viernes, 18 de julio de 2008

El Toisón

Al Duque de Borgoña, mientras se señoreaba entre París y London y trataba como iguales a los reyes que remedaban su exquisita corte, se le ocurrió la Orden del Toisón. Pienso que es un destello de renacimiento neto que el Duque de la Borgoña del Otoño de la Edad Media pensara no en Roland sino en Jasón; se dejaba atrás el recuerdo bárbaro y se soñaba con Argonáutas en la Cólquida. Y resultó el vellocino un bonito pendentif de un precioso collar. (La orden nunca sirvió para nada, salvo para honorificaciones).

Me gusto mucho que el Rey le diera el Toisón a Pemán. No era lo habitual, pero el Toisón ganó prestigio, y en los eslabones del collar lucieron, más que los brillantes, el ceceo gaditano y la gracia de un senequismo tan luminoso como la Bahía. `

Después han habido otros toisones también simpáticos. Pero el de ayer me ha conmovido, especialmente. Dar un toisón a un candidato de la eutanasia que preparan Zp y su piara, es un testimonio digno de un Rey y un canto a la vida, la honra, y la muerte.

Así se dignifica la muerte, siendo leal a la vida y poniendo un Toisón de Oro a un hombre con vida declinante y cumplida, pero la misma vida con la que nació. Y se lo ha llevado el Rey, con la Reina, a su casa; y una familia ha sido por un rato una Corte de Borgoña.

Otros no sé qué opinarán, pero yo opino muy bién de ese Toisón y sus circunstancias.
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