viernes, 21 de noviembre de 2014
Niña María
Iba la Niña María,
preciosa, al Templo de Dios,
era su Presentación
al Señor, que le pedía
ofrecer su corazón
virgen en consagración
con todo su ser y vida.
Lleva el corazón intacto,
va trasminando pureza,
su paso reluce tanto
que cuando al Templo subía
la escalinata brillaba
como con chispas de estrellas.
Con sus manos de doncella
levantadas ante el ara
su sacrificio sencillo
fue dar a Dios su alma intacta,
sellada, impóluta, limpia,
integérrima, sin mácula,
llena de divina gracia.
Desde que fue concebida
fue el altar privilegiado
donde Dios se recreaba
y en la humildad de la Niña
su gloria excelsa irradiaba
luces de nueva alianza.
Bendita Niña María
que tanto agradaste a Dios,
más que ninguna
entre todas sus criaturas,
a nosotros que gemimos
entre culpas y entre penas,
danos, Bella entre las bellas,
el perfume de una rosa,
el destello de una estrella,
la blancura de azucena,
danos algo de tí
que nos pueda hacer subir
la escalinata celeste
con paso firme de amor
y presentarnos a Dios
al fin y entrar en su gloria.
Te lo rogamos, María,
te suplicamos, Bendita,
concédenoslo, Niña
Virgen de Presentación,
dulzura del alma mía.
Ex Voto
+T.