La foto habla y conmueve, sin palabras, elocuente escena entre patética y emotiva. Pero es real, así se está viviendo, lo están viviendo los cercanos, los que entienden un poco más y puede que tengan más referencias, o, simplemente, más afecto, el mismo que se les desborda en lágrimas y estremecidos sollozos. No es para menos. El ceremoniero Mons. Guido Marini, tan discreto, indica, suplica, contención, la que él mismo demuestra, impasible el ademán, con la procesión por dentro. Era - lo sabían - la última vez que colocaban la sede de Benedicto XVIº ante el Altar de la Confesión, bajo el baldaquino de Bernini y la cúpula del Michelángelo. El ambiente cargado se completaba con la liturgia de la feria IV Cinerum, y su terrible admonición 'Memento, homo, quia pulvis es, et in púlverem revertéris', tan parecida a aquella otra que le decían, ritualmente, al Papa durante la procesión del día de su coronación 'Sancte Pater, sic transit gloria mundi!', mientras le enseñaban un puñado de lino ardiendo en la punta de una caña. Pero todo aquello pasó, la tiara, la sedia, el ritual majestuoso. Ahora también parece que desaparece la perennidad del ministerio papal usque ad mortem. Y por eso lloraban ayer los ceremonieros del Vaticano.
Aquí, sin embargo, es como si todavía durara el carnaval, porque la gente parece exultante, entusiasmada, aplaude y vitorea. Incluso quien menos te esperas hace ya bromas sobre el futuro cónclave:
Cardenal Amigo Vallejo: - ''No seré Papa, he hablado con el Espíritu Santo y hemos llegado a este acuerdo''
Esta mañana le recordé a un compadre descuidado que la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable. De la pena que tenga la broma sobre el Espíritu Santo (con agravante de persona, publicidad y circunstancias) no sé, no conozco el particular. Pero me resulta una ligereza muy desagradable, impropia, chocante, por quien lo decía, por el tema, por el momento. A personalidades de cierta altura, en ciertas circunstancias, se les presume una gravedad concorde con su dignidad y eminencia. Si lo califico, por lo menos, de lamentable, no exagero.
Aunque a algunos, probablemente, les parezca exorbitado.
+T.
