martes, 8 de diciembre de 2015

Purísima

 
Se abre el Cielo y un signo aparece
de virtud y belleza no vista:
Al Dragón una Virgen le pisa
la cabeza con limpio talón.
Doce estrellas coronan su frente
es la luna su hermosa peana
y refulge elevada, triunfante
revestida radiante del Sol.

Van cantando los Coros Celestes
que es la Sierva, la Humilde, la Esclava,
la que place al Señor para ser
la Madre del Hijo bendito anunciado
el Cristo Divino que ha de nacer.

Por eso está llena de gracia divina,
purísima en alma, en el cuerpo, en su ser.
Su aroma esparciendo suscita pureza
y arroba a las almas de su estela en pos.

Brillante lucero de mi vida, guía,
Oh Inmaculada, excelsa María,
mis pasos. No dejes, dulce Madre mía,
que pierda el camino que sube hasta Dios.

Mi ruego recoge, presenta a tu Hijo
la pobre plegaria de este pecador
que todo lo fía en tu mediación,
sine labe concepta,
pulchra ut luna
electa ut sol




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