sábado, 22 de diciembre de 2012

Calamidades germanas: El Emmº Marx


Cada vez resulta más alarmante (hace medio siglo que vivimos en estado de alarma in perpetuum) la situación de la Iglesia en Alemania. La deriva no es reciente, tiene un currículum que viene de ca. 50 años, con personas y hechos. Las personalidades actuales de la Iglesia en Alemania - y las personalidades alemanas de la Iglesia actual - ilustran un pequeño catálogo con prominentes monstruosidades des-católicas y muy pocos campeones de la catolicidad.

El más conspícuo de todos, Müller, es una piedra de tropiezo por ser quien es y estar donde está. Y otros prelados germanos inquietan también, tanto si callan como si hablan. Por ejemplo, recientemente, el rubicundo cardenal bávaro de infausto apellido, Marx. Ya corre por internet lo que el eminentísimo arzobispo de Münich dijo durante una intervención en el Mary Ward Gymnasium de Nympheburg, en las cercanías de Münich.

Tratándose de un colegio-instituto de monjas irlandesas (IBVM), supongo que hablaría ante las alumnas del centro y, quizá por eso, como una graciosa captatio benevolentiae, declaró 'abierta' y falta de ulteriores 'profundizaciones' la gravísima cuestión del ministerio sagrado femenino. En The Tablet aparece una breve reseña del acto, con cita de las chocantes palabras del Cardenal Reinhard Marx:

"...Entiendo cuando la gente dice que no puede comprender un argumento u otro. Los interrogantes permanecen. Tenemos que seguir pensando en esto intensamente. Tal vez todavía no hemos llegado al final del camino..."

Unas palabras que, aun dichas en ese contexto poco comprometedor, de hecho comprometen porque no exponen la doctrina ya definida, muy clara y terminantemente. La Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis es uno los pocos actos magisteriales consistentes y valiosos ejecutados por Juan Pablo II, quizá el de mayor valor en cuanto ejercicio del magisterio infalible; en su texto, se declara esto:

"...Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia. "

Si un Cardenal de la Santa Madre Iglesia pone en discusión o habla ligeramente sobre una doctrina tan bien definida, el tal Emmº y Revmº Sr. enseña erróneamente y actua en contra de la Iglesia Católica, a la que se debe.

Si al Patriarca de Lisboa se le llamó la atención, esperamos que al orondo Marx también le amonesten y se vea obligado a desdecirse y corregirse.

A no ser que, por ser alemán, tenga bula para rebuznar ad líbitum et sine poena.


+T.