martes, 30 de marzo de 2010
Cizaña selecta y purpurada, anti-celibataria (anti-benedictina?)
"Hay que replantear el celibato". Esto se decía que había dicho el Cardenal Martini, publicado en la prensa alemana y austriaca, y también en la italiana. Pero algo habrá debido pasar (alguna amonestación, alguna llamada al orden???) porque ayer por la tarde aparecía en el mismo diario italiano que daba la noticia anterior un desmentido: "Martini dice que él nunca dijo que había que replantear el celibato" (perdón, pero la página del diario virtual TGcom no me permite el enlace directo a la noticia).
El comentario de su eminencia Martini era (o no era, depende si lo dijo o no...) a propósito de lo de la pederastía; y el eminente Martini soltaba el despropósito - eso decía la prensa ayer por la mañana - de que "hay que replantear la obligación del celibato" a propósito del escándalo mediático de las pederastías. Y yo me preguntaba por qué conexión de hechos y/o de conceptos entendía el Eminentísimo Martini que el celibato (que es no casarse) tenga relación con los hiper-magnificados casos de pederastía (que es un cierto gusto-atracción sexual por los impúberes). ¿Es que pensaría el Cardenal que casando a un pederasta se le quitan las tendencias? ¿O que el no tener cónyuge deriva en apetecer el tocamiento de los zagales? ¿O que casando a los curas - y a los Cardenales - se acaban las pederastías???
Con esta (si lo ha dicho, porque parece que sí, parece que no) van no sé cuántas salidas de tono/ de orden de Martini, que no es tonto (aunque sea equívoco). Con la Iglesia en el estado (y con el panorama) que Juan Pablo II le dejó a su sucesor y los frentes de controversia-oposición que se le han ido abriendo a Benedicto XVI, las "cositas" de Martini se han convertido en una pieza más del tablero en el que parece que hay Eminencias que le hacen el contra-juego a Benedicto, una especie de sed-contra quasi perenne. Y no son "piezas" inocentes las que juegan a la contra con B16 como antagonista (?).
En la mente de una serie de bien identificados prelados de primera fila, en estos últimos años, la descalificación del celibato y su puesta en crisis ha sido una relativa constante. A veces con sorpresas tan inesperadas como el golpecito de Hummes; otras han sido menos sorprendentes, como las "dudas" de Schonbörn. ¿Tanto les pesa, tanto les incordia el celibato?
Además, tocante al caso de las pederastías, es una falsa apreciación fruto de un prejuicio, porque el problema no es el celibato, son las personas y la formación de esas personas, su "ambiente", y - en muchos casos - sus obispos y superiores, y otras razones que se implican en unos casos problemáticos que nunca se vuelven "problema" por la sóla cuestión del celibato. El problema ya existía antes o iba a existir después, con o sin celibato. El celibato no es el "catalizador" de la pederastía.
Que el celibato no es un condicionante de la pederastía, se patentiza en el caso de pederastas que no son célibes ni son curas, como este famoso sesentayochero, que como es moderno-post-moderno-post-marxista y verde-verde, no es "escándaloso" a pesar de ser pederasta (sin más comentarios).
Cuando se pone en el disparadero al celibato, no se reconoce que lo que se está poniendo en la picota es el Sacerdocio Católico, del que el celibato forma parte accidental pero muy gravemente formal. El celibato no es un capricho, no es una ocurrencia, no ha sido algo improvisado. Tampoco es ni ha sido algo a-problemático, puesto que en cada momento, en cada época, ha tenido sus "tensiones"; pero la problemática anti-celibataria, cuando ha surgido, no ha sido por el celibato ex-sese, sino como expresión-postulación de conceptos muy contrarios al Sacerdocio Católico. Item más: Desde el wyclifismo y los movimientos pre-reformistas hasta la consumación definitiva de la Reforma Protestante, ha existido una constante identificación de anti-celibatarismo con anti-romanismo y anti-catolicismo.
Por eso resulta tan desasosegante que sea un cardenal de la Santa Romana Iglesia quien se atreva a cuestionar el celibato sacerdotal. Si ha sido Martini (aunque se haya excusado y replegado velas) se trataría de un Cardenal jesuita, para más paradoja, formado en su juventud según los rectos y sanos principios de la espiritualidad de la Compañía de Jesús y el "sentire cum Ecclesia" como norma intencional.
¿Qué ha pasado para que en el 2010 Cardenales como Martini, Hummes, Schonbörn, y con ellos algunos prelados de un lado y de otro, destaquen y salgan a los medios por disentir y no sentir con el Papa, con la Iglesia? ¿Están articulando para un futuro próximo (?) lo que los gestores-manipuladores Vaticano 2º no sacaron adelante? ¿Piensan que este es el momento, aprovechando el "escándalo" de las pederastías? ¿Hay alguien en la Iglesia interesado en gestionar a favor del contra-celibatarismo el caso de las pedofilias? ¿Está ocurriendo una deliberada puesta en escena de escándalos y escandalizados con el fin de potenciar las reivindicaciones de los anti-celibataristas??? ¿Alguien está articulando-dirigiendo todo este escenario para presionar a Benedicto XVI?
Tiempos penosos, confusos, muy turbios, son los nuestros. Gracias a Dios la cabeza, Benedicto, se mantiene clara, pero la agitación de los turbados y sus turbulenecias comienza justo debajo de él, en algunos personajes de la Jerarquía que debería apoyarle y asistirle y confortarle.
Martini ya no entra en Cónclave, gracias a Dios; pero otros de su tendencia, sí. Y no para ahi la mala veta, porque se trata de toda una generación - y dos, y tres - de obispos y prelados de-formados en seminarios y universidades donde más que nutrirse de recta doctrina y confirmarse en la fe, se les ha llenado de dudas, con la "crítica" como sistema y la devaluación de todo lo católico como resultado.
Cuanto antes desaparezcan de la escena, mejor. Pero la cizaña de Martini, Schonbörn et alii no se va a erradicar en un pontificado (ni en dos, ni en tres).
Las secuelas del avenate post-conciliar están siendo tan profundas y lesivas como ya se está probando. Por ejemplo, y este es otro "caso",(véase con precaución porque no es un youtube decente de ver en Semana Santa, advierto):
Es Mahoney, otro Cardenal, este con edad de Cónclave todavía. Tan estrafalario de doctrina como de "liturgia". Tan des-católico como ese espectáculo pseudo litúrgico que "preside" en Los Ángeles, California, USA.
Como decía, la cizaña está muy esparcida, y en algunos casos es muy "eminente".
Oremus!
&.
lunes, 29 de marzo de 2010
Sobre piedras y pedradas
Dice el Eclesiastés, en una de las frases de aquella retahila del cap. 3, que hay tiempo para tirar piedras y tiempo para recogerlas (Ecc 3, 5); parece ser que se refiere a la lapidación, la forma de ejecución que se practicó entre los judíos y que seguía vigente en tiempos del Señor, a Quién un par de veces intentaron apedrear. El otro día, el Jueves de la Semana V de Cuaresma, se leía en Jn 8, 51; y al dia siguiente, Viernes, otra vez en Jn 10, 31 ss. Fue verdaderamente providencial que el Sacrificio del Redentor fuera en la Cruz y no por lapidación; que pudo haber sido lo prueba que el primer mártir cristiano, San Esteban, fuera lapidado en un proceso (diatriba-confesión-sanedrín-ejecución) muy parecido al de la Pasión del Señor.
Tuve un maestro, un sabio dominico, que nos enseñó cómo se pude rastrear en el Antiguo y el Nuevo Testamento una "teología de la piedra", un cierto tema que toma la piedra como elemento de discurso-reflexión teológica; el binomio Pedro-piedra no es una casualidad.
En algunas meditaciones, prédicas etc. comento que las piedras de lapidar sentenciados a muerte, el Señor las ha cambiado en piedras para edificar su Iglesia. El Evangelio de la adúltera (Jn 8, 1-11) es un ejemplo; y por supuesto toda la perífrasis petrina (IPe 2, 4ss.), tan elocuente: Si San Pablo prefiere hablar de la Iglesia como un cuerpo organizado, Pedro prefiere la imagen de un edificio edificado con piedras, piedras vivas.
Todo lo cual se me ha venido más de una vez a la cabeza esta semana pasada, con la arremetida de la prensa (impía y blasfema, of course) contra el Papa, la Santa Sede y la Iglesia por los pederasteantes (y los pederasteados). Imaginaba que podría resumirse, compararse, describirse, como un "episodio de piedras" que tipifica dos actitudes perennes en la vida y las circunstancias de la Iglesia: Unos tiran piedras, otros las recogen; unas son pedradas de muerte y otras son piedras para edificar. Depende de cada cual, personas e intenciones, pero esas piedras definen muy bien a los que las llevan/las tiran/las recogen/las utilizan.
De Santa Teresa recuerdo (más o menos) una de esas anécdota similar, la de aquel señor airado contra ella, la monja fundadora, que dijo que merecía que le dieran palos, y la Stª que le respondió - "¿Cuántos estaría usted dispuesto a darme? que ando falta de maderos para techar un convento para mis monjas..." etc. Y consiguió los palos para su convento (y dejó "edificado" al presunto apaleador).
Ayer, Domingo de Ramos, en la lectura del Evangelio de la Entrada en Jerusalén, el Señor hacía otra re-versión del tema de la piedras:
"...et quidam Pharisaeorum de turbis dixerunt ad illum magister increpa discipulos tuos quibus ipse ait dico vobis quia si hii tacuerint lapides clamabunt." Lc 19, 39-40 ¡Si estos callaran, clamarán las piedras!
Las piedras agresivas que algunos tiran para herir y matar, también pueden ser gritos vivos que aclamen al Señor. Depende de las actitudes, de las intenciones, de la voluntad de cada cual. Y de Cristo, que puede hacer clamar a las piedras.
Si en el Éxodo Moisés sacaba agua de la roca del desierto, la Iglesia también puede sacar gracia de un corazón de piedra. Y de una pedrada, también.
Y si no, nosotros mismos, con gracia de Dios (insisto: CON GRACIA DE DIOS (con mucha gracia)) recogiendo las piedras que nos tiran podemos edificar la Iglesia, fortalecerla, reparar brechas y reforzar muros y paredes. O empedrar un camino limpio y firme para que pase el Señor y caminen los que predican su Evangelio.
A los que nos tiran piedras, esta operación de aprovechar las piedras con gracia de Dios (con mucha gracia) les va a hacer muy poca gracia. Estoy seguro.
+T.
Tuve un maestro, un sabio dominico, que nos enseñó cómo se pude rastrear en el Antiguo y el Nuevo Testamento una "teología de la piedra", un cierto tema que toma la piedra como elemento de discurso-reflexión teológica; el binomio Pedro-piedra no es una casualidad.
En algunas meditaciones, prédicas etc. comento que las piedras de lapidar sentenciados a muerte, el Señor las ha cambiado en piedras para edificar su Iglesia. El Evangelio de la adúltera (Jn 8, 1-11) es un ejemplo; y por supuesto toda la perífrasis petrina (IPe 2, 4ss.), tan elocuente: Si San Pablo prefiere hablar de la Iglesia como un cuerpo organizado, Pedro prefiere la imagen de un edificio edificado con piedras, piedras vivas.
Todo lo cual se me ha venido más de una vez a la cabeza esta semana pasada, con la arremetida de la prensa (impía y blasfema, of course) contra el Papa, la Santa Sede y la Iglesia por los pederasteantes (y los pederasteados). Imaginaba que podría resumirse, compararse, describirse, como un "episodio de piedras" que tipifica dos actitudes perennes en la vida y las circunstancias de la Iglesia: Unos tiran piedras, otros las recogen; unas son pedradas de muerte y otras son piedras para edificar. Depende de cada cual, personas e intenciones, pero esas piedras definen muy bien a los que las llevan/las tiran/las recogen/las utilizan.
De Santa Teresa recuerdo (más o menos) una de esas anécdota similar, la de aquel señor airado contra ella, la monja fundadora, que dijo que merecía que le dieran palos, y la Stª que le respondió - "¿Cuántos estaría usted dispuesto a darme? que ando falta de maderos para techar un convento para mis monjas..." etc. Y consiguió los palos para su convento (y dejó "edificado" al presunto apaleador).
Ayer, Domingo de Ramos, en la lectura del Evangelio de la Entrada en Jerusalén, el Señor hacía otra re-versión del tema de la piedras:
"...et quidam Pharisaeorum de turbis dixerunt ad illum magister increpa discipulos tuos quibus ipse ait dico vobis quia si hii tacuerint lapides clamabunt." Lc 19, 39-40 ¡Si estos callaran, clamarán las piedras!
Las piedras agresivas que algunos tiran para herir y matar, también pueden ser gritos vivos que aclamen al Señor. Depende de las actitudes, de las intenciones, de la voluntad de cada cual. Y de Cristo, que puede hacer clamar a las piedras.
Si en el Éxodo Moisés sacaba agua de la roca del desierto, la Iglesia también puede sacar gracia de un corazón de piedra. Y de una pedrada, también.
Y si no, nosotros mismos, con gracia de Dios (insisto: CON GRACIA DE DIOS (con mucha gracia)) recogiendo las piedras que nos tiran podemos edificar la Iglesia, fortalecerla, reparar brechas y reforzar muros y paredes. O empedrar un camino limpio y firme para que pase el Señor y caminen los que predican su Evangelio.
A los que nos tiran piedras, esta operación de aprovechar las piedras con gracia de Dios (con mucha gracia) les va a hacer muy poca gracia. Estoy seguro.
