viernes, 22 de diciembre de 2006
El Infante.
miércoles, 20 de diciembre de 2006
El alma encerebrada

Soy, desde hace años, un regular seguidor del programa "Redes", de Eduardo Punset. Entre otras cosas, porque es de lo poco interesante, digno y culto que se puede ver en TV.
Me pregunto qué interés anima al ex-ministro para convertirse en divulgador televisivo de la vanguardia científica en un medio tan degradado como la televisión. Le admiro, en este sentido, su tesón y dedicación para mantener, con un nivel de calidad poco corriente, un programa así en una televisión así.
Me he preguntado muchas veces a qué logia pertenecería el singular Punset; pero tantas otras me he respondido que sería ridículo que anduviera jugando a los mandiles un hombre con la seriedad y rectitud de criterio que le reconozco a Don Eduard.
Como todo agnóstico que se precie, no pregona su agnosticismo; pero, claro está, la inquieta cuestión/duda aflora de vez en cuando, más o menos sutil, en los interesantes coloquios y entrevistas de "Redes". La galería de científicos que nos presenta desde la pantalla el inquisitivo y muy inteligente ex-ministro, es una selecta lista de las mentes más lúcidas y creativas del mundo científico contemporáneo. Tiene la sabia delicadeza de alternar profesores, científicos, investigadores españoles con los otros del extranjero (ingleses y americanos en notable proporción). Nunca me defráuda su programa; siempre me deja inteligentemente inquieto, con mil cuestiones anotadas, y con ganas de más.
Más de una vez ha salido el tema de la percepción, la inteligencia, la articulación de mundo exterior-sentidos-pensamiento etc. Punset y sus invitados se revelan como los herederos al día del viejo empirismo racionalista inglés, tan equilibrado, ponderado, bien supuesto y argumentado. Y eso es una tranquilidad: Reconocer la continuidad del pensamiento y su discurso racional, rastreando en la ciencia del siglo XXI la huella de los Eleáticos, la sabiduría de Arístóteles o el sabor todavía fresco de Bacon, Newton o Hume, reconforta. (Esa, entre otras, es una asignatura muy dificil que tiene por encajar la ilusa "alianza de civilizaciones", que obvia la distancia real entre una sura y un teorema).
Ahora, también en televisión, anuncian un libro de Punset: "El alma está en el cerebro", se titula. Confieso cierta decepción por el libro, el título y el anuncio. Comprendo que hay que comer, y que el sueldo de un ex-ministro necesitará sus complementos, y que don Eduard pagará con el libro sus pequeños vicios o los regalos de Pascuas para su parentela. Comprendo...pero desencantado.
Por lo demás, el tema es de lo más clásico e ilustrado con los más altos argumentos de autoridades precedentes. Si Monsieur René Descartes hipo-teorizaba en el Grand Siécle que la conexión entre cuerpo y alma residía en la minúscula y escondidísima glándula pineal, que Don Eduardo meta el alma en el cerebro, es comprensible y hasta muy tradicional y no descabellada hipótesis.
Además, muy sutilmente acude en su auxilio la versatilidad de nuestra lengua, y titula "está" y no dice "es". Porque hay una diferencia entre decir - si lo dijera - que "el alma es el cerebro" a titular - que es lo que anuncian - que "el alma está en el cerebro".
A mí, si me salva la entidad espiritual no material ni corporal/orgánica del alma, me parece muy bien que la meta en mi calavera y dentro de mi esponjoso, delicado y complicado cerebro. No problem. Pero me temo algo más (?), alguna intención (?) que pase de querer divulgar la vanguardia de la ciencia, a querer instruir sobre cosas que le exceden. Me inquieta suponer que suponga Don Eduard que, a estas alturas, la "ciencia" pueda dilucidar temas del espíritu...y sentar cátedra sobre eso.
El siglo XXI no es el XVII de Descartes o el XVIII de Hume; por supuesto que tampoco se recordará como el siglo de Punset. Sin embargo sí que puede ser el siglo en el que se pierda tanta alma de tantas almas. Me choca que el peri-filósofo-científico Punset colabore con la pérdida...si esto fuera una "colaboración".
El libro, claro, ni lo compraré, ni lo regalaré por Reyes, ni lo leeré. (Nadie se atreverá a regalármelo por temor a sufrir un escape de alma por brecha o contusión craneal, que es un accidente previsible, dado el caso).
