Cuánta voluntad divina
en la Palabra que late
con pulso de carne y sangre
en el seno de María.
En ella las profecías
se fraguan en Testamento,
lo eterno vuelto en momento
y la sombra en claro día.
Nunca mejor santuario
tuvo el Señor en la tierra
que el seno de una doncella
don del Espíritu Santo.
¡Cómo exultan en Belén
cuando su hora está llegando!
+T.