sábado, 12 de noviembre de 2016

...Y también ceremonias de traición


Lo de identificar cristianismo con comunismo es otra vulgaridad más, una más en el montón de citas ordinarias a las que nos hemos acostumbrado, aunque la frecuencia no nos quite la repugnancia ni el malestar.

Pero esto otro es algo más lesivo porque es un bofetón en el sufrido rostro del clero católico fiel, el que soporta cada día el peso de la Iglesia desde la base, los curas que no se han ido, los quasi siempre preteridos, ignorados, quotidie criticados, desgastados como sus sotanas, remendados como sus pantalones (¡que los llevan debajo del talar!); los que renuevan cada día - con el cuerpo de cada día - el celibato que prometieron...y la obediencia a sus prelados, que les miran desde el pico de mitra con la displicencia del rabadán al gañán irremediable; son los curas de muchas misas y corriente olla, los que sobreviven en parroquias y finiquitan arrinconados en residencias de caridad; son los que recolectan para la Iglesia el denario del César y las almas de Dios. Son los que nunca han abandonado y laten todas sus horas con la penosa sensación de estar abandonados. A todos ellos, a todos, les ha abofeteado, despreciativo, con esa visita a 7 renegados.





Me estremece pensar que pretenda algo más y desvaríe con planes de reinserción para quienes miraron atrás traicionando el altar. Me echo a temblar si imagino que pudiera descomponer arteramente el sacerdocio católico como ha descompuesto el matrimonio católico. Todo puede pasar, Dios nos libre.

Porque en la viña han entrado a saco quienes perdieron el oficio de viñadores para el lagar, de pescadores de almas, de sembradores del verbo, aquellos ofuscados que entendieron un día que su vocación era la de armar lio.

Oremus !


+T.