A estas alturas, el tema debería haberse cerrado. Y quizá debiera haber sido la Iglesia la que hubiera puesto punto final. Así no estaríamos picando el anzuelo cada vez que el "gobierno de la nación" necesitara una pantalla secundaria para distraer la atención de la pantalla principal. Con los años que se avecinan y visto el interés que suscita cualquier polémica contra la Iglesia, el "gobierno de la nación" volverá, cuantas veces se vea apurado, a provocar cualquier polémica para que la Iglesia desvie la atención de la plebe.
Un Crucifijo en un áula es una señal cristiana que significa para los cristianos; y significa en tanto se le preste un significado digno y reverente. Puede estar y servir de mofa; puede estar y ser ignorado; puede estar y recibir una consideración ajena a su valor cristiano; puede estar como si no estuviera. De hecho, en tantos sitios está así, como si no estuviera.
Si yo fuera obispo - que no lo soy ni lo seré - habría dado órdenes a mis curas para que reclamaran los crucifijos de las escuelas que hubieran en sus respectivas parroquias. También movilizaría a las Hermandades y Cofradías, que son un poder temible y temido por la piara política desde Despeñaperros a Tarifa, por lo menos, (que es donde la piara política anti-crucifijera saca votos, por cierto). Y con esas y otras movilizaciones, o hubiera neutralizado la polémica, o la hubiera convertido en ariete contundente contra los infames anti-crucifijistas. Pero esto es mera ocurrencia y hablar por hablar. Nada más.
Decía que a estas alturas en vez de quejarse debería darse orden expresar de no polemizar, recoger los Crucifijos que se pudiera y darles un digno y piadoso destino. De camino, encargaría a los publicistas que inventaran algo "significativo" con los medios disponibles, aprovechando la retirada/exclusión de los Crucifijos. Una cierta campaña picante, con carteles y propaganda como la del lince, por ejemplo. Y a ver que pasaba.
En la España de Zp vivimos una confrontación contra-católica artificial, no real; creada y dirigida (manipulada) por los socialistas del gobierno con la aquiesciencia disimulada del pperío (que piensa más o menos lo mismo que los socialistas, en casi todo y en esto también).
Pero la gente no está contra los signos religiosos. Quiero decir la "mayoría" de nuestra gente (ellos dicen "ciudadanos" y se apropian del concepto con un extraño ánimo político-posesivo). La gente no está contra los crucifijos, ni contra la Iglesia, ni contra lo católico ni lo cristiano. Otra cosa es que la tele y la prensa y la radio (nunca se olvide que todos los medios son socialistas o afines, y esa es una de las principales claves del "problema") monten una "encuesta" o una tertulia "rosa" contra los crucifijos, los curas y la Iglesia. Ponen en un plató una mesa redonda con 10 degenerados a sueldo, y parece que España entera es anarco-atea-quemaiglesias. Pero no, la gente no es así, ni piensa así, ni quiere las cosas así. Digo la gente mayoría de la gente, no me refiero a pervertidores y pervertidos que no son "mayoría" sino carne de plató y tertulia "rosa".
En España des-gobierna una mente enferma que padece un extravagante síndrome anti-católico muy agudo, con bastante probabilidad de que se enquiste y se vuelva padecimiento crónico, para desgracia de todos. Como no se tienen ideas y proyectos, se recurre al fantasma del conflicto con la Iglesia para hacer guerrilla y dar la impresión de que se hace algo.
Es como Don Quijote viendo gigantes donde había molinos de viento: Zp y su equipo ven enemigos cuando ven un crucifijo. Y montan una guerra oportunista para que la gente vea el teatrillo de una polémica de títeres de cachiporra, mientras las cosas que importan se traman y se enredan detrás del escenario (pero con los mismos hilos y por las mismas manos que mueven los muñecos de la farsa). Nuestra España, que siempre ha sido muy titiritera (con cruces o sin ellas).
Claro que algunos tememos que después de los crucifijos vengan más "represiones" gubernamentales contracatólicas. Pudiera pasar como cuando en el XIX, con los liberales, que empezaban quitando las cruces de las esquinas de las calles y terminaban demoliendo monasterios e iglesias para abrir plazoletas o edificar un ministerio en el solar. Y después, una desamortización. Y para "ambientar" popularmente la faena, un asalto a un convento previa propaganda de que los frailes daban a las criaturitas caramelos envenenados (hoy dirían que violan niños, que es lo que está de moda decir contra los curas).
