jueves, 15 de febrero de 2007

Obstetrices

Obstetrix es una de esas palabras latinas que no tienen masculino equivalente porque designan algo genuinamente femenino. Obstetrices eran las parteras . Un "Vademecum de obstetricia" fué una de mis lecturas más secretas cuando tenía trece o catorce adolescentes años. Era una especie de tratado escolar de medicina de uno de mis abuelos, reputado obstetra que hasta se atrevía - con éxito - a practicar cesáreas de urgencia a domicilio.
Por el abuelo Augusto, se recordaban en casa a algunas de las matronas que le ayudaban en casos de necesidad, cuando ellas no se bastaban y había que recurrir al médico. No se me olvida una legendaria Doña Magdalena, que debió ser formidable donna. En los años de la república, antes del 36, las manifestaciones de los comunistas/anarquistas terminaban delante de la casa de Doña Magdalena, pidiendo a gritos "...la cabeza de la matrona, la cabeza de la matrona...", porque Doña Magdalena era de derechas, muy de derechas. Ella, la matrona a la que querían descabezar, se plantaba en el umbral, de pié, con un sable de su difunto padre, que era militar, desafiando descarada al rojerío, hasta que la turba se aburría y se iban. Tremenda y formidable Doña Magdalena; sobrevivió a la República y a la Guerra; yo no la conocí en persona: Que en paz descanse!
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Otra matrona fué uno de los cocos de mi más tierna infancia. Doña Leocadia, era la enfermera de casa, por así decirlo. Venía y nos ponía las inyecciones y las vacunas y esas perrerías que los niños no entendemos; para completar su terrorífico perfil, Doña Leocadia tenía una cicatriz de una quemadura que le descomponía la mejilla derecha como al Fantasma de la Ópera. El colmo de su tremebunda estampa era la voz: Como era de Zamora, hablaba con unas essssessss tan bien dichasssss y recalcadasssss que te silbaban los oídos. No la podía sufrir. Aparecía en el zaguán, y ya estaba yo debajo de la cama, o dentro de la alacena del comedor; hasta en la canasta de la ropa de plancha me metí un día para no verla/para que no me viera. En casa la tenían en mucha consideración, mi madre y mis tías; pero a mí me horripilaba verla, con su traje de chaqueta de mezclilla, y su bolsito (horreur!) de cuero marrón. Todavía no he superado, no sé por qué, mi tráuma Doña Leocadia.
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Cuento todo esto porque esta tarde mi hermana me ha avisado que su suegra está agonizando. La suegra de mi hermana es Doña Pepa; Doña Pepa es - ha sido - la matrona de nuestro pueblo hasta que se jubiló. Con noventa y tantos años y un alzheimer desde hace diez o doce, ya no se levanta de la cama, ni come, y se le cuentan las horas.

Doña Pepa llegó a nuestro pueblo a fines de los cincuenta, cuando ni mis hermanos ni yo habíamos nacido. Se casó con el padre de mi cuñado, viudo y con su hijo de pocos años. Doña Pepa la matrona, la que tanto éntendía de partos, nunca parió. Mi cuñado y su padre, su marido, le tienen veneración, como todo el pueblo. Cuando las mujeres no daban a luz en las clínicas ni funcionaban los hospitales maternales, las matronas como Doña Pepa eran el recurso común de las parturientas; a veces, ni eso. A la mismísima Doña Pepa le he oído contar anécdotas de partos en los que el niño había nacido cuando llegaba ella, que se limitaba a cortar el cordón umbilical y demás operaciones post-partum.

A pesar de sus muchos años de dedicación y profesionalidad, Doña Pepa conservó siempre una pudorosa inocencia para tantas cosas que, se suponía, le debían de resultar "familiares". Intervenía, ya muy mayor, en las charlas de formación pre-matrimonial que se daban en nuestra Parroquia, y las parejitas de novios se lo pasaban bomba contando luego los "discretos consejos" de Doña Pepa para la noche de bodas.

Cuando mi hermana me ha dicho que se está muriendo, me ha dado pena del mundo que se lleva; un mundo al que ayudó a nacer, pero que deja marcado por leyes y nuevas costumbres que repugan a una mujer como ella, dedicada de por vida al misterio de la vida de la que hoy se reniega porque no se entiende como misterio.

