miércoles, 16 de abril de 2014
Verónicas
La tradición del retrato milagroso ('ajeiropoietos'=no hecho por mano humana) de Cristo es común a Oriente y Occidente, pero con algunas diferencias, que identifican dos tradiciones (o dos fuentes) coincidentes en lo esencial y distintas en sus pormenores.
Lo esencial es el mismo rostro de Cristo, la Santa Faz del Señor, con esos rasgos que la iconografía cristiana describe como 'siríacos': Frente alta, cabellera larga, barba en punta bífida, que serían una especie de mínimo básico coincidente que se repite en las más antiguas iconografías cristológicas orientales, dependientes de un modelo real que podríamos decir 'histórico'.
La tradición, sin embargo, difiere en cuanto a la datación de la procedencia: Una atribuye el retrato ajeiropoietos de Cristo a la tradición milagrosa del mandylion del Rey Abgar de Edesa, y la otra relata la escena del paño/velo de la Verónica, la VIª estación del Via-Crucis.
La tradición del mandylion de Edesa conduce al estudio apasionante de los apócrifos, la crisis iconoclasta y, más recientemente, la supuesta identificación del mandylion con la Santa Síndone y las vicisitudes de la reliquia custodiada por los Templarios (teoría bastante bien documentada por la historiadora Bárbara Frale, pero difícilmente probable más allá de los supuestos con los que trabaja). Valga decir, resumiendo, que la Santa Faz del Mandylion es uno de los modelos-tipos iconográficos más reproducidos y venerados en la tradición iconográfica greco-bizantina y de la Rusia Ortodoxa.
En Occidente, sin embargo, se mantiene desde el medievo la iconografía de la Santa Faz según la tradición de la Verónica. La erudición sumaria del revisionismo criticista despachó el tema como una fabulación piadosa desde la misma palabra, según la muy improbable conjunción del término latino 'vera' con el griego 'ikon'. Pero la tradición piadosa más extendida habla de una mujer real, discípula de Cristo, una tal Berenice (la hemorroísa de Mt 9,18-26 y pp , precisan algunas fuentes), que, en mitad de la Via Dolorosa, enjugó con su velo el rostro herido de Cristo, cuya Santa Faz quedó impresa en el paño de la piadosa mujer.
Si los varios ejemplares existentes del Mandylion se explicaban por el 'tetradyplon' (cuatro pliegues), también la veneración de varias reliquias de la Verónica se justificaba por los tres (o más?) dobleces del velo donde quedó impresa la Faz del Señor. Coincidencias de las fuentes, otra vez.
En el arte español se han representado las dos tradiciones, si bien la leyenda del Rey Abgaro desaparece como tema poco a poco, extinguiéndose postreramente con la retablística tardogótica del siglo XV-XVI. No así la iconografía de la Verónica, que sigue floreciendo como sub-tema pasionista durante el renacimiento y el barroco, llegando hasta nuestros días.
En Sevilla, la Hermandad del Valle estrena cada año un paño de la Verónica nuevo, pintado por algún reconocido artista de la ciudad (ver la colección).
Para el Monumento del Jueves Santo de mi Parroquia, me pintaron uno el año pasado, y este año otro, los dos preciosos (el de 2013 muy zurbaranesco, el de este año más roldanesco).
Los ha pintado una 'verónica', una artista, una mujer piadosa.
Para Uds. para ella y para mí pido lo que devotamente se ruega en el Via-Crucis: Que el Divino Rostro, el rostro de su pasión, se plasme en nuestras almas con gracia indeleble.
+T