La discutible reforma litúrgica del post-concilio tuvo, en algunos casos, un perfil reduccionista malamente entendido como "cristocéntrico". Obviamente toda la liturgia es Trinitario-Cristocéntrica, pero se quiso remarcar la referencia exclusiva al Misterio de Cristo. En este sentido, por ejemplo, la fiesta de la Virgen del Rosario quedó desfigurada tocante a las oraciones propias de la Misa y el oficio.
Resulta extraño que en ninguna de las oraciones de la Misa (Misal 1.969) se mencione el Santo Rosario. Se ha escogido como colecta la oración del IV Domingo de Adviento con el añadido "...y la intercesión de la Virgen María", simplemente. Las oraciones del ofertorio y la post-comunión ni siquiera nombran a la Stmª Virgen, sólo insisten en el mismo concepto de participación-comunión en el Misterio de Cristo.
Las oraciones del antiguo Misal sí nombran el Rosario en colecta (oratio) - secreta -postcommunio. Además la fiesta se titula In Festo SS. Rosarii B. M. V. No tengo en este momento el proprio de la Orden de Predicadores-Dominicos, por eso no sé si han conservado las antiguas oraciones o si en las nuevas hacen mención del Santo Rosario.
La impresión es que en el nuevo Misal de Pablo VI se ha evitado deliberadamente que el Rosario de la Virgen aparezca en la memoria de Ntrª Srª la Virgen del Rosario. Una paradoja más entre otras.
Esta es la oración antigua, tan venerable:
Oremus
Deus, cujus Unigenitus per vitam. mortem et resurrectionem suam nobis salutis aeternae praemia comparavit: concede quaesumus: ut haec mysteria sanctissimo beatae Mariae Virginis Rosario recolentes, et imitemur quod continent, et quod promittunt, assequamur.
Per eumdem Dnum. Ies. Amen
Las explicaciones liturgísticas - supongo - son al caso tan absurdas como sospechosas. Pero así se hicieron las cosas (y así siguen).
De la popularidad de la fiesta no hace falta decir nada, porque es devoción universal. Sin embargo es una rara ocasión en que se juntan y celebran varias cosas: El patrocinio de la Virgen, una práctica devocional concreta y una efemérides memorable. La Orden de Predicadores tiene providencial e histórica relación con todo, desde la vinculación de la invención del Rosario a Stº Domingo de Guzmán, así como la difusión de su rezo, y la decisiva intervención del Papa San Pio V en la formación de la Liga Santa.
Expresamente, la fiesta del Rosario (primer Domingo y luego 7 de Octubre) se instituye tras la histórica victoria de la Armada Católica (Santa Sede, España, Venecia y Génova) sobre el Imperio Turco y su escuadra. En 1571 la conciencia del peligro común no contó tanto como cierto ánimo de urgencia, una impresión de los coaligados de que era el momento. Considerando la situación de los reinos y estados de Europa, desazona ver una cristiandad fragmentada e irrecuperable en la que tan sólo son fuertes ante el turco las potencias de los extremos del continente: España y Rusia. El resto se debate en una crisis de fe que afecta y deja inoperantes a sus instituciones: Alemania luterana, Inglaterra anglicana y Francia dividida por el conflicto de los hugonotes. Sólo España podía.
También merece notarse la insistencia de los Papas, con una privilegiada perspicacia que les descubría la gravedad de la amenaza turca en el Mediterráneo. En cierto sentido, hay una evolución sin solución de continuidad desde la convocatoria de la Iª Cruzada a la formación de la Liga Santa. Desde la pérdida del Ultramar de los cruzados a la toma de Chipre por los turcos aquel mismo año de 1571, todo fue una imparable extensión del dominio turco-musulmán. En este sentido, la victoria de Lepanto marca el comienzo de la regresión islámica en Occidente.
Las ilustraciones históricas de la batalla suelen tener de común la "interacción" celestial/terrenal, dividiendo en dos planos/dos escenas: En la superior, la Virgen aparece amparando y favoreciendo a la escuadra católica; abajo se representa la batalla, con una animada ambientación más o menos detallada.
