miércoles, 8 de octubre de 2008

La afrenta de los energúmenos

Por poner un título, que la cosa es peor. Y me afecta, porque estoy en este mundo con esas cosas (aunque tan consciente de que esas cosas no son del mundo que asumo como mio). El malestar se me vuelve profundamente reactivo. Sin peligro para los responsables, porque la mayoría de los "históricos" ya murieron (menos mal), y los presentes están fuera del alcance de mi indignación. Sin embargo, tengo que convivir con afectados infectados, la mayoría inconscientes (aunque también trato con algún que otro perversamente instalado en la ofuscación de las "élites").

La envidia - que es pecado capital, cabeza de otros muchos - se disfraza de tantas cosas como tantas son las realidades envidiadas. La envidia - que es "tristitia boni alieni"; tristeza de/por/a causa del bien ajeno - llega algunas veces en algunos casos al paroxismo de destruir el bien deseado y no gozado. En las páginas de sucesos aparece con relativa frecuencia y universalidad la escena de la fea que arroja ácido u otro corrosivo al rostro de la bella; o quema, o corta, o hiere de la forma que sea. También se repite que el agresor sea el amante no amado, despechado y violento por no ser querido, por ser despreciado, ignorado, y no poder poseer a su pretendida y deseada. Una tragedia con una víctima y un criminal, relativamente perturbado, pero siempre culpable en cuanto consciente del mal que hace, queriendo y odiando.

La patología, aunque corriente, tiene dificil excusa. Cuando reinaba el sentido común, en otros siglos, nadie se llamaba a engaño y rara vez se pasaban por alto las aberraciones contra la estética. Una cosa era poner cara de monstruo y cuerpo deforme a una gárgola que servía para escupir agua desde un saliente del tejado, y otra muy distinta imaginar la belleza corporal figurada de un arcángel destinado a exornar el retablo de un altar; pero, aun así, un dragón se hacía hermoso en tanto que dragón, y en su sentido propio. Y se distinguía, y se sabía. Alguna vez se permitía la broma, el juego divertido y equívoco, pero en proporciones y circunstancias aceptadas comunmente, sin falsear por malicia o incompetencia. Y siempre con la maestría del autor patente, incluso alardeando de saber hacer arte con lo feo, deforme o grotesco.

Pero este no es el caso, en el "arte" contemporáneo, me refiero. Desde el desprecio de las formas, un degenerado estado de fastidio hiper-saturado encontró la excusa de la novedad por la novedad para inventar una anti-estética que se impuso por la dictadura de las vanguardias sobre un acomplejado snobismo burgués, siempre insatisfecho y a la búsqueda de últimas experiencias. Estragados en el gusto y auto-alucinados en su hermético subjetivismo, tocaron la fláuta de Hamelín y se llevaron detrás un público acrítico, víctima de una obsesión inducida, bajo la fascinación de un engaño y la recurrente atracción de nada. Empachados, ahítos, de placer en placer, por probar límites, un día comieron estiércol hediondo y dijeron que lo podrido era de buen gusto, e impusieron el corrompido gusto, y muchos gustaron y dijeron sí, y compraron con oro estiércol para ver, oler y saborear. Y ya no hubo vuelta atrás, porque el precio pagado hacía irreversible el paso.


Todo esto es por la "exposición" - Le Louvre, une autre fois - de monigotes del monigotero (una de las más envilecidas personalidades del mundo moderno) Picasso, desgracia nacida en Andalucía, allí donde vivieron y reinaron e hicieron escuela los Grandes a los que nunca alcanzó (y el lo sabía). La petulancia del envidioso se agrava en furia interna si entiende y encuentra motivo de inspiración, con el tormento de aspirar y no poder y no llegar; siempre queriendo, nunca alcanzando. Y la carcoma de la entraña se vomita en falso arte, que disimula la impotencia con la provocación absurda. Eso fue y eso hacía.

Para que entiendan los que sepan y se empecinen los afectados, en Le Louvre han colocado la obra del arte al lado del adefesio del energúmeno. Con el pecado explícito de que se pretende magnificar al fantoche a costa de empequeñecer al artista. No se busca la admiración de Velázquez, sino el aplauso para Picasso; ni para Velázquez ni para el Greco ni para Goya, a los que perversa y equívocamente se ha sumado la monstruosidad engañosa del aborrecible que vivió y avarició fortuna apostatando de España y enchiquerándose francés.

