Todavía quedan webs católicas que publican como escandalosas noticias del perenne escándalo del poco-catolicismo francisquista hodierno. Por ejemplo, esta:
El des-católico arzobispo proclama con toda impudicia un credo indiferentista, osando afirmar sentencias como que:
-"...Papa Francisco expresa exactamente lo que vivo y siento: somos ante todo hermanos humanos. Se ha atrevido a asumir el riesgo de afirmar una hermandad humana, más allá de las afiliaciones religiosas (...) En cierto modo, afirma que el bautismo no es la condición de la salvación."
-"Tenemos que deshacernos de la idea de que tenemos que evangelizar, de que tenemos que poner a los demás en contacto con nuestra verdad, y al mismo tiempo aceptar que también puede haber una parte de la verdad en el Islam que se nos escapa."
Y algunos disparates heterodoxos más (explícitos o implícitos), passim, por toda la entrevista.
Lo que la web en cuestión ni el artículo mismo aclaran, es que la semilla del dislate se encuentra en Nostra Aetate; la raiz del disparate se plantó en Asís por JPII; se regó en Asís por BXVI; tuvo, en consecuencia, otros episodios más quasi por todo el mundo católico de estos últimos decenios, y remató con el colofón vaticano de la pachamamalatría de marras, patrocinada por PP.Franciscus, infelizmente reinante.
...Y la cosa, como se ve, sigue y sigue.
Oremus, fratres (católicamente, me es obligado precisar (dadas las circunstancias)).
+T.
Buen post. Lo andaba extrañando.
ResponderEliminarEl titular periodístico reconozco que echa un poco (o quizás un mucho) para atrás con esa afirmación tan poco matizada de "hay que olvidarse de evangelizar".
ResponderEliminarYo reconozco que lo he pasado por alto (es un ejercicio que hay que hacer a menudo en la lectura de los titulares periodísticos) y ya que se hablaba de Argelia he pensado inmediatamente en un próximo santo de nuestra sufrida Iglesia católica que practicó una forma de evangelización en esa línea de muy pocos (por no decir que casi seguro que ninguno) bautismo explícito como contador estadístico y fidedigno de real evangelización.
Me refiero a Charles de Foucauld que vivió sus últimos años precisamente en Argelia, pero mucho más al sur que Argel y en pleno desierto del Sáhara, y que a principios del siglo XX tuvo la suerte de no padecer la visita de ningún periodista interesado en titulares impactantes, y aunque también la práctica testimonial que llevó a cabo era desde el silencio y la vida retirada de los grandes circuitos mediáticos.
Aquí hablan de él:
https://www.vidanuevadigital.com/2020/10/04/carlos-de-foucauld-el-modelo-de-evangelizacion-que-el-papa-francisco-alaba-en-fratelli-tutti/
Saludos y hasta pronto Pater.
De aquellos polvos estos lodos...
ResponderEliminarDe Foucauld vivió una santidad peculiar que, mal interpretada, puede suscitar equívocos como el de ese arzobispo, tan desmotivado y confuso/confundente.
ResponderEliminarGASTÓN: Gracias Don Tercio por arrojar un poco de luz para todos los que parecen creer que la crisis de la Iglesia comenzó en marzo de 2013. La página y media escasa que Nostra Aetate dedica al Islam es sonrojante. Parece el texto de propaganda de una agencia de turismo. A partir de ahí todos los delirios, como el del "arzobispo", citado son comprensibles. Lo que no es comprensible es que siga habiendo tantos mártires cristianos que no lo hubieran sido pasándose al Islam. Incomprensible la fortaleza de esos cristiano sencillos y heroicos desde el punto de vista de las solas fuerzas humanas. Es un milagro moral. Olvidados por casi todos incluido el Papa Bergoglio que dedica sus encíclicas a temas ecológicos.
ResponderEliminar¡Qué bueno que haya vuelto a la liza! Mi hermano murió hace poco dolido por el abandono en que nos había dejado. ¡Gracias! Lo acompañaré con mi oración.
ResponderEliminarMons. Gustavo E. Podestá, S TH D
GASTÓN: A Morrós recomendarle que empiece por conocer a Foucauld antes de hablar. Sus apremios a la cristianización de Argelia, por ejemplo.
ResponderEliminarGracias, P. Terzio.
ResponderEliminarY como usted dice, oremus (catolicamente)
Saludos en Jesús y María.
Mario Caponnetto