Tengo el blog como una expansión, y no me gusta tratar seriedades doctas y graves de las de verdad-verdad. No es el sitio. Ni el momento. Ni merece la pena. Pero también me gusta que otros se tomen sus blogs más a pecho y con más rigor.
Dos de los que suelo visitar - este y este - se han liado a porfiar una cuestión de crítica-exégesis bíblica. Diría "bizantina", pero es "cervical". Discuten si "cervus" o "cerva" en la versión latina del verso 2º del Salmo 41 (ó 42, para más complicación si es Ud. profano-cateto bíblico, lo cual sentiría mucho, para desgracia de Ud.). Un salmo bellísmo, de los cantados/compuestos por los "Hijos de Coré", los Levitas Coraítas, tan famosos, que por algo suenan y tienen nombre propio. Abre el IIº libro de los cinco que componen el Salterio, y es de los más usados por la liturgia católica junto con el que le sigue, con el que compone "pareja" o es unidad, siendo el mismo o su continuación, según quien opine.
A mí me gusta enredar bizantinismos, si puedo. Y aporto mi parte de confusión-ilustración a la quaestio.
Y digo que no es suficiente para preferir "cervus" aferrarse al texto hebreo, que es el masorético, ca. s. X de nuestra era (en torno al año 900 después de Cristo). Sino que la lectio de los LXX ofrece más garantías de verter desde el hebreo antiguo con toda la fidelidad de los LXX, además con la certeza de haberse compuesto mucho antes, en torno a la mitad del siglo IIIº antes de Cristo, la legendaria pero válida fecha referencial que data en la Carta de Aristeas la traducción del Pentateuco al griego durante el reinado de Tolomeo IIº Filadelfo, y en sucesión de aproximadas fechas los demás textos del A.T. incluido el Salterio.
Yo prefiero "cervus". Si se trata de describir el barrunto ansioso del animal sediento, es más llamativo y significativo un venado macho alzando poderoso la cabeza y girando la imponente cornamenta, que una tímida y huidiza cierva, más dificil de ver y menos elocuente en movimientos y presencia para alegorizar una vehemente y poderosa ansia animal-anímico-espiritual. El hebreo, pues, parece que dice "cervus". Y la Vulgata, "cervus"; y "cervus" mantiene la Neo-Vulgata.
Pero los que eligen "cerva" desde los LXX, tienen el aval de un texto fidedigno y más antiguo que traduce muy fiablemente el hebreo de los viejos textos del A.T. al griego helenístico. Además, los textos de los LXX se escribieron y fijaron cuando todavía existía el Templo, había culto, y los levitas cantaban cotidie los Salmos, y no cabían esas dudas sobre qué cantaban cuando salmodiaban.
Para todo lo dicho no obsta el emblemita-sello de la B.A.C. que dice "cervus" y dibuja un patente "cervus", con una imponente cornamenta.
Y como ambientación, esta reconstrucción musical interpretando el Salmo 24, tal y como lo imagina la docta musicóloga Suzanne Haïk-Vantoura, que se atreve a meterse en tales arqueologías litúrgico-músico-sálmicas-veterotestamentarias, la muy osada. No suena mal la cosa, pero a saber cuánto supone o inventa la propia.
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¿Qué les parece? En los youtubes hay unos cuántos más, pero este me pareció más apropiado para el cervus/la cerva.
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Yo me decanto por cierva (al menos por su idoneidad poética).
ResponderEliminar(Y yo diría que la discusión es "cérvida".)
ResponderEliminarComo dicen los clásicos: bravo, maestro!
ResponderEliminarTan sólo me atravería a añadir que oí en una conferencia a Luís Alonso Schökel que prefería la versión "cierva" como más bella, que realzaba la sensación de sed.
En mi blog he continuado con el tema: Un becerro cebado
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPero olvida una cosa, que no es chica.
ResponderEliminarPrimero: los masoretas se dedicaron a acentura y a vocalizar, porque el hebreo no tenía vocales.
