martes, 12 de abril de 2016

¿Una constitución apostólica sinodalista ???

Cualquiera que se acerque inteligentemente a la Historia de la Iglesia entenderá que el Primado Universal del Papa ha sido un factor decisivo-fundamental para el mantenimiento de la identidad y actividad de la Iglesia Católica, algo providencial si lo entendemos creyentemente. La primacía de la Santa Sede no ha sido un accidente de la historia (aunque tenga a cuestas mucha historia (y también, muchas historias)), sino algo ligado a su carácter sagrado-sobrenatural, expresión de la voluntad de Cristo: Una Iglesia con una Cabeza Visible, que es sucesor del Apóstol Pedro, el Papa.

La 'sinodalidad' es un concepto eclesiológico perfectamente compatible con la unicidad del Primado Romano siempre que no se defina contra ese Primado Universal. En este sentido, la sinodalidad, tal como se entiende en las iglesias cismáticas de la ortodoxia, es un concepto incompatible con el primado de autoridad de la Santa Sede.

Cuando se habla de la sinodalidad que pretende impulsar PP Franciscus y su comisión de los C9, ¿qué se está diciendo, de qué se trata realmente? ¿Es, acaso, una descentralización de poderes? ¿Conlleva una merma del primado ordinario, universal e inmediato del Papa sobre la Iglesia? ¿Debilitar a la Curia Romana significa privar al Papa de poder efectivo en favor de otras nuevas atribuciones a las conferencias episcopales, provincias eclesiásticas y diócesis?

Me inquieta todo esto por noticias como esta:

Borrador de una Constitución Apostólica
El Papa y el C9 continúan profundizando en la sinodalidad del gobierno de la Iglesia

Imagino una Iglesia dividida en 'taifas', gobernada en Alemania de una forma, en España de otra, en la Argentina de una manera, en los USA de otra; imagino conferencias episcopales convocando conferencias inter-conferenciales, discutiendo y pactando cosas sobre liturgia, o teología, o moral que estarán vigentes en un sitio y no se observarán en otro. Imagino un totum revolutum generalizado, algo como lo que ya vivimos pero a escala universal y con la aprobación de todos, que estarán de acuerdo en que el desorganizado desorden del sinodalismo es un bien eclesial, es una gracia positiva que libera a los obispos y sus diócesis del ominoso yugo romano.

Es típico de provincianos quejarse del centralismo de la capital. Y me pregunto si en el sinodalismo francisquista no late un provincianismo argentino-bergogliano-sudamericano. Porque en cabezotes como R. Marx parece que reviven los gravámina aquellos que fueron, en gran parte, uno de los pruritos de la pre-reforma.

Sinodalizar es descomponer-dividir-fragmentar-debilitar...¿para qué? ¿en favor de quién? ¿para provecho de qué y de quienes?

Me cuestiono seriamente si en la época en que el mundo se siente globalizado no es síntoma gravemente preocupante que la Iglesia Católica se empeñe en descatolizarse, es decir, particularizarse, des-universalizarse: Sinodalizarse.

Oremus !!!

+T.

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