Basura al fin. Perfil de un mundo que ha hecho de gentuza de esa repugnante laya sus gurús culturales. Y digo para las otras artes degeneradas lo mismo (precisamente están radiando en nuestra penosa Radio Clásica unas patochadas de L.Berio y de G.Ligeti. Vaya lo uno por lo otro, tales para cuales).

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martes, 7 de octubre de 2008

Lepanto en la memoria

Recordar Lepanto es hacer semblanza nostálgica de la España que fue, porque aquello fue una hazaña española. Cuando se está en la cúspide de la Historia (o de la Rueda de la Fortuna, que también se puede decir) se ve mejor, más lejos y con mejores perspectivas, y España veía y entendía bien. Entonces.

La política respecto a los Paises Bajos, aunque con repercusiones y efectos para la Iglesia, era más empresa y empeño de la Corona y la Casa de Austria; lo mismo respecto al Imperio, se podría decir. Las cosas con Francia, son más "españolas", lo mismo que los asuntos de Portugal; lo que había y habría de haber con Inglaterra también se distingue de lo demás. Aunque todo tenía que ver con todo, finalmente y recapitulando, porque España entonces con todo tenía que ver: El mundo se ceñía desde el Oriente al Occidente con banda española, con un Plus Ultra no solo lema, sino realidad.

El corazón sentimental del mundo de la cenital España ya no era el medieval de cinco siglos antes. Con la pérdida irreversible de la identidad de "Cristiandad" tras la crisis protestante, Europa seguía limitada por un Mediterráneo islámico, sin el resorte de la fe para poder activar una respuesta adecuada a la expansión de la media luna. A la vez que se perfilaban identidades nacionales, se iba pedido la capacidad de respuesta común al enemigo de todos.

La Edad Media que se cierra con la caída de Bizancio, deja abierta la puerta de la Era Moderna a un Imperio Otomano que se planta en Europa y hace fronteras con el Imperio por el Este y con todas los reinos ribereños del Mediterráneo, desde Venecia a España, por tierra y por mar. El único freno efectivo al avance del islam por el oriente son los principados de Kiev y luego Moscú, en lucha con clanes de tártaros y cosacos; coincidiendo con el fatídico declive bizantino, se iba consolidando lo que sería al poco la gran Rusia de los Zares. Por Occidente, luego del fracaso estrepitoso de las Cruzadas, la única actividad contra el islam invasor se mantuvo gracias a los Reinos Españoles, León-Castilla, Aragón y Portugal; y desde mediado el siglo XIII, la Reconquista había quedado en manos de Castilla.

La acción hispana había sido hasta tal punto eficaz que los musulmanes invasores habían sido obligados a replegarse al norte de África, y en vísperas del Descubrimiento de América, Castilla tenía ya plazas aseguradas en enclaves estratégicos de la costa africana, como avanzadas de lo que podría haber sido una penetración-reconquista efectiva del Occidente Cristiano en la antigua Provincia Romana de África. Pero América impuso otro rumbo.

Por eso, por la incesante beligerancia de los Reinos de España contra la amenaza islámica, la España de Felipe IIº era mucho más sensible al peligro que aun representaba un Mediterráneo infectado de piratas berberiscos, obedientes al Sultán que desde la desafortunada Constantinopla (renombrada - ay!- Estambul) daba rostro a una re-actualizada agresividad de la media luna.
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La irresponsabilidad de Francia había llegado al colmo de entenderse con la Sublime Puerta, con tal de mantener, al precio que fuera, su oposición a España. Alemania era un totum revolutum de principados, ya católicos, ya protestantes, en tensión intestina que hará de aquellos restos del Imperio algo desorganizado hasta la potente emersión de Prusia, dos siglos más tarde.Venecia estaba desacreditada por sus mismos hechos e intereses, quizá la menos fiable, por su versatilidad, de entre todas las repúblicas y ducados italianos para emprender nada que supusiera pacto o alianza entre estados. Por su parte la Santa Sede apenas subsistía como soberanía, a costa de las hipotecas que el nepotismo de los Pontífices había cargado sobre el Patrimonium Petri. A pesar de todo, los Papas habían sido los únicos que habían sido constantes en reclamar la unión de los Príncipes Cristianos contra la amenaza del Imperio Turco. Pero con una Cristiandad desintegrada, apenas podría esperarse que el Papado fuera la instancia que fraguara la necesaria y urgente alianza contra el turco.