Si alguien me lee y lo lee, podríamos discutir. Yo, con los capítulos de "Redes" que llevo vistos, hasta me atrevería a aventurar una sinopsis del libro sin leerlo; y atinaría bastante. Pero no quiero ser eco, faltaría más, de Punset y sus divulgaciones.
.
lunes, 18 de diciembre de 2006
Hannuká
Se rememora y celebra un milagro ocurrido cuando la purificación del Templo y la restauración del culto en tiempo de los Macabeos. Faltaba aceite para encender las siete lámparas de la Menorá, y apenas se encontró aceite válido en una pequeña ánfora, que duró nueve días, los necesarios para traer desde Galilea el aceite cúltico. Por eso las nueve luces de la hannuká, que se encienden una a una durante los días que dura esta fiesta anual.
La Hannuká ha derivado actualmente en una especie de sucedáneo hebreo de las fiestas navideñas. Su proximidad en el calendario y el ambiente familiar e infantil de la celebración, han facilitado cierta asimilación de ambas festividades. Un dato, por lo demás, que confirma la real y evidente aproximación socio-cultural del Occidente Cristiano al Judaísmo, y viceversa.
Sin embargo, me estremece constatar que esa aproximación ha supuesto también la adopción por parte de Israel de algunas de las señas de identidad más indeseables del Occidente del XX-XXI y su "posmodernidad". Y no me refiero sólo a esa patente desacralización del estado de Israel que consiente (y promueve?) carnavaladas profanas como una manifestación de grupúsculos provocadores de gays y lesbianas por medio de la Ciudad Santa, dando con fantochadas asquerosas como esas un motivo más para radicalizar a los fanáticos del Islam, que, en este caso, se escandalizan con todo motivo. Me refiero a la letal y canallesca "política" de defensa con la que el todavía mal asentado y apenas nacido estado de Israel pretende asegurarse en un Oriente Medio histórica, cultural y geográficamente musulmán.
Los símbolos religiosos del judaísmo son "exportados" por Israel como símbolos de paz no se corresponden con los hechos del moderno estado de Israel. No se han buscado, o no se han querido, o no se han logrado apenas vias de comunión, pero se ha insistido y se insiste obcecadamente en el recurso a la violencia.
Así no vendrá la paz sobre la Ciudad de la Paz, a la que dudo que tantos que podrían quieran verla, de verdad, en paz.
En las platerías de la Vía del Portico de Ottavia, en pleno Barrio Judío de Roma, y en las tiendas de la Ben Yehúda st., en pleno centro de la moderna Jerusalén, los escaparates están llenos de candelabros de la hannuká. Así como la Menorá de siete brazos es más un símbolo y un elemento reservado apara el culto del desaparecido Templo, el candelabro de las nueve lámparas no falta en ninguna casa judía. En estos días, todos los hogares hebreos de todo el mundo encienden sus luces rememorando aquel milagro del aceite. No sé si en la casa del Patriarca José su esposa laVírgen, o incluso a Jesús el Señor, encenderían también las luces de la hannuká. Si lo hicieron, luces como aquellas nunca se encendieron jamás como entonces, mientras existió aquella Familia en la Tierra.
El Papa Benedicto ha dicho hoy que
«El rico patrimonio de fe» de judíos y católicos permite a nuestras comunidades no sólo entablar el diálogo, sino también trabajar juntos por el bien de la familia humana. Nuestro mundo agitado necesita el testimonio de gente de buena voluntad, inspirada por la verdad, revelada en la primera página de las Escrituras, según la cual, todos los hombres y mujeres han sido creados a imagen de Dios, y por este motivo poseen una dignidad y un valor inalienable».
«Judíos y cristianos están llamados a trabajar juntos para curar las heridas del mundo promoviendo los valores espirituales y morales fundados en nuestras convicciones de fe».
«Si damos un claro ejemplo de cooperación fecunda, nuestra respuesta a las necesidades de la familia humana será más convincente»
Yo rezo cada día para que la paz venga sobre Jerusalén y el Israel de Dios, y el Pueblo del Viejo Testamento alcance la bienaventuranza del Nuevo, y no se empeñe en ser el mascarón del militarismo más perverso del Occidente en el corazón del Oriente más Santo.
A mí me gusta encender velas y lamparitas. A lo mejor me compro una hannuká, y encenderé cada día de la fiesta una lámpara por la paz. Y al prender la llama, rezaré a la Virgen Nazarena un Ave por cada lamparita: Nueve Avemarías para que venga la paz con la luz.
Sí: Algún día me compraré y encenderé una hannuká "more catolico".
&.
domingo, 17 de diciembre de 2006
Otra de guerra.
