viernes, 5 de octubre de 2012
Te Deum, por Témporas
Dignum et iustum est gratias ágere, aunque el siervo esté tan por debajo de su Señor que no se atreve a decir porque sabe que no lo dirá ni con justicia bastante ni con dignidad suficiente.
Pero se me llena el alma con palabras inmensas, que abarcan santificando desde donde sale el Sol hasta el ocaso: Sacerdocio, Sacrificio, Altar, Comunión, Sacerdote, Ofrenda, Hostia, Cáliz, Ara, Cruz, Señor y Dios...
Con temor y temblor, con la conciencia consciente del non sum dignus, con la certeza, empero, de que Él viene a mis manos, de que Él entra en mi casa.
Y el temblor se vuelve fervor, y el fervor atrevimiento, y me acerco seguro al Trono de la Misericordia, subo al Altar del Dios de mi alegría, recogiendo en mi intención a todos y a todo, los que están y los que estuvieron, personas, cosas, lugares, de ayer, de ahora, de mañana, creyendo, sabiendo, sintiendo con un estremecimiento que lo pongo todo sobre el Altar, ut vitam habeant et abundantius habeant, per Ipsum, et cum Ipso, et Ipso.
Omnis honor et gloria!!!
...per omnia saecula saeculorum, Dómine meus ac Deus meus.
+T.
A mi la frase que más me gusta del Te Deum es la que se dirige a Cristo y que está en la parte central del himno:
ResponderEliminar"Tu, ad liberandum suscepturus hominem,non horruisti Virginis uterum".
Atreverse a decirle a Dios que no tuvo miedo al útero de la Virgen, a meterse dentro y hacerse hombre por nuestra salvación es de un atrevimiento inmenso aún en un canto de alabanza como este. Y aún así, lo cantamos sin miedo, con gozo y aún con orgullo de tener tal Dios y tal Virgen, agradecidos de todo corazón a Dios y a su madre santísima.
Yes, Miles. La fe, cuanto más fime, más osada y más consciente.
ResponderEliminarGóngora explica implícitamente el versículo del Te Deum que comentas en aquel soneto que termina "...porque hay distancia más inmensa de Dios a hombre que de hombre a muerte" que cité en esa entrada de ExOrbe.
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Hermoso soneto y profunda metafísica la que encierra el final de ese hermoso soneto. Me ha recordado el riu riu chiu, que es más o menos de la misma época:
ResponderEliminarHanos redimido
Con se hazer chiquito,
Aunque era infinito,
Finito se hiziera.
Y en efecto, de finito a la nada y de finito a eviterno hay menos distancia que de infinito a finito. Toda una hazaña de nuestro Dios.
Con un pizca de impuntualidad:
ResponderEliminarFue EN HORA BUENA su consagración, don singular del Espíritu Santo; ¡felicidades!
In te, Dómine, sperávi:
non confúndar in aetérnum.
A mi me gusta mas el de Bruckner.
ResponderEliminarY si una cosa puedo reprocharle a usted es su afición brahmsiana...
Para fanfarria pre-TeDeum, mi favorita es la de Lully (que esta de Lalande remeda); el magistral Brückner tiene sobre Brahms la ventaja de ser católico, pero le falta un punto de romanticismo melódico bastante notable, que en Brahms encuentro mejor inspirado.
ResponderEliminarAunque aclaro que me gusta, por encima de los músicos, la música.
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