Doña Pepa irá la Cielo, ¿quién lo duda?. En el Cielo, las Santas Obstetrices están presididas por aquellas dos valientes Séfora y Fuá (Ex 1,15) que disimulaban los nacimientos para que el Faraón no ahogara a los niños hebreos en el Nilo. Serán las que presenten a Doña Pepa a la Vírgen, que también fué partera cuando su prima Isabel parió al Bautista; y Ella le mostrará al Fruto Bendito de su Vientre, el Señor de la Vida al que Doña Pepa ha servido tanto.


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Tocando fondo

Benedicto XVI, en un congreso que se celebra en la Pontificia Universidad Laterana de Roma, habla sobre Ley Natural; escribo el concepto en mayúsculas porque lo que expresa es de mayúscula importancia; también por la necesidad de subrayar su valor, aunque sólo sea para que yo lo vea escrito en este blog-desahogadero de auto-artículos.

Un Papa hablando sobre cuestiones de Lex Naturalis-Ius Naturae, puede decir tanto y tan profundo; si el Pontífice es el que antes de acceder a la Sede Petrina se significó como una de las más relevantes personalidades de la teología del XX, su discurso iusnaturalista debe ser de una extraordinaria profundidad.
Pero el Papa Benedetto ha dicho en esta ocasión poco...pero claro:

- Ha recordado ese principio básico, primero, fundante del acto moral: "Bonum faciendum, malum vitandum" ; hay que hacer el bien y evitar el mal. De él, recuerda, derivan tres principios también fundamentales:

1.- El respeto por la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso
natural.
2.- El deber de buscar la verdad, presupuesto necesario de toda madurez
auténtica de la persona
3.- La libertad humana.

Si estos principios/derechos no se respetan,
“la legislación se transforma sólo en un compromiso entre intereses diversos: se intenta transformar en derechos intereses privados o deseos que contrastan con los deberes que se derivan de la responsabilidad social”
Avisa del peligro de que los nuevos descubrimientos científico-tecnológicos puedan lesionar o actuar contra estos principios morales y que

"es urgente reflexionar sobre el tema de la ley natural y encontrar su verdad común a todos los seres humanos. (...) Esta ley tiene como principio primero y general el de "hacer el bien y evitar el mal". De esa verdad, "se derivan los otros principios más particulares, que regulan el juicio ético sobre los derechos y los deberes de cada uno".

Y sigue:

"La Ley Natural es el manantial del que brotan, junto a los derechos fundamentales, los imperativos éticos que se deben cumplir. En la actual ética y filosofía del Derecho están ampliamente difundidos los postulados del positivismo jurídico. La consecuencia es que la legislación se transforma a menudo sólo en un compromiso entre intereses diversos: se intenta transformar en derechos intereses privados o deseos que contrastan con los deberes que se derivan de la responsabilidad social".


Una lección básica de moral fundamental. Necesaria en esa elementalidad de su enunciado porque nuestro mundo ha perdido esas bases, no toca ese fondo, no se cimenta en esos principios.

Nunca se ha hablado tanto de la "naturaleza", "defensa de la naturaleza", "vida natural", "productos naturales", "hábitos naturales"...y toda la gama de conceptos en los que se mezclan y confunden estructuras consumistas y cultura "postmoderna" con ese vago "ecologismo ambiental", ampliamente postulado por los programas de la nueva izquierda ideológica: Nunca.

Paradojicamente, a esa naturaleza de programa y consumo, se le priva de su "Derecho" (con mayúscula); no se reconoce el Ius primario de su propia entidad en cuanto realidad portadora, generadora y fuente de derechos primeros y fundantes.

Por eso el Papa vuelve a la lección primera, de principio y de principios; con la solidez de la roca-piedra de aquel Pedro al que sucede y sobre el que se edifica la Iglesia.

Edificando, cimentando, tocando fondo, volviendo a los principios y enseñando Derecho Natural, Benedicto XVI en el Laterano, a la vera de donde tiene su Cátedra Romana.


