El imprevisible comentario del Papa sobre el preservativo ha sido un bombazo. Y resulta patética la tropa de doctores queriendo explicar que todo sigue igual. Por ese agujerito en la trama terminará pasando el elefante, sólo es cuestión de tiempo. A no ser que se remache con toda contundencia y claridad la doctrina que se había mantenido hasta ahora.
He dicho doctrina y reconozco que me siento incómodo al utilizar ese término referido a algo tan chocante como los profilácticos y su uso. Es verdad que la moral desciende hasta rincones, vericuetos y sótanos la mar de sórdidos. Tiene que pisar esos bajos por razón de su cometido, se comprende. Pero, como decía aquella respuesta comodín del Catecismo, "doctores tiene la Iglesia que le sabrán responder". Y así debe ser.
En el hospital, al enfermo, uno le examina en consulta, otro le hace radiografías, está el anestesista que anestesia, el cirujano que opera y así hasta el ats que pone las inyecciones y el auxiliar de clínica que retira y limpia la bacinilla del paciente. ¿Tiene que ser el cirujano el que haga esto? No. No sólo no está obligado sino que sería una actividad poco adecuada para la asepsia y la extrema higiene que debe guardar un médico de quirófano. ¿Me siguen?
¿Por qué el Papa tiene que bajar a tratar esas cuestiones? ¿Por qué lo hizo en aquel viaje a África y repite ahora en esa entrevista-libro? Sin entrar a discutir la distancia entre una y otra ocasión y lo que dijo entonces y lo que dice ahora, sólo recalco su desconcertante efecto. Ha transcurrido muy poco tiempo para alterar lo que se dijo de forma tan llamativa con esta nueva declaración.
Antes y ahora, pienso que no debería haber hablado. Por ese principio de subsidiareidad que tantas veces se trae a colación: ¿No hay nadie para que hable de eso, si hay que hablar? Y que hable con toda la competencia que se pueda. Y si hubiera que dejar cuestiones opinables, temas abiertos, dígase también claramente. Pero, por favor, que no sea el Papa.
Después están las formas, como comenté en el articulete anterior. Las formas importan mucho porque son las que definen el valor de una doctrina, cuando se trata de temas de fe y/o moral. Unas palabras ante unos periodistas en un avión, no son la forma adecuada para exponer doctrina; una respuesta a un periodista que hace una entrevista, tampoco. Se trata del Papa, y el Papa, cuando habla de ciertas cosas que le competen especialmente, debe hacerlo con toda formalidad. O abastenerse de hablar.
Una consideración más: ¿A quién dirige esa respuesta? Hay niveles de interlocución/expresión/exposición. ¿Se ha tratado, ha sido, de una respuesta ad casum, al peridiosta Seeweld en concreto, sin más alcance? Porque de hecho ese es el marco circunstancial interpersonal de esa entrevista. De entrada no se le debería dar o entender más proyección, más alcance.
Es muy característicamente papal la expresión Urbi et Orbi, que se aplica a ciertos actos del Stº Padre en cuanto cabeza de la Iglesia de Roma y de la Iglesia Católica. El Papa, algunas veces, cuando bendice, cuando enseña, cuando predica, lo hace dirigiéndose Urbi et Orbi, a toda Roma y al mundo entero. Circunstancia que, en absoluto, parece ser la de la entrevista y lo que se recoge en ella. ¿O sí? Porque si fuera así debería advertirse. Que el libro-entrevista de Seewald se vaya a publicar en los principales idiomas en uso es otro detalle a tener en cuenta. Un detalle no ignorado, probablemente previsto.
Confieso que, personalmente, no me definiría como un rigorista moral. He conocido - de vez en cuando lo recuerdo - los años en que no ponerse el velo en la Iglesia era un grave pecado para las mujeres, lo mismo que llevar o no llevar determinadas prendas de vestir. Y, en otro sentido, sobre otros usos y costumbres, también he conocido el tiempo en que se llevaban a rajatabla, de forma muy estricta, prácticas tan serias como las de la abstinencia y el ayuno, hoy casi desaparecidas en muchos sitios; me refiero incluso al ayuno eucarístico, tan olvidado. Si a mis abuelos les hubieran contado que los obispos iban a dispensar el ayuno y la abstinencia del Viernes Santo, no se hubieran creído tamaño escándalo, que sin embargo ocurre. Y otros por el estilo que Uds. mismos podrán poner como ejemplo.