Finalmente, España fue la clave, Pío V el gestor, y el común catolicismo el crisol de aquella ocasional "aleación", con Génova, Venecia y los Estados Papales unidos con España, cabeza de la Liga Santa, con la garantía imprescindible de su capacidad y potencia. Una potencia definidamente católica, que dejaba los imponderables posibles en manos de la Providencia.

La victoria marcó un antes y un después en y para el Mediterráneo. No es descabellado entenderla como una coda a cuatro siglos de las Cruzadas. Insuficientemente aprovechada por los vencedores, tendría que ser Inglaterra en el XIX quien desde su instalación en Malta rentabilizara la ventaja que España ganó para todo el Occidente. No es exagerar entender parte de la actual geo-estrategia de las potencias occidentales dependiente todavía de nuestra victoria del 7 de Octubre de 1571 en Lepanto.

Significativamente, lo que en España se olvida deliberadamente, está fresco y es herida sin restañar para el islam vencido. ¿No serían estas memorias históricas las dignas de exhumarse y activarse?
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lunes, 6 de octubre de 2008

La Cena pisci-vegetariana del Leonardo

A veces me sorprenden cosas de estas, y no sé si achacarlas a la deliberada intención distorsionadora del autor ; o si se debe a la poca pesquis o formación-información del mismo. En este caso me refiero a la noticia del "menú vegetariano" de la Cena del Leonardo.

La novedad salió en la prensa, hace unos días. Supongo que el boom del código ya pasó y tienen que echarle un poco de pimienta al caso para que siga "picante", digo yo. El novelucho era un best-seller de diseño, lectura de estación de tren o aeropuerto, un género que distrae y poco más, nada más. La peli fue un fracaso fracasorum, sin paliativos. Pero hay que seguir vendiendo la "trama da Vinci" y mantener el negocio, aunque sea hablando del menú de la Cena.

Y de eso escribo yo ahora. Sin ser experto, y así a "vuela-tecla", expongo mis conjeturas de por qué esa dieta pisci-vegetal en la mesa davinciana:

- La pintura del Leonardo se hizo en un convento y para su comedor: Refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie, en Milano (Milán, decimos aquí).Una "sala di pranzo" en la que se comía todos los días. Junto con la comunidad, más de una vez comerían Leonardo y sus ayudantes. Recuerdo que en su película "Il Decamerone" el maestro Passolini recreó una escena parecida: Un pintor del Trecento comiendo en el refectorio con los frailes.

- En el caso de Leonardo era un convento de dominicos. Los dominicos seguían en aquella época (fines del XV, 1494-98 es la fecha de factura del fresco de la Cena) estrictamente o con algunas mitigaciones la Régula Sancti Augustini. Esta regla monástica (muy difundida y base de muchas otras reglamentaciones de comunidades religiosas) prescribe largos períodos de abstinencia de carne durante el año. No recuerdo con precisión, pero me parece que la abstinencia comenzaba en Adviento, y había comunidadaes más rigoristas que la empezaban después de la fiesta de Todos los Santos; se suspendía durante Navidad-Epifanía, volvía a retomarse inmediatamente después, en Septuagésima, y ya no se interrumpía hasta Pascua de Resurrección. Luego había otras "cuaresmillas" que eran vigilias para algunas Solemnidades y otras ocasiones. Conque gran parte del año, en los conventos dominicanos se comía dieta pisci-vegetariana.

- Las pinturas religiosas suelen recoger algunos detalles anecdóticos que conectan la escena representada con la vida real. Hasta el siglo XIX con las escuelas de los "Nazarenos" y los "Pre-Rafaelistas" no empieza a despertarse en la pintura el interés "historicista", intentando plasmar lo más aproximadamente reales los vestuarios, escenarios y demás circunstancias de las escenas evangélicas. Hasta entonces, el arte cristiano representaba más bien el entorno del pintor y su época al evocar la vida de Cristo. Tantas veces, para saber cómo era el ambiente de una boda del Quattrocento, lo mejor es contemplar una pintura de esa época que represente las Bodas de Caná, por ejemplo; y si hay que averiguar cómo era un taller de carpintería del siglo XV, lo mejor es buscar una pintura o miniatura de San José carpintero.