+T.
jueves, 25 de marzo de 2010
Ave ~ Ecce ~ Et Incarnatus est (con temor de Dios)
El Evangelio cuenta la escena con la sencillez inocente del Misterio, simple en la forma, como el Misterio mismo que se estaba manifestando y realizando: Lo eterno en un momento, lo infinito en un espacio, lo divino en lo humano. Y así quedó después en el Credo, simple formulación de lo inabarcable en la limitación de unas palabras continentes de lo inefable.
El diálogo del Arcángel con la Virgen es sucinto, pero suficiente, como manifestando una regla, una clave al comienzo de una partitura deliberadamente contenida, con notas suavemente acordadas, mínimas, delicadamente pulsadas, entonadas suavemente, quedas.
La iconografía del Evangelio de la Anunciación es básica: Dos figuras, el Arcángel salutante que anuncia y la Virgen oyente que acepta. La sensación que se intenta es la del recogimiento sagrado, como una concentración de la gloria que llega en el seno que acoge. Lo demás es accesorio, aunque valga para darle un fondo al centro iconográfico. Por ejemplo, la Anunciación "simple" de Fra Angélico en San Marco de Firenze se "complica" en la tabla insuperable del Prado con la adición en paralelo antitético de la caida de los Padres en el Edén, el Misterio de la Gracia sobre el del pecado, la Redención final sobre la pena original.
En la Liturgia, Lc 1,26-38 quizá sea el Evangelio que más se reza durante el año. La Teología antigua apreció este fragmento muy particularmente por ser el comienzo del propio Evangelio, su médula, la incoación última y definitiva del Misterio de la Salvación. En este sentido es un texto que sirve para contrastar la ortodoxia de cualquier discurso cristológico, dependiendo de cómo se comente, de la exégesis que se le haga.
Y pesar de la amabilidad, es tremendo, la otra cara del fascinans que caracteriza al Misterio. En el verso de Rilke se afirma que "...todo ángel es terrible", y este de la Anuciación también; y la Virgen nazarena es la que hará estremecer al Infierno y sus potestades apenas pronuncie su "Ecce", la misma mujer de la visión apocalíptica, vestida de sol, coronada de estrellas, la luna a sus pies, amenazada por el Dragón, madre del destinado a gobernar con cetro inflexible a los pueblos, la que volará con alas de águila remontándose al Santuario. Ella, la Virgen del Ave, es también terrible.
Pero a nosotros, ese Misterio que hace temblar los cimientos del universo, no se nos revela con figura estremecedora, con terribles formas: "....No os habéis acercado a una realidad sensible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, huracán, sonido de trompeta y a un ruido de palabras tal, que suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más..." Hb 12, 18ss. A nosotros se nos predica como un beso dicho con el rezo del Avemaría, con la luz del mediodia pletórico de campanas que repican el Ángelus, con el Incarnatus de un Credo recitado de rodillas.
Nos estamos acercando a adorar al Omnipotente que crece en el seno de una mujer Virgen, que es Madre por obra del Espíritu, Esclava del Señor que en Ella es Padre, Hijo y Esposo. Es el Moria con el Sacrificio, el Horeb con la Zarza, el Sinaí con la Ley, y el Calvario con el Cordero inmolado: Todo está en su seno virgen, el antes y el después y lo eterno.
Por eso me da miedo la Virgen de la Anunciación, que me sume en temor de Dios, de su Misterio.
Hace años que aprendí (todo es gracia) a rezar con coplas, con canciones profanas, que no son religiosas. No es un invento mio, se ha hecho en todo tiempo, desde que los cristianos empezaron a orar. Esta mañana, como cuando los polifonistas componían Misas con las notas de L'homme armé, yo he hecho mi oración con esto:
Es una de las aria más bellas de la ópera francesa, el "Je pense a vous", del Maître Pathelin de François Bazin. La letra (De Leuven y T. Langlé) dice:
Pienso en vos cuando me despierto
os llevo en los ojos, desde lejos,
y os recuerdo cuando duermo
en un sueño misterioso;
la única felicidad que mi corazón anhela
es haceros una confesión de dulce amor
eso, eso es lo que os quiero decir
pero, ¡ay!, siento tanto miedo de vos.
Cuando rondo tus pasos
y espero al fin verte pasar
me digo con voz serena
¡Hoy lo lograré!
Yo lo deseo, quiero en mi loco ardor
decir te amo cayendo de rodillas ...
eso es lo que quiero decir
Pero, ¡ay! tengo tanto miedo de ti
He rezado esa aria fascinado, enamorado del Misterio, expresando temor enamorado con debilidad fascinada. Y entonces admiro más a la Virgen valiente del Ecce, tan poderosa que no necesita ni a los ángeles: "...et discessit ab illa angelus" para hacerse cargo del Misterio y hacerlo Carne en su carne.
N.B. Advertencia para los poco-católicos, sean por exceso o defecto: Las preces y la oración se hacen según lo canónicamente dispuesto, en el templo, y en latín, preferentemente; esta otra "modalidad" es personal y, digamos, "de oficina", o, también, doméstica. Aclaración que hago para no propiciar malentendidos de estilo o forma. Soy muy puntilloso con las cosas importantes de verdad, Uds. me entienden.
+T.
p.s. Buscando el youtube con la deliciosa versión del brillante Roberto Alagna, que es la que tenía en mente, he encontrado esta otra, preciosa también, una grabación del 1936 (¡glorioso año!) con la voz de Tino Rossi, que no puedo dejar de poner porque me ha gustado tanto (más?) como la de Alagna. Ecco:
Je pense à vous
Cargado por MONPON. - Ver los videos de música recién destacados.
Otra N.B. Mi amigo Tente, impío y pagano, me dice que si no he visto las imágenes del youtube 2º, tan románticamente voluptuosas; yo le he dicho a mi amigo Tente, pagano e impío, que fijarse en eso es como si un cardenal en la Sixtina, en vez de rezar al Cristo Juez del Juicio Final se emboba mirando los culos de los belli ragazzi de la bóveda. Quiero decir que tocante al arte cada cual es muy libre (o muy esclavo) de escoger para mirar al Michelángelo que pinta gnudi o al que pinta al Giúdice. De todas formas, la música se escucha/se oye, no se mira (aunque los youtubes incluyan estampas de discutible gusto).
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miércoles, 24 de marzo de 2010
Una escopeta cargada con "pederastía"
No hace falta ser el perspicaz mayor del reino para conjeturar sobre "campaña" multi-media contra la Iglesia Católica con la pederastía como arma ofensiva. Como en los best-sellers y las pelis estilo Chacal, el arma del magnicidio es superpotente, con objetivo-mira telescópico, y apunta fino, en concreto, individual, localizando a su víctima. A estas alturas, todos sospechamos - caprichosamente paranoicos??? - que el centro de la diana es B16. El que aprieta el gatillo y su equipo, también están identificados, más o menos. Claro que esto es ficción, bloggera actualidad ficción, simplemente. Es sólo eso.
Sobre lo mismo, publicaban el Lunes pasado en Fides et Forma dos entradas, una sobre un jesuíta alemán, el p. Klaus Mertes; la segunda sobre el semper equívoco Cardinal Schönborn. A parte el parecido facial de uno y otro, casi clónicos, se resaltan sus respectivas "iniciativas". El artículo señala al jesuíta, rector del Colegio Canisio de Berlín, como el responsable de la publicación-difusión en los medios de todo el caso de las agresiones pederastas en colegios católicos. Así mismo, recuerda que el p. Klaus ha intervenido significativamente en foros pro-homosex; y también que fue uno de los más agresivos movilizados cuando el affair del comentario "negacionista" del lefebvrista Mons. Williamson. El artículo de Fides et Forma recuerda algunos citas "declamantes" entresacadas de algunos comentarios del jesuíta Mertes; en una llamaba al Papa "ingénuo y quijotesco" por haber levantado la excomunión a los 4 prelados de la FSSPX y haber abierto la puerta a los tradicionalistas.
El otro artículo del blog comentaba la iniciativa del Cardenal Arzobispo de Viena, Schönborn, que ha convocado para hoy, Miércoles 24 de Marzo, un acto en la Catedral de San Esteban con el "escandaloso" lema de "Estoy rabioso, Dios". El lema de la convocatoria da la impresión (me da la impresión) de estar al borde de la blasfemia, como si se contuviera "finamente" para no expresar lo mismo con palabras más groseras.
Lo que no me explico ni yo mismo (es un decir, un recurso retórico, una ilación del discurso) es cómo el Cardenal Schönborn puede convocar una oración en San Esteban de Viena junto con el conciliábulo de los "Somos Iglesia", una de las más letales y anti-católicas asociaciones seglares de entre todas las formaciones post-conciliares dispuestas a minar los cimientos del Catolicismo. Es como invitar al terrorista-bomba a tomar chocolate en palacio, siendo el terrorista regicida y el invitante príncipe de la casa real. Pues algo así.
El patético escenario germano-austriaco se completa con ese 1 millón de católicos(?) que dicen que están dispuestos a dejar la Iglesia Católica, una amenaza risible y tragi-cómica si se considera que el "catolicismo" de esos "católicos" austriacos se perdió por los caminos tortuosos de ellos sabrán dónde ellos sabrán cuándo. Un millón de infieles que han dejado de ser católicos de hecho y quieren que conste de derecho, para que las estadísticas queden claras. Muy bien.
Y así están las cosas por la Europa, nuestra madre. Con un escuadrón volante salpicando con el hisopo inmundo de la pederastía a todo prelado, cura o sacristán que se les ponga por delante, el hermano del papa incluído. La paradoja - casi toda la actualidad es paradójica, ultimamente - es que no se publiquen evidencias tan clamorosas como la que comentaba el gordo Prada en su gacetilla, que de los 200.000 caso de abusos a menores denunciados en Alemania desde 1995, sólo 94 afectan a ministros de la Iglesia. Sólo.
Pero es la Iglesia la que está en la picota, y las carabinas apuntan a la cabeza de la Iglesia, que es una, facilmente identificable, y un blanco facil. Muy blanco, por cierto, del solideo al borde de la sotana, todo blanco. Se le ve muy bien. Y lo blanco se mancha tan facilmente, con casi todo. Y ellos, los que disparan, lo saben.
El blogger de Fides et Forma se preguntaba si todo esto, lo de Alemania y lo de las pederastías-mass-media no ha sido (como lo del alarmismo sobre el negacionismo de Williamson) algo deliberadamente tramado, una conjura con conjurados; con expresividad italiana dice "programmata a tavolino", una programación de tablero, de esas que se fraguan entre amigos sobre el velador de mármol de la peña, entre café y café; o en un despacho, en una mesa de cierto nivel, entre varios doctos activistas. Y muy probablemente haya sido muy así.
Para más prueba de la catadura del jesuíta(?) p. Klaus Mertes, remachan hoy con otras declaraciones, de Febrero pasado, en las que el modernista se destapa con otras opiniones, muy "aclaratorias". Le preguntan en entrevista si se siente respaldado por la Iglesia, y responde:
"Por el Arzobispado de Berlín, sí. Pero por la Iglesia Católica en su conjunto...lo dudo. Me gustaría que pudiéramos hablar sin miedo de todo. Incluso de la propia sexualidad. Espero que la Iglesia se reconcilie con la modernidad y la libertad. Que esté abierta para lo que Dios pide a la Iglesia de hoy. Ya se trate de la re-evaluación teológica de la homosexualidad o la ordenación de las mujeres, que esté abierta. Hay que embarcarse en el presente y no reaccionar a la defensiva frente a todo".
Esa es la opinión del rector jesuíta(?).
Como él, con su misma tendencia neo-modernista des-católica, en España se han manifestado muy agresivamente, hiper-críticos, con la lanza en ristre, arremetiendo feroces, todos los modernistas descatolizados que publican passim, blogs, webs, etc. El perfil es el del "progre-vanguardista" crítico, casi todos resentidos-resabiados, con mucha "trayectoria" encima, intra y extra eclesiástica.
Lo que más les ha dolido ha sido el golpe de espuelas que, a propósito de los "esándalos pederastas", ha metido Benedicto XVI en los sensibles ijares de los vaticanólatras, los incombustibles espiritistas vaticanosegunderos, los activistas vanguardistas del post-concilio, los postuladores-conjuradores del espectro del Vati-3º, tan hipersensibles cuando se les pone el dedo en la llaga.
No se quieren dar cuenta, no se hacen cargo, de que la llaga existe. Y supura. Con pus - por ejemplo - de pederastías. Y hay más pústulas, más infecciones con la misma etiología, de igual patología.
No hará falta decir que la curación, lenta y costosa, requiere la extirpación de los miembros afectados e irrecuperables. Ya sean un millón, ya sean dos docenas. Por el bien y la salud corporal general.
&.
viernes, 19 de marzo de 2010
Sobre las manos del Carpintero y otras partes del Misterio
Tengo un gusto iconográfico muy tradicional, bastante fijo. San Pedro, por ejemplo, como todo el mundo sabe, es calvo y con llaves; el caballo de Santiago es blanco, la Magdalena lleva melena y llora, y San José es más bien viejo, con canas y varita florida. Ita! No me gustan las novelerías porque me distraen la devoción; si un artista pinta o esculpe fuera de la tradición iconográfica de mi real gusto, le excluyo para los restos sin marcha atrás. Y si hubiera Inquisición vigente y corriente y yo estuviera de inquisidor censor iconográfico, la fogata que iba a armar dejaba a Las Fallas en candelorio anecdótico.
