Soñaba José - noches en camino -
sueños de Jacob, de escalas de ángeles
que suben y bajan al Cielo, y el Niño
que gesta María en su seno limpio
en trono radiante mil veces bendito
por los Serafines que esconden sus rostros
y son fuego vivo perenne de amor
y alaban a Dios y adoran al Hijo
que el Espíritu Santo en María engendró.
José no conoce, sólo sabe aquello
que en sueños el Ángel de Dios reveló
a su entendimiento para que guardara
al Niño y la Madre Virgen del Señor.
Despierto contempla más bella que el día
la faz de María radiante y el sol
parece que viste, que nimba, que dora
con luz de lo alto de suave candor
el aire que ronda sin sombra a su esposa
que al mirar enciende su fiel corazón
de esposo con santos temblores de amor.
Y así caminando a Belén se acercan
llevando el Misterio oculto de Dios.
La mula parece que barrunta algo
y mira con ojos de azabache al ángel
que delante lleva una estrella en flor
marcando con luces azules brillantes
aquellas veredas por donde los dos,
José con María, van en oración:
Ven pronto Rey, Hijo, Adonai, Señor,
Llave de David, Enmanuel, Cristo,
nace y alumbra este mundo en sombras,
Sol oriente, nuestro Jesús, Salvador.
+T.
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