En ese sentido, no es de extrañar que al estar el fresco de la Cena presidiendo el refectorio conventual, se pintara en la mesa un "menú de vigilia" como el que se tomaba en el convento. La Mesa de la Cena tendría más o menos la misma comida que tenían servida las mesas de los frailes que estaban debajo, con iguales o parecidas viandas. Si además se considera que la Cena es de "Jueves Santo", no es extraño que se pintara en la Mesa del Señor y los Apóstoles los platos y fuentes con la comida típica de Cuaresma que consumían los dominicos en su convento.

Unos detalles para confirmar lo que conjeturo: Las anguilas, las naranjas y las granadas.

- Las anguilas eran un pescado corriente en las mesas monacales. Eran fáciles de criar en estanques, que solían tener los monasterios; después se pescaban y se llevaban vivas a pilones o toneles con agua que había en las cocinas, para irlas sacando y consumiendo frescas. Particularmente se servían en comidas del tiempo de abstinencia, siendo muy apreciadas en la mesa.

- Las naranjas son fruta de invierno. Se empiezan a recoger en Diciembre, y duran hasta Marzo-Abril. Ya fueran dulces o agrias-amargas, eran comunes en los huertos y jardincillos de los conventos. En los fondos de las pinturas de Fra Angélico - dominico - es corriente ver naranjos y limoneros. La fruta se comía como postre, o se usaba como aderezo. Tal es el caso del plato pintado en la mesa de la Cena: Una anguila troceada aliñada con gajos de naranja, un típico plato de cuaresma, por los ingredientes y el condimento de temporada.

- Las granadas también eran fruta corriente en los monasterios, siendo así mismo un arbusto típico de huertos, jardines y claustros. La fruta se conserva muy bien, por su corteza dura, que guarda frescos los granos, y se pueden ir consumiendo durante todo el invierno y hasta comienzos de primavera. Si hay cascos de granada sobre el mantel, señal de que la comida representada es de invierno-Cuaresma.

Quiero decir que esos alimentos que se destacan son muy propios y adecuados para una cena de Cuaresma, pudiendo haber sido perfectamente los que se comían un Jueves Santo en el refectorio de los dominicos de Santa María delle Grazie en los años 1494-98, cuando Leonardo pintó la Cena.


No me gusta inventar misterios cuando todo tiene/puede tener una lectura más normal, ordinaria, cotidiana, real. Inventar para fantasear es malo, porque falsea la realidad de las cosas, ya sea arte, ya sea historia. Si encima se pretende alterar con ficciones y ocurrencias el Evangelio, el delirio roza el sacrilegio. Y las cosas santas, tantas veces, son tan sencillas como sencillo se hizo el Dios que se hizo Carne.

Pues esta es mi ocurrencia/explicación a propósito de lo que Leonardo pintó sobre la mesa de su Cena, tan domésticamente sencilla, sin ningún "código" oculto ni en el pescado ni en las verduras. Lo paradójico es el interés de los mentecatos en buscar misterios donde no hay a la vez que desprecian - o no ven, o no quieren ver - el Misterio que tienen delante.


n.b. Si vieran Uds. este mismo articulillo por ahí, en otra web, no se alarmen: Un compadre me pidió que le escribiera una colaboración a propósito, y uno que es servicial le dio cumplimiento al antojo. Pero ahora la he aprovechado para el blog, como derecho de autor.

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domingo, 5 de octubre de 2008

Te Deum por Témporas

Siempre es buena hora para entonar un Te Deum. Pero hay días señalados en que se debe, y hoy debo yo y ahí va:



He dudado entre unos cuantos de mi predilección, pero he escogido este. Los franceses del Grand Siècle tienen una probada gracia para los tedeums. Verbigracia este tan "bailable", con su trompetería y tamborrada, rutilante como la corte du Roi Soleil. Oh!

Et moi aussi je chante mon particulier Te Deum (dentro de lo que cabe que un Te Deum sea "privado", si me explico).


Y repetimos: Ahora sólo la fanfarria inicial, más sonora y un tanto piú "maestosa" que la del youtube anterior. Con la vinajera y el pie de candelabro y la punta de un cornijal recien servido (la voz con la letra del himno la pongo yo (y Uds. conmigo si quieren acompañarme, con mucho gusto, of course)).