Segundo: el códice que sirve de base para las ediciones críticas del Antiguo Testamento es el de Leningrado, del año 1.008 d.C. Es necesario indicar esta fecha porque resulta que el rollo encontrado en Qmrán correspondiente al profeta Isaías (120 - 100 a.C) es prácticamente idéntico a los manuscritos medievales. Es decir, no se cambió ni una yod en un milenio.
De todas formas lo que se debatía en los post no era ciervo o cierva, galgos o podencos, sino si la edición de la Nácar-Colunga dependía de la Vulgata o de los textos hebreos y griegos.
La Nácar Colunga, pienso, depende más de la Vulgata. Sin que eso le quite mérito, en absoluto.
ResponderEliminarDe los masoretas, diría que hay textos con valor cristológico que en los LXX son más patentes.
Sobre detalles, hay un espacio demasiado largo entre la destrucción del Templo y los textos masoréticos para preferirlos en esos detalles más bien "litúrgicos".
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Igual que un traductor cuando intenta verter lo más correctamente un libro extranejero a su idioma consulta otras traducciones, es posible que la pareja Nácar-Colunga tuviese en cuenta la Vulgata.
ResponderEliminarSan Jerónimo es clave para conocer como se debe traducir/entender la Biblia, a fin de cuentas la autoridad sobre la interpretación auténtica de la Sagrada Escritura la tiene la Iglesia.
Pienso que es un elemento de control fundamental.
Por cierto, colateralmente esto afecta al canon. Ni el texto masorético ni la de los LXX son la Biblia católica. En el primero porque faltan los deuterocanónicos, en el segundo porque sobran el tercer y el cuarto libro de los Macabeos.
En cuanto a los detalles, como ya he dicho, el texto masorético no ofrece variación sensible respecto al rollo de Isaías (fechado en el - 120) encontrado en Qmrán.
Naturalmente no son la Biblia Cristiana (que es la Católica también; la biblia protestante, al despreciar la católica, quedó en una situación "desintegrada" peligrosamente proclive al judaísmo y extrañamente sospechosa al preterir la canonicidad de textos definidos por la Iglesia desde la antigüedad).
ResponderEliminarRespecto al tema de la Nácar-Colunga me parece que se discute sobre el equívoco de que la Vulgata jeronimiana no es merecedora del crédito que sí se le concede ya sea a los LXX ya al Tx.masorético, equívoco que he procurado soslayar, y que no sé si se me ha entendido. Para mí, como católico, me merece más valor y crédito la Vulgata que los LXX; pero también concedo más valor a los LXX que al Tx. masorético. Es cuestión de "precedencias" por el valor que dichos textos tienen en la formación del Canon Scripturae.
La Nácar-Colunga, por su parte, es una obra "monumental", hasta diría que venerable, de acreditada "ortodoxia", entre otras cosas porque tiene a la Vulgata como texto-versión no diré "referencial", pero sí "supuesto", si me explico.
Y respecto a las versiones en castellano que se han hecho después, cada una de las nuevas, por comparación, confirma más y mejor el valor de la Nácar-Colunga.
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En cuestión de detalles no puedo entrar, pero parece ser una cuestión de principio, hoy, que las traducciones bíblicas deben partir de las lenguas originales (en su más cierto estado conocido) y no de la Vulgata.
ResponderEliminarLlamo la atención que en la portada (es decir, la primera página, no la cubierta) de la Nácar-Colunga, se afirma que es "versión directa de las lenguas originales". Con esta afirmación, los editores se separaban de la tradición católica (no sólo de España, sino también inglesa: Biblia de Rheims, 1582) de traducir de la Vulgata.
Aunque ahora tiendo a pensar que en realidad la Nácar-Colunga viene también de la Vulgata, y tan sólo falta demostrarlo (¿pero merece la pena?).
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Habla un ignorante:
ResponderEliminarSi la Vulgata es una traducción de las lenguas originales y, la Nacar- Colunga tiene "supuesto" -si me explico- el texto de la vulgata, ¿entonces cómo no convenir en que el texto de la Vulgata supone el texto de las lenguas originales?
