sábado, 26 de marzo de 2016
La tarde
En un misal de mi madre aparecía una reproducción de esta pintura del escocés William Dyce, uno de esos artistas románticos que aprendieron piedad y bellas artes en el círculo y los talleres de los Nazarenos alemanes. Dyce oscilaría en su obra entre estos (Overbeck, Cornelius, Carolsfeld) y, más tarde, los Pre-rafaelistas ingleses. Además de un gran maestro del arte cristiano, fue un consumado retratista y espléndido paisajista.
El discípulo amado lleva de la mano a la Madre del Señor, su madre desde la Cruz. La Virgen, serenamente triste, mira la corona de espinas. En el plano del fondo, a la derecha, salen del jardín del sepulcro Nicodemo y José de Arimatea, y dos de las Marías lloran postradas a la entrada de la tumba. En un plano alto, fondo de paisaje, las tinieblas del Viernes Santo se retiran dejando ver un limpio cielo de primavera.
+T.
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