Pero yo iba a escribir de San José, no de Las Fallas; y especialmente del San José de la estampa que pongo de ilustración, del que no sé el autor, ni más detalles. Parece un dibujo, una sanguina, o algo por el estilo. Me resultó dulcemente amable desde que lo ví en la portada de un librito sobre el Patriraca, que me regaló un devoto. Después me procuré una estampa, pero sin más señas sobre el dibujo. Deduzco de él algunas cosas, sobre su autor-a; aunque su formato es más bien de estampería, con remotos ecos del Raffaello y de Murillo, sin pretensiones de gran arte, tiene esa ingenuidad certera de la imaginería devocional popular, que atina muchas veces lo que el gran arte malogra, quizá por un exceso en la pretensión. Pero tampoco voy a eso, sino a otra cosa.
Me resulta facil hacer oración con imagen y con música de fondo; me ayudan a componer las escenas del Evangelio, me conectan. No me son imprescindibles, pero sí me ayudan. Esa imagen, por ejemplo, me sirve porque me conmueve.
Tuvieron que pasar en Belén, o en Egipto, o en Nazareth, momentos, escenas, como la del dibujo. Cuando el Verbo se hizo carne se hizo también tacto, y olor, y oido, y sabor. Un dia el Niño supo que las lágrimas saben saladas, que salen templadas de los ojos y se enfrían mientras corren por las mejillas, y que pican en los ojos, como parece representar ese dibujo. Y aprendió a reconocer el olor del Patriarca José, y el tacto de sus manos, y de su barba, y de su ropa; el eco y el tono de su voz, las expresiones de su cara, el brillo de sus ojos.
Me imagino el despertar de un sueño. Una mañana, con el Niño recien recogido de su cuna, todavía envuelto en la mantilla, o los pañales. José se ha acercado silencioso, despacio, con los ojos fijos en Jesús, con los pensamientos mitad en la Gloria, mitad en el rostro del Niño - ¡su Niño! - que duerme, los ojos cerrados, los labios medio abiertos; se inclina y le besa y lo recoge de la cuna. Y el niño abre los ojitos y mira sin ver, sin despertar del todo, y sonrie, y se restriega los ojos con las manitas.
Y el Patriarca le mira, sintiendo en sus manos duras de carpintero la carne templada y suave del Hijo de Dios, que es su Hijo en encomienda, el Hijo engendrado por el Espíritu en el seno virgen de su esposa, María. El Mesías del Señor despertando en brazos de José, el artesano de Nazareth, de la estirpe de David, de la tribu de Judá, en cuya casa se van a cumplir, se están cupliendo, las promesas de Dios, los oráculos de los Profetas. Y él, José, tiene y sostiene entre sus manos el Misterio, el corazón del Hijo latiendo cabe el suyo, el aliento del Altísimo rozando el suyo, respirando con Dios el mismo aire, oliendo la piel de Dios que es Niño, tocando el cuerpo de Dios, el Salvador, que se le ha encomendado.
La mirada de José admira, ama, siente, acaricia y adora. La escena termina con un beso, tan limpio y profundo como nunca un padre ha besado a un Hijo en la tierra. María, la esposa virgen y la Madre, está viendo, también amando a los dos y adorando a Uno en brazos del otro. Son su esposo y su Hijo, y ella la siempre virgen esposa y madre. No hay misterio igual, no lo habido, ni lo habrá más.
Pero también imagino otra escena, parecida pero distinta: El Niño está llorando; ha despertado de un sueño con el corazón acongojado, y José lo ha recogido de la cuna, lo ha besado, lo ha serenado mientras lo mecía en su brazos, la cabeza del Niño sobre su hombro. ¿Qué soñaba Dios, Enmanuel, cuando soñaba, qué temía, cuando y por qué lloraba? ¿Lloraba por el mundo, por los horrores del mundo, por los pecados de los hombres que veía en sueños? ¿Lloraba también por mí, por mis pecados, que también sabía, que ya le dolían?
Es una iconografía que se representó mucho durante el Barroco, en España e Hispanoamérica, que fue muy frecuente en Andalucía: El Niño de la Pasión, imaginando al Niño durmiendo sobre la Cruz, sobre la Corona de Espinas, sobre los clavos; o esa otra ingénua y preciosa imaginería del Niño Pasionista, con Jesus vestido de morado, con la cruz a cuestas, la corona de espinas, y en un cestillo de plata los demás atributos de la Pasión. Y el Niño va llorando, unas veces con los ojos mirando al cielo y otras con la vista en el suelo.
Es raro el convento de clausura que no tiene su Niño Pasionista, incluso dos o tres, en talla del XVII final o del XVIII, en su fanal, revestido con túnica de terciopelo morado, bordada, con los encajillos del enaguado asomando dos dedos por debajo.
Cuando el sacerdote y profeta Simeón anuncia a la Madre la Pasión del Hijo profetizándole a ella la espada que le traspasaría el alma, el esposo, el Patriarca José, estaba también presente, y oyó la profecía tremenda, y también, desde aquel momento, supo algo de la Pasión que llegaría. Algo que, como María, guardaría en su corazón para meditarlo. Y en las horas del taller, al compás de la sierra y el martillo, los clavos y la madera, José el carpintero meditaría en aquellas palabras dolorosas sobre el Hijo y la Madre.
Y en las miradas, los besos, las caricias al Niño, las manos fuertes de José temblaban temerosas por el Niño, su Niño, el que el Padre le había confiado para que custodiara al Salvador del mundo, el Hijo del Eterno que la gente conocía como el Hijo de José.
"...Dejad el tierno llanto,
divino Emmanuel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores,
y llore con Joseph.
Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel”+T.
jueves, 18 de marzo de 2010
La jauría acosando, felizmente rabiosa
Son los perros habituales, jabalíes y alimañas de esas que dice el Salmo que entran y pisotean y arrasan la Viña, las fieras de siempre, un día babilonios, otro día romanos, comunistas ayer, hoy la tropa post-marxista post-68 y demás bandas armadas de postmodernidades. Los peores son los chicos de casa, los que alguna vez creyeron algo y hoy no se creen nada. Esos son los que descargan más veneno cuando clavan su aguijón.
Han ensuciado todo, han hipersexualizado todo, han puesto por decreto ley máquinas expendedoras de condones en los retretes de los colegios, han prostituído todas las conciencias que se han acercado a su tugurio. Han corrompido el mundo. Y ahora se "escandalizan" por las historietas de miseria que quizá ellos mismos han leído complacientes. Todos han admirado al Nabokov de la Lolita. Todos se han relamido con los relatos del escritorzuelo de temporada o la re-puta-da escritorucha de suplemento dominical, gana-premios experta pasando por el catre de todo el tribunal que concede el premio. Y ahora se escandalizan por las noticias de los clérigos, y hacen chistes, y cuentan cosas.
Pero es mentira. No se pueden escandalizar de verdad porque no tienen materia para eso. No les queda moral para estallar en escándalo, no tienen ética que les reviente escandalizada. No poseen eso que hay que tener para sufrir escándalo. Pero lo simulan, una modalidad post-moderna del viejo escñandalo farisaico. Y montan el escenario, con propaganda y foto y grupos de presión y reacción. Con articulillos, con reportajes, con entrevistas a la última motivada-escandalizada de la peña comparsista de ellos mismos.
Y el caso de Küng raya el vómito incontenible, él precisamente. Alguna vez he comentado que lo de Küng contra Ratzinger es la vengaza envidiosa del energúmeno frustrado contra el santo; del mediocre con claque de salón contra el magister con cátedra universal. Lo que no imaginaba es que el odio del hereje fuera tan implacable, tan tenaz en la mordida, tan rabioso.
Tampoco entiendo la clamorosa alegría de algunos, entusiamados con las caídas de los "hermanos". Y otra vez me sale el salmo, el tropel de fieras de Basán, los feroces perseguidores con la hiel y el vinagre en la reserva, dispuestos a suministrarlos en cuanto alguno tropieza y cae. Alguno, claro está, de los que no son ellos, ninguno de los suyos.
Porque ellos, entre ellos, se "toleran" de otra manera, están por encima de esas cosas en las que sólo caen los otros, que no son del grupo de los liberados, del selecto club de los omnímodos en toda depravación. Nabokov con la Lolita merece el Nóbel. Un fraile que toca algo, es reo de hoguera.
Curiosamente, paradójicamente, los que sacan a relucir en sus tertulias las llamas de la Inquisición para acusar a la Iglesia inquisidora son ahora los más implacables perseguidores, los que encienden la candela y piden carne de fraile para chamuscar. Un espectáculo de libertad y tolerancia, con talante.
Y lo mejor: Otro golpetazo a la Iglesia, otro porrazo, otro cañonazo a la Barca de Pedro. Que ese es el objetivo. Los flecos, no importan. Las verdades, menos. Lo importante es el objetivo, que no escape.
Que la Iglesia tiene que repetir, de tantas maneras, tantas veces, la Pasión de su Señor, eso lo sabemos todos los que creemos y mantenemos la fe, por la gracia de Dios.
Que la persecución no cesa, también lo sabemos.
Quiénes son los perros, quiénes son sus amos, también.
Todo pasará. Todo se olvidará. Y se hará penitencia. Y se corregirá. Aunque algunos se llevarán tres siglos repitiendo lo de los abusos como llevan cuatro siglos repitiendo lo de la Inquisición. Pero todo pasará. Ellos, los perros de ahora, también. La Iglesia no.
p.s. Si alguno preguntara si acaso yo no "condeno", que le conste que soy de los conscientes y dolientes que se estremecen con la condena-sentencia que ya está dicha y es Palabra de Dios, que no caduca: "...Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en Mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible." Mc 9, 42 ss.
p.p.s. Por cierto, que como los de la jauría rabiosa no creen estas cosas, ni en el castigo, ni en la vida eterna, por eso ladran tanto y muerden tan sañudamente.
&.
Han ensuciado todo, han hipersexualizado todo, han puesto por decreto ley máquinas expendedoras de condones en los retretes de los colegios, han prostituído todas las conciencias que se han acercado a su tugurio. Han corrompido el mundo. Y ahora se "escandalizan" por las historietas de miseria que quizá ellos mismos han leído complacientes. Todos han admirado al Nabokov de la Lolita. Todos se han relamido con los relatos del escritorzuelo de temporada o la re-puta-da escritorucha de suplemento dominical, gana-premios experta pasando por el catre de todo el tribunal que concede el premio. Y ahora se escandalizan por las noticias de los clérigos, y hacen chistes, y cuentan cosas.
Pero es mentira. No se pueden escandalizar de verdad porque no tienen materia para eso. No les queda moral para estallar en escándalo, no tienen ética que les reviente escandalizada. No poseen eso que hay que tener para sufrir escándalo. Pero lo simulan, una modalidad post-moderna del viejo escñandalo farisaico. Y montan el escenario, con propaganda y foto y grupos de presión y reacción. Con articulillos, con reportajes, con entrevistas a la última motivada-escandalizada de la peña comparsista de ellos mismos.
Y el caso de Küng raya el vómito incontenible, él precisamente. Alguna vez he comentado que lo de Küng contra Ratzinger es la vengaza envidiosa del energúmeno frustrado contra el santo; del mediocre con claque de salón contra el magister con cátedra universal. Lo que no imaginaba es que el odio del hereje fuera tan implacable, tan tenaz en la mordida, tan rabioso.
Tampoco entiendo la clamorosa alegría de algunos, entusiamados con las caídas de los "hermanos". Y otra vez me sale el salmo, el tropel de fieras de Basán, los feroces perseguidores con la hiel y el vinagre en la reserva, dispuestos a suministrarlos en cuanto alguno tropieza y cae. Alguno, claro está, de los que no son ellos, ninguno de los suyos.
Porque ellos, entre ellos, se "toleran" de otra manera, están por encima de esas cosas en las que sólo caen los otros, que no son del grupo de los liberados, del selecto club de los omnímodos en toda depravación. Nabokov con la Lolita merece el Nóbel. Un fraile que toca algo, es reo de hoguera.
Curiosamente, paradójicamente, los que sacan a relucir en sus tertulias las llamas de la Inquisición para acusar a la Iglesia inquisidora son ahora los más implacables perseguidores, los que encienden la candela y piden carne de fraile para chamuscar. Un espectáculo de libertad y tolerancia, con talante.
Y lo mejor: Otro golpetazo a la Iglesia, otro porrazo, otro cañonazo a la Barca de Pedro. Que ese es el objetivo. Los flecos, no importan. Las verdades, menos. Lo importante es el objetivo, que no escape.
Que la Iglesia tiene que repetir, de tantas maneras, tantas veces, la Pasión de su Señor, eso lo sabemos todos los que creemos y mantenemos la fe, por la gracia de Dios.
Que la persecución no cesa, también lo sabemos.
Quiénes son los perros, quiénes son sus amos, también.
Todo pasará. Todo se olvidará. Y se hará penitencia. Y se corregirá. Aunque algunos se llevarán tres siglos repitiendo lo de los abusos como llevan cuatro siglos repitiendo lo de la Inquisición. Pero todo pasará. Ellos, los perros de ahora, también. La Iglesia no.
p.s. Si alguno preguntara si acaso yo no "condeno", que le conste que soy de los conscientes y dolientes que se estremecen con la condena-sentencia que ya está dicha y es Palabra de Dios, que no caduca: "...Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en Mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible." Mc 9, 42 ss.
p.p.s. Por cierto, que como los de la jauría rabiosa no creen estas cosas, ni en el castigo, ni en la vida eterna, por eso ladran tanto y muerden tan sañudamente.
