No hace falta ser el perspicaz mayor del reino para conjeturar sobre "campaña" multi-media contra la Iglesia Católica con la pederastía como arma ofensiva. Como en los best-sellers y las pelis estilo Chacal, el arma del magnicidio es superpotente, con objetivo-mira telescópico, y apunta fino, en concreto, individual, localizando a su víctima. A estas alturas, todos sospechamos - caprichosamente paranoicos??? - que el centro de la diana es B16. El que aprieta el gatillo y su equipo, también están identificados, más o menos. Claro que esto es ficción, bloggera actualidad ficción, simplemente. Es sólo eso.
Sobre lo mismo, publicaban el Lunes pasado en Fides et Forma dos entradas, una sobre un jesuíta alemán, el p. Klaus Mertes; la segunda sobre el semper equívoco Cardinal Schönborn. A parte el parecido facial de uno y otro, casi clónicos, se resaltan sus respectivas "iniciativas". El artículo señala al jesuíta, rector del Colegio Canisio de Berlín, como el responsable de la publicación-difusión en los medios de todo el caso de las agresiones pederastas en colegios católicos. Así mismo, recuerda que el p. Klaus ha intervenido significativamente en foros pro-homosex; y también que fue uno de los más agresivos movilizados cuando el affair del comentario "negacionista" del lefebvrista Mons. Williamson. El artículo de Fides et Forma recuerda algunos citas "declamantes" entresacadas de algunos comentarios del jesuíta Mertes; en una llamaba al Papa "ingénuo y quijotesco" por haber levantado la excomunión a los 4 prelados de la FSSPX y haber abierto la puerta a los tradicionalistas.
El otro artículo del blog comentaba la iniciativa del Cardenal Arzobispo de Viena, Schönborn, que ha convocado para hoy, Miércoles 24 de Marzo, un acto en la Catedral de San Esteban con el "escandaloso" lema de "Estoy rabioso, Dios". El lema de la convocatoria da la impresión (me da la impresión) de estar al borde de la blasfemia, como si se contuviera "finamente" para no expresar lo mismo con palabras más groseras.
Lo que no me explico ni yo mismo (es un decir, un recurso retórico, una ilación del discurso) es cómo el Cardenal Schönborn puede convocar una oración en San Esteban de Viena junto con el conciliábulo de los "Somos Iglesia", una de las más letales y anti-católicas asociaciones seglares de entre todas las formaciones post-conciliares dispuestas a minar los cimientos del Catolicismo. Es como invitar al terrorista-bomba a tomar chocolate en palacio, siendo el terrorista regicida y el invitante príncipe de la casa real. Pues algo así.
El patético escenario germano-austriaco se completa con ese 1 millón de católicos(?) que dicen que están dispuestos a dejar la Iglesia Católica, una amenaza risible y tragi-cómica si se considera que el "catolicismo" de esos "católicos" austriacos se perdió por los caminos tortuosos de ellos sabrán dónde ellos sabrán cuándo. Un millón de infieles que han dejado de ser católicos de hecho y quieren que conste de derecho, para que las estadísticas queden claras. Muy bien.
Y así están las cosas por la Europa, nuestra madre. Con un escuadrón volante salpicando con el hisopo inmundo de la pederastía a todo prelado, cura o sacristán que se les ponga por delante, el hermano del papa incluído. La paradoja - casi toda la actualidad es paradójica, ultimamente - es que no se publiquen evidencias tan clamorosas como la que comentaba el gordo Prada en su gacetilla, que de los 200.000 caso de abusos a menores denunciados en Alemania desde 1995, sólo 94 afectan a ministros de la Iglesia. Sólo.
Pero es la Iglesia la que está en la picota, y las carabinas apuntan a la cabeza de la Iglesia, que es una, facilmente identificable, y un blanco facil. Muy blanco, por cierto, del solideo al borde de la sotana, todo blanco. Se le ve muy bien. Y lo blanco se mancha tan facilmente, con casi todo. Y ellos, los que disparan, lo saben.
El blogger de Fides et Forma se preguntaba si todo esto, lo de Alemania y lo de las pederastías-mass-media no ha sido (como lo del alarmismo sobre el negacionismo de Williamson) algo deliberadamente tramado, una conjura con conjurados; con expresividad italiana dice "programmata a tavolino", una programación de tablero, de esas que se fraguan entre amigos sobre el velador de mármol de la peña, entre café y café; o en un despacho, en una mesa de cierto nivel, entre varios doctos activistas. Y muy probablemente haya sido muy así.
