viernes, 16 de mayo de 2014
Según el ejemplo de San Wojtyla
Por mucho que digan y sea quien sea el que lo diga, cuando un pagano realiza un acto de una falsa religión pagana en un templo cristiano, se comete una profanación. Si hay cristianos presentes, sean expectantes pasivos o participantes activos, sean consentidores o cooperadores, cometen todos sacrilegio (sean jerarquía, clero o laicos).
Esos orientales malcantando y tocando chinchines en la Catedral de Santiago de Compostela, primero me indignan, después me horrorizan (fotos aquí). En tercer lugar hacen que me cuestione a la Jerarquía que lo permite (y quizá hasta promueve), evidenciando que no creen, porque si creyeran, en vez de prestar espacio al error (y tantas veces al terror) de los paganos, se dedicarían con mejores fuerzas a evangelizar y no a confundir a los fieles, que se quedan influenciados con la mala huella del escándalo.
Además, me asombro de la necedad de nuestros jerarcas y de nuestras autoridades, que le ceden hoy las naves compostelanas a los sintoístas y mañana arman un conflicto con si se les deja o no la catedral de Córdoba a la morisma islámica. ¿Se dan cuenta del dislate? ¿Saben a qué clase de invitaciones, peticiones, demandas y/o exigencia se están prestando?
Hace un rato comentaba que Thomas Merton fue un adelantado de la confusión postconciliar. Nadie imaginaba cuando Merton falleció (de no se sabe bien qué forma) mientras tonteaba con los budistas de Tailandia, que a los pocos años seria el Papa quien tonteara con todas las falsas religiones de los cinco continentes, la mar de animoso, divertido y gustoso, provocando el malestar de los creyentes que distinguen la caridad del evangelizador de la torpeza del pánfilo ubícuo.
Lo de Santiago me ha recordado también el funeral de la modosita Chiara Lubich, cuando entraron en escena promíscua-litúrgica unos orientales pelones con paipays de paja y caña, en primer plano de escena, con todos los obispos y sacerdotes católicos modosamente contemplativos, ninguno indignado con la cuchufleta impía.
El Papa que abrió la caja de Pandora de Asís, recién canonizado entre el fervor de las masas, dejó sembrados ejemplos aberrantes, auténticos bofetones al muy olvidado (o preterido) 'Sancta Sanctis !!!', que hoy se obvia y pisotea católicamente por todo el orbe.
Conque súplicas hagamos al Señor Santiago porque nos perdone, y por nosotros ruegue a Cristo que a sus fieles conceda claridades de fe y doctrina, pues que tan turbios estamos.
+T.