&.
martes, 16 de marzo de 2010
Jerusalén y su conflicto
Como el conflicto no cesa y los episodios son recurrentes, vuelvo a hablar de las injusticias de Israel, mal que me pese. Porque me pesa Israel, como una piedra dorada y hermosa de sus murallas, las de Solimán, que yo sé que son del siglo XVI, pero que venero como si fueran del tiempo del Santo Rey David. Porque lo venerable es el lugar, y las cosas por el lugar.
A veces me quedo con la triste impresión de que se me malentiende cuando escribo algo contra el estado de Israel y sus escándalos, porque nunca queda claro (dejo claro?) que las filípicas son por afecto al Israel de Dios, como lo llama San Pablo, Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ , con la herida en su alma apostólica por no ver su plena conversión. Ese Israel santo está en parte representado, también, por el estado de Israel. Pero parece como si se re-suscita el viejo malentendido, un ritornello de Is 1,3 "...Israhel non cognovit populus meus non intellexit". De todas formas, confieso que de Israel me gustan hasta las piedras que se me meten en el zapato.
Hecho el alegato mei ipsius, paso al escándalo de turno. Que esta vez ha sido la enésima maniobra político-diplomática estratégica de sacar a luz pública los nuevos asentamientos ilegales con el vice-presi yanqui de cuerpo presente. Es, realmente, sólo un episodio dentro de los episodios de los hechos consumados y la consabida táctica de un paso atrás y tres adelante, desmantelar un asentamiento en el desierto y levantar tres nuevos en mejor sitio.
Incluso la anécdota de la visita del vice-presi yanqui (con cara y tipo stándar de vice-presi made in USA, dicho sea de paso; parece que los fabrican en serie y con recambios) es algo "inclusivo"; no digo que "preparado" o "previsto" o "dispuesto". Digo que mil seiscientas viviendas no se planifican de un dia para otro, y que se sabe todo lo que se quiere saber; y que en un viaje "diplomático" a ese centro neurálgico, un vice-presi yanqui sabe todo lo que debe saber. Y si no sabe, es que no quiere saber. Lo de la "bronca" por telefono de la virago Hilaria Clinton...tampoco me lo creo (y si fuera cierto, mis simpatías para el señor ministro israelí por etener que bregar con esa "esa").
Post eventum, como de costumbre, las habituales reacciones de los organismos pertinentes, inventados para tener reacciones de papel, resoluciones y comunicados, me refiero a ONU etc. Dos dias de prensa, una semana de blogs, y luego el silencio del que otorga callando. Y vamos a la siguiente, que esta ya está aviada. El juego de Israel.
De Israel comprendo casi todo menos
a) su obcecación en el militarismo conflictivo
b) la pertinaz negación del Estado de Palestina y los derechos de los palestinos
c) la cada vez más anómala voluntad de presentar al estado moderno de Israel como una realidad histórica obviando la historia de las otras comunidades históricas presentes en Tierra Santa, con derechos históricos sobre los Santos Lugares, cristianos (latinos, greco-ortodoxos y armenios) y musulmanes.
Una prueba patente del ánimo del nuevo estado israelí es la paulatina pérdida del "perfil" tradicional de los Santos Lugares, especialmente grave en el caso de la Ciudad Santa.
Hasta la novedosa aparición del estado de Israel, Jerusalén se había mantenido con una "preservación" muy apreciable. Un turista del año 1900 podía ver in situ la Ciudad casi tal y como la contempló, por ejemplo, Ignacio de Loyola en 1523 (todavía estaban sin levantar las murallas de Solimán). Es la Jerusalén que correteó Joachim Jeremías de zagal, empapándose de todo lo que le sirvió para escribir años después su preciosa obra "Jerusalén en tiempos de Jesús".
Salvo el visible Muro de las Lamentaciones y los demás restos que la arquelogía va exhumando, la Jerusalén que ha llegado hasta nosotros no es "israelita", sino cristiana y musulmana. Y esto sin "culpa" ni de unos ni de otros, puesto que la desaparición de la Jerusalén judía no fue obra de cristianos ni de moros, sino que fueron los romanos quienes destruyen y arrasan la Ciudad, primero Tito en el año 70 y más tarde Adriano en el 135, que le cambió hasta el nombre re-titulándola Aelia Capitolina.
Sobre la Jerusalén romana se construyeron los primeros edificios cristianos, principalmente la gran Basílica que comprendía el área del Calvario y el Santo Sepulcro, en tiempos de Constantino, en torno al 326. Rápidamente se levantaron otras iglesias cristianas que revistieron la Aelia Capitolina adrianea con el esplendor del poderío bizantino. Esa es la imagen que se recoge en el célebre Mosáico de Madaba, una de los más precisos documentos históricos de la vieja Jerusalén tardo-romana-bizantina. Está en la iglesita ortodoxa de San Jorge, en Madaba, a pocos kilómetros de Jerusalén...pero en la actual Jordania, separada por una frontera cada vez más impenetrable, una sima cada vez más honda.
Para rastrear la arqueología del antiguo Israel, los arqueólogos israelíes tienen que excavar los metros de una estratigrafía que es testigo de la historia, con sus huellas indelebles que van desde la superficie musulmana con los hitos de las Cruzadas, después la época bizantina, sigue la romana, y luego la época del Segundo Templo, que enlaza con la arqueología veterotestamentaria bajo la que subyacen los estratos más arcaicos de la Palestina prehistórica. En el Calvario, bajo la roca del Gólgota, cuenta la tradición cristiana que está la sepultura de Adán, sobre cuya calavera cayó la Sangre redentora de Cristo. Sin solución de continudades, en Jerusalén el aire que se respira se enraiza en el limo del que fue modelado el hombre, imagen del Creador.
Sin embargo la atmósfera jerosolimitana se ha vuelto moderna; apenas se sale de la Ciudad Vieja por la Puerta de Jaffa se desemboca casi directamente, poco más allá, a la cercana Ben Jehuda street y la Jerusalén contemporánea, tan occidental como un barrio de París o de Boston.
Los nuevos asentamientos israelíes que ocupan y usurpan territorios del reprimido Estado Palestino, son edificaciones que van rodeando Jerusalén, como un cinturón peri-urbano cada vez más denso y extenso. Recuerdo haber visto hace unos años, durante una peregrinación, las casitas que se edificaban entre Jerusalén y Belén, módulos de arquitectura contemporánea, estructuras que mientras más pretenden acomodarse al paisaje más lo alteran, engendros de arquitectos que lo vulgarizan y globalizan todo, desidentificando los lugares y su entorno.
Desde el Monte de los Olivos todavía se puede gozar (según qué punto) de una panorámica de la vieja Jerusalén, con la Cúpula de la Roca como eje visual dominante, con las cúpulas plomizas del Santo Sepulcro y los campanarios de las iglesias cristianas (pocos, porque los otomanos no dejaban levantar campanarios entonces y hoy ya no se pueden emprender nuevas edificaciones). Pero lo más estridente son las torres modernas de unos cuantos edificios, hoteles y oficinas, que surgen por detrás, en el área de la ciudad nueva, en el sector oeste, descomponiendo toda la vista.
No son edificaciones "necesarias". Tal cual, podrían haberse disimulado en altura para respetar la vista de la Ciudad Santa. Pero se prefirió deliberadamente levantar mini-rascacielos para dejar patente quien manda (o quien ocupa, depende como se juzgue).
¿Con los árabes hubiera sido peor? Probablemente. Una Jerusalén estilo a las capitales de los paises árabes del entorno sería más destructiva, menos respetuosa. Actualmente una administración islámica en Jerusalén podría complicar mucho las cosas, incluso poner en peligro la tradicional peregrinación cristiana a la Ciudad Santa si se promocionara la peregrinación de los musulmanes a Al Qadus, aprovechando la proximidad de Jerusalén a La Meca y Medina, los tradicionales centros de peregrinación del Islam.
Quedé hace poco impresionado por un reportaje que contaba la vertiginosa transformación de La Meca, un centro de peregrinaje mundial que se ha visto forzado a ampliar sus recursos por la ingente masa de visitantes que arriban contínuamente para cumplir con el precepto coránico, millones de peregrinos. Uno de los entrevistados en el reportaje pronosticó que en el 2050 los musulmanes habrán pasado de los 1.300 millones que son hoy día a computar un censo mundial de 2.500 millones de fieles, por lo que el crecimiento urbano de La Meca y su periferia es algo obligado, en previsión del futuro más próximo. Impresionante.
Me resisto a imaginar siquiera lo que podría significar la conversión de Jerusalén-Al Qadus en el segundo foco de atracción de las peregrinaciones del mundo musulmán. Con una administración islámica que favoreciera el negocio de los tour-operadores, la transformación-alteración de la Ciudad y su entorno sería terrible. Comparando con las nuevas construcciones que se levantan en La Meca, apenas resisto la hipotética visión de un engendro semejante, devorando la Ciudad y descomponiéndola.
Elucubro sobre todo esto para evidenciar la complejidad del conflicto de Palestina-Israel, con Jerusalén como centro donde convergen y chocan religión-historia-política-cultura etc. del Cristianismo-Judaísmo-Islamismo.
Un futuro para Jerusalén condicionado por las tendencias radicales de las actuales fuerzas en conflicto, significaría (si no lo es ya) un enquistamiento del problema que iría in crescendo hasta no puedo (ni deseo) conjeturar qué grados. Finalmente, estallaría con tampoco quiero aventurar qué efectos y consecuencias; sin duda, terribles.
¿No hay otra via, otras formas para proceder? También hace un par de días escuchaba una entrevista a David Grossman, un significativo valedor-testigo con otra sensibilidad-comprensión del caso israelí-palestino. Una esperanza, pensaba yo, si su ejemplo se extendiera también a otros. Algo tan utópicamente posible y realizable como esa orquesta de jóvenes palestinos e israelíes de la Orquesta del Divan Oriente-Occidente del maestro Daniel Barenboim, que a veces ensayan en el antiguo Seminario de Pilas, a mitad de camino entre Sevilla y El Rocío.
Hace unos cuantos años que no peregrino a los Santos Lugares, que no beso los muros de Jerusalén. Me han invitado varias veces, pero de la última vez que estuve hace ya seis o siete años. Desde la primera estancia me traje aquella Tierra conmigo, tan mia como un cerro de mi pueblo o una colina de Roma. Si me ofrecieran una casa, o media casa, un apartamento o un cuarto con catre en Jerusalén, me iba e instalaba sin un titubeo. Los dias, las horas que he pasado en Jerusalén están acordadas en mi alma como una gracia especial. Y desde entonces me duele más, y rezo todos los días por Jerusalén, por Israel.
Rogar por la Ciudad Santa no es un capricho. Es lo que rezan los salmos, lo que claman los profetas. Sobre aquellas piedras lloró el Señor, conmovido por la Ciudad a la que amaba, a la que ama. Y en ella, en Jerusalén, aconteció su Muerte y Resurrección, la Redención y la Pascua del Hijo de Dios, Jesucristo, Señor nuestro, bendito por los siglos de los siglos. Amén. Y con Él y por Él, son benditas todas las cosas que formaron y forman parte de su Vida y Misterio, Jerusalén de manera muy especial y privilegiada, junto con los otros Santos Lugares de la Tierra Santa.
Por eso, a pesar de los pecados y los crímenes de los hombres de hoy, olvidarse de Jerusalén es un pecado. Retenerla contra derecho, otro. Callarlo, también. No abrir sus puertas a una paz posible, lo mismo.
Pax super Ierusalem!
+T.
A veces me quedo con la triste impresión de que se me malentiende cuando escribo algo contra el estado de Israel y sus escándalos, porque nunca queda claro (dejo claro?) que las filípicas son por afecto al Israel de Dios, como lo llama San Pablo, Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ , con la herida en su alma apostólica por no ver su plena conversión. Ese Israel santo está en parte representado, también, por el estado de Israel. Pero parece como si se re-suscita el viejo malentendido, un ritornello de Is 1,3 "...Israhel non cognovit populus meus non intellexit". De todas formas, confieso que de Israel me gustan hasta las piedras que se me meten en el zapato.
Hecho el alegato mei ipsius, paso al escándalo de turno. Que esta vez ha sido la enésima maniobra político-diplomática estratégica de sacar a luz pública los nuevos asentamientos ilegales con el vice-presi yanqui de cuerpo presente. Es, realmente, sólo un episodio dentro de los episodios de los hechos consumados y la consabida táctica de un paso atrás y tres adelante, desmantelar un asentamiento en el desierto y levantar tres nuevos en mejor sitio.
Incluso la anécdota de la visita del vice-presi yanqui (con cara y tipo stándar de vice-presi made in USA, dicho sea de paso; parece que los fabrican en serie y con recambios) es algo "inclusivo"; no digo que "preparado" o "previsto" o "dispuesto". Digo que mil seiscientas viviendas no se planifican de un dia para otro, y que se sabe todo lo que se quiere saber; y que en un viaje "diplomático" a ese centro neurálgico, un vice-presi yanqui sabe todo lo que debe saber. Y si no sabe, es que no quiere saber. Lo de la "bronca" por telefono de la virago Hilaria Clinton...tampoco me lo creo (y si fuera cierto, mis simpatías para el señor ministro israelí por etener que bregar con esa "esa").
Post eventum, como de costumbre, las habituales reacciones de los organismos pertinentes, inventados para tener reacciones de papel, resoluciones y comunicados, me refiero a ONU etc. Dos dias de prensa, una semana de blogs, y luego el silencio del que otorga callando. Y vamos a la siguiente, que esta ya está aviada. El juego de Israel.
