Témome que nos toman el pelo (el poco pelo católico que nos va quedando) con ese 'sínodo amazónico'. Conque no se convoca un sínodo para evangelizar a la morisma de la morería de la islamidad que nos aterroriza e invade y nos planta jaimas y mezquitas sin freno; así que no se convoca un sínodo para la evangelización de China con los millones de chinos que tiene China y lo necesitados que están los chinos de la China de una buena misión, con todo esto (y pongo como ilustración sólo dos urgencias misioneras de urgente misión), y nos salen con un sínodo para la Amazonia, donde yo no sé cuántas tribus hay (las que queden) y en donde dudo se tenga intención recta de evangelizar católicamente. Vamos, vamos.
¿O es que se cree alguien con dos dedos de pesquis católica (la poca que nos va restando) que los misioneros brasileiros, empapados en pablofreirismos y teologíasdelasliberaciones se van a dedicar a bautizar indígenas hasta cansárseles el brazo y enseñarles el Catecismo de Ripalda? ¿Es que algún católico con perspicacia católica se traga la bola de que esa jerarquía brasileña criada a los pechos de Héldercámaras y Casaldáligas tiene interés en que los indígenas de las selvas amazónicas hagan la Primera Comunión y observen el cumplimiento de la Misa dominical?
Bueno, pues ese es el cebo que quieren que piquemos. Todo para pescar dos monstruosidades des-católicas: Curas casados (para evangelizar el Amazonas) y mujeres diaconisas (para lo mismo en el mismo sitio)...Y de paso, de coda, como el que iba a por atún y a ver al duque, colarnos la enormidad por la gatera y que, después de la tropelía en el Amazonas, broten, por petición extrapolada de las conferencias episcopales, curas uxorizados y diaconisas por todas las fronteras de la geografía católica.
¿No eran los jíbaros de la Amazonia quienes reducían las cabezas de los vencidos y se las colgaban luego de adorno? Pues eso me temo yo que quieren hacernos a los católicos (los que quedemos): Reducirnos la cabeza, jibarizarnos para capitidisminuirnos.
¡El Señor nos libre!
+T.
viernes, 27 de octubre de 2017
El tremendo futuro
Me llegó el otro día publicidad de la pseudo-católica editorial San Pablo (Ediciones Paulinas), las novedades de Otoño. Entre ellas, el libro de un tal (que no nombraré) cuyo contenido resumía el propio autor así:
Este libro defiende dos ideas mayores: que lo mejor del catolicismo no está en el pasado, sino que puede estar en el futuro, y que, si cabe hablar de edad de oro del cristianismo, está delante de nosotros y no detrás. Lo que exige otra Iglesia: sinodal, superando el clericalismo, liberándose de la era de la cristiandad y, al fin, habilitando completamente a la mujer en su seno. La segunda, para significar que, en la era global, plural y crecientemente desigual en la que nos encontramos, necesitamos superar la fractura binaria entre creyentes y no creyentes, de tal suerte que todos los que, con buena voluntad, tengan inquietud por un mundo mejor puedan trabajar, conjuntamente en ello, y desde sus propias convicciones personales.El tal autor está considerado como un hombre centrado, filántropo, comprometido, creyente al día, de salida, buen gestor de empresas samaritanas, ponderado y lúcido, abierto al horizonte venturus, libre de apegos al ayer, un hombre de diálogo y convergencias . Un tipo francisquista, vamos, de característico troquel, modélico, en sintonía con la des-compañía arrupista, lovainero de formación y talante. En otra presentación de otro libro suyo, se dice esto:
Este libro, partiendo de esta realidad sociológica y analizándola con las herramientas de las ciencias sociales, sugiere y propone, humilde pero firmemente, otro modelo de Iglesia para el siglo xxi: una Iglesia en red, al modo de un gigantesco archipiélago que cubra la faz de la tierra, con diferentes nodos en diferentes partes del mundo, interrelacionados entre sí y todos ellos religados a un nodo central, que no centralizador, que, en la actualidad, está en el Vaticano. En el Vaticano (o en otras partes del planeta) se reuniría una representación universal de obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos de ambos sexos, miembros de la Curia, todos bajo la presidencia del papa, para debatir sobre la situación de la Iglesia en el mundo y adoptar, si es el caso, las decisiones pertinentes.Paradójicamente, hoy ese Vaticano es, precisamente, el agente de la auto-revolución desconcertante que se postula en ese libro. La roca de la fe vuelta reolina, ruleta del juego con y en el mundo moderno/modernista, centrifugando 20 siglos de fe, de cristiandad, de catolicismo, de romanidad. La zaranda diabólica cribando la fe petrina con trepidante agitación nunca vista.
Cuando releo o recuerdo cosas escritas, aquí, en ExOrbe, desde 2013 hasta ahora, me estremezco. Todo lo temido se va ejecutando, pian piano. Si en los próximos sínodos consiguen que se suprima el celibato (con la coartada de los curas casados 'necesarios para evangelizar la Amazonia' (risum teneatis !!)) y la ordenación de mujeres (con el señuelo de las 'diaconisas'), el golpe a la Iglesia Católica será tan grave que dudo se pueda recuperar de la herida.
Como áncora para la tempestad sólo nos queda creer lo que rezamos y esperar lo que pedimos, Deo volente.
Auditorium nostrum in Nómine Dómini
+T.