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El libro cuenta el sitio de la isla de Rodas por los turcos, en 1.480, narrado por un testigo-participante-combatiente, el caballero Guillermo de Cauorsin, vicecanciller de la orden. En un comentario al estupendo artículo de Mallén he escrito que el repliegue de los Hospitalarios desde Tierra Santa a Chipre-Rodas-Malta por ese legendario Oltremar de los cruzados casi me parece una alegoría-profecía de la Cristiandad, entendida como concepto político-cultural, fuera del misterio de la Iglesia.
Sin duda que la hazaña de las Cruzadas fue posible gracias a la pujanza de un Occidente Cristiano revitalizado con francos-normandos-germanos cristianizados y con conciencia cristiana. La misma conciencia que existía (y con más razón de ser y mejores consecuencias) en la España de la Reconquista. Precisamente, el "realismo" hispano hizo posible lo que la improvisación (?) entusiasta de los francos, normandos y germanos no logró en Palestina. El ardor sin constancia, tenacidad, medios y permanencia resulta nulo. Obvio el problema de un Mediterráneo y un mundo islámico a las espaldas, difíciles coordenadas para mantener fronteras estables. Pero también fueron barreras formidables los Pirineos, y el Estrecho un peligroso puente siempre franqueable para nuevos invasores. A pesar de todo, la Reconquista en España se pudo y se hizo.
No hace mucho insistía con un amigo en la tesis bizantinista de Runcyman en su Historia de las Cruzadas: El Reino de Jerusalén era inviable sin Bizancio apoyándolo, y Bizancio resultó afectada fatalmente por las Cruzadas, que hubieran debido emplearse en sostener a Bizancio. Pero la necesaria madurez política y una perspectiva geo-estratégica correspondiente eran impensables para aquellos cerrados caballeros, señores feudales que emprenden la Cruzada empeñados en trasplantar instituciones y modos del siglo XII europeo en el Oriente.
El sitio de Rodas en 1480 es un capítulo anejo a la caída de Constantinopla en 1453. Luego vendría el asedio definitivo de 1522, el abandono de Rodas y la re-ubicación de la Orden Hospitalaria en Malta. Una gracia concedida por nuestro Carlos V que, con muy inteligentes perspectivas, asegura el Mediterráneo contra el avance otomano atacando Túnez y Argelia, afianzando Céuta y Melilla como guardia del Estrecho, y apostando a los todavía formidables Hospitalarios en Malta y sus pequeñas islas. Poco más tarde, Lepanto culminaba y cerraba un capítulo peligroso que aseguró a Occidente una de sus fronteras frente al terror musulmán.
Como decía en el comentario, el declive de la cristiandad parece reflejarse en los avatares de la orden de Hospitalarios de Jerusalén-Rodas-Malta. En 1798, Napoleón toma la isla y expulsa a los caballeros, que se refugian donde pueden. Cuando Inglaterra se asienta en la isla, los caballeros ya no consiguieron retornar. Al final, se quedan con toda su heróica e impresionante historia y dos posesiones que son su territorio "oficial". Dos palacios en Roma, uno en la céntrica y aristocrática Via Condotti, y el de la Villa en la cumbre del Aventino, la colina de los antiguos patricios romanos.
Una sorpresa que los guías de Roma se reservan para los visitantes, es mostrarles la insospechada panorámica que se ve por el ojo de la cerradura del porton de la Villa di Malta: Pones el ojo n'el buco della serratura e si vede, spléndida, la cúpola bianca di San Pietro.
Permítaseme esta fácil y efectista acomodación, pero mírese por los agujeros de las puertas de nuestras instituciones de Occidente, y lo que se verá será lo mismo: Una perspectiva con el Cristianismo, la Iglesia y su Misterio al fondo.
Que no se quiera ver, es otra cosa.
Y estamos ahí. Y somos - aunque no lo acepten (?) - la esperanza mejor.
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Amigo Terzio: acabo de dejar respuesta en mi blog a tu reflexión y veo tu reflexión sanjuanista. Te agradezco la referencia. (No sé porqué motivo las fotos no se pueden copiar. Si te son útiles te las hago llegar por mail).
ResponderEliminarCopio aquí el comentario que dejé en mi blog:
Comprendo tu inquietud al ver en las derrotas sanjuanistas (primero Jerusalem, Rodas en 1523 y Malta en 1798) el aviso de la amenazante cultura de la “alianza de civilizaciones”.
Mas parafraseando a Chateaubriand, -que fue también caballero de Malta-, prefiero pensar respecto a la orden de San Juan y a sus caballeros que “cuando su sangre dejó de correr para nuestra gloria; se derramó para nuestra salvación”.
Seamos optimistas.
Saludos cordiales.