lunes, 7 de septiembre de 2009

Crucifijos


A estas alturas, el tema debería haberse cerrado. Y quizá debiera haber sido la Iglesia la que hubiera puesto punto final. Así no estaríamos picando el anzuelo cada vez que el "gobierno de la nación" necesitara una pantalla secundaria para distraer la atención de la pantalla principal. Con los años que se avecinan y visto el interés que suscita cualquier polémica contra la Iglesia, el "gobierno de la nación" volverá, cuantas veces se vea apurado, a provocar cualquier polémica para que la Iglesia desvie la atención de la plebe.

Un Crucifijo en un áula es una señal cristiana que significa para los cristianos; y significa en tanto se le preste un significado digno y reverente. Puede estar y servir de mofa; puede estar y ser ignorado; puede estar y recibir una consideración ajena a su valor cristiano; puede estar como si no estuviera. De hecho, en tantos sitios está así, como si no estuviera.

Si yo fuera obispo - que no lo soy ni lo seré - habría dado órdenes a mis curas para que reclamaran los crucifijos de las escuelas que hubieran en sus respectivas parroquias. También movilizaría a las Hermandades y Cofradías, que son un poder temible y temido por la piara política desde Despeñaperros a Tarifa, por lo menos, (que es donde la piara política anti-crucifijera saca votos, por cierto). Y con esas y otras movilizaciones, o hubiera neutralizado la polémica, o la hubiera convertido en ariete contundente contra los infames anti-crucifijistas. Pero esto es mera ocurrencia y hablar por hablar. Nada más.

Decía que a estas alturas en vez de quejarse debería darse orden expresar de no polemizar, recoger los Crucifijos que se pudiera y darles un digno y piadoso destino. De camino, encargaría a los publicistas que inventaran algo "significativo" con los medios disponibles, aprovechando la retirada/exclusión de los Crucifijos. Una cierta campaña picante, con carteles y propaganda como la del lince, por ejemplo. Y a ver que pasaba.

En la España de Zp vivimos una confrontación contra-católica artificial, no real; creada y dirigida (manipulada) por los socialistas del gobierno con la aquiesciencia disimulada del pperío (que piensa más o menos lo mismo que los socialistas, en casi todo y en esto también).

Pero la gente no está contra los signos religiosos. Quiero decir la "mayoría" de nuestra gente (ellos dicen "ciudadanos" y se apropian del concepto con un extraño ánimo político-posesivo). La gente no está contra los crucifijos, ni contra la Iglesia, ni contra lo católico ni lo cristiano. Otra cosa es que la tele y la prensa y la radio (nunca se olvide que todos los medios son socialistas o afines, y esa es una de las principales claves del "problema") monten una "encuesta" o una tertulia "rosa" contra los crucifijos, los curas y la Iglesia. Ponen en un plató una mesa redonda con 10 degenerados a sueldo, y parece que España entera es anarco-atea-quemaiglesias. Pero no, la gente no es así, ni piensa así, ni quiere las cosas así. Digo la gente mayoría de la gente, no me refiero a pervertidores y pervertidos que no son "mayoría" sino carne de plató y tertulia "rosa".

En España des-gobierna una mente enferma que padece un extravagante síndrome anti-católico muy agudo, con bastante probabilidad de que se enquiste y se vuelva padecimiento crónico, para desgracia de todos. Como no se tienen ideas y proyectos, se recurre al fantasma del conflicto con la Iglesia para hacer guerrilla y dar la impresión de que se hace algo.

Es como Don Quijote viendo gigantes donde había molinos de viento: Zp y su equipo ven enemigos cuando ven un crucifijo. Y montan una guerra oportunista para que la gente vea el teatrillo de una polémica de títeres de cachiporra, mientras las cosas que importan se traman y se enredan detrás del escenario (pero con los mismos hilos y por las mismas manos que mueven los muñecos de la farsa). Nuestra España, que siempre ha sido muy titiritera (con cruces o sin ellas).

Claro que algunos tememos que después de los crucifijos vengan más "represiones" gubernamentales contracatólicas. Pudiera pasar como cuando en el XIX, con los liberales, que empezaban quitando las cruces de las esquinas de las calles y terminaban demoliendo monasterios e iglesias para abrir plazoletas o edificar un ministerio en el solar. Y después, una desamortización. Y para "ambientar" popularmente la faena, un asalto a un convento previa propaganda de que los frailes daban a las criaturitas caramelos envenenados (hoy dirían que violan niños, que es lo que está de moda decir contra los curas).

Por eso, en mi propia contradicción, bajo el efecto de mis reflexiones, termino aconsejando al revés de lo que decía al principio: Resistamos con los crucifijos porque si no nos harán más guerra con cosas mayores y con peores consecuencias.

Lo malo es que pudiera ser porque, con esta gente, todo eso puede volver a ser (O, por lo menos, parece que quieren dar esa impresión).

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11 comentarios:

  1. Soy consciente de que me repito, pues en otra ocasión he comentado esta misma idea. ¿Es pensable e interpretable Europa, y por tanto España, ignorando el cristianismo? ¿Alguien puede ver, con conocimiento de causa claro, “El descendimiento” de Rubens o su “Adoración de los Magos”? ¿Serían Burgos, León, Sevilla o París, las mismas ciudades sin sus catedrales? ¿Se atreven a prohibir las cofradías en la calle en la Semana Santa de Zamora, Valladolid, o Málaga?

