sábado, 18 de febrero de 2012
Cardenales (de novela, de película, de ayer y de hoy)
Hace no sé cuánto tiempo soy re-lector de El Cardenal (The Cardinal) del americano Henry Morton Robinson. Aunque confieso que primero me enganchó la peli y después busqué y disfruté la novela. El libro es un novelorio ejemplar, de mediano mérito literario, pero estupenda en su género: Ágil, con una narración fluída, atractiva exposición, personajes bien definidos, buenas caracterizaciones, una acción intensa, tramas paralelas, escenarios variados, con una exposición muy acertada de la actualidad (años 20-40) de la Iglesia en USA y Roma-Europa. El film de Otto Preminger tenía casi forzosamente que salir bien, con ese guión tan transportable al medio cinematográfico. Y aunque la peli es muy buena, una producción clásica del Hollywood más clásico, la novela de Morton Robinson me resulta mucho más atractiva, entre otras razones porque explaya al personaje en su entorno, el muy americano Rev. Stephen Fermoyle. (Aquí pueden leer la novela (menos el prólogo, que no sale, y que sí está en este otro enlace)).
Para el catolicismo tradicional The Cardinal de O. Preminger tiene un valor añadido: Presenta admirablemente, incluso con algunos planos detallados, las celebraciones litúrgicas que la reforma post-conciliar destruyó, con la misma reverente solemnidad que hoy atesoran los grupos católicos fieles a la liturgia tradicional. Admiren estos detalles en esta secuencia con la ceremonia de ordenación sacerdotal, rodada en la iglesia de la abadía cisterciense de Casamari:
Ordenación Sacerdotal
(youtube no permite inserción directa del video) Paradójicamente, esas imágenes, las mismas, sólo pueden verse ahora en las ordenaciones de la FSSPX y los otros institutos tradicionales.
Para la película de Preminger, colaboró como asesor/consultor (supongo que para detalles de ceremonia, ambientación litúrgico-espiritual, etc.) un entonces desconocido sacerdote alemán llamado Joseph Ratzinger.
Pero, no obstante mi confesado gusto por la novela y la peli, juzgo también que son incorrectas, una muy mala influencia, que debería prohibírsele a cualquier joven con una vocación en ciernes, porque el libro y el filme deforman la realidad del ministerio sacerdotal, según la trama argumental del protagonista, el ficticio Rev. Stephen Fermoyle.
En cierto sentido, la novela de Morton Robinson y la película de Otto Preminger describirían un perfil sacerdotal de corte americanista, correspondiente a aquella poco recordada heterodoxia, el americanismo, condenada por León XIII en su carta Testem Benevolentiae. Una desviación poco recordada pero nunca extirpada, y tan activa hoy como entonces.
La vida de un sacerdote, de un cura diocesano, no es un currículum como el que cuenta la novela y enseña la peli. La vida de un cura, a lo sumo, se parece a los primeros capítulos de la novela, la primera parte, la que cuenta el ministerio del joven sacerdote Stephen Fermoyle como coadjutor en la parroquia del padre Monagham (alias Dolar Bill), y luego su ministerio junto al derrotado y venerable Ned Halley, una figura sacerdotal más realista, más ajustada a la verdad. Toda la amena trama posterior es novela, novela en torno a un currículum estelar, brillante, heróico por momentos, pero falso. Y muy nocivo si se trata de despertar expectativas y/o ambiciones eclesiásticas, por entusiastas que puedan ser.
Pues puede ser que si se decía que Morton Robinson se inspiró, más o menos próximamente, en la biografía del entonces refulgente Cardenal Francis Spellman para componer su The Cardinal, ahora se esté reeditando el género y el personaje del novelorio con este otro rutilante Cardenal americano. Vean y saquen una impresión:
El Cardenal Dolan triunfa en el Vaticano
Inquietante. A mí me inquieta un prelado así de 'americano', tan flamantemente optimista, tal y como está la iglesia de los EEUU y como está la Iglesia en general, sujeta a coyunturas tan delicadas, tan complicadas, tan críticas. Dicen, sin embargo, que Dolan, a puerta cerrada, ha insuflado un chorro del más optimista american way of life a sus colegas purpurados, los viejos y los nuevos cardenales.