De Israel comprendo casi todo menos
a) su obcecación en el militarismo conflictivo
b) la pertinaz negación del Estado de Palestina y los derechos de los palestinos
c) la cada vez más anómala voluntad de presentar al estado moderno de Israel como una realidad histórica obviando la historia de las otras comunidades históricas presentes en Tierra Santa, con derechos históricos sobre los Santos Lugares, cristianos (latinos, greco-ortodoxos y armenios) y musulmanes.
Una prueba patente del ánimo del nuevo estado israelí es la paulatina pérdida del "perfil" tradicional de los Santos Lugares, especialmente grave en el caso de la Ciudad Santa.
Hasta la novedosa aparición del estado de Israel, Jerusalén se había mantenido con una "preservación" muy apreciable. Un turista del año 1900 podía ver in situ la Ciudad casi tal y como la contempló, por ejemplo, Ignacio de Loyola en 1523 (todavía estaban sin levantar las murallas de Solimán). Es la Jerusalén que correteó Joachim Jeremías de zagal, empapándose de todo lo que le sirvió para escribir años después su preciosa obra "Jerusalén en tiempos de Jesús".
Salvo el visible Muro de las Lamentaciones y los demás restos que la arquelogía va exhumando, la Jerusalén que ha llegado hasta nosotros no es "israelita", sino cristiana y musulmana. Y esto sin "culpa" ni de unos ni de otros, puesto que la desaparición de la Jerusalén judía no fue obra de cristianos ni de moros, sino que fueron los romanos quienes destruyen y arrasan la Ciudad, primero Tito en el año 70 y más tarde Adriano en el 135, que le cambió hasta el nombre re-titulándola Aelia Capitolina.
Sobre la Jerusalén romana se construyeron los primeros edificios cristianos, principalmente la gran Basílica que comprendía el área del Calvario y el Santo Sepulcro, en tiempos de Constantino, en torno al 326. Rápidamente se levantaron otras iglesias cristianas que revistieron la Aelia Capitolina adrianea con el esplendor del poderío bizantino. Esa es la imagen que se recoge en el célebre Mosáico de Madaba, una de los más precisos documentos históricos de la vieja Jerusalén tardo-romana-bizantina. Está en la iglesita ortodoxa de San Jorge, en Madaba, a pocos kilómetros de Jerusalén...pero en la actual Jordania, separada por una frontera cada vez más impenetrable, una sima cada vez más honda.
Para rastrear la arqueología del antiguo Israel, los arqueólogos israelíes tienen que excavar los metros de una estratigrafía que es testigo de la historia, con sus huellas indelebles que van desde la superficie musulmana con los hitos de las Cruzadas, después la época bizantina, sigue la romana, y luego la época del Segundo Templo, que enlaza con la arqueología veterotestamentaria bajo la que subyacen los estratos más arcaicos de la Palestina prehistórica. En el Calvario, bajo la roca del Gólgota, cuenta la tradición cristiana que está la sepultura de Adán, sobre cuya calavera cayó la Sangre redentora de Cristo. Sin solución de continudades, en Jerusalén el aire que se respira se enraiza en el limo del que fue modelado el hombre, imagen del Creador.
Sin embargo la atmósfera jerosolimitana se ha vuelto moderna; apenas se sale de la Ciudad Vieja por la Puerta de Jaffa se desemboca casi directamente, poco más allá, a la cercana Ben Jehuda street y la Jerusalén contemporánea, tan occidental como un barrio de París o de Boston.
Los nuevos asentamientos israelíes que ocupan y usurpan territorios del reprimido Estado Palestino, son edificaciones que van rodeando Jerusalén, como un cinturón peri-urbano cada vez más denso y extenso. Recuerdo haber visto hace unos años, durante una peregrinación, las casitas que se edificaban entre Jerusalén y Belén, módulos de arquitectura contemporánea, estructuras que mientras más pretenden acomodarse al paisaje más lo alteran, engendros de arquitectos que lo vulgarizan y globalizan todo, desidentificando los lugares y su entorno.
Desde el Monte de los Olivos todavía se puede gozar (según qué punto) de una panorámica de la vieja Jerusalén, con la Cúpula de la Roca como eje visual dominante, con las cúpulas plomizas del Santo Sepulcro y los campanarios de las iglesias cristianas (pocos, porque los otomanos no dejaban levantar campanarios entonces y hoy ya no se pueden emprender nuevas edificaciones). Pero lo más estridente son las torres modernas de unos cuantos edificios, hoteles y oficinas, que surgen por detrás, en el área de la ciudad nueva, en el sector oeste, descomponiendo toda la vista.
No son edificaciones "necesarias". Tal cual, podrían haberse disimulado en altura para respetar la vista de la Ciudad Santa. Pero se prefirió deliberadamente levantar mini-rascacielos para dejar patente quien manda (o quien ocupa, depende como se juzgue).
¿Con los árabes hubiera sido peor? Probablemente. Una Jerusalén estilo a las capitales de los paises árabes del entorno sería más destructiva, menos respetuosa. Actualmente una administración islámica en Jerusalén podría complicar mucho las cosas, incluso poner en peligro la tradicional peregrinación cristiana a la Ciudad Santa si se promocionara la peregrinación de los musulmanes a Al Qadus, aprovechando la proximidad de Jerusalén a La Meca y Medina, los tradicionales centros de peregrinación del Islam.
Quedé hace poco impresionado por un reportaje que contaba la vertiginosa transformación de La Meca, un centro de peregrinaje mundial que se ha visto forzado a ampliar sus recursos por la ingente masa de visitantes que arriban contínuamente para cumplir con el precepto coránico, millones de peregrinos. Uno de los entrevistados en el reportaje pronosticó que en el 2050 los musulmanes habrán pasado de los 1.300 millones que son hoy día a computar un censo mundial de 2.500 millones de fieles, por lo que el crecimiento urbano de La Meca y su periferia es algo obligado, en previsión del futuro más próximo. Impresionante.
Me resisto a imaginar siquiera lo que podría significar la conversión de Jerusalén-Al Qadus en el segundo foco de atracción de las peregrinaciones del mundo musulmán. Con una administración islámica que favoreciera el negocio de los tour-operadores, la transformación-alteración de la Ciudad y su entorno sería terrible. Comparando con las nuevas construcciones que se levantan en La Meca, apenas resisto la hipotética visión de un engendro semejante, devorando la Ciudad y descomponiéndola.
Elucubro sobre todo esto para evidenciar la complejidad del conflicto de Palestina-Israel, con Jerusalén como centro donde convergen y chocan religión-historia-política-cultura etc. del Cristianismo-Judaísmo-Islamismo.
Un futuro para Jerusalén condicionado por las tendencias radicales de las actuales fuerzas en conflicto, significaría (si no lo es ya) un enquistamiento del problema que iría in crescendo hasta no puedo (ni deseo) conjeturar qué grados. Finalmente, estallaría con tampoco quiero aventurar qué efectos y consecuencias; sin duda, terribles.
¿No hay otra via, otras formas para proceder? También hace un par de días escuchaba una entrevista a David Grossman, un significativo valedor-testigo con otra sensibilidad-comprensión del caso israelí-palestino. Una esperanza, pensaba yo, si su ejemplo se extendiera también a otros. Algo tan utópicamente posible y realizable como esa orquesta de jóvenes palestinos e israelíes de la Orquesta del Divan Oriente-Occidente del maestro Daniel Barenboim, que a veces ensayan en el antiguo Seminario de Pilas, a mitad de camino entre Sevilla y El Rocío.
Hace unos cuantos años que no peregrino a los Santos Lugares, que no beso los muros de Jerusalén. Me han invitado varias veces, pero de la última vez que estuve hace ya seis o siete años. Desde la primera estancia me traje aquella Tierra conmigo, tan mia como un cerro de mi pueblo o una colina de Roma. Si me ofrecieran una casa, o media casa, un apartamento o un cuarto con catre en Jerusalén, me iba e instalaba sin un titubeo. Los dias, las horas que he pasado en Jerusalén están acordadas en mi alma como una gracia especial. Y desde entonces me duele más, y rezo todos los días por Jerusalén, por Israel.
Rogar por la Ciudad Santa no es un capricho. Es lo que rezan los salmos, lo que claman los profetas. Sobre aquellas piedras lloró el Señor, conmovido por la Ciudad a la que amaba, a la que ama. Y en ella, en Jerusalén, aconteció su Muerte y Resurrección, la Redención y la Pascua del Hijo de Dios, Jesucristo, Señor nuestro, bendito por los siglos de los siglos. Amén. Y con Él y por Él, son benditas todas las cosas que formaron y forman parte de su Vida y Misterio, Jerusalén de manera muy especial y privilegiada, junto con los otros Santos Lugares de la Tierra Santa.
Por eso, a pesar de los pecados y los crímenes de los hombres de hoy, olvidarse de Jerusalén es un pecado. Retenerla contra derecho, otro. Callarlo, también. No abrir sus puertas a una paz posible, lo mismo.
Pax super Ierusalem!
+T.
viernes, 12 de marzo de 2010
Los pro-vida contra el Rey, y con dos mitras
Hace unos días escribí un sulfurado articulete contra los entusiasmados que han disparado el tiro del último berrinche contra el Rey. La panda de los furibundos me han clavado banderillas hasta en el corvejón por decir que el Rey no es el culpable, y que el Rey no sólo no es "responsable" de esa ley sino que debe ser protegido para que quede indemne de cuanto significa esa ley.
En el colmo del desatino, me pirro cuando veo a los "pro-vida" haciendo el trabajito pro-republicano a Zp y sus ministresas abortadoras, todos contra el Rey, con las escopetas apuntando a La Zarzuela y dando la espalda a La Moncloa. Como si la aberración hubiera salido de la Corona y no de las alcantarillas de la izquierda post-marxista que nos desgobierna.
Al final hasta dudo de que los pro-vida no sean una ong sociata y estén cobrando subvención por distraer a la gente y excitarla contra el Rey. Así no se cabrean por lo que está cayendo y lo que va a venir, que es mejor armar una tremolina contra-borbónica que salir a la calle pidiendo responsabilidades por la crisis y su mala gestión al nefasto Zp, que hasta parece que saldrá ileso del embate porque los tomatazos se los están tirando al Rey, por firmar.
Firmar una ley en una monarquía constitucional tiene el valor y el significado que se le quiera dar, según el prejucio de cada cual. De hecho es un procedimiento obligado, sin más, que sanciona lo que el Parlamento legisla a propuesta del Gobierno con el refrendo del sufragio popular. Enfilar las picas contra el último elemento del proceso, resulta paradójicamente "gracioso".
De hecho es una especie de recurso al pataleo propio de la incompetencia o la inmadurez: Como no pueden vencer a la multitud de la base, se arremolinan contra la cúspide, que es uno sólo. Como no son/no han sido capaces de ganar la batalla, descargan iras y tensiones contra el Rey, en una anómala y llamativa forma de identificar culpables e imputar culpas.
He dicho "llamativa" porque, sin duda, lo de centrar en el Rey el foco ha sido idea-intención de alguien, de alguno de los ideístas y cabecillas de los activistas en campaña, que llevarán encima por ellos sabrán qué motivos el prejuicio contra-monárquico, o "juancarlista" que dicen. Son casi todos - poco a poco se van destapando - gente ppera que pretende influir en la opinión y trabajar en la calle lo que no está dispuesto a hacer el pperío dentro de sus filas, en el partido.
Si el Pp fuera un partido político netamente decantado a favor del derecho a la vida, sin "excepciones", sin "corrientes", sin "opiniones internas", sin "esas" y "esos" que cada vez son más y más determinantes, con un pperío pro-vida de verdad, la legislación abortista de los sociatas no hubiera prosperado ni hubiera llegado al punto criminal y aberrante de nuestra triste actualidad.
El pasado que abrió la puerta de par en par para el futuro abortadero que ya es nuestro presente, ese ayer consentidor y permisivo, el polvo de donde proceden estos lodos, fue obra y gracia del partido que en dos legislaturas, cuando pudieron, no quitaron de enmedio la legislación abortista de los socialistas. La vida (la no-vida) siguió igual, como la copla
"...unos que vienen, otros que se van/
unos que nacen otros morirán.../
Al final,/
las cosas quedan las gentes se van/
otros que llegan las continuarán/
la vida sigue igual"
Lo novedoso es que ahora, junto a los hazteoires y demás comparsas, salgan 2 obispos arremetiendo contra el Rey, o, por lo menos, poniéndole en entredicho y dejándole en la picota. Dos obispos que son casi nada (un emérito con todos los "vacios" que dejó atrás en la Diócesis de la que nunca "prosperó"; y otro en activo, venido a menos, recien trasladado de Diócesis mayor a menor por hiper-conflicto con tamborrada y gran orquesta). Dos voces extemporáneas, pero con mitra y solideo, contradiciendo la "pauta" sobre el particular marcada por el portavoz de nuestra Conferencia de Episcopal.
Si algo debería estar en la mente de los conscientes es que los sociatas (antes con el Felipe, ahora con el Zp) tienen fijo el empeño de aniquilar la España que recibieron y sustituirla por la que llevan en mente. Y no es que tengan un "sólido recambio", que no tienen nada salvo su confusa mêlé ideologizada post-marxista neo-liberal (fifty-fifty); pero sí tienen claro en su confusión que España tiene que ser como ellos quieren, sin nada que sea "anterior" a ellos, aunque haya que cambiar la Historia (si no en los hechos sí en su crónica historiografiada, por decreto ley, des-memorizando a todo quisque).