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sábado, 10 de febrero de 2007

Pax super Ierusalem


Estoy convencido de que uno de los más graves errores de nuestra historia contemporánea, ha sido la creación del Estado de Israel; por lo menos en las circustancias en que se ha visto hecha realidad esa discutible pretensión del sionismo, circustancias que hoy afectan peligrosamente a todo el mundo.

La historia no es reversible, ni puede rehacerse; también es un error ir contra la historia, aunque, al fin, se esté también haciendo historia.

Para un cristiano, Israel es "la historia", en cuanto que la Salvación se revela, se explicita, en la Historia de Israel hasta la aparición de Cristo. Con Él, la historia pasa a ser protagonizada por la Iglesia, quedando el viejo Israel relegado al Antiguo Testamento. Sin embargo, la parte de Israel que no creyó en Jesucristo continúa siendo, como recuerda San Pablo, depositaria de las promesas, y sigue convocado a la plenitud de Gracia; es decir, que en la historia de la Salvación que ahora gesta la Iglesia, algo le cabe todavía a Israel, y afecta al Mundo.

Cuando el Estado de Israel consiente excavaciones debajo de la Explanada de la Mezquitas, está trepanando el corazón del Islam...y lo sabe. Querrá encontrar y estudiar el Templo de Herodes y el de Salomón, pero la historia pesa con la contundencia del Domo de la Roca y sus Mezquitas, que son tanta parte de la historia de Jerusalén como el destruído y desaparecido Templo.

Da vértigo meditar en todo esto desde la fe en la Providencia que rige y ordena la Historia, y entender, incluso, la "providencial" aparición/irrupción del Islam en la Ciudad Santa de Jerusalén.

Un estado de Israel "históricamente responsable", no obviaría el acontecimiento islámico con ese desprecio constante al "hecho religioso" del Islam también en "su" Ciudad Santa de Jerusalén-Al-Qadús.

Si, además, se tiene en cuenta la ominosa opresión del Pueblo Palestino; la ilegítima y contra todo derecho ocupación-apropiación violenta por parte del Estado de Israel de los territorios y fronteras Palestinas en la misma Jerusalén y el resto del país; la guerra contínua y el terrorismo de estado con la incesante sangría a costa de los más débiles; la desestabilización del vecino Líbano dos veces arrasado y represaliado por el Estado de Israel en los últimos veinte años; la amenaza explícita de la guerra en ese neurálgico centro geográfico-cultural del Medio Oriente; todo eso define el vergonzoso e injustificable "papel" del Estado de Israel en la reciente historia, y le marca como uno de los más peligrosos y perversos regímenes de nuestra inestable y azarosa actualidad.

La amenaza del terrorismo fundamentalista islámico y sus irracionales pretensiones, se nutre con tantos motivos que tienen su origen en el insostenible Estado de Israel.Cuando el Viernes vi las imágenes de los nuevos enfrentamientos en la calles de la Ciudad Santa, lamenté otra vez la existencia de ese Estado.

El Occidente culpable de la violencia histórica sufrida por el Pueblo Judío no puede ser ahora el cómplice de la violencia sistemática/estratégicamente provocada por ese Estado de Israel; violencia que tiene como víctima al Pueblo Palestino y que truena con terrible eco en el Islam más profundo y atávicamente agresivo contra un Occidente que no comprende, y nunca terminará de entender, con ese Estado de Israel como premisa traumatizante de una, cada vez más, necesaria concordia.

Jerusalén es una de las claves; quizá la primera. Cada vez que se derrama sangre en Jerusalén - la "Ciudad de la Paz"- se afecta profunda y peligrosamente la paz del Mundo.
¡Pax super Ierusalem!


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miércoles, 7 de febrero de 2007

Tienen sentido




En Mantua, en unas prospecciones arqueológicas, han hallado dos esqueletos de hace unos 4000 ó 5000 años, y que son noticia que trasciende la arquelogía.

Me gusta cuando una noticia de la prensa más corriente se impone con irrefutable valor sobre la efímera vulgaridad del momento.

Dos esqueletos abrazados, en un perfil de rostros encontrados, casi un beso fosilizado.