Insisto, me preocupa. No siendo en estampa ni el Cardenal Fermoyle de la peli, ni tampoco el Spellman que lo inspiró, con ese 'tipo' yanqui total, no me suscita sino incómodo desasosiego.
De la novela de Morton Robinson, uno de mis pasajes favoritos, es la escena en la que aparece el Cardenal Merry del Val (personaje real) alternando con el Cardenal Glennon (personaje ficticio), jugando con Stephen Fermoyl a tirarse naranjas citando alternativamente versos de las Églogas de Virgilio. Encantador. Cada vez que lo releo siento, nostálgico, que ya no haya cardenales como Merry del Val.
No se trata de una nostálgia estética, sino de una verdadero sentimiento propter Ecclesiae Romanae causam.
Y parece ser que serán prelados como Nolan los animadores (junto con Fisichella & cía) de la nuevangelización.
Oremus!
p.s. Un curioso youtube con The Cardinal 'comprimido' en 8 minutos:
+T.
Pues su Eminencia el Cardenal Dolan será chocantemere yanki, pero yo prefiero un Presidente de Conferencia Episcopal que sea capaz de enfrentarse al Gobierno de turno en cuestiones graves de moral (e incluso doblegarlo, al menos inicialmente), a otro que calle y consienta y transija y negocie y asienta en todo con el Gobierno y las instituciones políticas anti-católicas (¿a que no adivinan en quién estoy pensando?)
ResponderEliminarPEDRO HISPANO: Totalmente de acuerdo con ANDREW. Para cardenales preocupantes no hace falta ir a USA. Tenemos aquí unos cuantos cuya mediocridad es patente. Y como el mediocre mediocriza pues así estamos como estamos.
ResponderEliminarA mí no me gusta una estética tan "yankee", pero no creo que en el Cardenal Dolan haya nada de lo que condenaba León XIII en su "Testem benevolentiae". Precisamente, el Arzobispo de Nueva York tiene fama de ser fidelísimo en doctrina.
ResponderEliminarLa vulgarización de las formas es señal de la devaluación de los conceptos.
ResponderEliminarDe las fidelidades acérrimas, no sé qué decir, porque lo mismo decían (y todavía dicen) de Schönborn, y mira por dónde derivan el purpurado y su entorno.
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Un Arzobispo que ha liderado el enfrentamiento del catolicismo estadounidense contra el todopoderoso Obama por el asunto de las adopciones y los anticonceptivos, al menos ha demostrado que profesa la doctrina católica sobre la familia y la sexualidad.
ResponderEliminarAdversus Haereses dijo:
ResponderEliminar"La vulgarización de las formas es señal de la devaluación de los conceptos."
Comparto plenamente lo que dice, P. Tercio. No me cabe ninguna duda de que sea así...
Un saludo
Es Dolan, no Nolan
ResponderEliminar-
ResponderEliminarSí, gracias es verdad: Dolar
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IVAN: Muy acertado el comentario del blogger. Este buen señor es ante todo y sobre todo Obispo, ahora Cardenal, antes que americano o aficionado al béisbol. No tiene sentido que en una rueda de prensa se presente como si fuera a ver un partido de béisbol.
ResponderEliminarQue se haya plantado ante Obama en graves cuestiones morales? Es su obligación, no ha hecho nada del otro mundo.Que en Europa y en España otros no lo hacen? Cuántos buenos y silenciosos curas diocesanos tienen que sufrir incomprensiones por defender ciertas cosas!
En las últimas décadas la estética y las formas de los sacerdotes y religiosos deja bastante que desear. Es tristísimo pero es así.
ResponderEliminarNo es estética, es sentido de lo sacro. No comprenden que no son ellos, Fulano de Tal, los que importan, sino su cargo, y lo que representan, o deben representar. ¿Que el hábito no hace al monje? ¡Por supuesto que sí! Si se comprende con rectitud lo que quiere expresar el dicho.
ResponderEliminarExacto Josefina, y además del hábito los gestos, por eso se hace intolerable que un Papa bese el corán for example.
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