    La tragedia de los “iconoclastas” anticrucifijos es que ignoran su pasado. Les guste a ellos, o no, nuestra cultura es cristiana y nada de la Historia europea se entiende sin el Nacimiento, Vida Pública, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. ¿Qué no les gusta? Ese es un problema de formación, pero no de formación cristiana sino, sencilla y llanamente, de simple sociología.

    No sé si será correcto, políticamente hablando claro, pero yo lo he pasado muy bien leyendo este verano “José y sus hermanos”, de Thomas Mann (¡Uy lo que he dicho!)y recomiendo vivamente su lectura para interpretar los orígenes de la cultura occidental.

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  2. ¿Cree usted que estaría pecando si aplicara toda una Novena a que se cumpla íntegro el párrafo séptimo de su artículo de hoy?

    Yo creo que no puesto que sería, según parece más bien, él mismo el pecador, (una vez más) ¡Suicidio! ya que son sus propias obras las que le llevan a la aparición de la mencionada metástasis.

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  3. También está la anecdota, vérídica, de cuando durante la II República seprohibiron las procesiones y, entonces, los sindicatos sevillanos convocaron la huelga y al acudir los prebostes sindicalistas de Madrid a la huelga y no encontrarse a sus afiliados allí preguntan ¡donde estaban! y se les contesta (supongo yo que con ese gracejo característico de Sevilla):

    ¡Quillo! Estar están, debajo de los pasos,ea.

    Así nos la relató Salazar Alonso hijo, oída de boca de su padre que "reinstauró" la legalidad de las procesiones. Y que a su vez lo cuenta en "Bajo El Signo de la Revolu´ción" Libro con el que firmó su sentencia de muerte, por cierto reeditado en 2008 por Akrón en la colección de Testimonios:

    http://www.editorialakron.es/cms/index.php

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  4. El lunes próximo es la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, recemos por los impíos que las quieren quitar de las aulas, las plazas, las calles. Y salgamos nosotros con una cruz en el pecho, defendiendo nuestra fe cristiana y nuestro amor al Señor y a la Cruz, sin miedo, ni vergüenza ni complejos.

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  5. No estoy de acuerdo con eso de retirar los crucifijos para darles un destino digno.

    Es el Crucifijo el que dignifica la realidad a la que preside, y no al revés. Si el destino no es digno, es porque no lo somos nosotros. Lo que hay que hacer es recuperar el sentido del crucifijo en la arena pública y ser consecuentes con ello.

    De hecho, yo voy a empezar a tocar los cojones, poniendo uno en mi lugar de trabajo.

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  6. Oh! Gran combinación...pero que no pega rien de rien: ¡Usar un crucifijo para tocar cojones!

    El lugar digno de un crucifijo es donde se le quiere y reverencia; si no, no es lugar digno.

    Y tampoco se "impone" esa dignidad.

    Hubo un tiempo en que se quería, pero ya no.

    Soy católico a machamartillo, pero no obtuso: Ni de mente ni de sentimientos ni de fe.

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  7. No puedo estar más de acuerdo con Dómine Terzio. El crucifijo es el símbolo de la locura de amor de Dios por los hombres,(por todos los hombres) nunca de atropello, daño o mal alguno.

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  8. Pues Don Pamplinim insiste (ha insistido) en utilizar los crucifijos como "toca-cojones". No sé si desvaria aberrantemente o si aberra desvariante.

    Entre los anti-crucifijistas comecuras y los crucifijeros por cojones, vamos listos.

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  9. Creo que no ha entendido usted nada, además de no publicar mi comentario no sé por qué motivo. Evidentemente, "tocar los cojones" tiene un sentido claro envuelto en una expresión vulgar, pero parece que se queda con la expresión vulgar sin ver el sentido evidente.

    ¿Le parece a usted mal que ponga un crucifijo en mi lugar de trabajo?

    Seguramente soy un mal cristiano que no sabe lo que es el crucifijo. Tiene usted razón.

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  10. Por cierto, ¿qué es un crucifijeros por cojones?

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  11. Abusando del término que apareció en los comentarios gracias a su aportación, me refiería (quería referirme) a aquellos que hacen/quieren hacer del crucifijo una especie de "trágala" velis-nolis.

    Por supuesto que me parece estupendo poner el crucifijo en el lugar de trabajo de cada uno: Yo tengo varios, además de otros iconos sacros muy devotos. Pero no lo hago como "desafío", sino que son fruto de mi devoción más espontánea, lo mismo que me santiguo al salir por la puerta de casa a la calle, o llevo un medallón colgado del bolsillo del pantalón como llavero, o una insignia religiosa bien visible en la solapa de la chaqueta.

    Lo que no se me ocurre es plantar estas cosas donde sé y me consta que no las quieren, ni tampoco mantenerlas donde ya no las quieren y las detestan.

    En la Sevilla del XVII se tuvieron que dar ordenanzas para que se retiraran de algunas esquinas y rinconeras cruces y retablillos devocionales porque la gente dejaba en aquellos sitios las basuras o hacían allí sus necesidades inmundas. Lo paradójico era que aquellas cruces y retablillos se pusieron en su momento en aquellos sitios para evitar que la gente hiciera esas cosas, pero la gente las hacía igualmente y hasta peor.

    Cuento la anécdota como ilustración, solamente. Y como extensión del tema, sin otro ánimo, of course.

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