Se me han adelantado los Reyes más de un mes, porque un buen amigo (un munífico amigo) me ha hecho, inmerecidamente, un regalo espléndido: La Historia de los Papas de L. von Pastor completa (39 volúmenes; Buenos Aires 1948, edit. G. Gili, 2ª edic.), en un estado de conservación estupendo. Un sueño.
Cuando estuve en Roma, en el Colegio Español, ya utilicé el v. Pastor (y creo que leí casi completa la obra). Mis años romanos fueron más de lectura intensa y extensa que de aplicación académica. El p. Lobato me dijo una vez -"Eres un estudioso idealista, no eres práctico"; tenía razón. Sin embargo, a casi cinco lustros de aquellos tres cursos en la Urbe, con la arrogancia petulante del calavera, en vez del 'Que me quiten lo bailao', yo podría decir 'Que me quiten lo leído'.
Conque he recibido el von Pastor con emoción leyente, como quien recoge un legado que alguna vez deseó sin esperar tenerlo. Deo gratias. Y gracias al generoso y desprendido donante. Hay cosas que uno no sabe cómo agradecer.
En la obra monumental del Barón von Pastor late una tesis que conviene recordar: Los Papas, hombres de su tiempo, enmarcan sus pontificados en su respectiva época, marcados por las circunstancias del momento, también con vicios y deméritos que, cuando aparecen, siendo personales, son imputables al sujeto, nunca a la institución del Papado, cuya esencia permanece, a través de los siglos, incólume en su santidad, integrada en la Santidad de la Iglesia y su misterio salvador, que es del mismo Cristo.
Ludwig von Pastor es un historiógrafo veraz, erudito, imparcial en la exposición, inteligente en la interpretación, ferviente católico siempre y doctor inexorable en su cátedra. Su renombre no es vano.
Hace poco leí por ahí que conocer la Historia de la Iglesia es, a veces, una necesidad, un valioso medio para la fe del fiel católico. Y es verdad.
+T.