Desde que leí la noticia, me emocionó el caso y me acordé del verso:


Cerrar podrá mis ojos la postrera/
sombra que me llevare el blanco día,/
y podrá desatar esta alma mía/
hora, a su afán ansioso lisonjera;
más no desotra parte en la rivera,/
dejará la memoria en donde ardía;/
nadar sabe mi llama la agua fría,/
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un dios prisión ha sido,/
venas, que humor a tanto fuego han dado,/
medulas que han gloriosamente ardido:/

su cuerpo dejará, no su cuidado;/
serán cenizas, mas tendrán sentido;/
polvo serán, mas polvo enamorado.

Los esqueletos mantovanos - Mantua tan cerca de Verona - son un jerogífico del amor más descarnado, una huella de lo humano más contingente perdurando en tiempo y apareciendo cuando la historia es testigo de los sucedáneos del amor.

El soneto de nuestro Quevedo parece una glosa, o una profecía, o un aria cantábile para el eco del amor más humano perviviendose con sentido más allá de la muerte.

Mi paisano Valdés Leal pintaba jeroglíficos de postrimerías y muertes rozando la gloria, tan cercana. Si hubiera conocido el caso de los esqueletos amantes de Mantua, ¿qué habría pintado? Porque - avant la lettre - Quevedo les ha dado verso, palabra.
No sé si nuestra gente, nuestro mundo, cuando vea entenderá, también, que tienen alma (los esqueletos, su beso y el soneto).
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jueves, 1 de febrero de 2007

Apaguemos?! el 1 FEB




Ayer noche, un amiguete me mandó uno de esos mails encíclicos/circulares, de esos que te los mandan a tí y a una tribu más o menos desconocida.

Decía el mail que nos uniéramos todos los sensibilizados por el problema energético y el desgaste medio-ambiental del Planeta por el sobreconsumo de energía, y que, en señal de protesta-atención, apagásemos la luz cinco minutos hoy, el 1 de Febrero.

Yo le contesté que, en vez de esa ocurrencia amariconada, dejara de enviar mails, que consumen más; que apagara el ordenador y que fuera ahorrando € para meter en el sobre de la Colecta de Manos Unidas contra el hambre, que es el dia 11; que juntar dinero para los pobres que no consumen, es lo más práctico y mejor que podemos hacer los que consumimos demasiado y derrochamos energía.
Me molestó, además, que los hiper-sensibilizados y super-hipócritas "ecologistas" (ja!) de la campaña hubieran escogido para fecha del apagón comunitario el 1 de Febrero, precisamente.

El 1 de Febrero es la Víspera de la Candelaria, la Fiesta de la Luz. Hypapanté, se le llama en griego a la conmemoración cristiana de la entrada y presentación de Cristo en el Templo, cuando fué ofrecido como Primogénito y su Madre, la Vírgen, acudió al rito de la Purificación, y el anciano Simeón, sacerdote y profeta, le reconoció y proclamó Luz de las naciones y Gloria de su pueblo Israel, y profetizó sobre Él y su Madre (la espada para la Madre).

"Lumen ad revelationem gentium..." En mi pueblo, la víspera de la Candelaria es fiesta antigua, muy antigua, y popularísima. Los niños, hoy, salen a la calle con tizas y pintan rayas blancas en las espaldas de todo al que pillan desprevenido; se pintan de tiza los zócalos, las puertas, los cristales. Nunca supe por qué, solo que "¡ Hoy es día de pintar!", que es la cantinela que cantan los chiquillos cuando pintan con sus tizas, como un exorcismo contra el malhumor de los pintados.

Por la tarde, cuando anochece, se encienden las candelas. En cada calle, los vecinos arriman leña que cubren con ramón de olivo, y hacen un muñeco de trapo relleno de paja que se llama "júa" y que se planta en lo más alto de la pira. Se enciende el candelorio desde abajo; el ramón de olivo prende pronto y chisporrotea y cruje lanzando chorros de chispas al cielo; cuando el júa arde y se deshace, la paja del relleno se derrama ardiendo, y los chiquillos gritan y tocan palmas, excitados y facinados por el espectáculo del fuego.

Luego se está toda noche alrededor de la candela, y se invita a la gente que pasa a comer y beber lo que se ha preparado para la fiesta. Ya de madrugada, se sacan pestiños y tortas de manteca y aguardiente, y se cantan coplas y se bailan sevillanas y se hace la rueda en torno a la candela. Así hasta las tres o las cuatro de la mañana, cuando la candela ya es sólo rescoldos.

