Un infierno para las ideas que han atormentado al hombre y su historia; un averno de las ideologías motrices de la perversión de sociedades y culturas, desde el esclavismo al marxismo, con el capitalismo y el nazismo, el imperialismo y el consumismo, el razismo y el hedonismo...
Una lista larga, muy larga de ideas condenadas, porque de ismos infernales está llena la historia, y aparecen y re-aparecen nuevos y antiguos terroríficos ismos. Tendrán, deben tener, un infierno merecido.
Dante viaja por un infierno ideal donde están penando las ideas, los conceptos, los pecados y sus perversiones; los personajes son meros nombres.
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Bueno, yo no sé tanto de teología ni de escatología... pero realmente, ¿no serían el pecado y todas esas perversiones la negación de algo positivo? Es decir, el pecado es la negación a la Gracia. Al menos así lo entiendo yo. Podríamos hablar de un infierno de las ideas... en cuanto que están desterradas de Dios porque lo que hacen precisamente es rechazarlo. Como los condenados, que no son condenados sino por su negación a Dios.
ResponderEliminarBueno, lo de la entrada no es teología ni lo pretende; es más expansión, con confesión-scherzo de realismo ontológico. Pero sí va la cosa por donde barruntas...más o menos.
ResponderEliminarTampoco hay que ser expertos de inferno; con saber que existe y que se puede acabar en él (líberanos, Dómine!), basta.
+T.
Siguiendo la línea de Platón en República VI, no, no existiría dicho infierno, porque el mal no es sino la negación del Bien. Algo más tarde San Agustín retoma la visión platónica a través de Plotino y afirma que la perversión del mundo es la negación de la Gracia Santificante, pero no estoy seguro, corrígeme si me equivoco. ¿Existe el pecado como realidad subsistente? desde mi punto de vista sí, pero una realidad que se manifiesta en el pecado concreto del día a día y en las personas concretas. Del mismo modo las ideas no son, en tanto en cuanto concepción mental, sino en el individuo concreto. Por tanto la idea no merecería dicho infierno, sino el pecador que la concibe, ya que es el sujeto pensante quien engendra dicha idea y por tanto la idea no es sino una extensión del individuo.
ResponderEliminarEres realista moderado, poco más o menos.
ResponderEliminarPero no se puede pensar lo que no existe...¿o pienso y existe lo que pienso porque lo pienso?
Pensar el pecado es pecar...si se desea o proyecta o se le insinúa al prójimo...
Tú vas más profundo que la entrada, tocayo! La insustancialidad óntica del pecado no le quita gravedad a su comisión; de todas formas, las imágenes de la Escritura sí definen la futilidad de lo malo ante la Gracia y su efecto.
Pero, como el cartón de los ninots de las Fallas, las malas ideas son un adecuado combustible para el infierno y sus tormentos.
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No sé a vosotros, pero a mí la imagen de las llamas del infierno me ofusca. ¿No sería el infierno un lugar frío? Sería soledad, aburrimiento, desesperación... un mundo sin Dios.
ResponderEliminarSin Dios, sin amor, sin belleza, sin verdad...
ResponderEliminarTerrible!
El Señor nos libre!
Escribo otra cosilla sobre lo mismo...o parecido.
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