Por eso, en mi propia contradicción, bajo el efecto de mis reflexiones, termino aconsejando al revés de lo que decía al principio: Resistamos con los crucifijos porque si no nos harán más guerra con cosas mayores y con peores consecuencias.
Lo malo es que pudiera ser porque, con esta gente, todo eso puede volver a ser (O, por lo menos, parece que quieren dar esa impresión).
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Un Crucifijo en un áula es una señal cristiana que significa para los cristianos; y significa en tanto se le preste un significado digno y reverente. Puede estar y servir de mofa; puede estar y ser ignorado; puede estar y recibir una consideración ajena a su valor cristiano; puede estar como si no estuviera. De hecho, en tantos sitios está así, como si no estuviera.
Si yo fuera obispo - que no lo soy ni lo seré - habría dado órdenes a mis curas para que reclamaran los crucifijos de las escuelas que hubieran en sus respectivas parroquias. También movilizaría a las Hermandades y Cofradías, que son un poder temible y temido por la piara política desde Despeñaperros a Tarifa, por lo menos, (que es donde la piara política anti-crucifijera saca votos, por cierto). Y con esas y otras movilizaciones, o hubiera neutralizado la polémica, o la hubiera convertido en ariete contundente contra los infames anti-crucifijistas. Pero esto es mera ocurrencia y hablar por hablar. Nada más.
Decía que a estas alturas en vez de quejarse debería darse orden expresar de no polemizar, recoger los Crucifijos que se pudiera y darles un digno y piadoso destino. De camino, encargaría a los publicistas que inventaran algo "significativo" con los medios disponibles, aprovechando la retirada/exclusión de los Crucifijos. Una cierta campaña picante, con carteles y propaganda como la del lince, por ejemplo. Y a ver que pasaba.
En la España de Zp vivimos una confrontación contra-católica artificial, no real; creada y dirigida (manipulada) por los socialistas del gobierno con la aquiesciencia disimulada del pperío (que piensa más o menos lo mismo que los socialistas, en casi todo y en esto también).
Pero la gente no está contra los signos religiosos. Quiero decir la "mayoría" de nuestra gente (ellos dicen "ciudadanos" y se apropian del concepto con un extraño ánimo político-posesivo). La gente no está contra los crucifijos, ni contra la Iglesia, ni contra lo católico ni lo cristiano. Otra cosa es que la tele y la prensa y la radio (nunca se olvide que todos los medios son socialistas o afines, y esa es una de las principales claves del "problema") monten una "encuesta" o una tertulia "rosa" contra los crucifijos, los curas y la Iglesia. Ponen en un plató una mesa redonda con 10 degenerados a sueldo, y parece que España entera es anarco-atea-quemaiglesias. Pero no, la gente no es así, ni piensa así, ni quiere las cosas así. Digo la gente mayoría de la gente, no me refiero a pervertidores y pervertidos que no son "mayoría" sino carne de plató y tertulia "rosa".
En España des-gobierna una mente enferma que padece un extravagante síndrome anti-católico muy agudo, con bastante probabilidad de que se enquiste y se vuelva padecimiento crónico, para desgracia de todos. Como no se tienen ideas y proyectos, se recurre al fantasma del conflicto con la Iglesia para hacer guerrilla y dar la impresión de que se hace algo.
Es como Don Quijote viendo gigantes donde había molinos de viento: Zp y su equipo ven enemigos cuando ven un crucifijo. Y montan una guerra oportunista para que la gente vea el teatrillo de una polémica de títeres de cachiporra, mientras las cosas que importan se traman y se enredan detrás del escenario (pero con los mismos hilos y por las mismas manos que mueven los muñecos de la farsa). Nuestra España, que siempre ha sido muy titiritera (con cruces o sin ellas).
Claro que algunos tememos que después de los crucifijos vengan más "represiones" gubernamentales contracatólicas. Pudiera pasar como cuando en el XIX, con los liberales, que empezaban quitando las cruces de las esquinas de las calles y terminaban demoliendo monasterios e iglesias para abrir plazoletas o edificar un ministerio en el solar. Y después, una desamortización. Y para "ambientar" popularmente la faena, un asalto a un convento previa propaganda de que los frailes daban a las criaturitas caramelos envenenados (hoy dirían que violan niños, que es lo que está de moda decir contra los curas).
Por eso, en mi propia contradicción, bajo el efecto de mis reflexiones, termino aconsejando al revés de lo que decía al principio: Resistamos con los crucifijos porque si no nos harán más guerra con cosas mayores y con peores consecuencias.
Lo malo es que pudiera ser porque, con esta gente, todo eso puede volver a ser (O, por lo menos, parece que quieren dar esa impresión).
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