Al día siguiente, el 2 de Febrero, mi madre y mi padre iban a la Misa de la Candelaria, y volvían a casa con la vela bendita, para encenderla cuando había tormenta. Nos explicaba mi madre que era el día de la Vírgen, cuando entró con el Niño en el Templo.

En mi casa, la del pueblo, no se consumía tanta luz como ahora. Todavía recuerdo el brasero de cisco y carbón, oliendo a alhucema; y el viejo fogón de la cocina; y las lámparas doradas del salón, con cables trenzados de cordón; y la lámpara con faldilla del comedor; y las dormilonas de los cuartos, con sus tulipas de cristal rizado; y las bombillas peladas del lavadero y las cuadras. Todo encendido, gastaba menos que diez minutos de consumo eléctrico actual.


Y todo daba más luz; había más luz, y era mejor aquella luz.


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martes, 30 de enero de 2007

Adivinanza




Pregunta:

- ¿Qué hay que ser para ser malucha actriz aquí y optar a un idolillo allí?

Respuesta:

- Una gran P.

P.s. Matizo: Una grandísima P.
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lunes, 29 de enero de 2007

In Tintoretto




La exposición de Tintoretto en el Prado va ser uno de los acontecimientos artísticos-culturales del año; conjugar Prado y Tintoretto es elevar el acontecimiento a un plano de máxima notoriedad, dificilmente igualable y probablemente insuperable.Por eso la temporada se enriquecerá con artículos sobre el Maestro Iacopo Robusti, uno de los grandes venecianos del Arte.

Venezia despunta pronto con sus anónimos bizantinistas y abre escuela propia con sus primitivos, tan próximos y tan distintos al Trecento de Firenze o Siena; en el Quattrocento, deslumbra con sus Bellini (Jacopo y sus hijos Gentile y Giovanni) y Carpaccio, para entrar en el Cinquecento glorioso del Giorgione y el Tiziano, y cerrar el siglo con Veronese y Tintoretto. Con la suma de los otros maestros "menores" (¿es "menor" Lotto, o Palma sr, o Bastiano del Piombo, los Bassano, Palma jr...?), la Escuela Veneziana entra en esa lenta y dulce decadencia de la República del Adriático, de emporio de mercaderes, señorías y Dogos esposos de mar y de orientes. Rara vez un arte ha acompañado tanto a un mundo en su cenit y su crepúsculo.

Tintoretto es a la decadencia de Venezia lo que el último Michelángelo al Renacimiento Romano (y antes al Florentino). En la gama de azules y grises, escarlatas y dorados del Maestro Robusti, en sus escorzos dramáticos y sus transparencias movidas, se está empezando a enfermar la Venezia que todavía languidece y perdura como una inmerecida gracia concedida por la Providencia ("Serenísima" y magnánima, como la regia República Véneta) a nuestro tiempo.

En el ABC de hoy, el "recuadrista" Prada escribe de Tintoretto...y no sabe. Lo intenta, hasta dice no sé qué de un "despertar los cementerios de mi fe dormida" a costa de Tintoretto...y no resulta creíble. Está jugando al Chautebriand de Le Génie du Chistianisme...y no le sale; incluso teoriza a costa de una cita de un crítico sobre "entender" versus "comprender" una obra de arte...y tampoco.

Me chirría que uno que va de inteligente-creyente confunda sentimiento-estética-emoción con fe, cuánto más si se trata de Cristianismo y Catolicismo; no me extraña, pero me desencaja.

La yema del artículo, Tintoretto, se resuelve con una sarta de generalidades, incluso tópicos, sobre el maestro veneziano.

Si alguno de los pocos que me leen ha visto en el Prado el inmenso Lavatorio; si alguien ha disfrutado la gracia de contemplar la obra del maestro en San Rocco o en el Palazzo, entenderá que casi nada se puede decir en un articulín de recuadro contratado sobre pinturas así de pintores como este.
El arte de la paleta no se concibió para ser literaturizado/articulizado, (ni el color ni las formas se perciben con letras cuando se idean no para la lectura, sino para la vista); esta discreta entrada tampoco es más que una ligera efusión al paso de Tintoretto por el Prado.


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