¿No será que se quiere desprestigiar la Vulgata y con ello, desprestigiar la erudición bíblica de los católicos?
Sin duda, reconocerse ignorante es el primer paso para aprender cosas nuevas. A mi edad ya me va costando, y no soy tan mayor.
ResponderEliminarLo que dices, Tumbaíto, vale también para el 'indoeuropeo', lengua hipotética que se reconstruye a partir de las semejanzas aparentes del latín, el griego y el sánscrito.
Babel no es una maldición. Es una bella experiencia verificar cómo reverbera el texto sagrado en la multitud de lenguas, sin perder su belleza.
En cuanto a que "¿no será que se quiere desprestigiar la Vulgata y con ello, desprestigiar la erudición bíblica de los católicos?", me parece haberlo leído en otra parte. En cualquier caso, permítame que me sonría con eso de la "erudición bíblica de los católicos". Entre la cristiandad (incluyo protestantes) los católicos españoles somos quienes menos leemos la Biblia.
Vamos a estar atentos al próximo Sínodo de la Palabra de Dios.
Y además: por favor, no identifique la erudición bíblica de los católicos con la Nácar-Colunga.
i.) Además de ignorante debo ser del género tonto porque no sé a cuento de qué el indoeuropeo aquí. (¿A cuenta de su sapiencia?)
ResponderEliminarii.) Encuentro poco adecuado incluir a los protestantes dentro de la Cristiandad; muy especialmente, porque ellos fueron sus principales enemigos.
iii.) ¿Dónde identifiqué yo la erudición bíblica del los católicos con la Nacar-Colunga? Aunque le confesaré que creo que es un aval de mi creencia.
iv.) Es muy triste ver cómo los católicos sonríen ante la creencia en la erudición bíblica de los católicos.
Interesantísimo y muy bueno, querido Terzio.
ResponderEliminarEn relación con los errores de traducción de la Biblia, y como curiosidad erudita, quizá te guste el siguiente artículo. Trata de emblemática: de la empresa moral del fénix, que se suele representar como un águila en su nido, mirando al sol. Y el nido, a su vez, en lo alto de una palmera. El motivo está tomado de un pasaje del libro de Job y se repite en la iconografía barroca expresando la aspiración a una larga vida, muchas veces con el lema "ut vivam".
Pero lo curioso es que tanto el fénix como la palmera son errores de traducción de una misma palabra del libro sagrado. Gazapos que han hecho carrera.
Lo refieren los editores de Studiolum en
http://www.studiolum.com/es/silva5.htm
i.) El ejemplo del indoeuropeo se me vino a las mientes cuando le he leído decir que el texto de la Nácar-Colunga [le corrijo el lapsus] supone el texto de las lenguas originales. A lo que me vengo a referir, es que no hablamos de suposición lógica, sino que de un traslado a otro se pierden matices. Por eso es preferible la traducción directa a la mediata, si me explico.
ResponderEliminarii.) Es usted muy libre de considerar poco adecuado incluir a los protestantes dentro de la Cristiandad.
iii.) Ha sido un lapsus calami (o de typo) mío. Pero dejo aquí mi parecer: la Vulgata vale para leerla en su lengua, el latín, no para sustentar una traducción.
iv.) Lo siento.
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Dado que el latín es el antecesor del castellano, si el latín de la Vulgata hubiese ido modificándose a la par que el latín, entonces tendríamos un auténtica Vulgata en castellano preservadora de la grandeza de la latina (grandeza que es mucha) y reconoceríamos con muchísima mayor facilida en ella una joya de nuestra ininterrumpida tradición de la que no nos es posible prescindir.
ResponderEliminarAdemás qué es la Biblia y cuáles son sus interpretaciones se resuelve sólo mediante Actos del Magisterio de la Iglesia y no mediante vanas disputas de corpúsculos anti-católicos no sólo ajenos sino también contrarios al Magisterio.
Tumbaíto, lea 1 Co 14 (en la versión que más le guste).
ResponderEliminar.
D.José: claro como el agua. Para mí el texto masorético y la versión de los LXX son como las dos caras de una misma moneda.