¿Pasará, más tarde o temprano, lo mismo con los preservativos? A saber. El reconocimiento del uso de los medios naturales de control de la fertilidad dentro del matrimonio, en tiempos de Pio XII, significó para algunos un paso en determinada dirección, algo que después quedó bien aclarado en la gran Humanae Vitae. Con el comentario de la entrevista deberíamos ir entendiendo que quizá, que posiblemente, que probablemente haya habido cierta reconsideración de algunos particulares, que supondrán novedad. Esa es la conclusión que se saca de todo esto que comento. Pero en materia tan delicada que implica temas tan fundamentales, cualquier paso que implique novedad sobre la anterior doctrina es muy grave.
Yo insisto en la poca claridad, y la poca formalidad.
Al final de los Ejercicios Espirituales, como un corolario práctico destinado a los ejercitantes, San Ignacio de Loyola incluye unas famosas y muy claras reglas para sentire cum Ecclesia. La regla decimotercera siempre me ha llamado poderosamente la atención; dice esto:
13ª regla. Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hierárchica assí lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo spíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Spíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra sancta madre Iglesia.Supone una fe íntegra en la Iglesia como Misterio. Y, como dice el mismo texto, en la Jerarquía, es decir, fundamental y pricipalmente en el Papa, que cuando enseña requiere una obsequiosa obediencia a la doctrina que expone. Unos conceptos para encajarlos bien en una fe bien formada, perfeccionada, fuerte, como la del Ignacio de Loyola que escribió esas reglas.
Por supuesto, profeso y mantengo ese ideal. Así debe ser.
Pero esa contundente y recia regla ignaciana implica y exige claridad por parte de la Jerarquía.
Si hay que exponer de nuevo lo que antes se había enseñado de otra manera, que se haga, que se diga. Sin ambages.
Y, por favor, que no sea un comentario a unos periodistas, ni una respuesta a un entrevistador: Que lo diga quien tenga que decirlo, donde deba de decirlo, y de la forma que se deba de decir.
Por el bien de algo tan importante como la Fe.
+T.
Creo que la regla ignaciana es estrictamente válida en sí. ¿Pero cómo la hubiera formulado el santo en tiempos de Arrio, cuando casi toda la jerarquía había defeccionado? ¿O cómo la habría formulado hoy, cuando la situación es, a mi entender, peor aún? Tal vez él también hubiera hecho "distinciones". ¿Hubiera agregado "si la Fe de siempre", o si el "depositum fidei"...? Valga para la "Fe" como para las "Costumbres". Todo un tema.
ResponderEliminar"Si hay que exponer de nuevo lo que antes se había enseñado de otra manera, que se haga, que se diga. Sin ambages."
ResponderEliminarFoi o que o Bento XVI fez, a propósito do preservativo
Não, ele não fez nada sobre isso, só disse uma coisa na frente de um jornalista, por isso a confusão que surge em vez de esclarecer.
ResponderEliminarp. s. Uma palavra de conselho: Pare de ler Castillo, você pode terminar com uma fé cheia de buracos como um queijo Gruyère.
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Sí, estimado Constantino, es un tema tremendo. Entiendo que la Regla ignaciana supone un Magisterio verdadero, si no no sería propiamente magisterio. También supongo que no se refiere a eventualidades excepcionales, como la de la crisis arriana que recuerdas; así y todo (con la salvedad de los confusos episodios de los papas Liberio, Vigilio y Honorio) la Sede Romana ha mantenido siempre la incolumidad de la Fe. Además entiendo que este particular concreto del profiláctico no es en sí definitivo, por eso precisamente la confusión que suscitan esas palabras a través de un medio tan ocasional como una entrevista de un periodista.
