domingo, 27 de abril de 2008

Suyo es el tiempo y la eternidad...

Hace dos semanas, celebraban los samaritanos la Pascua en el Monte Garizím. No llegan al millar, me parece. Deberían estar archi-protegidos, siendo una reliquia viva del Antiguo Testamento. Pero sólo son una minúscula nación sin tierra entre el Israel sionista y la Palestina quasi-terrorista; no son queridos ni por los musulmanes ni por los judíos. Si Dios no los guarda, Dios sabe cuánto tiempo podrán seguir existiendo y celebrando la Pascua en el Garizím.

Las ceremonias de la fiesta sagrada las preside el Sumo Sacerdote de los samaritanos, junto con los ancianos más venerables; los varones, vestidos de blanco, sacrifican los corderos y marcan con la sangre del sacrificio a los hombres, mujeres y niños. Entre el atardecer y la medianoche, allí mismo asan a fuego y comen finalmente la carne sacrificada, mientras rezan y cantan versos del libro del Éxodo.
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Siguen un calendario lunar, como el de los judíos, que celebraron su Pesah la semana pasada, en los dias en que Benedicto XVI estaba en los Estados Unidos. El Papa hizo referencia a la fiesta y terminaba citando los primeros versículos del Hallel, el salmo 118 (117 Vul.), que se reza en esa ocasión festiva:

«Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia».

Hoy celebran la Pascua de Resurrección las comunidades ortodoxas orientales que se rigen por el Calendario Juliano y el desfase de un mes con la Semana Santa-Pascua de la Iglesia Católica, que corrigió en el pontificado de Gregorio XIII el defecto del cómputo juliano que iba alejando cada año la fecha de la celebración respecto al equinoccio de Primavera y la primera luna llena que le siga, que es el fenómeno que marca la fecha pascual: Es Domingo de Resurrección el Domingo siguiente al primer plenilunio de Primavera, la luna del mes hebreo de Nisán.

Ese desfase histórico-litúrgico, hace que el período pascual abarque, entre unos y otros, un arco temporal que incluye toda la primavera estacional, más o menos. Por ejemplo, en Sevilla han celebrado hoy la Pascua los emigrantes ucranianos, en la Parroquia de Stª Cruz, en la que a su vez se celebraba el Rito Católico correspondiente a la Domínica-Semana VI de Pascua, a pocos días ya de la Ascensión y el Pentecostés que culminan el ciclo de la Cuaresma-Semana Santa-Pascua. Unos empezándola y otros acabándola.

En la antigüedad, para la Iglesia de los primeros siglos de la Era Cristiana, fue un problema, muchas veces roto en polémica que lo volvían más irresoluble. Hasta el bendito San Policarpo se vió implicado en una de las discusiones en torno al calendario pascual con el Papa San Aniceto, sin que al fin se avinieran a la concordia de una fecha común para la Pascua. En Esmirna, Policarpo seguía la costumbre aprendida de San Juan Evangelista de celebrar la Pascua el mismo 14 de Nisán, cayera en el dia de la semana que cayera. Mientras en Roma la costumbre era celebrarla el Domingo siguiente, por guardar propiamente el dia de la semana de la Resurrección, también según tradición apostólica.

Al desaparecer poco a poco la práctica cuartodecimana (la de S.Policarpo y el 14 de Nisán), y definitivamente a partir del Concilio de Nicea, no hubo diferencias pascuales entre el Oriente y el Occidente hasta la reforma del Calendario Juliano (Julio César, en el 45 a.C) por el Papa Gregorio XIII en el 4-15 de Octubre de 1582, que los jerarcas de los Patriarcados del Oriente no aceptaron, salvo los que estaban unidos o se fueron uniendo a Roma, y aun así no todos.

Esta movilidad de kalendas y festividades se aviene mal con el almanaque moderno. Supongo que con el post-moderno, aun peor. Por no hablar del entripado que le provocará al laicismo anti-cristiano/anti-católico que, velit nolit, fecha sus laicidades según el Calendario Cristiano Católico Romano. Evidentemente, soñarán más de una vez y de dos y de dos docenas con el almanaque jacobino, aquel que empezaba el año en Otoño con el Vendimiario y lo terminaba en Verano con el Termidor y el Fructidor. Toda una ocurrencia que duró 14 años (1792-1806) entre la guillotina y Napoleón, que tuvo el sentido común de volver al Gregoriano.

Paradójicamente, la Rusia de los Zares se mantuvo juliana, y los que introdujeron el calendario papal, fueron los bolcheviques. Por supuesto, la Iglesia Rusa sigue con las fechas julianas y han celebrado hoy su Domingo de Pascua, a un mes y pico de distancia de la Pascua de Roma.
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Trento mandó (sesión XXIIIª cap.18º) que los seminaristas tenían que aprender el cómputo eclesiástico del tiempo, que, según Durando, es "la ciencia de conocer, medir y arreglar los dias, semanas, meses y años por los movimientos del Sol y de la Luna, según el uso de la Iglesia" cfr. Ration. Div. Offic. lib. 8.

La ciencia del cómputo eclesiástico incluía conocer y hacer cuentas con cosas tan peregrinas como el "áureo número", la "epacta", la "letra dominical" y sus respectivas tablas. Una diversión para los dotados de vis mathemática.

Bien. Aquí quedó. Porque si no me temo que puedo enristrar con Clavius, y luego Baronio, y apurar la Pascua Católica y la Oriental, siguiendo con la perorata. Y no es plan, ¿verdad?
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Sin embargo me gusta testimoniar una profecía que se proclama cada año al bendecir y marcar el Cirio Pascual:
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" Cristo ayer y hoy,/principio y fin,/Alfa y Omega;/suyo es el tiempo/ y la eternidad./A Él la gloria y el poder/por los siglos de los siglos./Amén."
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