+T.

sábado, 4 de octubre de 2008

Fratello Sole, sorella Luna

Era 1974, y me irritó que mis hermanos hubieran visto la peli antes que yo, en una excursión que hicieron con el coelgio. Yo tuve que esperar al verano para poder verla. Sabía que iba a gustarme, pero el impacto superó toda espectativa. Me "afectó" esta peli de Franco Zeffirelli.

Me quedé con la música suave y amable de Donovan, y después aprendí la letra en italiano:

Dolce sentire come nel mio cuore / ora umilmente sta nascendo amore./ Dolce capire che non son piú solo / ma che sono parte di una immensa vita / che generosa risplende in torno a me, / dono di Lui, del Suo inmenso amore. / Ci ha dato il cielo e le chiare stelle / fratello Sole e sorella Luna, / la madre Terra con frutti, prati e fiori / il fuoco, il vento, l'aria e l'acqua pura / fonte di vita per le sue creature. / Dono di Lui, del Suo inmenso amore...

La primera parte esboza la pre-historia de Francesco. Termina con las escenas de Francisco convaleciente de sus heridas de guerra, y la estupenda con Francesco siguiendo a un gorrión por el tejado. La película se rodó en San Gimigniano y alreddedores, y salen las torres de la ciudad.




La vocación se narra con imágenes apacibles, prados y cielo y la canción de Donovan. Hasta el encuentro con el Cristo de la iglesita derruída de San Damiano. La mirada de Francesco se enfrenta a la del Crucificado, que le sonríe y le habla: - " Francisco vé y repara mi iglesia, que está en ruinas"



Junto con la escena ante el obispo Guido de Asís, la más "zeffirelliana" es la que se filmó en la Capella Palatina de Palermo, para figurar la corte de Inocencio IIIº y la audiencia a Francesco en el Palazzo Laterano. El inglés Alec Guinnes está admirable en el papel del Papa; la galería de clérigos y prelados que le rodean está dispuesta como el coro de una ópera sobre el escenario; las vestimentas son muy "fellinianas", pero con el característico buen gusto de Zeffirelli





continua la escena anterior; cuando la cámara sigue la mano alzada del Papa y aparece por detrás del trono el bello Pantocrátor del mosáico del ábside, se consigue unos de los planos más bellos y significativos de toda la película





Estas últimas escenas son una inteligente y alegórica semblanza de la historia de Francisco y de la misma Iglesia. Incluso los diálogos son muy apropiados, ilustrativos; también los planos recalcados por la cámara, y sus movimientos.

Ya he dicho que me gusta especialmente la película. Sintoniza mucho con el espíritu de las Florecillas, tan amable. Y capta bien y expone bellamente el espíritu de aquella primavera que fue Francisco para la Iglesia.

+T.

viernes, 3 de octubre de 2008

El Caso Borja

En Roma, la sección española de la leyenda negra católica se mantiene viva y activa por capricho expreso o discreto de Sus Santidades y monseñores adláteres. En el Vaticano todavía se sienten "molestos" con nuestro Alejandro VI, el Papa Borgia (segundo Papa Borgia). Como si fuera el único "incómodo" sucesor de San Pedro a la hora de recordar Papas y papados. Pablo VI condenó los bellísimos Aposentos Borgia a ser mera galería del Museo de Arte Moderno, viéndose la bochornosa escena de paredes y bóvedas con los frescos más rutilantes del Pinturicchio sirviendo de almacen a la galería de trastos y adefesios del pseudo-arte contemporáneo (con el agravante de ser "cristiano", en este caso). Ni siquiera bajo esa humillante servidumbre se pueden ver todas las stanze de los Borgia, porque no todas están abiertas a los visitantes. La malquerencia borgiana de Pablo VI la mantuvo Juan Pablo II y hasta el dia la mantiene Benedicto XVI. No sé si piensan que la desmemoria borra la historia, o si los pecados (los que tuviera, y no los que le achacaron) del fascinante Alejandro VI Borgia fueron/son más lesivos para la Iglesia de Roma que los de sus inmediatos antecesores y sucesores italianos.
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La Divina Providencia se encargó de hacer una llamativa purificación de la memoria de los Borgia. No existe un santo Médici, ni un santo Farnese, ni un santo Borghese. Pero sí hay un irreprochable santazo Borja, biznieto del Papa Borgia y prueba sagrada de que no estaría muy descontento con la familia ese Dios que castiga los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

Biznieto del Papa Borgia y biznieto de Fernando el Católico, nieto de un bastardo suyo. Por los dos lados, padre y madre, marcado y bien marcado. Claro que en esos casos tachas de cuna son blasón de mundo. Pero así fueron las fuentes de Francisco de Borja y Aragón, tan altas y tan reputadas.

