Las jmj son una institución juanpablista y los juanpablistas se lo pasan pipa en las jmj. Las jmj son el Woodstock del decadente catolicismo post-conciliar, un 'espárrago rock' en versión pandilla-católica donde se expanden entusiasmos y se recargan baterías con la ilusa energía de 'cuánto nos gustamos', que es una versión degradada del petrino 'qué bien se está aquí'. Las jmj son el Tabor de las propias jmj. Y el Papa, claro.
Es de esperar que el entusiasmante Francisco que arranca unánimes aplausos en Roma entusiasme arrolladoramente en las jmj, un escenario creado para entusiasmar, expresamente. Su desenvoltura populista se prodigará en instantáneas de espontánea complicidad con los jóvenes católicos de la nuevangelización, esas masas de mochila, banderita y acampada, la juventud del Papa que aportan los movimientos neo-católicos, ese fenómeno engañosamente dinámico que, bien examinado, es practicamente estático, sólo móvil en el tiempo, el transcurso que media entre una jmj y otra.
Cada vez que se celebra una jmj, la Iglesia que convoca y asiste es más débil que la anterior, cada vez le cuesta más mantener incluso el entusiasmo que es el ser de la jmj. Las estadísticas pueden dar cifras, pero las cifras no son más que cuentas, cuentos.
El otro día leí lo que cuenta Munilla, que hace una semana que está en Rio jmjeando, encantado de estar, entre guitarritas y chicos-as de mochila con el kit católico.
Munilla es un ejemplar-tipo del prelado juanpablista. Munilla se cree (con toda su buena voluntad) que evangelizar es sentarse en el suelo, cargar mochila, ponerse el pectoral encima de un anorak y hacerse una marcha monte a través, con reata de chicos-as y Misa de campaña con sermoncete de impacto, mechado con unas cuantas palabrejas del argot pijo-urbano.
A Munilla le hicieron campaña - más política que pastoral - gente del estilo de esos grupos del catolicismo no-afiliado que sobrevive en pequeñas fundaciones de viejos jesuitas francotiradores, de los que no se iban de la Compañía descompuesta pero organizaban grupos pretendiendo conservar el estilo jesuita del que la Compañía se desdecía. Al final, los grupos pro-Munilla hoy día se definen en un confuso catolicismo contrahecho, con partes carismáticas, partes neocatecumenales y cierta impronta de la espiritualidad del Opus Dei, todo ello amalgamado con una entusiasta adhesión al Papa, con la figura de JP2º como ideal, por haber sido el Papa que les configuró.
Subrayo que Munilla ha sido un fenómeno político-pastoral confeccionado en la retorta de la CEE. No le veo futuro en el podrido escenario de las Vascongadas, una sociedad manchada por su complicidad con el terrorismo criminal, con un clero algunas veces cómplice y siempre complicado en la sórdida trama del separatismo. A veces intuyo que el día menos pensado Munilla se cansa y se va, por mero instinto de supervivencia, no porque lo vayan a matar, sino porque aquel ambiente mata.
Por eso se comprende el relato del género 'Munilla in Wonderland' que el prelado vasco nos manda desde el trópico de Río de Janeiro, una tópica crónica juanpablista, con patentes toques francisquistas (leer aquí). Entresaco algunas líneas:
"(...) Es emocionante ver la hospitalidad de los pobres (...) fuimos a las favelas donde jugamos un partido de futbol con los chavales (...) entramos en una favela a rezar el rosario, metidos como pudimos en varias habitaciones. Lo hicimos en la favela de una familia en la que habían matado a dos hijos en un tiroteo. La madre nos había preparado una merienda para después del Rosario, y luego hicimos una fiesta con bailes a la que asistieron los miembros católicos de las favelas vecinas (también al Rosario). Todo el mundo bailaba, cada uno en el cubículo en que se encontrase, porque era imposible que cupiésemos en el mismo habitáculo (...) Tuvimos una eucaristía en la parroquia, a la que asistió muchísima gente del barrio. Impresionante cómo se puede compaginar tanta ‘devoción’ con tanta fiesta en la eucaristía (guitarras eléctricas y batería inclusive). Al mismo tiempo, todo supersolemne, con monaguillos con sotana roja y roquete incluído. Al terminar la eucaristía, unos diez minutos de cantos y baile en la iglesia con toda la gente que no terminaba de marcharse, por la música religiosa tan animada (...)
La conclusión de la experiencia:
1.- LOS POBRES NOS EVANGELIZAN.
2.- LA IGLESIA ESTÁ MÁS VIVA QUE NUNCA, A PESAR DEL RETO DE LAS SECTAS.
3.- SI NO OS HACÉIS COMO NIÑOS NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE DIOS
4.- TE DOY GRACIAS PADRE, PORQUE ESTAS COSAS SE LAS HAS OCULTADO A LOS SABIOS E INTELIGENTES Y SE LAS HAS REVELADO A LA GENTE SENCILLA "
¿No les resulta a Uds. familiarmente chocante ese estilo condescendiente en el que se dice 'pobre' dejando claro, implícitamente, que el que lo dice se auto-categoriza en un nivel superior?
¿No perciben Uds. cierto tufo acomplejado del que se declara anti-teología de la liberación pero al fin queda prendido en las redes del proletarismo víctima y sujeto de misión-renovación?
Y así en todo lo demás.
Confieso que esto que comento son reluctancias muy personales, mías, impresiones del que esto escribe, que no pretendo transferirles, conste.
Pero conste también esta crónica de la crónica, que no disparata ni delira, sino sólo comenta y esboza algunas conclusiones.
p.s. De los conceptos y tendencias litúrgicas de la jmj de Río y del propio Munilla nada digo, saquen Uds. mismos las penosas conclusiones, conscientes de que esto no es lo peor, siendo Munilla un buen chico juanpablista, modélico en su especie (imaginen con terror lo que pueda haber a su izquierda).
+T.