ResponderEliminar'
Conjugando la fe en la Iglesia y también la creencia razonada en que los métodos anticonceptivos suponen trivializar la sexualidad y con ello, trivializar el amor. Asumiendo que la Iglesia es, muchas veces, la única voz que defiende el amor verdadero, real entre hombre y mujer, cara a cara, fiel, natural. Aceptando que esa posición aleja a muchos católicos de la práctica sacramental y que, por desgracia, la sociedad no entiende bien. Siendo consciente de que Dios quiere hablar a la sociedad a través de los católicos que intentan, intentamos, vivir nuestra sexualidad de la manera más correcta posible.
ResponderEliminarYo creo que lo que ha dicho el Papa simplemente es que hay una escala en el pecado. Un hombre que acude a prostitutas peca gravemente en la castidad, si usa preservativos no aumenta su pecado. Un hombre que vive una sexualidad sin compromiso, basada únicamente en el placer, peca contra la castidad, un preservativo no aumenta su pecado. Otra cosa distinta hubiera sido que aceptara el preservativo en una relación de amor matrimonial entre un hombre contagiado y su mujer, ahí si me habría parecido que habría cambiado algo (Y quizás sea caritativo cambiar algo ahí, aunque no olvidemos que se dice "por la caridad entra la peste").
Por último, yo, que intento vivir mi sexualidad sin preservativo en mi matrimonio, asumiendo lo que eso conlleva de abstinencia periódica, control, respeto, tensión, susto, etc.., en fin, yo creo que no es lo mismo, en un matrimonio, usar preservativo que la píldora o el diu o la esterilización (tan de moda) o el aborto. La diferencia real y moral es grande.
P.S.: La comparación de BXVI sobre el sexo y una droga autosuministrada me parece muy acertada, muy adecuada al momento.
"Não, ele não fez nada sobre isso, só disse uma coisa na frente de um jornalista, por isso a confusão que surge em vez de esclarecer."
ResponderEliminarNão há confusão nenhuma. As palavras do Papa são claríssimas, e, se dúvidas houvesse, a posterior explicação formal dada pelo porta-voz oficial do Vaticano, são claríssimas.
Pela primeira vez na história da Igreja Católica um Papa admite formalmente o uso do preservativo (um meio contraceptivo) para evitar o contágio da SIDA.
Uma pequena revolução, tão bem acolhida pelos católicos de todo o mundo.
Yo estoy muy de acuerdo con la reflexión sobre los métodos de proclamar doctrina. Ni un discurso a unos periodistas en un vuelo aéreo ni un libro-entrevista ante un periodista me parecen medios formales y/o solemnes para estos menesteres.
ResponderEliminarDejo para otro día la reflexión sobre la moralidad de los métodos anticonceptivos, profilácticos incluidos.
Ah!, por cierto me gusta la posibilidad de practicar el portugués en el blog. Sólo lo he podido practicar un poco con algún alumno en la universidad.
Estimado Don Terzio
ResponderEliminarNo pierda suyo tiempo con la señora Bluesmile: es una conocida “troll” radical progresista portuguesa, defensora del aborto y de la ordenación sacerdotal de mujeres, a la que le gusta invadir las cajas de comentarios de los blogs de la tradición con intervenciones llenas de provocación ignorante y odiosa. Y, por una muy sencilla razón, discrepo de Usted cuando supone que la fe de Bluesmile tiene más furos que un queso Gruyére: es que ella no tiene fe de todo. Al menos en Dios y en la doctrina revelada de que la Iglesia es depositaria.
Gracias por el aviso, Sarto. Se nota que la pobre anda desconcertada, nada extraño si está infectada con el virus de Castillo & cía: Me temo que han perdido el mínimum fidei para seguir reconociéndose como cristianos.
ResponderEliminar'
"Y, por favor, que no sea un comentario a unos periodistas, ni una respuesta a un entrevistador: Que lo diga quien tenga que decirlo, donde deba de decirlo, y de la forma que se deba de decir."
ResponderEliminarEXACTO; totalmente de acuerdo. Por favor!