lunes, 9 de noviembre de 2009
El muro
Me exasperan las celebraciones del derrumbe del Muro de Berlín. Hace 20 años yo no tenía la impresión de absurdo que hoy me parece tan ofensiva, tan criminal. ¿Por qué no se celebra el muro con un "manifiesto" internacional contra el comunismo y el marxismo y sus criminales autores y protagonistas y representantes?
Resulta lacerante en carne ajena ver esos reportajes y documentales con alemanes profundamente heridos que se quejan de tener que convivir con sus torturadores, con los agentes comunistas de la RDA y su temible Stasi. En la Alemania del Este se pasó del nazismo al comunismo sin solución de continuidad. Sin solución de terror. Sin solución de sistema criminal. Sin solución de opresión. Quizá por eso se pasó tan facilmente de uno a otro régimen.
Junto a la implacable justicia de los judíos que persiguen nazis de ochenta y noventa años, Europa disimula la acomodada supervivencia de los criminales comunistas. En la Alemania de la efemérides de los 20 años del muro, la memoria y las heridas están frescas y resentidas. Pero en otros sitios, en España, por ejemplo, hemos echado un capote encubridor sobre algunos siniestros personajes que hasta viven a costa del estado al que masacrarían si pudieran volver a ser comunistas criminales en el poder.
El comunismo es crimen, documentado y atestado con una historia criminal que el decadente y degenerado "occidente democrático" se resiste a sentar en el banquillo de los culpables.
Yo esperaba - yo imaginaba (yo soñaba) - un manifiesto de intelectuales, de científicos, de artistas, de escritores, de hombres y mujeres libres y conscientes de verdad y con verdad. Todos delante del muro, proclamando al mundo el crímen del comunismo que pasó y clamando al mundo para que nunca más se consienta el comunismo, en ninguna de sus canallescas y criminales formas o disfraces.
Pero en el "occidente democrático" todavía ensucian nuestro tiempo miserables que llevan en su sangre corrompida el veneno del marxismo y el comunismo, políticos, y artistas, y cientificos, y escritores; desechos del mal y fracasados de la historia con la huella activa de lo que nunca debió ser. Y todos llevan aguijón para clavar y matar.
El muro les debió sepultar. No sé si todavía es tiempo de que les sepulten con el muro.
Si no, se está celebrando un absurdo, con las víctimas humilladas y los criminales pisando fuerte.
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