Han desestructurado al Ejército, se han hecho con el mundo de las finanzas, los negocios y la banca; dominan los medios ampliamente, prensa radio y televisión, como una especie de monopolio sociata; contra la Iglesia mantienen una incesante contienda, sin prisas pero sin pausas. Y contra la Monarquía un odio larvado, con expectativas, aguardando el momento oportuno de re-plantear el tema crucial de su republicanismo "genético", cada vez menos disimulado.
Soy monárquico-monárquico, más allá de dinastías concretas y de indivíduos y sujetos. Entiendo que la Monarquía, el Trono, la Corona, son bienes institucionales recibidos y que hay que preservar como un importantísimo patrimonio inmaterial, válido para el presente y con todas las virtualidades dignas de contemplar para el futuro. Por eso considero muy grave cualquier desgaste que sufra la institución, sea por la deficiente "vida interna" de la Corona, sea por las arremetidas externas contra ella.
Cuando veo que son "fuerzas" cristianas-católicas (grupos pro-vida y formaciones más o menos identificadas) quienes contribuyen a ese desgaste, siento un sordo malestar comprobando el desatino, el desenfoque, la perturbación ofuscada de unos y otros, los grupitos movilizados, ahora con los 2 mitrados que se les han unido en la "censura".
Sublimando el absurdo, todavía hay quienes sacan a relucir la pantomima de Balduino, rey de los belgas, que escenificó la ficción de levantarse del trono para no firmar y volver a sentarse cuando estuvo la ley firmada, muy escrupuloso con su "conciencia", que quedaría tranquilizada con esa estrambótica "restricción mental".
Cuando Martínez Camino dijo el otro día que el caso de la firma del Rey era algo "especial", al margen de cualquier consideración común, decía algo muy serio, tan serio como cuando habla alto y claro sobre temas pro-vida (y le aplauden los pro-vida).
Resumiendo-recapitulando: En España los pro-vida se desautorizan ellos mismos en cuanto son pperos antes que pro-vida. No han sido capaces de cohesionar en el Pp una auténtica militancia pro-vida y un programa firme y bien definido a favor de la vida-familia-educación, y se desahogan armando manifestaciones con pancartas y tramando campañas contra el Rey.
Ahora con el remate-colofón de dos mitras, que adornan mucho.
+T.
domingo, 7 de marzo de 2010
El "examen" de Munilla
No soy "munillista", ya lo he dicho alguna vez, en alguna ocasión. Puedo compartir con el Obispo de San Sebastián cosas muy profundas y fundamentales, sustanciales; pero no me va su estilo ni le tengo simpatía. Esta semana pasada, por ejemplo, estoy con Munilla y contra el sindicato neo-arriano pro-pagolero, por razones de recta fides y neta catolicidad. La mala clerecía post-modernista ha degenerado hasta des-confesar el Credo y enseñar una infra-cristología que, stricto sensu, ni siquiera se puede decir que sea cristiana. Han hecho piña en torno a Pagola, dicen que por "solidaridad"; de hecho es un desplante más al Obispo y un rebrote del virus clerical-nacionalista de por allí, donde todo está infectado por etarritarrismo y sus excrecencias.
Así que en este nuevo "pulso" de los des-católicos, hay que estar con Munilla y contra la kaleborroka pagolerista. Sin ambages. Sería mejor que reconocieran que ya no se creen lo que son (sacerdotes) y que han dejado de creer en Cristo Hijo de Dios Encarnado. Si no lo hacen es por razones que ellos saben y que yo adivino (y que me callo para no hacer más roto en la red, que bastante destrozada está).
Pero el Munilla digno de ánimo y refuerzo ha sacado también esta semana una "carta" de las suyas, muy de su "estilo". La carta la dirige a no sé quién aunque él diga que es para los curas. Sus curas, los de la Diócesis de San Sebastían, ya se sabe que están con su batallita, su kaleborroka y tal. Conque no me cuadra que esté pensando en ellos cuando ha escrito esa carta con un "examen" para los curas. No creo que su clero kaleborrokero esté para exámenes, y menos para un exámen sacerdotal "estilo Munilla".
¿Para quién/es ha escrito la carta, pues; para qué curas? A veces los curas tenemos la impresión de que los obispos son entes extraterrestres que nos caen de lo alto como E.T. el de la peli, o algo así. Llegan a nuestras Diócesis, se enteran regular, encajan relativamente, y cuando están más o menos cuajados, entonces les llega la caducidad de los eméritos o se los llevan a otras Diócesis, promocionados y corriendo el escalafón del currículum espiscopale. Es decir, que llegan sin saber y se van sin aprender. No sé si me explico.
Eso sí, cada cual trae su concepto, sus ideas, sus planes, propósitos y objetivos. O no, y simplemente llegan a verlas venir y dejarlas correr, que de todo hay. En cierto paralelo, con cierta justicia, se podría decir lo mismo de los curas y sus parroquias, sobre todo cuando son parroquias de pueblo, cada una con su idiosincrasia, sus peculiaridades, con sus "cosas" y con sus personas. Un mundo, resumidamente, que tampoco se abarca por el cura recien llegado y que tantas veces ni se estrena y queda intacto porque el cura no cata ni entiende de la misa la media.
Pero no hablo ahora de curas de pueblo y parroquias, sino de Obispos y del Obispo Munilla y el "examen" de su carta, ese exámen de curas. Tiene gracia porque podría parecer una especie de "contrataque": Los curas no le reciben bien y como reacción el Obispo les pone un exámen. No sé qué diría un pedagogo experimentado del recurso en cuestión, si es viable o no. Yo pienso que no.
Por lo pronto no me imagino a los curas de San Sebastián en la "órbita" espiritual-sacerdotal del exámen de Munilla. Los kaleborrokeros-pagoleros no tienen conciencia sacerdotal para analizarse según el esquema de la carta-exámen del Obispo, me temo.
¿Y los demás, los demás curas que sí pudieran ser aptos para el exámen de Munilla??? Yo no sé qué decir si tengo que decir algo que sirva para todos, pero hablo y opino por mí y digo que no me hace gracia ni le rio la gracia al exámen de Munilla, el Obispo.
Los exámenes de conciencia son personales, muy personales. A lo sumo asunto del confesor y del penitente, o del dirigido y su director espiritual. Siempre se realizan in conspectu Domini, y son ad intra, muy interiores. No son para publicar.
Puedo encajar, con gusto y oportunamente, un duro examen de "conciencia sacerdotal" en un retiro espiritual, en una tanda de ejercicios espirituales, en una ocasión, la que sea, de esas en que los curas se reunen/nos reunimos para asuntos espirituales y sacerdotales. Así sí. Pero un "examen" de un Obispo en "carta", públicamente y con publicidad, no. Así no.
Munilla disimula escribiendo "nosotros", como si se incluyera él mismo en el exámen; pero de hecho está diciendo "vosotros", puesto que es él el que dicta el examen. ¿O no se da cuenta el Obispo examinante que al exponer el exámen está también definiendo - según su "examen" - lo que les echa en falta a los examinandos, lo que les encuentra de "demérito", de defectuoso. Y no salen muy favorablemente retratados-diagnosticados-evaluados los curas examinados. Por ejemplo, resumidamente, se dice implícitamente que son:
- falsos en su seguridad
- soberbios autodidactas-autodirigidos-autoevaluados
- inmaduros espiritualmente
- rutinarios
- desesperanzados
- faltos de autoestima
- desconfiados de la Providencia
- impurificados por ideologías
- deficientes en la oración
- vanidosos
- timoratos-pusilánimes
- sin método
- indisciplinados-negligentes-desaseados-sucios y poco higiénicos
- raros de carácter
- selectivos, con prejuicios contra los pobres, los enfermos, los marginados
Poco más o menos que gentuza de mal vivir, curas de misa y olla, escoria de la Iglesia y torpeza del catolicismo. O por el estilo. O incluso peor (ya se sabe que las cartas que se sacan a la prensa dicen menos de lo que se piensa, por eso de la "corrección política" y tal).
Desde luego, si yo fuera cura de la Diócesis de Munilla estaría muy "preocupado" con el examen de Munilla. Y aun no siendo - gracias a Dios - clero de Munilla, me siento igualmente afectado por el examen. Un examen que, como todo exámen, tiene tanto de subjetivo, de relativamente objetivo.
Y me pregunto: ¿Así piensan los Obispos que son los curas, sus curas?
Se me ocurren tantas cosas que escribirle en el examen, al margen de cada pregunta, sobre cada cuestión, una a una, extensamente, con nombres, con ejemplos, con detalles. Desde el caso del cura que termina derrengado después de cinco Misas de Domingo seguidas sin ganas de decir ni un Amén más; hasta el del que llega luego de las cinco Misas a su casa y no tiene ganas de guisarse un menú de gourmet y dieta sana; porque es el cura mismo el que se guisa y se hace (o no se hace) todo; el que no se plancha las camisas porque las quema, ni se cose los botones porque no ve ni atina a ensaltar una aguja. Y todo eso. Y más cosas, por el estilo.
Son los curas que llevan su Parroquia con temor y temblor...de que se les caiga el techo, de que salgan más goteras, de que bajen aun más las colectas, de que se agote el almacén de Cáritas; los que no pueden reformar la casa rectoral vieja y decrépita porque la economía parroquial no lo permite y antes hay que gastarse los cuatro euros mal contados en el campanario que se derrumba o el salón de catequesis que se llueve como una canasta.
Son los curas que no salen en la prensa nunca, porque ni son brillantes ni son delicuentes; son los curas del montón, los siempre medianos, los nunca aplaudidos, los jamás recomendados, los discretos, los vulgares, los corrientes, que llevan jersey con dos agujeros y coderas, zapatos deslustrados y caspa en la chaqueta. Ellos son así, con el breviario gastado y el rosario desengarzado, el coche con dos bollos en el morro, y el móvil descargado.
Son los curas que llevan encima el peso de la Diócesis, el de todos los días de todas las gentes, los que bautizan, casan, confiesan, predican, y se saben del tirón el ritual de exequias (el antiguo, no el petardo que hicieron los comisionados litúrgicos de los obispos, que nunca se sabe por qué página abrir ni qué "formulario" te pueda salir).
Esos son los "examinados". Esos son los curas objeto del examen. Que no son como el examen describe bajo sus cuestiones, que no son como el examen sospecha desde su formulario. Que se exáminan delante de Dios su Señor y le rinden cuentas con sinceridad de alma y le dicen con toda su alma "Tú lo sabes todo tú sabes que te quiero". Los que saben muy bien que no son curas por servir a las órdenes de un obispo, que la vocación no se la dio un obispo, y que perseveran en el sacerdocio y el ministerio y la Iglesia a pesar de los obispos y no gracias a sus obispos. Sic.
Me imagino a Don Munilla escribiendo su carta en su pc, habiendo cenado sanamente (con observancia cuaresmal, con exquisita parvedad), habiendo dormido su siesta medida y a su hora; habiendo rezado attente, devote ac reverenter su breviario, habiendo celebrado su Misa con mitra y solideo y ministros asistentes y escogida beatería presente; bien duchado, afeitado y perfumado, con las uñas limpias y pulidas, los zapatos rechinantes de limpios y oliendo a betún. Y el secretario en su ante-despacho avisándole -" Don Munilla, que es la hora de irse a Radio-María". Y así. Todo perfecto, todo pulido, brillante, en serena paz, sin precipitaciones, todo medido, todo suave, todo amable, todo sonriente, todo simpatía, todo unción, todo espiritualidad exquisita, recogida, digna, "sacerdotal". Todo así.
Bien. Dejémoslo así, que estoy al punto de caer (me parece que ya he caído) en el melodrama clerical, o una parodia de The Power and the Glory, o un sainete por el estilo.
Dice San Juan Crisóstomo *, obispo, que el obispo y el presbítero, en tanto que sacerdotes, son iguales; y San Jerónimo, presbítero, se pregunta: "...Quid enim facit, excepta ordinatione, Epíscopus quod Presbyter non faciat?" ** (excepto la ordenación, ¿qué hace un obispo que no pueda hacer un presbítero?).
Pero estas cosas se decían entonces, en la Época Patrística, cuando había obispos y presbíteros de otras calidades, con otros méritos, con otra sabiduría y otras virtudes sacerdotales.
Yo sueño con tiempos así. Y digo sueño porque la realidad no me permite esperar otra cosa. Es lo que hay. Aun con Munilla, el obispo de "estilo" que para algunos (ellos sabrán por qué) es una especie de non plus ultra.
Yo opino otra cosa. Y quiero otro estilo. Y no me entusiasmo con ningún mitrado porque nadie con mitra me excita entusiasmos. Será por lo que sea, pero es así. Y conste que no soy pagolerista-kaleborrokero, ¡el Señor nos libre!!!
* De Sacerdotio, L, III, 4-5
** Epíst. CI ad Ev.
+T.
Así que en este nuevo "pulso" de los des-católicos, hay que estar con Munilla y contra la kaleborroka pagolerista. Sin ambages. Sería mejor que reconocieran que ya no se creen lo que son (sacerdotes) y que han dejado de creer en Cristo Hijo de Dios Encarnado. Si no lo hacen es por razones que ellos saben y que yo adivino (y que me callo para no hacer más roto en la red, que bastante destrozada está).
Pero el Munilla digno de ánimo y refuerzo ha sacado también esta semana una "carta" de las suyas, muy de su "estilo". La carta la dirige a no sé quién aunque él diga que es para los curas. Sus curas, los de la Diócesis de San Sebastían, ya se sabe que están con su batallita, su kaleborroka y tal. Conque no me cuadra que esté pensando en ellos cuando ha escrito esa carta con un "examen" para los curas. No creo que su clero kaleborrokero esté para exámenes, y menos para un exámen sacerdotal "estilo Munilla".