ResponderEliminarSan Agustín utilizaba ambos textos con total libertad (así lo dice en la Ciudad de Dios).
Tumbaíto: ¡Has puesto el dedo en la llaga!. La Vulgata, a mi humilde entender, es mucho más que una traducción de la Biblia al latín, es también una exégesis, una interpretación correcta de la Sagrada Escritura hecha por y para la Iglesia (petición de San Dámaso a San Jerónimo).
En mi blog discutí ayer sobre el término Eudokia (Lc 2,14), término que encierra en sí dos elementos uno subjetivo y otro objetivo.
Eudokia aparece en genitivo, complementando a un substantivo. El texto dice "paz a los hombres de buena voluntad", sin embargo se traduce algo así como "paz a los hombres del divino agrado" o similar.
El "de buena voluntad" no sólo viene avalado por la Vulgata (hay que recordar que San Jerónimo, aparte de vivir en el siglo IV, dominaba cinco idiomas vivos. Y para nosotros, hoy, diecisés siglos después, esas lenguas están muertas. Ojo), sino por la Vetus Latina.
El problema no es traducir del griego, del hebreo y del arameo, sino que con esta escusa, se utiliza la Biblia para decir cosas distintas a lo que expresaron los autores apóstoles, verbigracia, la traducción que hizo Juan Mateos del NT.
Juan Mateos hace un targum ideologizado; una trampa para el que lea; tendrá cierto valor "descriptivo" cuando se estudie la exegética de esos años, para hacerse una idea de por dónde iban los tiros. Pero como versión, su N.T. es digno de hoguera.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Mendrugo, por tu comentario. Esa web que citas en link es un tesorito al que acudo con frecuencia. A propósito del ave fenix, se ilustraron unos jóvenes aficionados a Harry Potter con toda esa lectura erudita del fénix en la Biblia. Quedaron mucho más encantados que con la novelita de la Rowlings.
Y gracias también a todos Uds. muy señores mios, que enriquecen este blog con tan conspicuas variaciones.
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Por cierto, ya que se ha citado: 1Cor 14, 33b ss. es uno de mis textos favoritos del N.T.
ResponderEliminarNon obliviscantur!
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Me refería a 1 Co 14,1-33a, claro. Uno de mis pasajes favoritos, también, pero por otros motivos.
ResponderEliminar¿Sigue leyéndose en la liturgia 1 Co 14,33b ss. ?
No se atreven!
ResponderEliminarHombres de poca fe!
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Permítame don Terzio que intervenga cuando el hilo lleva más de un año cerrado. No en la polémica erudita sino para abundar en el primer comentario de Tumbaíto, que prefería cierva «por su idoneidad poética».
ResponderEliminarEn general el sexo femenino es el que cuadra al alma que ansía unirse al Esposo, y éste es el sentido cristiano del salmo. Y particularmente tratando de ciervos, pues es una de las figuras bajo las que se presenta a Cristo en la S.E. y en la mística católica, y precisamente en el contexto de amor esponsal:
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
Habiéndome herido.
Salí tras ti clamando y eras ido.
La imagen está tomada del Cantar de los Cantares, II, 9, donde la esposa dice: «Es mi amado como la gacela o el cervatillo. Vedle que está ya detrás de nuestros muros, mirando por las ventanas, atisbando entre las celosías». (Sigo la Nácar-Colunga, qué se le va a hacer. La de Jerusalén dice que «se para oculto tras la cerca»).
Y San Juan de la Cruz en su declaración de estos versos explica que el Esposo se asemeja al ciervo «no sólo por ser extraño y solitario y huir de las compañas como el ciervo; sino también por la presteza del esconderse y mostrarse, cual suele hacer en las visitas que hace a las devotas almas para regalarlas y animarlas, y en los desvíos y ausencias que las hace sentir después de las tales visitas, para probarlas y humillarlas y enseñarlas».
Pues si Cristo es el ciervo (y el Esposo y la fuente de las aguas), el alma que Le busca es cierva.