Celebrando el otro día la Misa de la fiesta de San Mateo, al rezar el prefacio (Misal Pablo VI, 2º prefacio de Apóstoles), asentía creyendo lo que rezaba, una proclamación de la fe católica apostólica y, a la vez, una alabanza a Cristo, a Dios que nos entregó ese misterio de salvación, del que participamos y en el que vivimos:
"...Porque has cimentado tu Iglesia sobre la roca de los Apóstoles, para que permanezca en el mundo como signo de santidad y señale a todos los hombres el camino que nos lleva hacia Ti..."
Después, meditando sobre lo celebrado y rezado, me preguntaba si la Iglesia, la actual, la post-conciliar, la que encabeza visiblemente PP Franciscus, podía considerarse consciente, sapiente y operante según ese misterio proclamado y rezado en el susodicho prefacio.
La nueva edición de Asís (y las anteriores) nos dice que no, que la Iglesia que va a Asís ha dejado de creer en su misterio, en su esencia, en su vocación. La Iglesia de Asís se siente cómoda siendo una inter pares.
Lo enfermizo, lo anómalo, lo desconcertante, es que los que se sientan como iguales a la Iglesia en la mesa de Asís son cismáticos, herejes cristianos, infieles anti-cristianos y paganos contra-cristianos, un muestrario, alardeaban, de 500 representaciones, de todo el mundo.
Tuve un amigo sacerdote que, algunas veces, me llamaba para pedirme que bendijera una imagen, o celebrara alguna Misa solemne, o predicara algún sermón. Daba la impresión de que él mismo no se tomaba en serio su potestad, su ministerio, la gracia de la que era administrador. Después de algunos años, dejó el ministerio. Sigo creyendo que su caso fue el de una vocación sincera mal formada, mal dirigida y mal vivida. Por eso sus vacilaciones. Por eso su incomodidad de sentirse sacerdote y actuar como tal.
La Iglesia que va a Asís parece sentirse incómoda consigo misma, duda de su carácter sobrenatural, se descoordina de su misión ultraterrena y se alía con instancias del mundo con la coartada-excusa de compartir una misma voluntad sobre la paz. Una paz que, como concepto, es imposible que sea coincidente esencialmente si se expresa según los respectivos credos de los asistentes a Asís. La paz de Cristo no es la paz de los judíos, ni la de los mahometanos, ni la de los budistas, ni la de los confucionistas, los jainistas o los bahai. No existe una paz común entre los hombres. La Iglesia se desidentifica si convoca una imposible oración global para una inexistente e inexistible paz universal.
Para un cristiano, para un católico, estremece ver el escenario de Asís mientras se arrincona el Evangelio porque se prefiere la convergencia vana de todos (que no son todos) en vez de la predicación de la conversión a Cristo y a su paz verdadera, que es don celestial y no pacto terrenal.
Rezamos sin creer el Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
...Si es que se reza.
+T.
Asís es otra pesadilla en una noche que parece interminable, y me da la impresión que tardaremos mucho en ver la luz.
ResponderEliminarGracias, Don Terzio, por escribir estos artículos clarividentes y que nos hacen tanto bien.
ResponderEliminarMe he puesto a cavilar sobre eso que dice usted, con intención, de que se ha convocado a «todos (que no son todos)» y, claro, lo primero pienso en el Dalai Lama, que ha sido excluido por presiones del Gobierno chino. ¡A nadie se excluye por su credo (o des-credo) religioso! Solo hacemos excepciones para complacer a los peores tiranos de este mundo. Pero aunque la cosa tiene su miga, no era esa la principal ausencia. Los ausentes más notorios éramos nosotros: los cristianos conscientes de lo que significa nuestra fe.
Y dando vueltas a esa idea, voy repasando qué sectores del cristianismo no estaban en Asís, o estaban con reticencias, o con repugnancia. Por supuesto, lo mejor de cada casa, empezando por aquellos cismas menos teñidos de herejía: ortodoxos, episcopalianos... La pars sanior de estas confesiones, digo. Pero tampoco se puede decir que solo faltaban los catolizantes. Caí en la cuenta de que también se echaba de menos a un sector del protestantismo muy fogoso pero muy hereje: los evangélicos y similares, tan alejados de nosotros pero que tampoco pasan por ese aro. Entonces me dio por pensar: ¿qué tenemos en común las «sensibilidades religiosas» reluctantes al espíritu de Asís? Pues me parece que esto: que creemos en la divinidad de Jesucristo.
Con los "evangélicos" no tenemos na que ver, Cansino.
ResponderEliminarAsis es irenismo, paz en detrimento de la Verdad-
ResponderEliminarArkady
ResponderEliminarDon Terzio, excelente comentario. De esto que hemos presenciado en Asís, no se vuelve. Es un camino de ida.
Páez Cansino. Muy aguda su observación: en Asís sólo estuvo presente el espíritu que niega al Cristo, o sea, el Anti-Cristo y sus sirvientes.
En s udía, 23/09, San Pío de Pietrelcina, ¡ruega por nosotros! Me pregunto qué diría de estos apóstatas negando al Señor y reunidos con Sus enemigos haciendo una falsa Paz.
I totally agree with Wenceslao, the night is very dark and the light is far away.......
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