Concluyo que el silencio, en la parte de los Santos Evangelios que toca a San José, es también revelación, un capítulo con versículos de rico silencio sagrado, como el humo del incienso, que es olor y no palabra, ofrenda consumiéndose sobre brasas, que sube y ambienta con aroma sagrado, velando suavemente el aire, incluso haciendo la luz visible en fascículos de rayos matizados en una claridad nublada por el sahumerio. Algo así son los silencios de San José.
Deduzco una profunda, muy intensa y atenta vida interior, un alma-tabernáculo, un sancta sanctorum donde las locuciones no se hacían con los labios sino con el espíritu, con lengua del Espíritu Santo.
Imagino tantos momentos de su unión marital-virginal, en que el esposo de la Virgen compartía con ella la inefable meditación de lo que iban guardando en sus corazones, que era, en suma, Jesus, Dios-con-ellos.
Iesu, María, Ioseph nobiscum semper. Amén.
Ex voto
+T.
Muchas gracias, Don Terzio, por esta hermosa reflexión en la fiesta de nuestro Padre y Señor San José.
ResponderEliminarProtector Sanctae Eclessiae, ora pro nobis.
Dios me dé, por su intercesión,la gracia de ese silencio de mi Santo Patrono.
ResponderEliminarGracias por la Meditación, Padre.