Meter la pata hasta el corvejón es equivocarse con público de testigo y con crítica general-clamorosa; una especie de desarrollo del cuentecillo del rey desnudo (El traje nuevo del rey) pautado-in crescendo, y eso es lo que está pasando con el malhadado Fiducia súpplicans . El coro de los reclamantes, parlantes o tácitos, es de tal consideración, que los autores del impío neo-bendicional salen al quite echando capotazos para tapar la mala faena del siniestro (porque diestros en este ruedo, no hay).
La prensa común cuenta y dice lo que el común entiende, sin erudiciones. Y el común con su respectiva opinión (ya bien maleada por la propaganda aberrante de los grupos activistas de la cosa), se entera con bastante entendimiento del meollo de la cuestión, no obstante el disfraz que le ponen al monstruo.
Lo mejor sería que el papelorio de marras fuera al basurero de los malos papeles, y sus autores al idem respectivo. Si no, la cosa irá a peor, apestará más y evidenciará la degeneración que nos des-catoliza un día y otro y otro...quousque???
+T.
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