me asusta. Tampoco me lo pueden falsear, ni unos magnificándolo ni otros intentando minimizarle. Le guardo una simpatía amable.

Mi padre fué de los que estuvo en la guerra, con las ideas muy claras: Por Dios, por mi familia, por España. Se dejó en el frente media vida, y mi familia otra media. También estuvo cuando inauguraron el Valle de los Caídos, hace ahora cincuenta años, todavía soltero. Guardó siempre en su escritorio, hasta que murió, un trozo de esas cintas que se usaban en las inauguraciones, con la fecha bordada sobre la bandera.

A mi padre no lo podían engañar. Hizo la guerra, los tres años. Nunca nos contó batallas, pero alguna vez recuerdo haberle oído, en una de esas conversaciones que escuchamos los niños sin que los mayores sepan que estamos. Después he sabido más, por cartas que había en casa y por cosas que amigos de la familia me han contado. Mi padre fue una de las víctimas de la guerra, porque dio más, mucho más, de lo que recibió. Pero supo siempre lo que daba - vida - y por qué lo daba: Por Dios, por nuestra familia, por España; porque creía, porque amaba, porque sentía.

¿Yo que pienso? Yo pienso - yo sé - que la guerra la ganaron los hombres que lucharon con mi padre y como mi padre. A los vencidos no los juzgo con resentimiento, pero no les encubro las culpas. Y si me viera forzado a decir más, yo digo - yo diría - esto mismo:



Palabra por palabra, con el sentido con que se dijeron entonces y que, viniendo de quien vienen, mantienen hoy y conservarán perennemente el más alto e incontestable refrendo.
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En la España de la memoria falseada de los vencidos resentidos, es una necesidad decir verdades por la verdad de los que fueron resistentes, luchadores, víctimas, mártires y vencedores. En paz, pero con la honrosa certeza de la victoria.


Por muchos y por todos. Y por mi padre, que venció y se ofreció por los nuestros, por España y por Dios.

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