Pocas veces unas pocas palabras habrán provocado tantas. Pero hay palabras y palabras, y con las del Papa suelen ocurrir estos efectos de multiplicación reactiva. Y los comentarios. Y las dudas. Y las consecuencias.
Eso que dice el papa en la entrevista vale muy poco. Pero vale más que lo que diga nadie, aunque valga poco. Quiero decir - y ustedes me entenderán - que cuando el Papa habla sobre algo de particular importancia y/o valor lo enseña y expresa en medios determinados y propios que son suyos y de nadie más: Una bula dogmática, una bula canónica, una encíclica, un motu proprio, una carta apostólica, un decreto pontificio etc. Todos esos documentos que son y hacen magistero. Algo muy serio.
También están las homilías, las alocuciones, los discursos, las catequesis de las audiencias, las salutaciones, y todo aquello que luego quedará consignado y publicado en la A.A.S. (Acta Apostolicae Sedis, especie de "boletín oficial" de la Santa Sede).
Los nuevos tiempos han traido nuevas formas de comunicación. Pero ni están tipificadas, ni contrastadas, ni garantizadas magisterialmente. No obstante, en cuanto existen, expresan conceptos, juicios, que son del Papa. ¿Qué decir de lo que el Papa dice circunstancialmente, en momentos y/o en medios que no son los habituales? ¿Cómo se recibe? ¿Con qué grado de atención?
Sobre el grado de intención no digo nada porque eso es algo de internis, y es del Papa y él sabrá. Pero se supone que ha habido, aunque sea remota, una intención. Y una voluntad.
Sin dudar de la excelente teología y la calidad de doctrina que en la obra se expusiera, cuando me enteré de que se iba a publicar un libro del antes Cardenal Ratzinger siendo ya Benedicto XVI, me pareció extraño, anómalo. Por la confusión que podría suscitar, ya que obligaría a hacer la abstracción de distinguir entre el teólogo Dr. Joseph Ratzinger y Su Santidad Benedicto XVI, algo suficientemente abstruso siendo uno y el mismo y no siendo lo mismo, aun siendo el mismo. Abstruso, como decía. Y peligroso. Y confuso. Y propenso al equívoco. Pero el libro se publicó y aparecerá pronto la 2ª parte del Jesús de Nazareth, una obra en la que se expresa como un teólogo de su tiempo, con reconocibles influencias y referencias. Sobre el valor definitivo la obra, el tiempo dirá.
Yo digo que no conviene la publicación de una obra teológica de un teólogo que es el Papa prescindiendo del juicio y la consideración de que se trata del Papa, porque es forzar una salvedad que juzgo arriesgada. Entiendo que ser Cabeza de la Iglesia comporta asumir unas restricciones y reservas que van anejas a las prerrogativas del ministerio pontificio, por razón del mismo. El magisterio papal es una función tan alta como delicada, que por ende no debe exponerse a confusión alguna. Un libro teológico del Papa que no es enseñanza oficial del Papa se presta a esa confusión, por más que se explique.
Y así otras palabras, intervenciones, comentarios etc. Por ejemplo, todavía están frescas las declaraciones hechas ante la prensa durante el reciente viaje a España, hace unas semanas. Cuando el Papa, en el avión, ante los periodistas, dijo aquello del rebrote en España del laicismo radical de los años 30, sus palabras aireadas al punto por la prensa y los medios tuvieron un eco, suscitaron encendidos comentarios y obtuvieron variadas y contrastadas respuestas.
¿Y qué sentido, alcance, responsabilidad, acierto, oportunidad, tiene el comentario sobre el preservativo recogido en la entrevista de ese libro del periodista Peter Seewald, de inminente publicación, contrastadas con aquellas otras declaraciones hechas por el Papa Benedicto sobre el mismo problema del preservativo y el contagio del sida cuando viajó a África en Marzo del 2009, también - si no me equivoco - dichas ante la prensa en el avión, durante el vuelo Roma-Camerún?
En aquella ocasión, 17 de Marzo de 2009, las agencias se hicieron eco inmediatamente de las declaraciones del Papa a los periodistas acreditados que viajaban en el avión papal. Palabras que casi monopolizaron todo el viaje papal en los noticiarios de aquellos días:
- "...no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas".
- "...única vía eficaz para luchar contra la epidemia es una renovación espiritual y humana de la sexualidad".
¿Cómo se coordinan estas declaraciones con las nuevas? ¿O se subordinan?
¿Y la entrevista en sí misma? ¿Es como el libro, nada más (y nada menos) que una opinión particular, dicha off the record, en un determinado momento de una detrminada conversación, y sólo eso?
Dificil contestar. Porque el entrevistado - vuelvo a repetir - no es el Dr. Ratzinger, sino que el periodista que pregunta lo hace con la consciencia de que se dirige al Papa Benedicto XVI, y que es este quien contesta sus preguntas.
Por eso el interés de la entrevista.
Por eso el relativo valor de las palabras.
Por eso la confusión.
Por todo eso.
p.s. El muy sólido y concienzudo Romano Amerio hubiera tenido otro evidente ejemplo de todo eso que él criticaba con tan justas razones y tantos y contundentes argumentos.
Cada vez le profeso más admiración y adhesión.
p.p.s. Si leen usteds italiano, léanse el artículo del vaticanista Andrea Tornielli, que se pregunta por qué la publicación en L'Osservatore del extracto del libro-entrevista el mismo día del Consistorio Cardenalicio, si ha sido imprudencia, coincidencia, o algo estudiado, preparado sul tavolino.
+T.
Es una verdadera locura. Y además está saliendo toda la pus contenida. Partes sanas, tienen una infección tremenda.
ResponderEliminarAquí el ejemplo:
http://infocatolica.com/blog/bioeticablog.php/1011210930-title#comments
Que quiere que le diga, D. Terzio, mi primera reacción fue de enfado. Por la entrevista en general (¿y la comunión en la mano?) y por el papelón aclaratorio y supervisor de su entorno. "Magisterio" como este sirve a corto plazo para que los impíos sigan haciendo chistes fáciles sobre la prostitución y los católicos _he sido testigo hoy, era el tema del día_.
ResponderEliminarSe enturbian más las aguas.
Luego se ven cosas curiosas: hoy intereconomía hablaba en su telediario de las 20.30 de un Papa valiente (creo que oí “revolucionario”) que recibe los parabienes mundiales; le hacen un rato la ola, y acto seguido sacan a un cura explicando que la doctrina sigue intacta. De traca.
Cuando Juan Pablo II llegó al solio, se encontró con una cadena de mando que no transmitía lo que él mandaba, y quizá decidió saltársela y llegar a la gente directamente a través de los medios de comunicación. Era como esos jefes que no delegan y lo hacen ellos todo. Esto era una anomalía, quizá justificada en cierto momento pero que no debería haberse mantenido. Pero es fácil fascinarse con la aparente eficacia de los medios, que nos permiten llegar a grandes masas.
ResponderEliminarCreo que el Papa debe dedicarse más a la tarea de gobierno, a desatascar los conductos jerárquicos a través de los cuales llegue a los fieles la buena doctrina. Enseñar mediante la acción de los obispos, párrocos, órdenes, familias, colegios... Capilarmente.