"La penitencia pública se imponía de esta manera: Presentábanse los penitentes a la puerta del templo, cubiertos de un saco, a pie descalzo, y con muestras de corazón humillado y contrito. Recibíanlos el Obispo y los Curas Párrocos informados de sus pecados y de su vida. Señalábanles la penitencia merecida, y entrados en la Iglesia rezaban los salmos penitenciales, les imponían las manos, rociábanles con agua bendita, y les ponían ceniza en la cabeza. Luego formados en procesión eran solemnemente expulsados de la Iglesia, cantando el Clero en ella las palabras con que Adán echado del Paraíso fue condenado por Dios a comer el pan con el sudor de su rostro. Hecho esto se cerraba la puerta y comenzaba la Misa de los fieles. (...)
"Estas ceremonias instituidas sólo para los pecadores, las adoptó después la humildad de algunos Christianos fervorosos que quisieron tener parte en la humillación pública de este día, sea para arraigar más en sí el espíritu de penitencia, sea, como dice Tomasino, para consolar a los públicos penitentes, ayudarlos con sus oraciones, y fortalecerlos con su exemplo. Muy pronto creció este fervor y se extendió por todo el orbe católico. Creíble es que desde el siglo XIII en que la penitencia pública fue casi de todo punto abolida, entrasen los fieles en la Quaresma con ansia de tener mayor parte a lo menos en estas reliquias que habían quedado del rito antiguo, especialmente en la ceremonia de la ceniza, que por su antigüedad y por su significación era ya más general en la Iglesia. Ayudó a esto la persuasion general fundada en la palabra del Señor de que nadie hay que por inocente que sea a sus propios ojos que no tenga necesidad de hacer penitencia- Este principio tuvo el ofrecerse hoy todos los fieles a porfía al convite general que la Iglesia hace de la penitencia.
"En algunas iglesias junto con las cenizas se bendecían varas como instrumentos a propósito para castigar delincuentes. en otras iglesias estaba la ceniza en platos de barro para mostrar que es de barro el que la recibe. En Toledo usaba el sacerdote de capa de color ceniza, en Badajoz de capa negra. Con este mismo espíritu acompañaba ya desde muy antiguo a esta ceremonia las palabras: Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris. En algunos rituales se leen estotras: Poenitentiam age, cum cilicio et cinere; en otros: Cineris hujus aspersio sit mihi quaeso, Domine, remedium salutare. En algunas Diócesis nuestras antes de la reforma del oficio se decía: Memento, homo, quia cinis es, et in cinerem reverteris. En Segovia se añadían estotras palabras: Ideo age poenitentiam; en Toledo: Age poenitentiam et prima opera fac; en Astorga: Ideo age poenitentiam pro peccatis tuis, ut vivas in aeternum; en Badajoz y en Sevilla: Ideo age poenitentiam, ut habeas vitam aeternam. Lo mismo, con corta diferencia, se lee en el Misal de Gerona, en el de Monte Aragón y en otros, salvo que el de Gerona comienza diciendo: Recognosce te , frater, quod pulvis es etc. La Iglesia de Zaragoza decía: Homo, recognosce Creatorem tuum, et memento quia cinis es, et in cinerem reverteris, age poenitentiam et habebis vitam aeternam. La bendición constaba también en España de algunas preces que ahora se omiten, y en ella se omitían dos de las oraciones que luego se añadieron. En Osma no se echaba el agua bendita sobre la ceniza, sino sobre el pueblo. (...)"
Una nota a pie de página, dice:
"En Sevilla comenzaba el sacerdote en voz baxa: Adjutorium etc.
Luego se seguían cinco oraciones devotísimas, las cuales acabadas se va el sacerdote al coro, y dice varias preces y antífonas y el salmo Deus misereatur nostri. A este tenor se observa una maravillosa variedad en la ceremonia de la ceniza."
A los recalcitrantes fixistas-inmovilistas litúrgicos, este texto les removerá la atrabilis, pero así eran las cosas, todo de - como dice la nota de ibídem - "una maravillosa variedad". Advierto que digo esto profesando grande y sacerdotal reverencia por la liturgia antigua, el Misal de San Pio V y las rúbricas añejas, aborreciendo las novelerías y malas artes de los liturgistas post-conciliares, lo que no obsta para entender, comprender y apreciar tantas cosas despreciadas por los pseudo-puristas.
El texto que cito es del tratado litúrgico Dominicas, ferias y fiestas movibles del año christiano de España, obra del clérigo ilustrado, canónigo de Cuenca, predicador real, académico de las RR. AA. de la Lengua y la Historia, bestia negra de los fernandinos, liberal y muerto exiliado, octogenario, en Irlanda, el ilustre Don Joaquín Lorenzo Villanueva. Decían que era jansenista, galicano, regalista, y que envejeció con simpatías protestantes, el pobre.
En la Domínica Iª de Cuaresma, cuando se estrena la 3ª edición en español del Misal Romano de Pablo VI. Sirva de memoria.
+T.