jueves, 2 de abril de 2009

Orando cuerpo a cuerpo


Recuerdo haber estado varias veces en la Misa que Juan Pablo II celebraba todos los días en su capilla privada, en el Palazzo Vaticano. Se pedía por medio de la secretaría personal, a Don Stanislao; nunca se aseguraba ninguna, con la salvedad de que se prefería invitar a sacerdotes residentes, estudiantes o de paso por Roma. La tarde antes, sobre las 7 o las 8, ya de noche en Roma, avisaban por teléfono.

Había que estar en Portone di Bronzo antes de las 6'30 de la mañana. Nos abrían desde dentro los suizos de guardia, y se pasaba al patio de San Dámaso, desde allí súbiamos a la planta de las estancias papales en ascensor. Se pasaba por unos cuantos salones, y se llegaba a la capellina.

Cuando llegábamos, el Papa ya estaba allí, arrodillado en un reclinatorio blanco, en el centro de la pequeña capilla, vuelto al Altar, ya preparado y con los candeleros encendidos. En silencio, discretamente, los sacerdotes se revestían en uno de los salones próximos. Solían ser unos 10, nunca más de 12 ó 15 porque entre las monjas del servicio, Don Stanislao y algunos invitados más, se completaba el número, más de 20 personas no creo que cupieran en la capilla, sentadas una junto a otra.

El Altar lo ocupaba el Papa, con Don Stanislao asistiéndole, también revestido para concelebrar. Los sacerdotes estaban frente, detrás del reclinatorio del Papa, revestidos con alba y estola (se advertía a los sacerdotes que debían vestir sotana o clergyman, y los seglares traje sencillo, si eran religiosas, con su hábito). El Papa se revestía allí mismo, auxiliado por Don Stanislao

Todo el ambiente era de un recogimiento intenso, natural, no forzado ni estudiado, que te envolvía desde el momento en que entrabas en aquel pequeño espacio. Las veces que estuve tuve más tiempo los ojos cerrados que abiertos, rezando, y siguiendo la voz del Papa. Celebraba en italiano, una vez creo recordar que fue en latín.

La primera vez me quedé con la imagen de Juan Pablo II arrodillado, antes de la Misa, con el rostro entre las manos. Se movía, cambiaba las manos de postura, las ponía sobre la cabeza, las apoyaba en el reclinatorio, las volvía al rostro. Y decía palabras que no se le entendían, medio musitadas, otras veces parecían como gruñidos o sonidos orales inarticulados, o la respiración honda, o resoplando. Estaba rezando, haciendo su oración personal, desconectado de espacio y de gente, sólo en presencia consciente y activa ante el Señor, preparando la Misa y pidiendo por lo que fuera y los que fueran. Se notaba su oración.

A otros amigos o conocidos que también estuvieron en algunas de esas Misas privadas, les pregunté y todos me contaron lo mismo, impresionados por la oración personal, tan personal y profunda de Juan Pablo II.


Yo me traje el recuerdo y lo emparejé al momento con una escena del Génesis, la que cuenta la lucha de Jacob con el Ángel del Señor, cuerpo a cuerpo, toda la noche. El Ángel le dice a Jacob:

“Déjame partir, porque ya está amaneciendo”. Pero Jacob replicó: “No te soltaré si antes no me bendices”. Gn 32, 25 ss.

Así me imagino todavía a Juan Pablo II.

Hoy, cuarto aniversario de su muerte, han publicado otro milagro. Dicen que la postulación de la causa tiene tantos, que han tenido que escoger cuáles son los que aparecerán en la positio.

También se ha comentado estos días que para el año próximo podría ser su beatificación, Deo volente.

+T.

Una perla en el fango

No debiera sorprender - ¿por qué iba a sorprender? - pero lo triste es que sorprenda, porque es una inaudita rareza, una peregrina opinión dentro del cenagal de las siniestras. Me refiero a este respetable prócer y a su opinión pro-vida:



Eso dice el valiente (tiene que serlo) concejal segundo alcalde del sevillano municipio de Paradas.

Paradas es un bonito pueblo de Sevilla, que tiene la Parroquia dedicada al Santo más raro de toda la Diócesis: San Eutropio (aunque también tenemos a San Eustaquio, patrón de Sanlúcar la Mayor y otras cuántas rarezas, San Eutropio es el más extraño, me parece, entre nuestros Titulares). En la Parroquia de San Eutropio de Paradas se conserva y expone una preciosa Stª Mª Magdalena del Greco (...o de un cercano), que a los eruditos del lugar les encanta explicar y conjeturar cómo, cuándo y porqué arribó a su paradero paradeño, honra vecinal.

Paradas es Andalucía profunda, tierra de pan sembrar y olivar, llano paisaje con algún cortijo centrando fincas, fincas grandes y prósperas. En uno de los caseríos de una de las fincas de Paradas fue donde mataron hasta al apuntador, allá por el año setenta y tantos. Todavía no se conocen todos los intríngulis de aquella tragedia, que se mantuvo en las páginas de El Caso unos pocos años. Hasta hicieron una película, con Lola Flores en un papel "dramático", de esos que ella misma decía que era lo suyo (y era verdad, porque en la peli esa está que se sale).

Lo que no sé yo bien es porqué sale este prócer paradeño, con tanto desparpajo. Ni sé quién habrá sido el que le ha puesto la entrevista en el ABC. Desde luego que no me hace chispa de gracia cuando dice que lo católico le "sobra". No me lo creo, además. Conociendo al pueblo y a su gente, el catolicismo se mama en Paradas porque está el aire, y si no te entra por la sangre en tu casa te entra por la calle, con el aire. Después uno podrá decir, como este de la entrevista, que le "sobra", pero lo católico lo llevan dentro, guste más o guste menos (que yo diría que sí gusta).

Habrá que ver la gracia que le habrá hecho la entrevista del paradeño a las socialistonas abortadoras del capullo en el puño, las de carné amortizado en el Parlamento (risum teneatis!) o la Diputación (con perdón) o el organigrama del partidete. Y al grupo mixto (que también tienen).

Pero el hombre me parece sincero, y habla sencillo y cabal, más puro que el aceite de primera prensa, que en Paradas es de primerísima. Y se le entiende. Y mete puyazos de socialistón, con toda la gracia cuando dice que anima a los peperos -"...a que salgan y tengan valor para denunciar que el aborto debe ser una ilegalidad"; y con todo el "efecto" cuando les saca los colores (bueno, es un decir) al recordar que en las 2 legislaturas que pudieron no quitaron ni una coma de la ley del aborto, y que la píldora abortiva del día después se autorizó con Aznar en la Moncloa. Un par de banderillas, de las de fuego, bien puestas, en todo lo alto.

En fin, lo dicho: Una perla de valor entre el fango socialista.

Yo no me hago ilusiones, pero por esperar que no quede. ¿Y si salen más?

Aunque dice mi cura (mi cura es tremendista) que a lo peor también van saliendo abortadistas en el PP...para compensar.

¿A que tampoco tendría gracia?

Pero lo malo, lo peor, es que es posible (y hasta probable).

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