domingo, 8 de septiembre de 2013
Tres amores
En mi casa cantaban mucho y cantaban muy bien. Mis abuelas y mis tías cantaban que admiraban. Las recuerdo - yo era muy niño - durante la Novena de la Virgen, en el coro, en torno al armonio, afinando las notas con el organista, antes de empezar a cantar.
Mi abuela ya no cantaba, sólo iban al coro mis tías. Tia Asunción tenía una voz suavísima, melodiosa y tierna, emocionaba a todos los que la oían; tio Enrique, su hermano, en cuanto la oía cantar, lo que fuera, salía llorando. Tia Rosario era imponente, una voz portentosa, llena y rotunda, dominante, fascinaba a todo el que la escuchaba. Decía Don Rosendo, el cura, que él mismo tenía que reprimirse porque, cuando la oía cantar en la Novena, le daban ganas de aplaudir.
Recuerdo muchas de las canciones que entonaban a la Virgen, algunas de ellas eran arias de ópera o romanzas de zarzuela arregladas, con una letra piadosa ad casum. A veces les gustaba cantar juntas, interpretando una voz cada una, o haciendo una de solista y las otras de coro. Por eso he puesto el yutube con una de aquellas canciones, 'Los tres amores', que, con mucha gracia, mis tías llamaban 'el rapto musical', porque se enteraron de que iban a estrenarla para otros cultos, y se buscaron la partitura y arreglaron la letra para adelantarse y poderla cantar antes, en la Novena de la Asunción. Sería allá por el año 1910, ó 1912, antes del casamiento de abuela Enriqueta.
Tía Rosario enfatizaba cuando llegaba al verso que dice 'amor de patria'; ella explicaba que desde la guerra lo cantaba con más pasión. Manolito el ciego, el organista, dejaba de tocar para que la voz resonara sóla, enorme, llenando toda la iglesia.
-'Temblaban hasta los prismas de las arañas', recordaba mi tía Flora.
Ahora que ya no están, cuando oigo estas canciones, recreo sus voces, sus conversaciones, sus ojos, sus manos, el olor del agua de jazmines que usaban, el sonido de los tacones, el movimiento de los abanicos, las pulseras y el relojito prendido en la pechera, junto a las medallas, los velos de blonda con los alfileres de cabeza negra y los misales.
Ellas eran ya mayores, casi ancianas. Y yo era un niño que guardaba cosas, olores, sonidos, colores, que ahora me vuelven y me envuelven en volutas del pasado, un valioso reservorio de cosas pequeñas impregnadas en cariño, imperdibles de alma, prendedores de amables momentos de vida que aun relucen.
La misma canción interpretada por Plácido Domingo:
+T.
D. Terzio, hoy no encuentro palabras. Me ha emocionado. La música y sus palabras. Gracias.
ResponderEliminar