Para más prueba de la catadura del jesuíta(?) p. Klaus Mertes, remachan hoy con otras declaraciones, de Febrero pasado, en las que el modernista se destapa con otras opiniones, muy "aclaratorias". Le preguntan en entrevista si se siente respaldado por la Iglesia, y responde:
"Por el Arzobispado de Berlín, sí. Pero por la Iglesia Católica en su conjunto...lo dudo. Me gustaría que pudiéramos hablar sin miedo de todo. Incluso de la propia sexualidad. Espero que la Iglesia se reconcilie con la modernidad y la libertad. Que esté abierta para lo que Dios pide a la Iglesia de hoy. Ya se trate de la re-evaluación teológica de la homosexualidad o la ordenación de las mujeres, que esté abierta. Hay que embarcarse en el presente y no reaccionar a la defensiva frente a todo".
Esa es la opinión del rector jesuíta(?).
Como él, con su misma tendencia neo-modernista des-católica, en España se han manifestado muy agresivamente, hiper-críticos, con la lanza en ristre, arremetiendo feroces, todos los modernistas descatolizados que publican passim, blogs, webs, etc. El perfil es el del "progre-vanguardista" crítico, casi todos resentidos-resabiados, con mucha "trayectoria" encima, intra y extra eclesiástica.
Lo que más les ha dolido ha sido el golpe de espuelas que, a propósito de los "esándalos pederastas", ha metido Benedicto XVI en los sensibles ijares de los vaticanólatras, los incombustibles espiritistas vaticanosegunderos, los activistas vanguardistas del post-concilio, los postuladores-conjuradores del espectro del Vati-3º, tan hipersensibles cuando se les pone el dedo en la llaga.
No se quieren dar cuenta, no se hacen cargo, de que la llaga existe. Y supura. Con pus - por ejemplo - de pederastías. Y hay más pústulas, más infecciones con la misma etiología, de igual patología.
No hará falta decir que la curación, lenta y costosa, requiere la extirpación de los miembros afectados e irrecuperables. Ya sean un millón, ya sean dos docenas. Por el bien y la salud corporal general.
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Hay muchos encantados de poder decir que los pecadores son los curas. Ya se sabe que, la noticia es que un hombre muerda a un perro. Que muchos sacerdotes y monjas entreguen su vida al servicio de los pobres, los enfermos y su prójimo, en general, es lo mismo que si un perro muerde a un hombre. Eso no es noticia.
ResponderEliminarHoy, festividad de la Anunciación de la Virgen, hará que las vestiduras de nuestro Santo Padre permanezcan tan blancas como las vestiduras de los Sagrarios en el día de hoy.
ResponderEliminar¡Que el Señor proteja y bendiga a nuestro Papa y a todos los seguidores de Cristo!
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Al resto resto ni mu y lejito, lejito, que nos nos salpiquen con su venganza.
El jesuita citado en el post dice: "...Espero que la Iglesia se reconcilie con la modernidad y la libertad..." Umm no sé, yo pensaba que la Iglesia con quien tiene que estar reconciliada es con Jesucristo, que es su cabeza. Estoy de acuerdo en que este tipo de ideas_que para algunos son una obsesión_ están en el origen de lo que pasa.
ResponderEliminarPobre Santo Padre. Si yo lo estoy pasando fatal cada vez que pongo la tele, oigo una radio, leo un periódico o escucho hablar a mi alrededor de este tema, ¡cuánto tiene que estar sufriendo!. Ahora marcho a Misa. Rezaré por él.
Ya. Sí. Bueno. Todo eso es verdad, pero una verdad esperable y esperada, business as usual, lo de siempre desde hace 2000 años.
ResponderEliminarLo terrible es que parece como si TODA nuestra preocupación fuera esa, en lugar de preocuparnos, no sé, por el pequeño detalle de unos curas que abusan de niños y unos obispos que les protegen.
YA SÉ, YA SÉ que son muy pocos, que en todas partes cuecen habas, que bla, bla. Pero somos cristianos, coño, y deberíamos horrorizarnos y estar con las víctimas y ser los primeros decididos a erradicar estas prácticas y pedir responsabilidades.
Si no, parecemos tartufos