Hoy es la fiesta, 6 de Noviembre. Un dia pensado con cierta "tradición" santoral, parecida a la de Todos los Santos, para reunir en una sóla ocasión a muchos. No es todavía una fiesta popular, quizá nunca llegue a serlo; ni siquiera viene aun en el Misal (se espera que aparezca - junto con otros esperados añadidos y correcciones - en la anunciada y todavía no publicada edición del Misal Romano en español). Pero por lo menos ya aparece en la "epacta", en el calendario litúrgico:
Noviembre 6 VIERNES.
MEMORIA OBLIGATORIA: Mártires de España del siglo XX.
ro Misa or pr.
La oración propia no la sé. En la Parroquia, el cura la ha escogido del común de Mártires, nombrando en las oraciones a los "Mártires de España" (colecta, ofertorio, prefacio y post-comunión). A mí me ha emocionado, por una de esas razones del corazón que la razón no entiende. O no quiere entender, en muchos casos.
He parafraseado a Blas Pascal porque nuestros Mártires del siglo XX son/fueron más de corazón que de razón. Quiero decir sin razón, y con corazón; con mucha pasión y muy poca razón. No tengo que explicar a qué me refiero, que digo "corazón" y "pasión" pensando en los Mártires y escribo "sin razón" acordándome de los martirizadores. Por eso todavía afectan al centro, al corazón de los que les veneramos, y dejan en evidencia la mala razón de los que no vetan el recuerdo. Tan actuales los des-memoriados por esa aberrante des-memoria de la historia impuesta por decreto ley de los "herederos" de los vencidos (y de los victimarios, también).
No tengo cumplidos los cincuenta, por eso he alcanzado a conocer a la generación de los "testigos", como cuando los cristianos de los primeros siglos podían escuchar de viva voz los relatos de los confesores sobrevivientes de las persecuciones, narrando la muerte de los Mártires con la cercanía de la presencia y la memoria válida y fresca. Yo he escuchado pequeñas crónicas de martirio contadas con la media voz del respeto, mojadas con las lágrimas del dolor (nunca del odio), fijas como un cuadro imperecedero de fechas, lugares, cosas, momentos, detalles. Secuencias de tragedia que al poco fueron acrisolándose en profunda conciencia de valentía, de fidelidad, de virtud, de sacrificio, de santidad.
Nombrar es rememorar, clamar un eco para que conste y se reduplique y otros sepan y transmitan quiénes fueron y qué dieron: Fueron cristianos y dieron vida, fueron españoles y dieron sangre, fueron mártires y dieron fe.
Durante la Misa, he pensado en gente concreta, algunos de esos no "canonizados" que sí están martirizados y santificados, asociados a ese grupo de los Mártires de España, todavía sin nombre inscrito pero con rúbrica de sangre desde el día en que tuvieron que dar vida por fe.
En mi Diócesis de origen, en Sevilla, no se ha incoado ninguna causa de ningún mártir. Y eso que el primer mártir del 36 fué victimado en Sevilla, el sacerdote Don José Vigil Cabrerizo la misma tarde del 18 de Julio. Lo sacaron de su casa, le dispararon a bocajaro con pistola, primero en un hombro, luego en el otro, y luego otro tiro en el vientre y uno más en la espalda. Lo dejaron tendido desangrándose, en la esquina de la calle Conde de Ibarra con la calle San José. Existe publicado un testimonio presencial, que cita las palabras del sacerdote, allí mismo: - "Yo los perdono, yo los perdono...Rezad conmigo..." La declaración la hacen los propios padres del mártir y sus hermanas, y algunos vecinos de la calle donde sucedió, testigos del martirio del joven capellán. Murió al dia siguiente, 19 de Julio, insistiendo en pedir el perdón para los que le mataron: - "...Dí a mamá que no diga tonterías ni piense quienes fueron los que me ha herido, que yo no conocí a ninguno, y que si los hubiera conocido los perdonaría lo mismo que los perdono".
Fue el primero. Después siguieron 23 sacerdotes más, y tres seminaristas ordenados de menores, entre los diocesanos de Sevilla, que entonces comprendía también toda Huelva, la mitad de la provincia de Cádiz y algunos enclaves en la de Málaga. Y junto con los sacerdotes, hombres y mujeres seglares, algunos también reconocibles como "mártires", como el joven Antonio Molle Lazo, que sí tiene incoado proceso en la Diócesis de Jerez, donde fue sepultado en la iglesia conventual del Carmen.
El único prelado sevillano que se interesó en recoger testimonios en vistas a posibles causas fue el Cardenal Don Pedro Segura, poco después de su llegada a la diócesis. Se publicó un libro preparado por los sacerdotes Don José Sebastián y Bandarán y Don Antonio Tineo Lara, impreso en Marzo de 1938, en los talleres del Correo de Andalucía. Agotado al poco de su tirada, no se volvió a reeditar. Hoy es un raro de esos que buscan los bibliófilos por las librerías de viejo.
Y desde aquellos años, nada. El olvido o el silencio consciente para dejar en la sombra lo que debería sacarse a la luz, porque es luz. Las palabras del Salmo son apropiadas: "...in lumine tuo videbimus lumen / tu luz, Señor, nos hace ver la luz..." Sal 35, 10.
Fueron luz, luz de Dios, luz de Cristo. Yo pienso, yo creo, que necesitamos ese testimonio luminoso de nuestros Mártires de España para poder ver la luz. Hoy más que nunca.
+T.
¡Qué vergüenza D. Terzio! ¡Qué desastre de diócesis!
ResponderEliminar¡Dios nos está castigando! ¡No tenemos más que lo que nos merecemos!
En donde yo la oí dijeron su Misa el sábado 7, de rojo y nombrando a cada paso a los Santos Mártires de España.
ResponderEliminarY leyeron el final de la epístola ad Romanos («ego Tertius qui scripsi...»).