En el famoso cuadro de Veronés, ante la Virgen aparecen postrados en actitud orante cada uno de los Santos patronos de los aliados de la Santa Liga: San Pedro por Roma, Santiago por España, San Marcos por Venecia y Stª Justina de Padua (cuya fiesta se celebra el 7 de Octubre, dia de la batalla). Entre San Marcos y Stª Justina hay una figura femenina velada de blanco y postrada; parece ser presentada por los Ss. Patronos a la Virgen, que le abre y tiende sus brazos; quizá representa a la Iglesia (?). Y debajo, separada de la escena celestial por una franja de nubes, la batalla en el momento del choque de las galeras: Sobre la escuadra católica, en el ángulo izquierdo, desciende un rayo de célica luz; sobre la turca, a la derecha, baja el castigo en forma de saeta fulminante.
El cuadro de Veronés tiene el valor de ser un "prototipo" contemporáneo, que después sería ampliamente reversionado, principalmente en España e Italia. Una de las variantes iconográficas complementa el cuadro con la incorporación de una tercera escena: El Papa San Pio V orante visionando milagrosamente la victoria por intercesión de la Virgen.
En la iglesia del antiguo dominicano Convento de San Pablo el Real de Sevilla (hoy parroquia de Stª Mª Magdalena) se conserva una bella pintura mural de Lucas Valdés con el patrocinio de la Virgen del Rosario en Lepanto y la visión de San Pio V. La escena de la batalla domina el plano bajo, y en el de arriba el Papa arrodillado ora extático ante la Virgen con el Niño en brazos; del trono de la Señora parte un tropel de Arcángeles con rosarios y espadas flamígeras que se ciernen hostigando la escuadra de los turcos; por la otra punta de la gloria, unos angelotes con palmas y rosarios en actitud de descender sobre la escuadra católica. *(para ver ampliado pulsar sobre la primera imagen, la de arrriba bajo el tíulo de la entrada).
La figura de la Virgen es muy interesante para la iconografía del tema rosarista en Sevilla, ya que representa a la portentosa imagen de Ntrª Srª del Rosario que presidía entonces el Altar Mayor conventual. Desafortunadamente fue desalojada de su retablo cuando la desamortización y la reubicación de la parroquia de la Magdalena; afortunadamente se conserva en la parroquia de Stª Cruz, re-titulada como Ntrª Srª de la Paz, habiendo perdido su advocación original del Rosario, tan batalladora y victoriosa.
+T.
D.Terzio,creo que la figura que no logra identificar corresponde a Santa Justina de Padua,cuya festividad se celebra el 7 de octubre.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Conde. Hice el comentario directamente sobre el cuadro, sin consultar; desde luego es congruente que sea Stª Justina pues siendo Padova de la República de Venecia y el cuadro del veneciano Veronese, los dos santos protectores de Venezia ocupan el lugar preferente de la escena; curiosamente, Santiago patrón de España está pintado de espaldas y sin rostro (quizá una mezquina "minimalización" de la verdadera protagonista, que fue España).
ResponderEliminarGracias otra vez (ya he corregido el párrafo incluyendo tu aportación).
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¡Que viva María, que viva el Rosario, que viva Sto. Domingo que él nos lo ha dado!
ResponderEliminarCantemos con devocion
ResponderEliminara la que es de Dios sagrario.
Señora, por tu Rosario,
logre yo mi salvacion
Terzio, muy interesante (y valiente) lo que escribes sobre la desfiguración litúrgica del post-concilio tocante a las oraciones propias de la Misa y el oficio de la fiesta de la Virgen del Rosario.
ResponderEliminarTanto es así, que Juan Pablo II, en su Carta apostólica sobre el santo Rosario, se vio obligado a recurrir a la editio typica del Missale Romanum de ¡1960! para encontrar una referencia litúrgica a la Virgen del Rosario:
Rosarium Virginis Mariae (16-X-2002), n. 35: «Lo sugiere una bella oración litúrgica, que nos invita a pedir que, meditando los misterios del Rosario, lleguemos a “imitar lo que contienen y a conseguir lo que prometen”» [nota 38: «“... concede, quæsumus, ut hæc mysteria sacratissimo beatæ Mariæ Virginis Rosario recolentes, et imitemur quod continent, et quod promittunt assequamur”: Missale Romanum (1960) in festo B. M. Virginis a Rosario»].