Tengo una mente tan incapaz para la economía y sus enredos como mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre, tres ruindades económicas. Por eso no sé entrar en detalles ni en gráficos, sólo me impacta la noticia:
Las tripas rotas del Grameen Bank. Yunus: Un nóbel malo
Y me extraña que no se publique en titulares, porque si se confirma la sospecha, el escándalo sería un verdadero escándalo global. Un escándalo insospechado, sorprendente, desolador para la gente que veía en ese gran proyecto-sistema del micro-crédito un recurso viable para sacar de pobres a la gente más desfavorecida del Tercer Mundo.
Cuando te dicen que el fundador-gestor del Grameen Bank ha desviado a cuentas personales millones de euros entregados para el sostenimiento de los micro-créditos, pasas en un momento de la perplejidad al desengaño, como suele suceder con estas noticias. Pero el tortazo se vuelve estupor repugnante cuando lees que se están induciendo suicidios como recurso último para poder cobrar pólizas de seguros que cubran la ruína de las familias afectadas.
El artículo de Il Foglio dice, más o menos, esto:
Yunus, el banquero bueno que obtuvo el Nobel, se revela ahora como un villano.
Ironía del destino es que desde Noruega, donde fue gratificado en 2006 con el Nobel de la Paz, vengan noticias sobre serios problemas que involucran al septuagenario bengalés Muhammad Yunus, el “banquero de los pobres”, el inventor del microcrédito santificado por un Occidente con perpetuo sentimiento de culpa, el hombre que hace más de treinta años prometió: “Un día nuestros nietos irán a los museos para ver qué era la pobreza”.
Antes de visitar los museos, nuestros nietos han podido ver en nuestro tiempo una investigación televisiva del periodista danés Tom Heinemann, emitido el martes pasado en Noruega e intitulada “Atrapado en el microcrédito”. En el documental, Yunus es acusado de haber usado para fines distintos a los inicialmente previstos buena parte de una donación recibida por su banco de pobres, equivalente a 74,5 millones de euros y concedidos entre 1996 y 1998 por países como Noruega, Suecia, Holanda y Alemania. En vez de quedar en el Grameen Bank para financiar acciones de microcrédito, una cifra igual a 47 millones de euros pasó por allí brevemente, antes de terminar en la caja de Grameen Kalyan, otra sociedad propiedad de Yunus e que se ocupa de “microseguros” de salud.
Frente a las denuncias oficiales del embajador noruego en Dhaka, así como de la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo y del Ministro de Finanzas de Bangladesh, Yunus dijo que la operación tuvo motivos fiscales y restituyó 17,6 millones de libras (unos 20 millones de euros) al Grameen Bank. La historia, sin embargo, conserva aspectos oscuros, y el mismo banco, después de la emisión del documental noruego, ha anunciado una explicación completa “lo antes posible”.
Se evapora así, sin gloria, la aureola milagrosa entorno al sistema entero del microcrédito, ahora acusado desde muchos frentes—también de él habló ayer el Financial Times, con toda una página intitulada “Pequeño préstamo, gran problema”—por parecerse a una forma organizada de usura bajo el velo de la corrección política. Ahora “transformadas en un negocio global que vincula las finanzas internacionales con algunas de las comunidades más pobres del mundo”, como dice el FT, las microfinanzas se basan en tasas de interés que llegan al 30%. Tasas usurarias, justificadas por el hecho de que sólo así es posible prestar dinero a personas que, debido a su indigencia, no serían atendidas por un banco normal. Un “sistema de explotación de seres humanos, cruel como el nazismo y basado únicamente en criterios de rentabilidad”, acusa el activista de derechos humanos indio Lenin Raghunvashi, con agentes remunerados en función del número de clientes y de la tasa de recaudación, e incitados a impulsar los préstamos, primero, y a forzar la devolución con cualquier medio, después.