¿Para quién/es ha escrito la carta, pues; para qué curas? A veces los curas tenemos la impresión de que los obispos son entes extraterrestres que nos caen de lo alto como E.T. el de la peli, o algo así. Llegan a nuestras Diócesis, se enteran regular, encajan relativamente, y cuando están más o menos cuajados, entonces les llega la caducidad de los eméritos o se los llevan a otras Diócesis, promocionados y corriendo el escalafón del currículum espiscopale. Es decir, que llegan sin saber y se van sin aprender. No sé si me explico.
Eso sí, cada cual trae su concepto, sus ideas, sus planes, propósitos y objetivos. O no, y simplemente llegan a verlas venir y dejarlas correr, que de todo hay. En cierto paralelo, con cierta justicia, se podría decir lo mismo de los curas y sus parroquias, sobre todo cuando son parroquias de pueblo, cada una con su idiosincrasia, sus peculiaridades, con sus "cosas" y con sus personas. Un mundo, resumidamente, que tampoco se abarca por el cura recien llegado y que tantas veces ni se estrena y queda intacto porque el cura no cata ni entiende de la misa la media.
Pero no hablo ahora de curas de pueblo y parroquias, sino de Obispos y del Obispo Munilla y el "examen" de su carta, ese exámen de curas. Tiene gracia porque podría parecer una especie de "contrataque": Los curas no le reciben bien y como reacción el Obispo les pone un exámen. No sé qué diría un pedagogo experimentado del recurso en cuestión, si es viable o no. Yo pienso que no.
Por lo pronto no me imagino a los curas de San Sebastián en la "órbita" espiritual-sacerdotal del exámen de Munilla. Los kaleborrokeros-pagoleros no tienen conciencia sacerdotal para analizarse según el esquema de la carta-exámen del Obispo, me temo.
¿Y los demás, los demás curas que sí pudieran ser aptos para el exámen de Munilla??? Yo no sé qué decir si tengo que decir algo que sirva para todos, pero hablo y opino por mí y digo que no me hace gracia ni le rio la gracia al exámen de Munilla, el Obispo.
Los exámenes de conciencia son personales, muy personales. A lo sumo asunto del confesor y del penitente, o del dirigido y su director espiritual. Siempre se realizan in conspectu Domini, y son ad intra, muy interiores. No son para publicar.
Puedo encajar, con gusto y oportunamente, un duro examen de "conciencia sacerdotal" en un retiro espiritual, en una tanda de ejercicios espirituales, en una ocasión, la que sea, de esas en que los curas se reunen/nos reunimos para asuntos espirituales y sacerdotales. Así sí. Pero un "examen" de un Obispo en "carta", públicamente y con publicidad, no. Así no.
Munilla disimula escribiendo "nosotros", como si se incluyera él mismo en el exámen; pero de hecho está diciendo "vosotros", puesto que es él el que dicta el examen. ¿O no se da cuenta el Obispo examinante que al exponer el exámen está también definiendo - según su "examen" - lo que les echa en falta a los examinandos, lo que les encuentra de "demérito", de defectuoso. Y no salen muy favorablemente retratados-diagnosticados-evaluados los curas examinados. Por ejemplo, resumidamente, se dice implícitamente que son:
- falsos en su seguridad
- soberbios autodidactas-autodirigidos-autoevaluados
- inmaduros espiritualmente
- rutinarios
- desesperanzados
- faltos de autoestima
- desconfiados de la Providencia
- impurificados por ideologías
- deficientes en la oración
- vanidosos
- timoratos-pusilánimes
- sin método
- indisciplinados-negligentes-desaseados-sucios y poco higiénicos
- raros de carácter
- selectivos, con prejuicios contra los pobres, los enfermos, los marginados
Poco más o menos que gentuza de mal vivir, curas de misa y olla, escoria de la Iglesia y torpeza del catolicismo. O por el estilo. O incluso peor (ya se sabe que las cartas que se sacan a la prensa dicen menos de lo que se piensa, por eso de la "corrección política" y tal).
Desde luego, si yo fuera cura de la Diócesis de Munilla estaría muy "preocupado" con el examen de Munilla. Y aun no siendo - gracias a Dios - clero de Munilla, me siento igualmente afectado por el examen. Un examen que, como todo exámen, tiene tanto de subjetivo, de relativamente objetivo.
Y me pregunto: ¿Así piensan los Obispos que son los curas, sus curas?
Se me ocurren tantas cosas que escribirle en el examen, al margen de cada pregunta, sobre cada cuestión, una a una, extensamente, con nombres, con ejemplos, con detalles. Desde el caso del cura que termina derrengado después de cinco Misas de Domingo seguidas sin ganas de decir ni un Amén más; hasta el del que llega luego de las cinco Misas a su casa y no tiene ganas de guisarse un menú de gourmet y dieta sana; porque es el cura mismo el que se guisa y se hace (o no se hace) todo; el que no se plancha las camisas porque las quema, ni se cose los botones porque no ve ni atina a ensaltar una aguja. Y todo eso. Y más cosas, por el estilo.
Son los curas que llevan su Parroquia con temor y temblor...de que se les caiga el techo, de que salgan más goteras, de que bajen aun más las colectas, de que se agote el almacén de Cáritas; los que no pueden reformar la casa rectoral vieja y decrépita porque la economía parroquial no lo permite y antes hay que gastarse los cuatro euros mal contados en el campanario que se derrumba o el salón de catequesis que se llueve como una canasta.
Son los curas que no salen en la prensa nunca, porque ni son brillantes ni son delicuentes; son los curas del montón, los siempre medianos, los nunca aplaudidos, los jamás recomendados, los discretos, los vulgares, los corrientes, que llevan jersey con dos agujeros y coderas, zapatos deslustrados y caspa en la chaqueta. Ellos son así, con el breviario gastado y el rosario desengarzado, el coche con dos bollos en el morro, y el móvil descargado.
Son los curas que llevan encima el peso de la Diócesis, el de todos los días de todas las gentes, los que bautizan, casan, confiesan, predican, y se saben del tirón el ritual de exequias (el antiguo, no el petardo que hicieron los comisionados litúrgicos de los obispos, que nunca se sabe por qué página abrir ni qué "formulario" te pueda salir).
Esos son los "examinados". Esos son los curas objeto del examen. Que no son como el examen describe bajo sus cuestiones, que no son como el examen sospecha desde su formulario. Que se exáminan delante de Dios su Señor y le rinden cuentas con sinceridad de alma y le dicen con toda su alma "Tú lo sabes todo tú sabes que te quiero". Los que saben muy bien que no son curas por servir a las órdenes de un obispo, que la vocación no se la dio un obispo, y que perseveran en el sacerdocio y el ministerio y la Iglesia a pesar de los obispos y no gracias a sus obispos. Sic.
Me imagino a Don Munilla escribiendo su carta en su pc, habiendo cenado sanamente (con observancia cuaresmal, con exquisita parvedad), habiendo dormido su siesta medida y a su hora; habiendo rezado attente, devote ac reverenter su breviario, habiendo celebrado su Misa con mitra y solideo y ministros asistentes y escogida beatería presente; bien duchado, afeitado y perfumado, con las uñas limpias y pulidas, los zapatos rechinantes de limpios y oliendo a betún. Y el secretario en su ante-despacho avisándole -" Don Munilla, que es la hora de irse a Radio-María". Y así. Todo perfecto, todo pulido, brillante, en serena paz, sin precipitaciones, todo medido, todo suave, todo amable, todo sonriente, todo simpatía, todo unción, todo espiritualidad exquisita, recogida, digna, "sacerdotal". Todo así.
Bien. Dejémoslo así, que estoy al punto de caer (me parece que ya he caído) en el melodrama clerical, o una parodia de The Power and the Glory, o un sainete por el estilo.
Dice San Juan Crisóstomo *, obispo, que el obispo y el presbítero, en tanto que sacerdotes, son iguales; y San Jerónimo, presbítero, se pregunta: "...Quid enim facit, excepta ordinatione, Epíscopus quod Presbyter non faciat?" ** (excepto la ordenación, ¿qué hace un obispo que no pueda hacer un presbítero?).
Pero estas cosas se decían entonces, en la Época Patrística, cuando había obispos y presbíteros de otras calidades, con otros méritos, con otra sabiduría y otras virtudes sacerdotales.
Yo sueño con tiempos así. Y digo sueño porque la realidad no me permite esperar otra cosa. Es lo que hay. Aun con Munilla, el obispo de "estilo" que para algunos (ellos sabrán por qué) es una especie de non plus ultra.
Yo opino otra cosa. Y quiero otro estilo. Y no me entusiasmo con ningún mitrado porque nadie con mitra me excita entusiasmos. Será por lo que sea, pero es así. Y conste que no soy pagolerista-kaleborrokero, ¡el Señor nos libre!!!
* De Sacerdotio, L, III, 4-5
** Epíst. CI ad Ev.
+T.
viernes, 5 de marzo de 2010
La contemplación de los humildes
Sevilla un primer Viernes de Marzo es una gloria de pre-pasión, una cuaresmalidad ferviente que roza el Misterio con la efímera contemplación de lo sacro figurado. Y como se figura y se imagina tan acertadamente, la conexión correspondiente de sentido y alma se realiza muy efectivamente.
Hace un par de horas estaba yo contemplando los dos planos, el de la gloria y el de la tierra, algo muy compuesto en los cuadros de los maestros del barroco, que abrían la escena terrena con un rompimiento de gloria, compenetrando lo sobrenatural y lo creado, lo divino con lo humano. Eso es la Encarnación, con sus consecuencias.
Pero lo que yo veía era todo eso more sevillano, según nuestros fervores. Estaba el Señor en el centro, un presbiterio cubierto de terciopelos granas con cirios morados sobre blandones dorados, faroles de plata y ánforas de plata repujada con lirios en fanal, una peana tallada y estofada, con cabezas de querubes y guirnaldas de frutos de promisión; sobre la peana la imagen de Jesús Nazareno, potente y soberano, coronado de espinas y tres potencias de oro y pedrería sobre las espinas de la corona, con la Cruz, de carey perfilado con cantoneras de plata. Y dos incensarios en sus soportes, humeantes y perfumantes, dando olor antiguo, jerosolimitano, sacerdotal, holocáustico de exquisito olor, más perfumado que el del Antiguo Testamento porque la víctima inmolada e incensada es el Verbo que se hizo carne, que se ha hecho imagen. Ese es el plano de gloria, el celeste.
El terreno está vivo, en contraste con la quietud inmovil del superior. En el presbiterio bajo, como una turba rediviva de las escenas de los Evangelios, están todos: Los ancianos, las mujeres, los enfermos, los niños. Todos. Se acercan reverentes, con confianza, con cierto temor y temblor que cada uno deja aflorar a su manera.
Hay una mujer que mira y llora, muy serena, pero con los ojos destilando vida que serán penas, que serán amores, que serán muertos, que serán dolores, que serán salud pedida o remedio suplicado o esperanza no cumplida y otra vez expectante. Todo eso que sale cuando se llora en paz. Y se acerca al Señor, se limpia los ojos y besa el talón de la imagen del Nazareno Divino; besa otra vez y pone el pañolillo con sus lágrimas junto a los pies del Señor, todo junto y en contacto, ella, sus penas y el Redentor, que no es la imagen, ella lo sabe, pero es de Él, y ella lo sabe. Y la fe que no ve cede al sentimiento que contempla, imaginando la gloria en su imagen.
Al lado, bajo el arco de la capilla de la Virgen, un padre lleva a su chiquillo en brazos. El niño está absorto, los ojitos clavados en la imagen del Señor, con esa seriedad imponente, profunda, que se tiene con dos años y se va para siempre cuando se cumplen cinco, la seriedad de la pureza, la gravedad de los inocentes. El padre le está hablando bajito, al oído. De pronto el chiquillo se mueve, su padre lo baja al suelo, y el niño, tan pequeño, se pone de rodillas con las manos juntas, una imagen viva, tan estática unos instantes como la del Cristo del presbiterio, tan conmovedora. El Cristo, que tiene la cabeza girada, parece como si mirara intencionadamente al niño, como un ángulo de una tela de Murillo, un detalle del Domenicchino, un pormenor de Le Nain. La iluminación tenue, suave, estudiada, con el velo del incienso tamizando contraluces. Y el niño, con la confianza de los inocentes, con la valentía de la pureza, con la osadía de los que no saben pecar, mira y le mantiene la mirada al Cristo. Todavía no sabe que está hablando con Dios, y un día olvidará que supo hacerlo tan bien, tan según Su voluntad. El Señor no lo olvidará.
A los pies de la iglesia, en el sotocoro, sentados en el banco corrido del frente, están los viejos, pesadamente solemnes, viendo sin ser vistos, en la sombra de sus recuerdos de otros besapiés de otros años, de tantos años, los años que llevan encima, gravitando sobre sus espaldas, las que apoyan en el respaldar del banco porque de pie ya no aguantan. Hay dos que llevan bastón, y otros tres que disimulan con el paraguas. No hablan entre ellos, pero se entienden sin palabras, observan y reconocen, y rememoran todo, y rejuvenecen con todo, nutriéndose la memoria con bocanadas de lirios, de sahumerio, de cirios.
También entran los despistados y los turistas de paso, los que ven el portón de par en par y se meten dentro porque intuyen que hay algo. Entran, ven, huelen, se quedan parados, perplejos, unos segundos de estupor, y se ponen en la fila para besar los pies del Señor, que no sabían que iban a besar, pero están y hacen lo que gente hace, miran besan, algunos también rezan. La piedad es comunicativa, es atractiva, invitatoria, imitatoria. Muchas veces, no hay más piedad porque los piadosos no se ven; si se vieran, su piedad llevaría a otros a la práctica. No basta la fe interior si no se explicita con actos, con obras, con rezos.
