Aprendí que era el alma
de mi ser lo más hondo
espejo del Creador,
inmortal vida y centro
de celestial valor.
Hoy sé que atesora
también la sal y el tiempo,
lágrimas, gozos, vientos,
la lluvia, el color, un ciento
de cuentos y leyendas,
de amores y promesas,
mil olvidos, recuerdos,
desengaños y sueños,
los posos de mi alma,
pasión, sabor, dolor.
También creció la patria
profunda en el espíritu,
raíces, cimas, fondo,
senderos de la historia,
sangre, victoria, honor.
Y cuando digo ¡España!
con todo lo que amo,
es un eco de mi alma,
pulso que sube a Dios.
+T.