El resultado es que, en los últimos dos meses, unos cincuenta suicidios en las zonas más pobres de la India están con toda seguridad vinculados a la práctica de los pequeños préstamos sin garantía. Los mismos agentes encargados de recaudar los pagos semanales llegaron a sugerir el suicidio a los insolventes para cobrar la indemnización del fondo de protección que interviene en caso de muerte del deudor. Las Naciones Unidas no dejaron pasar la ocasión (¿y cómo podrían?) de declarar 2005 como el “Año del Microcrédito”. Sólo cinco años después, el “benefactor” está desnudo.
He tomado el link y la traducción del artículo de la interesante página de La Liga Distribuitista, que retoma en el siglo XXI post-marxista las ideas de Hilaire Belloc y Chesterton, inspiradas en la Rerum Novarum. Una propuesta, entonces y ahora, digna de atención y consideración. Por lo menos debería ensayarse a una escala mayor, ya que sólo puede presentar un muestrario bastante corto.
Realizar un proyecto de esa naturaleza sería, por comparar, como la batalla de un liliputiense contra un mega-gigante, por el enorme desnivel/desproporción de medios entre los eventuales antagonistas. Con una particularidad digna de destacarse y subrayar: El pequeñito está súper-sano y el gigantón es un híper-enfermo capaz de infectar y transmitir tumores y podredumbre a todo el que se le arrime y/o conviva con él.
Que es lo que ha pasado - supongo - con el Grameen Bank: Malas gestiones, malas compañías, grandes sumas, grandes proyectos, oportunidades, veleidades, tentaciones, una mala hora...etc. Es decir, esa serie de circunstancias que propician cosas así.
El final de la noticia de Il Foglio, esos suicidios inducidos como "recurso económico" a la desesperada, me ha dado escalofríos. Quizá, en este caso, se combinan el imparable mecanismo del sistema más las ambiciones y delirios personales con una falta de espíritu cristiano y de "disciplina de la caridad", rematando en esos patéticos resultados. De todas formas, me dan pena estos derrumbes que tienen como secuela tantas pequeñas tragedias.
Pero la corrupción del Grameen Bank y su fundador-inventor-jefe me hace reflexionar sobre otras cuestiones, preguntarme sobre cosas. Por ejemplo: ¿Se imaginan Uds. el escándalo y la movida medíatica si este leñazo del Grameen Bank hubiera sucedido en una institución de la Iglesia (la Iglesia Católica, claro, que es la única que sale en los papeles)? ¿Se imaginan las noticias de prensa-radio-tv-internet? ¿Se hacen idea?
Pero no pasa nada si es el Grameen Bank y su fundador-dueño es el sospechoso y presunto autor de trincar de la caja y meterse en el bolsillo los millonazos de las subveciones etc. etc. etc.
Los malos no pasan una a los buenos que caen; pisotearán y cocearán al caido hasta triturarlo y molerlo; si es cristiano, si es católico, si es cura, obispo, cardenal o papa, la saña del ataque será diabólica. Pero si el batacazo se lo pega un amigo de los malos, tiene quasi asegurada la impunidad, el silencio, la cobertura , el capote, la media luz y la luz apagada.
n.b. Los malos son los anti-católicos, los laicistas, neo-paganos, neo-rojerío, alianzistas-civilizacionistas y demás canalla & cía & friends & boys & girls & simpatizantes. Todos esos (y esas).
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Todo es tan sórdido, que uno prefiere olvidar lo que acaba de leer. La sabiduría popular dice que "nadie da duros a real". O de otro modo, la caridad (que quiere decir gratuidad) no puede fundarse en una operación remunerada: un microcrédito no deja de ser un crédito, y para los pobres prestatarios, tiene poco de "micro".
ResponderEliminarGrameen, del mismo barro que tantos otros capitalistas: 1º un buen marketing “el banquero de los pobres” suena muy bien; 2º intereses usurarios; 3º organizar su holding “microseguros de salud” y otras empresas desviando dinero con paraguas fiscal preparado a modo de excusa, 4º la guinda, lo de la inducción al suicidio es terrible y lo de los anticonceptivos como condición de acceso al crédito también. Una auténtica sanguijuela, el tío.
ResponderEliminarMuy interesante el enlace a la "Liga Distributista", D. Terzio
Gracias por la cita.
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