La tarde en el hogar del Nazareno
palpitaba con un secreto rezo
desde su Corazón, Ara y Sagrario .
El Patriarca tocaba al Niño y sentía
latir la Gloria del Inmenso, el pulso,
carne y sangre, del Dios Cordero.
Un coro lejano de serafines
cantaba trisagios celestes
mecidos por brisas doradas.
La Virgen, la Esposa, la Madre,
guardaba en su pecho las horas benditas...
Dios dormía sobre el pecho de José
y el Padre Eterno vestía con su gloria al Carpintero.
Ex Voto
+T.