De su vida antes de, nada diré, porque pasó su primer período viator según el modo de la nobleza de su tiempo. Compárese con la de ahora - mutatis mutandis, nobleza por famosos y jet, con caballo pura sangre entonces y coche de lujo ahora - y fue más o menos lo mismo de poco honrosa. Que tuvo cargos, que cumplió bien sin exagerar (antes no había o eran raras las auditorías y esas cosas) y así un currículum digno del biznieto de tales bisabuelos. Más tarde, ya en su otra vida, confesó un día que al imaginarse entre los Apóstoles siempre se tuvo de la calaña de Judas y hasta peor. Por algo sería.

Pero cuando Dios enmienda un borrón, escribe con letra de oro. Y fue el archisabido caso que murió de sobreparto Doña Isabel de Portugal, la Emperatriz esposa del César Carlos. Y que a Francisco de Borja Duque de Gandía le tocó en gracia por encargo del desconsolado Emperador custodiar el cuerpo imperial de la difunta desde Toledo a Granada. Y en la Capilla Real de Granada, cuando tuvo que reconocer y dar fe de que el cuerpo que depositaba era el cuerpo de su tan admirada señora, dijo estas frases del lapidario inmemorial hispano:

- "No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso".

Podrido el cuerpo y agusanado, la belleza de la más hermosa reina que jamás tuvo España se descomponía a la vez que se derrumbaba la presencia altiva de un noble de los más altos linajes de España y el mundo. Las palabras que dijo luego - no sé si para sí o para el mundo, pero tuvieron que oirse porque se les guardó memoria como a las otras - incoan otra vida:

- "Nunca más serviré a señor que se me muera".

Telón.

Telón como en la acotación final de un drama de teatro. Se cierra una escena y otra se abre. En Roma es fama que el Renacimiento y su espíritu se extinguen con il Sacco di Roma, los mismos dias que Doña Isabel paría a Felipe IIº, el primogénito del Emperador. Otros dirán que la trompeta del barroco se toca en la Sixtina, con el Michelángelo pintando Il Giudizio tremendo bajo la admirable bóveda del Génesis. Dos obras tan dispares del mismo autor, tan lejanas, como si una época hubiera en verdad pasado dejando otra, marcando al hombre en su alma y su arte.

El barroco en España, la España del Siglo de Oro con todo su tropel de glorias y vanaglorias, empieza en Granada, cuando Francisco de Borja pronuncia - protagonista de su drama - su frase de telón.

Y Francisco, jesuíta, humilde y asceta, segundo sucesor de Ignacio de Loyola - que lo caló tan bien y tambien se sirvió del ex-grande de España - murió despues de probada y virtuosa vida de converso, con fama de santidad, en la misma Roma que repudió a su Pontífice bisabuelo, para asombro y lección de la misma Roma.

Sus restos son historia activa de España, reliquias profanadas y dispersas cada vez que España ha dejado de ser grande y se ha envilecido villana. Pero existen. Hoy estarán alumbradas con cera, en su urna de plata, pagada a regañadientes por los Grandes de España que le tienen por patrón y que cualquiera de ellos tenía en casa una sopera con más plata que la que gastaron para la urna de la Iglesia de Serrano.

Tan sordos, tan opacos, tan frívolamente ridículos, nunca se enteraron que Francisco Borja apostató de su grandeza para servir a un Señor que no admite grandes a su vera, sino pobres de espíritu y mansos y humildes de corazón.

+T.

miércoles, 1 de octubre de 2008

El Ángel del Reino

Entre San Miguel y los Ss. Arcángeles Gabriel y Rafael que se quedaron sin fiesta propia porque metieron juntos a los tres, y los Custodios que se celebran mañana, he querido hacer memoria de otro olvidado del todo, porque ni se celebra ya, y son pocos los que lo saben.

El 1 de Octubre es/era la fiesta del Santo Ángel del Reino de España, una fiesta instituida expresamente para España por el Papa León XII a petición de Don Fernando VII, en plena Europa de la Restauración, con la Santa Alianza pretendiendo reconstruir el mapa de las monarquías después de la debacle de la Revolución y Napoleón.

