El Papa está de ejercicios espirituales; él y la Curia Romana. Siempre ha sido una constante reclamación para el Papa y la Curia Papal: Que se reformen, que se conviertan, quizá por aquella vieja sentencia de que "Ecclesia semper reformanda". Ya Juan Pablo II acostumbró a dar publicidad a estas jornadas de retiro y oración, y el Papa Benedicto pedía el otro día oraciones por él y los otros ejercitantes.
Este año dirige los ejercicios el Cardenal Giácomo Biffi, Arzobispo emérito de Bolonia. Entre los temas espirituales de las pláticas y meditaciones, el Cardenal Biffi ha sacado el del Anticristo, recordando unas clarividentes palabras del célebre filósofo-teólogo ruso Vladimir Sergey Soloviev, una de los autores más atractivos y profundos del pensamiento eslavo de su tiempo. En una obrita escrita poco antes de su temprana muerte, cuando todavía no había cumplido cincuenta años, Soloviev avisaba que el Anticristo tentaría de reducir al Cristianismo a una mera ideología, un programa, un estilo, una ética; con esto impediría la comunión, el encuentro personal de los hombres con Cristo Redentor y su Misterio.
Soloviev tuvo la aguda perspicacia de entender el peligro que la modernidad del siglo y el milenio, que el no llegó a estrenar, cerniría sobre el Cristianismo, sobre la Iglesia. Él, que fué un referente para sus contemporáneos de la intelectualidad rusa, se volvió un profeta sobre nuestros tiempos y los peligros para la Fe.
Si alguien lee esto que escribo, que lea también este artículo, excelente, sobre el teólogo ruso en la rev. HUMANITAS
En la nota del final, Biffi, el que predica al Papa y a la Curia sus ejercicios cuaresmales, describe así a Soloviev:
“Soloviev fue indudablemente un profeta y un maestro, pero un maestro, por decir así, sin actualidad. Y es éste, paradójicamente, el motivo de su grandeza y su preciosidad para nuestro tiempo. Apasionado defensor del hombre y alérgico a toda filantropía; apóstol infatigable de la paz y adversario del pacifismo; defensor de la unidad de los cristianos y crítico de todo irenismo; enamorado de la naturaleza y sumamente alejado de las actuales infatuaciones ecológicas; en una palabra, amigo de la verdad y enemigo de la ideología. Hoy tenemos una necesidad extrema precisamente de guías como él”
Los tiempos con sus peligros que Soloviev oteaba son los nuestros; las insidias del Anticristo y sus propuestas desintegradoras de la fe y de la comunión con el único y verdadero Cristo, están en el ambiente. Tan definidas, tan inquietantemente próximas a la parábola de Vladimir Sergey Soloviev.
+T.