Latiente manantial de luz y gracia
que al mundo das salud y eterna vida,
llama de puro amor siempre encendida
que la sed de las almas calma y sacia.
Consuelo y paz, dulzura y eficacia,
en la pena, la lucha o la caída,
imán de mi oración, llaga y herida
que me llena de Dios y mi yo vacia.
Te adoro el Corazón, Dios verdadero,
contémplote, Jesús, como yo hombre,
balbuciendo, enamorado, que te quiero
repito 'en Ti confío', sin que sombre
la duda ni el pecado cuando espero
y rezo a tu Corazón, digo tu Nombre.
Ex voto
+T.
Palabras muy hermosas, gracias padre e que Dios os bendiga todos, non praevalebunt, Ipse dixit.
ResponderEliminar¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
ResponderEliminar"Finalmente, con el ardiente deseo de poner una firme muralla contra las impías maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia, y también hacer que las familias y las naciones vuelvan a caminar por la senda del amor a Dios y al prójimo, no dudamos en proponer la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como escuela eficacísima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el más sólido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones, como sabiamente advirtió nuestro mismo predecesor, de p. m.: «El reino de Jesucristo saca su fuerza y su hermosura de la caridad divina: su fundamento y su excelencia es amar santa y ordenadamente. De donde se sigue necesariamente: cumplir íntegramente los propios deberes, no violar los derechos ajenos, considerar los bienes naturales como inferiores a los sobrenaturales y anteponer el amor de Dios a todas las cosas»" (SS Pío XII, Haurietis aquas, 36,15 de mayo de 1956).
ResponderEliminarMario Caponnetto
Dicho por un verdadero Papa y en la época de la vigencia de la Verdadera Doctrina está bien, pero en la actualidad lamentablemente con tantos traidores adentro no se puede aplicar.
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