Las que más rezan son las que menos se nota que están, en los rincones de la capilla, en una silla con reclinatorio, casi toda la mañana, algunas toda la tarde. Han oído la Misa desde su discreto rincón, repartiendo las miradas entre el Altar y la imagen del Señor. Después de comulgar han vuelto a su sitio y han seguido con el rosario, otro rosario. Se les ha pasado el día volando, entre rosario y rosario, y el Viacrucis, y la Misa, y ya eran las nueve y empieza a rezar el Hno. Mayor el Ejercicio de las Cinco Llagas.
Como es el besapiés del Señor, han venido los de los pitos, la música de capilla, un trío de fagot, oboe y clarinete, para tocar las saetillas del Silencio, una música melancólica y bellísima, suave como el humear del turíbulo de plata, tan penetrante. Es la música de la Cofradía, la que tocan durante la estación penitencial de la Madrugada, por las calles y en la Catedral, desde que salen de la capilla hasta que entran, delante de los pasos del Señor y de la Virgen. Cuando suenan las saetillas de los pitos en la Madrugada, suena el alma de Sevilla, tonos menores, suavidad de cera y rastro de azahar amargo. Cosas de aquí.
La zarza del Horeb era algo así, como un Viernes de Marzo en el Sinaí, que no se consumía, que no se acababa, que fascinaba y atraía lo humano a lo Divino, que revelaba a Dios en el alma de su siervo, descalzo ante la Zarza inflamada que hacía santa la tierra sobre la que ardía.
+T.
La fantochada de los pro-vida anti-monárquicos
La Monarquía Hispánica hodierna tiene muy pocos adeptos, cabales monárquicos "fundamentalistas" de pura cepa y aceite de oliva virgen. Entre otras cosas porque no se generó querencia en ningún bando de los de entonces, que son los mismos que han perdurado diversificados, los que hoy parten el bacalao. Ninguno siente ni ama a nuestra Monarquía. Ni siquiera haciendo ejercicio de abstracción de sujetos representantes y dinastía reinante, ni siquiera así.
Unos porque son tardo-franquistas, absurdamente; otros porque son de la peste marxista o la hediondez comunista, todos ellos aferrados al capullo en el puño, la hoz y el martillo, la momia agusanada de Lenin y el estrafalario recuerdo del viejo de la gorrilla (alias no sé quién Iglesias (que tiene gracia el apellido del carcamal)); después está la tropa turbia afecta a la criminal 2ª republica-ca, y el remate de la trupe son los neo-liberales y los neo-cons y demás impresentables de la impresentabilidad vigente y políticamente correcta. Conque muerto Don José María Pemán y la Reina Federica, Doña María de las Mercedes y el Marqués de Mondéjar, aquí no quedamos monárquicos más que un servidor y otros cuantos bizarros, raza rara, como el brandy añejo de barrica de bodega jerezana. Esencias de las esencias, que se dice (que digo yo, quiero decir).
Rizando el rizo, estoy convencido que ni la neé asturiana y desposada en segundas nupcias con Principés de la Patria Querida, ni ella misma es monárquica-monárquica.
Algunos mentecatos de la cretinidad militante, gente de HO y otros pagos de eriales, han movilizado esa campaña contra el Rey, su Majestad. Su Majestad que se las tiene que ver con duras y maduras día sí, día no; ya le toque lidiar con el papá de las dos nenas góticas de la Moncloa, ya tenga que sacar pecho, genio y figura para mandar a callar a los fantoches insolentes estilo gorila caribeño; un día toreando al moro de Marruecos, otro dando pases al príncipe saudí de turno, la semana siguiente alternando con la créme politique que no recibe al Zp pero sí al Rey de España. Y así, un día sí y otro también.
La absurdidad movilizada, en vez de mandar al carámbano al pperío que acepta sin escrúpulos abortos y que va a dejar tal cual la aberrante legalidad vigente que dejen los zetaperistas (como dejaron estar quieta y tranquila la perversa legislación que dejaron los felipistas); esa gente movilizada, en vez de emprenderla a contra-voto limpio contra los responsables, se revuelve contra el firmante. No dan el tomatazo en la cara a sus excelencias y sus señorías, sino a su Majestad. Porque es el último, porque es el que firma, porque es el que pone el nombre en lo que está hecho y consumado. Por eso.
Según esa lógica de rebotica, de mesa camilla y tertulia de peña de pueblo, con aguardiente y dominó, carajillo y puro barato, según esa brillante conclusión que apunta con el trabuco naranjero al Rey, el Rey es el factotum, el consumador, el ejecutor, el hiper-abortista causa causans omnium abortorum regnorum Hispaniae y el Ultramar. El plus ultra de los abortadores, vamos; con corona y cetro y trono en el Palacio de Oriente.
A mí me dicen que deliro cuando digo que la alcantarilla sociata tiene en la libretilla de los recados a cumplir acabar con todo. No sólo la desestructuración de la España Una Grande y Libre, sino la liquidación de todo-todo. Ellos, esta gente, aunque vayan de post-revolucionarios del 68, llevan el virus españolero del marxistón comunistón rojo matacuras-violamonjas-quemaiglesias. Son eso, los nietos de los que odiaban los reales por ser del rey, la Corona en las pesetas y la roja y gualda en los balcones de los ayuntamientos. Nos des-gobierna un nieto de esos. Y no cejarán hasta que finiquiten toda la "herencia franquista". La Monarquía inclusive, que también es un "regalito" del Caudillo, como el Valle de los Caídos.
Si hay algo peor y más vulgar que un ordinario jefe de estado que sea presidente con señora esposa "primera dama", es uno de esos que encima de todo eso sea sociata post-marxista emparejado con first lady post-moderna (o "gótica").
Invoco a la Historia, más allá de los símbolos y un millón de veces por encima del estiércol de la post-modernidad orgiásticamente triunfante, y digo y afirmo que mejor un Rey de España como el que hay que toda la nómina presidencialista republicaquera que puedan parir militancias de carné, ya sean de centro-izquierda, de centro-derecha o de sus respectivos extremos (incluído en el extremo del extremo el patético Sixto, con pinta de matón de club de alterne, sostenido por el insostenible teorema de este Borbón y no ese Borbón).
Con estas babiecadas en campaña temporera están preparando la guillotina al que tenia que estar "preservado" en razón de la incolumidad que conviene a la Institución Monárquica, que es lo que está en juego.
Los imbéciles piensan que disparan al Borbón firmante y no se dan cuenta de que hacen (otra vez) el juego al enemigo y se equivocan de enemigo.
¡Panda de energúmenos! (unos y otros, los efectivos y los movilizados).
p.s. Iba a poner "con perdón", pero no. Mejor el cañazo en crudo, sin cortesía.
&.
jueves, 4 de marzo de 2010
El Dios de la inocencia
Ayer tarde la recé en las Vísperas del Miércoles de la IIª Semana de Cuaresma (Divinum Officium tradicional); y esta mañana, Jueves, como colecta en la Misa (Misal de Pablo VI), y en el Breviario. Es una de las oraciones que más me conmueven:
Oremus
Deus innocentiae restitutor et amator, dirige ad Te tuorum corda servorum: ut Spiritus tui fervore concepto, et in fide inveniantur stabiles, et in opere efficaces. Per Dominum...Amen.
En el Misal de Pablo VI y el Breviario nuevo ha quedado tal cual. En el Misal en español y el Breviario castellano aparece así:
Señor, Tú que amas la inocencia y la devuelves a quien la ha perdido, atrae hacia Tí nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Por Ntrº Sr. Xtº...Amen.
Una de las "gracias" del oracional-eucologio romano es su concisión conceptual, con una extraordinaria capacidad sintética para decir mucho con una medida economía verbal, sin excesos ni redundancia, justamente expresivo. Por ejemplo, en esta oración cuaresmal, desde el princio, se está diciendo casi todo: "Deus innocentiae restitutor et amator..." es una proclamación-afirmación-invocación que incluye la fe en Dios Creador, Dios Redentor, Dios Remunerador; sigue después con una petición de la acción del Espíritu Santo que es una intensa definición de la vida de la gracia, y se concluye con un reconocimiento de sus efectos en la fe y las obras, ad intra y ad extra. En pocas palabras se ha expuesto la Fe Católica y se enseña al que ora, a la vez que pide. Un precioso ejemplo del principio lex orandi-lex credendi.
A mí, personalmente, me "afecta" la primera parte, tan "positiva", tan emocionante para el pecador: Dios que amas la inocencia y la restituyes...En este punto, cuando la medito, me envuelvo en un contrapunto de variaciones sobre el mismo tema: Restituye porque ama; ama porque restituye; ama la inocencia y por eso la restituye; restituye porque es inocente; la inocencia restituída es el efecto del amor de Dios; sólo el amor de Dios restituye la inocencia; y es Dios porque ama restituyendo. Sólo Dios puede eso, porque es fuente de pureza y de misericordia santificante.
Y de golpe se me viene a la mente la escena evangélica de la pecadora que llora sobre los pies del Señor y los besa y derrama sobre ellos el frasco de precioso ungüento y los cubre con su melena, ante el estupor de los comensales y la complacencia de Cristo (Lc 7,36-50).
Esta oración que comento condensa como un frasco precioso el llanto de María Magdalena y las otras mujeres que aparecen en los Evangelios honrando a Cristo, derramando perfumes y lágrimas, reconstituidas en su dignidad, antes irreconocible, porque han sido renovadas inocentes, en la inocencia que perdieron y que Cristo les recrea con amor misericordioso, reintegrándoles la pureza del alma con la gracia perdida.
Al final me pregunto qué es mejor, qué más rico, si la inocencia intacta, si la conservada, o la inocencia restituída por el Amor de Dios. Porque en el Evangelio el Señor dice que la que le llora y le besa y le unge los pies, ama más porque se le ha perdonado más, como una especie de la gozosa exclamación de la felix culpa.
¿No es más rica, más sabrosa, más intensa la inocencia devuelta por Ese que ama y restituye?
No; hay que distinguir y matizar. Es otra cosa, se trata de un efecto fruto de la gracia que eleva, capaz de restaurar la inocencia perdida, de reconstituirla y restituirla porque Quien ama es la Fuente de la inocencia y del Amor que hace inocentes capaces de amar con charitas: El Amor es es el Espíritu, qui ex Patre Filioque procedit.
Una inocencia nunca perdida (piénsese en el caso especial y único de la Virgen Madre, concebida en gracia y mantenida en la inocencia bienaventurada) es un monumento de la fidelidad de Dios - veritas Domini manet in aeternum -. Por eso la conciencia de María Santísima, especialmente iluminada, en el Magníficat, canta la magna obra de Dios en ella misma. La pureza-virginidad-inocencia es una obra del Dios Redentor, especialmente eficaz en la Madre de Cristo, Hijo de Dios hecho hombre nacido de María. Y esta inocencia es originalmente fuerte, y más fuerte en cuanto permanece, perdura, no se pierde. La virtud crece y se robustece con su práctica.
La restitución de la inocencia, por su parte, es otro efecto de la obra salvífica de Cristo; quizá podría decirse que, en el sentido de esta oración, un resumen hermosamente conceptuado de la acción de Cristo sobre nuestras almas. La recuperación reconstituída de lo perdido, roto, olvidado o manchado, es posible y se realiza por y en Cristo.
Más adelante, en Tiempo pascual, reaparece en otra oración el mismo enunciado "Deus innocentiae restitutor et amator...", el Miércoles de la Vª Semana de Pascua:
Oremus
Deus innocentiae restitutor et amator, diríge ad Te tuorum corda famulorum, ut, quos de incredulitatis ténebris liberasti, numquam a tuae veritatis luce discedant. Per Dominum...Amen.
Dios amador y restaurador de la inocencia, dirige hacia Tí el corazón de tus siervos, para que quienes libraste de las tinieblas del error, no se aparten nunca de la luz de tu verdad. Por ntrº Sr. Xtº...Amen.
Tan bella y reconfortante como la cuaresmal, esta plegaria pascual retoma el concepto y lo complementa con otro enunciado que incluye la posibilidad de apartarse de la luz y retornar a la tiniebla, dejar la fe y volver al pecado.
Si lo primero que Dios crea es la luz, pasar a la tiniebla es una regresión al caos, a un absurdo estadio de pre-creación/pre-gracia. El pecado también incluye esa enormidad, tan posible que incluso es uno de los temas recurrentes del Evangelio de San Juan:
"...vita erat et vita erat lux hominum et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non comprehenderunt...erat lux vera quae illuminat omnem hominem venientem in mundum in mundo erat et mundus per ipsum factus est et mundus eum non cognovit in propria venit et sui eum non receperunt..."
"...en ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron...La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron..."
Jn 1, 5 ss.
La espiritualidad (y la teología) que encierra el profundo lex orandi-lex credendi tiene esa facultad de conectar con el Evangelio, la Escritura, la Revelación, sin solución de continuidad. Se empieza con una oración y se va desembocando en una afirmación teológica, un dogma, una doctrina, para terminar en las mismas palabras del Señor, en una escena del Evangelio, en un Misterio de Cristo, en una enseñanza de los Apóstoles o el Magisterio de la Iglesia.
Este es el método. Y sus frutos son santos, objetiva y subjetivamente: En sí mismos y para quienes los reciben.
+T.