No era una novedad, sino que la devoción proviene de finales del período veterotestamentario, con toda su rica explayación de la angelología. En los cap. X, XI y XII del Libro del Profeta Daniel, aparecen Ángeles protectores o tutores de las naciones; particularmente Dn 12,1 cita a "Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo...", que será el fundamento para el patronazgo que se le reconoce respecto a la Iglesia. De esos textos y otros procedentes de los apócrifos del Antiguo Testamento, los SS.Padres sacaron parte de la doctrina que luego enseñaron, entre otros particulares el de los Ángeles Custodios de las naciones.

En España existía desde antiguo la devoción al patronazgo angélico en algunas partes, especialmente en Córdoba y Valencia. En Córdoba surge la devoción al Arcángel San Rafael al poco de la Reconquista, con ocasión de una mortífera epidemia en la que la ciudad se encomendó a la protección del Santo Arcángel. Siglos más tarde, en 1578, durante otra peligrosa epidemia, es cuando suceden las apariciones al padre Roelas; en la 5ª aparición, el Arcángel se reveló con estas palabras: “Yo te juro, por Jesucristo Crucificado, que soy Rafael, Ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”.


Desde el XVII sucede en Córdoba una eclosión devocional e iconográfica, con el Ángel Rafael como protagonista, tan característicamente presente en los triunfos, iglesias, conventos y retablos callejeros de la capital. El tipo iconográfico rafaelino es el del ángel mancebo alado, estante o caminante, con el pez de Tobías en la mano izquierda y el báculo de peregrino en la diestra, con sandalias o borceguíes de medias calzas vueltas, túnica ceñida, a veces con faldellín; otras lleva zurrón u otros detalles del atuendo de los peregrinos. Más propiamente en relación con el patronazgo cordobense, se le representa con el escudo de armas de la ciudad en un escudete o rodela militar que lleva al brazo o en la diestra, con la cabeza tocada con corona-casco o diadema, o también descubierto, con melena.

En Valencia, la devoción al Santo Ángel del Reino es también medieval, con una rica y preciosa representación iconográfica. Se le imagina en figura de mancebo alado, con atuendo de túnica ceñida y sobreveste, a veces con banda roja terciada sobre el pecho o especie de estola cruzada al modo presbiteral, y más raramente con armadura-coraza-escudo, descalzo o con borceguíes, la cabeza descubierta, con melena ondeante, y con sus dos característicos atributos. La espada en la mano diestra y una corona en la izquierda.


Desgraciadamente, la representación del Ángel de España es pobre y de mala calidad. El único Altar que tiene dedicado - que yo conozca - está en la céntrica parroquia madrileña de San José, en la calle de Alcalá. Se bendijo en 1920, con asistencia de SS. Majestades los Reyes Don Alfonso y Dª Victoria-Eugenia y la Familia Real (la Infanta Dª Isabel -la Chata- era presidenta de la Pia Unión de Oraciones al Stº Ángel de España) . En el altar (de estilo historicista, entre neo renacimiento-neobarroco) aparece la imagen del Ángel en figura caballeresca, estante, con armadura y capa roja, testa descubierta vuelta al cielo, espada en la diestra y escudo con las armas de España en la siniestra. En el antipendio y los costados de la mesa de altar, representaciones con la heráldica de las provincias del Reino.
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La Misa del 1 de Octubre aparecía en el Misal entre las del Proprium Sanctorum para España, con el título de Angeli Regni Custodi, duplex IIª clase con octava. Tenía colecta, secreta y postcomunión propias; lo demás de la Misa se tomaba de la de los Ángeles Custodios (2 de Octubre).

Colecta:
' Omnípotens sempitérne Deus, que ineffábili providéntia unicuíque regno singulárem Ángelum ad custódiam deputásti; concéde, quaesúmus, ut Ángeli regni nostri Custódis précibus et patrocíniis ab omnibus semper eruamur adversis. Per Dnum .... Amén.

Por cierto que hace poco comentaba que no sé si sería casualidad o intención deliberada que coincidieran la fiesta del Caudillo con la del Ángel de España. Pero desde el '39 (me parece) y hasta el '75 (lo mismo), el dia de Franco se celebró el 1 de Octubre. No tengo datos sobre este anecdótico particular.

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